72 Zenbakia 2000-03-24 / 2000-03-31

Gaiak

Los vascos en La Pampa húmeda

IRIANNI, Marcelino

Los vascos en La Pampa húmeda Los vascos en La Pampa húmeda Marcelino Iriani Zalakain Irse a América Estudiar a la inmigración vasca decimonónica no es tarea sencilla. Las fuentes para recuperar sus experiencias no sólo son escasas y parcas en información, sino que en la mayoría de los casos los presentan bajo las nacionalidades española y francesa. A esto debe sumarse que el estado español no registró hasta casi fines del siglo pasado las salidas de quienes marchaban por sus puertos y recién a principios del s XX comenzaron a anotar un dato fundamental para rastrear a los vascos: la provincia de origen. Como si fuera poco, los emigrantes vascos ilegales (que eran muchos) escapaban sin registro alguno o por puertos lejanos a sus caseríos. De todos modos, podemos imaginar algunas cifras de los vascos que marcharon para hacernos una idea de la magnitud del fenómeno. Teniendo en cuenta la cantidad de emigrantes para algunos años concretos, pero sobre todo la opinión que nos dejaron algunos contemporáneos del fenómeno, podemos arriesgar que alrededor de 200.000 vascos abandonaron Euskalerría (hablamos de las siete provincias originales) entre 1840 y 1920. Si tenemos en cuenta que buena parte de los inmigrantes vascos se dirigió (alrededor del 60%) preferentemente a Buenos Aires y Montevideo, y que de este último sitio un porcentaje importante siguió luego rumbo hacia la pampa húmeda, podemos concluir que más de 60.000 vascos se asentaron en suelo argentino entre 1840 y 1930. Luego llegaría, a partir de 1939, una última y pequeña oleada conocida como del exilio que no incidiría en nuestros cálculos. Como grupo migratorio el vasco no presenta mayores diferencias respecto a la mayoría de los conjuntos nacionales o regionales. Se trató, en general, de hombres solteros aunque con una presencia interesante de familias en edades que rondaban los veinte años; durante buena parte del siglo XIX estuvo mayormente conformado por gente que provenía del sector rural, tendencia quese revierte a fines del siglo pasado y principios del presente cuando lo hacen principalmente de pueblos y ciudades. Su llegada temprana a la Argentina es acaso la primer diferencia que observamos respecto a grupos nacionales mayores como italianos y españoles; una característica clave para comprender el desarrollo peculiar de sus experiencias de inserción e integración en el litoral rioplatense e incluso para imaginar como un grupo reducido de inmigrantes pudo plasmar una presencia tan duradera e impactante a lo largo del tiempo. ¿Cuándo y porqué marcharon los euskaldunes de sus caseríos? El período que abarcó el fenómeno emigratorio no deja mayor lugar a dudas; 1830 marca levemente el inicio, mientras que 1920/25 hace lo propio con el declive del flujo migratorio. Las causas de la emigración vasca englobaron desde problemas individuales o familiares concretos hasta fenómenos regionales, pasando por problemáticas que motivaban la partida de un sector social determinado hasta otras que alcanzaban con sus efectos todos los rincones del pueblo vasco. Las causas más citadas por los estudiosos del tema hablan de eludir el conflicto carlista o evitar el servicio militar; también de desahogar el caserío que no podía contener a todos y que heredaba sólo el hijo mayor; pero también de otras más puntuales como escapar de las crísis del maíz de 1856 57 y la filóxera que atacó las vides a partir de 1880... Grupo de vascos reunidos en la euskal etxea de Macachin, La Pampa. Pero tener un problema no significaba convertirse automáticamente en emigrante. Difícilmente encontremos casos aislados de emigración en contextos que no hubo un movimiento más o menos generalizado. También entraban en juego el conocimiento de un lugar donde existían mejores posibilidades y los recursos o mecanismos mínimos para el traslado hacia él. Muchos campesinos y artesanos atrasados tecnológicamente que no podían enfrentar los nuevos tiempos o que pretendían continuar como artesanos y agricultores lejosde sus tierras y de la revolución industrial, formaron parte también de aquel movimiento impresionante de personas. Aunque en Euskalerría los problemas eran reales y concretos, pareciera que entre los vascos predominó la atracción por sobre la expulsión; en definitiva, que avisoraban en otro sitio (menos intuitivamente que por noticias concretas de los que habían marchado antes) un futuro más promisorio que en sus aldeas. Los vascos y el trabajo Como dijimos, Argentina (y dentro de ella la zona pampeana) fue uno de esos destinos preferenciales. Desde 1840, tanto en un barrio porteño como en los nuevos pueblos de una campaña que se extendía sobre territorio indio, se podía ver a un número considerable de vascos desempeñándose en un abanico de actividades autónomas (carpinteros, comerciantes, panaderos, zapateros), ya desde un principio o luego de reunir algún ahorro; no obstante, los altos salarios y la falta de calificación de la mayoría convertía inicialmente a muchos en dependientes o jornaleros. Hasta 1870, los que marchaban a la campaña podían insertarse en la progresiva producción lanar y capitalizarse en poco tiempo. Los vascos eran particularmente bienvenidos a ella por ser portadores del conocimiento sobre la cria lanar que era novedosa a los nativos. Pero con el correr del siglo sería el comercio quien se convertíría en trampolín para el crecimiento económico de muchos de aquellos inmigrantes. Comercio que englobaba desde rentables acopios de mercaderías por una provincia desprovista de caminos y trenes hasta 1875/80, hasta establecimientos multifacéticos que ofrecían una infinidad de productos, créditos, servicios de caja de ahorros, etcétera. La constante, como se ve, era un paisaje en construcción y un Estado que, dedicado a pacificar el territorio, no atendía los mínimos servicios. Los vascos supieron aprovechar esa coyuntura. Comida de una euskal festa en Macachin. El flujo contínuo de inmigrantes presentaba, a su vez, una infinidad de oportunidades nomenos excepcionales. El desborde poblacional (y por ende habitacional) en esos pueblos nuevos demandaba en el corto o mediano plazo el servicio de horneros, albañiles, herreros y carpinteros, pero en forma urgente el subalquiler de piezas o la apertura de improvisadas y modestas fondas que brindaran techo y comida a un número creciente de hombres solteros. Como parte del mismo proceso aumentaba y se demandaba cierta diversidad en el consumo de alimentos (muchos chancheros, lecheros, queseros, quinteros y panaderos vascos lo aprovecharían) y otros elementos indispensables para la vida cotidiana. Esto explica que aquí fueran indispensables oficios en decadencia en una Europa crecientemente industrializada, como son los zapateros, alpargateros, hojalateros, entre otros. Por su parte, las pocas mujeres vascas que llegaban con sus hermanos y maridos, como aquellas que eran mandadas a llamar por novios o parientes, encontraban instantáneamente trabajo como domésticas, planchadoras o lavanderas. No obstante, esas mujeres jugarían un rol protagónico (aunque anónimo) en muchos de los oficios que hoy se asocian a los vascos; tal el caso de la lechería, el comercio, las fondas y hotelería. Pero aunque los pueblos brindaran oportunidades ilimitadas, en buena parte de la provincia muchos vascos lograron progresar en la ganadería, principalmente como cabañeros. Es frecuente, a partir de entonces, observar el nacimiento y progreso de varios Haras y Cabañas de renombre nacional e internacional en manos de euskaldunes. Al interior de aquellos campos, cuya actividad principal era mejorar las razas de ganado, los vascos solían complementar su producción con agricultura y lechería. En lo que respecta a lo estrictamente económico podemos afirmar que muchos euskaldunes que no llegaron a poseer bienes de capital importantes, contaron oportunamente con la poseción de oficios altamente rentables nada extravagantes pero sí muy sacrificados que seguramente les permitió sobrellevar una vidamás digna e independiente que las que les deparaba su aldea en Euskalerría. Si hasta 1870 fueron preferentemente pastores y poceros, a partir de entonces serán alambradores. Como dijimos, otras actividades menos explosivas pero no menos rentables en el largo plazo , se insinuaban desde 1850/60 también como predominantemente vascas, por ejemplo la lechería y en menor medida las fondas. En términos generales, los vascos tuvieron un retorno de menos del 50%. Pero sería muy simplista concluir (aunque estamos convencidos que la mayoría progresó) acerca de éxitos o fracasos teniendo en cuenta el número de euskaldunes que se asentó definitivamente en la pampa. Quedarse no era signo inequívoco de éxito como volver no lo era de rotundo fracaso. Más allá del abanico de posibilidades que se abría a lo largo de la vida (casamiento con una lugareña, hijos; adquisición de propiedades; accidentes, entre otras), el régimen de herencia del caserío en Euskalerría (mayorazgo) hacía que un buen número de inmigrantes vascos partieran con el convencimiento de que su status de segundones no les permitiría volver, más allá de la suerte corrida en América. La cuestión social Respecto a lo social, los vascos, al igual que la mayoría de los inmigrantes tempranos que buscaron asentarse al interior de la provincia, alcanzaron rápidamente el primer escalón hacia la asimilación con el resto de la sociedad. Estaban, pensando en el paisaje improvisado y lleno de carencias que comentábamos antes, obligados a ello. Las actitudes étnicas pronto se veían opacadas por obligaciones propias de otros roles como vecino y cliente. Esto no impidió que la sociedad y los propios vascos pudieran divisar una imagen de colectividad; la que se conformó y mantuvo, atípicamente, sin instituciones étnicas por medio. Bastaron la continuidad de aspectos socioculturales en el nuevo lugar (deportes, vestimentas, costumbres) y la iniciativa de varios euskaldunes (líderes) destacados del resto. Como dijimos, los vascos nocontaron con instituciones propias, sino que compartieron Sociedades de Socorros Mutuos y Bancos (antes de la prédica Aranista) con españoles y en menor medida con franceses. Si su participación en ellas fue minoritaria, sobre todo a nivel de pequeños y medianos pueblos, se debió en parte a que los hoteles de propietarios vascos (espacios claramente identificados con lo euskaldún) y luego las casas de Remate y Agrícola ganaderas, suplieron varios de los servicios que aquellas Mutuales brindaban (tanto económicos como sociales). Pero los vascos eran inmigrantes claramente diferenciables en aquella pampa acrisolada y pluralista a la vez. No faltaron mecanismos de acercamiento entre euskaldunes (desde casamientos, pasando por encuentros habituales, hasta romerías o frontones), pero éstos no opusieron ninguna resistencia a una integración rápida con el conjunto de la sociedad. Todo lo contrario, los espacios sociales en sus manos como almacenes, fondas y hoteles cumplían la doble función de recrear un ambiente típicamente euskaldún pero abierto al resto del espectro social. Inclusive algunos aspectos de su bagaje cultural que inicialmente los distinguieron (la ropa, luego los juegos) fueron adoptados masivamente por los nativos. En cualquier pueblo bonaerense, vivir cerca de otros vascos, testificar a un paisano iletrado, concurrir a pedir ayuda a una Sociedad de Socorros Mútuos o contratar un paisano no debieron ser actitudes que encendieran fobias a sus contemporáneos. Por el contrario, testificar casamientos de cónyuges nativos, participar en comisiones vecinales, adquirir y mejorar parcelas y concurrir a la misma Iglesia que todo el pueblo, sí serían vistas como actitudes de predisposición al arraigo y la integración. En definitiva, al margen de sus extrañas vestimentas y prácticas, eran cada vez más vistos como unos `buenos vecinos'. Mientras tanto, en un barrio de la ciudad de Buenos Aires donde los roles de vecino y cliente se ocultaban se debilitaban naturalmenteen la masividad, es factible entender que muchos euskaldunes adquiriesen un rol más étnico, organizando y concurriendo al Centro Vasco Laurak Bat, al Centro Vasco Francés o a cualquier otra institución como el Centro Irunés, el Club Español, etcétera. Se podría concluir que si en la primer época (digamos hasta 1880 90) los vascos "pudieron" pese a participar indistintamente de instituciones españolas y francesas presentar ciertos elementos que les otorgaban identidad propia, luego de 1880 se fortalecerán ciertos espacios de sociabilidad claramente identificados con este grupo que les terminó de consolidar como colectividad. La fonda y el hotel de propietarios vascos y en forma más difusa los almacenes de Ramos Generales jugaron entre 1870 y 1930 un rol socioeconómico fundamental en distintos puntos de la provincia de Buenos Aires. A partir de 1939/40 y luego de un receso en el flujo migratorio desde 1920/25, llegará una pequeña oleada de vascos huyendo al régimen franquista. Esta se dirigirá prontamente hacia los sitios donde residían otros euskaldunes y descendientes que los acogerán económica, social y afectivamente. Los hoteles vascos, ya por el mismo cese del flujo migratorio como otros cambios sociales significativos, habían dejado de presentarse como refugios culturales claramente étnicos. Pese a que alojaron y sirvieron como centro de reunión de los recién llegados durante parte de la década del `40, pronto dieron paso a otros centros de sociabilidad vasca que se mantendrían hasta nuestro días: las Euskal Etxeas. Marcelino Iriani Zalakain, IEHS UNICEN Centro Vasco Gure Etxea. 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