390 Zenbakia 2007-04-13 / 2007-04-20

Gaiak

La Cultura de la Tradición. RIEV: entre el Folklore... y la Antropología

DUEÑAS, Emilio Xabier



Cien años es una medida temporal corta en relación a la historia de la humanidad, pero larga en la vida de un ser y, en este caso de una publicación que ha pasado, incluso, un período de 47 años en blanco. Este hecho ha servido para reivindicar, con posterioridad, su espacio por medio de la actualización y sirviendo, de forma eficiente, a la comunidad científica.

Durante este tiempo de supresión la sociedad también ha modificado sus hábitos progresivamente; eso sí, cada vez con mayor impulso de aceleración. Esto nos empuja a buscar nuevas fórmulas de atención al pensamiento y que, al mismo tiempo, eviten el desfase investigador.

Pero, antes de todo, retrocedamos en el tiempo, para intentar contextualizar nuestra breve historia, no por ello menos dilatada. El año 1907, fecha de la primera edición de la RIEV (en adelante la revista), se encuentra rodeado de eventos históricos: precedida en el siglo anterior (XIX) de guerras carlistas, supresión de los fueros y otros avatares; y antecedente de repúblicas y dictadura. Todo ello, a nivel general, pero tan cercano como específico en el ámbito geográfico, han influido decisivamente en la preservación de las tradiciones, mantenimiento de las costumbres y pérdida parcial del Folklore.

En lo que respecta a lo literario, las publicaciones periódicas que, con mayor o menor fortuna se fueron asentando a lo largo del último cuarto de este siglo, como por ejemplo la Revista Euskara (1878-1883), la Revista de las Provincias Euskaras (1878-1879), Euskal Esnalea (1908-1931), o Euskal-Erria (1880-1918), fueron la avanzadilla y el preámbulo para la entrada en escena de la RIEV que, al mismo tiempo, sirvió de acicate para la creación de otras, tanto antes, como después de 1936: Anuario de la Sociedad de Eusko-Folklore, Boletín de la Real Sociedad Vascongada de los Amigos del País, etc.

Es de observar y decididamente tomar como preámbulo, la creación de asociaciones culturales y la publicación regular de revistas que vieron la luz a finales del siglo XIX, para comprender unas necesidades determinadas en el campo de la investigación, sobre todo antropológica, fruto del florecimiento de la época romántica y confluyendo en sus apostolados con unas características identitarias variadas.

Del porqué de la existencia de este tipo de publicaciones, lo demuestra la validez en los estudios internacionales y, al mismo tiempo, sirve de quiebra en la supuesta irracionalidad de la exclusividad cultural-folclórica en determinados apartados; tal y como apunta W. Webster:

“No he encontrado en el Folk-lore vasco nada que no haya

encontrado en el Folk-lore de otros países.”1 Txirulari, Txerrero, Zamaltzain, Gathuzain y Entseñari de las Maskaradak de Zuberoa. Foto: A. Calavas. Fondo Bernardo Estornés Lasa.

Es, quizá, el principio del siglo XX el punto culminante en el apogeo de la realización de estudios etnográficos a nivel europeo y la configuración de la Antropología científica moderna. Por otro lado, es un momento especial en la recogida de materiales folclóricos, donde podemos observar que a lo largo de toda esta primera época de la revista, se publican numerosos trabajos que invaden diferentes campos de la Antropología Social y Cultural, además de la Biológica, como son, a su vez, la Etnolingüística o la Musicología. Primera época: el inicio, la consolidación y el provisional fin inevitable

Se torna en necesidad, una división espacial mínima en su contexto, de las dos épocas de la revista. La primera, tomos I a XXVII, correspondiente a los años 1907 a 1936, durante la cual se produce el mayor número de artículos dedicados a los campos que nos atañen.

Dentro de los autores procedentes de las diferentes ramas que se encuentran entre la propia Antropología, Música y Lingüística, debemos dar preferencia a la labor del insigne Telesforo de Aranzadi. Habitual en la publicación, durante esta primera fase, fue uno de los mayores exponentes científicos e iniciador de la Antropología a nivel estatal. Dedujo la necesidad del estudio de la ciencia a nivel de Euskal Herria y gracias a sus conocimientos escribió artículos de diferente índole: desde la Etnografía, aportando material de primera mano, hasta la Etnología con sus estudios comparativos, al margen de los de ámbito arqueológico y físico.

Otros autores considerados, asimismo habituales, fueron: Georges Hérelle, el cual asumió el papel de ofrecer abundante material acerca de las Maskaradak y Pastoralak de Zuberoa. Sus interesantes trabajos van más allá de la simple descripción, ya que su tratamiento histórico y sus análisis de estos actos le confieren el carácter científico que le avalan; el P. José Antonio de Donostia, se dedicó a los aspectos clave de la recogida de información in situ, a la observación directa y al estudio comparativo de melodías y letras, sobresaliendo de entre los primeros publicados y relativos a la serie “Apuntes de Folklore Vasco”, su “Canciones de cuestación. Olentzero”; Manuel de Lecuona, gran conocedor de la Literatura Oral y la Lingüística; y, como no, el propio director de la revista, Julio de Urquijo, el cual además de aportar innumerables recensiones bibliográficas nos ofreció el inagotable caudal de los “Refranes y Sentencias”.

A todo esto debemos añadir, y no por ello menos importante en la labor divulgadora, las diferentes traducciones efectuadas principalmente por “Martín de Anguiozar”, correspondientes a textos de viajeros que visitaron Euskal Herria, preferentemente a lo largo del siglo XIX: Henry Wilkinson, Wilhelm von Humboldt... J. A. Chaho... Los apuntes escritos por estos eruditos transcienden, algunos de ellos, las meras notas de campo, abarcando -en el caso de Humboldt- estudios profundos y sistemáticos sobre la lengua y la cultura, y no únicamente a nivel de Euskal Herria, sino también de Europa. Muchos de los mismos han sido publicados, posteriormente, en sendos libros. Segunda época: la resurrección... viejos parámetros, nuevas estructuras

La más que evidente regularidad con respecto a la Antropología y ciencias auxiliares de los artículos presentados en la primera época, bajo la única dirección del Sr. Urquijo, se convierte en un cambio total en esta segunda. Como tal, en el aspecto cuantitativo, el número de estos trabajos, desciende paulatinamente y de forma palpable en relación, digamos directa, a los cambios de dirección y consejo de redacción. Del tomo XXVIII al volumen 51.2 las apariciones se hacen cada vez más esporádicas. Sin embargo, en los apartados de reseñas y bibliografía se aprecia una uniformidad relativa.

Artesano elaborando abarkas. Foto: Juan Garmendia Larrañaga. Fondo Bernardo Estornés Lasa. El primer director, Julio Caro Baroja, se hace cargo de la revista desde 1983 hasta 1995, año de su fallecimiento. Este reinicio acontece en un momento relevante y cargado de simbolismo pro cultura autóctona. Es en este primer número, de la segunda época, cuando en el prólogo, el Sr. Caro Baroja, matiza el talante y las directrices a seguir, mediante un marcado elitismo y, refiriéndose a su antecesor, el abanico político y religioso que abarcó en otros tiempos, con “... se abrió a personalidades de ideología y credo distintos...”2 y su carácter lingüístico fue internacional, refiriéndose a la primera época.

Entre los autores encontramos nombres sobradamente conocidos, sobre todo por estar en el tiempo más cerca de la actualidad vigente. No obstante y debido a las avanzadas edades, muchos de ellos han ido desapareciendo en estos últimos años. Desde Manuel Lekuona, ya presente en el anterior período, pasando por su sobrino Juan Mari Lekuona, fallecido en 2005, Lucile Armstrong o José M.ª Satrústegui, entre otros. Sus trabajos versan sobre la Literatura Oral, las creencias, la Lingüística, la Música o la danza tradicional.

Al margen, la revista cuenta, no olvidemos, con unas secciones fijas en las que se han reseñado diferentes trabajos. Algunos de los mismos de amplia repercusión como el “Atlas Etnográfico de Vasconia” con sus diferentes tomos, las diferentes obras del prolijo Juan Garmendia Larrañaga, así como el versado Juan Antonio Urbeltz, etc. La contribución a la Cultura de la Tradición

El lapso temporal acaecido entre 1936 (último año de la primera época) y 1983 (primer año de la segunda época) es lo suficientemente sustancial como para dar constancia del cambio acaecido en todos los órdenes sociales y, como no, de la propia revista. La diferencia es tan apreciable como sintomática y polarizable desde la propia Eusko Ikaskuntza, la cual a su vez no puede prescindir del elemento humano como canalizador de los sentimientos, ideas y fórmula de plasmar la labor artística y literaria.

No obstante, la preferencia y regla consumada con el tiempo le hace honor a su título, la cual le ha conferido a la misma el apelativo de una publicación general y plural desde el principio. Es la misma que sustenta al día de hoy. A lo que habría que añadir que, a excepción de determinados casos, la internacionalización de la revista, a nivel antropológico y descriptivo (primera época), se halla dirigida a estudios comparativos, o únicos, tomando como base la propia Euskal Herria. Sin embargo, en la segunda, la universalización va encaminada a todo tipo de artículos, con una proyección hacia, y desde, el exterior.

En este mar de posicionamientos culturales que se mueven alrededor del estudio de las tradiciones y descripción del ser humano, todos los artículos, tantos los extensos como los extremadamente cortos, las reseñas, las noticias, la Bibliografía, etc. conforman un grueso de indudable valor científico e histórico. No sólo en lo que respecta al Folklore, la Etnografía o la Antropología sino, y además, en el resto de ramas culturales.

Como muestra, un botón. José Miguel de Barandiarán, en la presentación a la segunda época, destaca de forma clara los investigadores que aparecieron en el primer tomo, correspondiente al año 1907, de entre los cuales, rescatamos los siguientes: “Domingo de Aguirre, Telesforo de Aranzadi, Federico de Baráibar, Arturo Campión, J. B. Daranatz, Carmelo de Echegaray, G. Hérelle, Georges Lacombe, Pierre Lhande, L. de Eleizalde, Serapio Múgica, Hugo Schuchardt, Julio de Urquijo y Julien Vinson”3. Esta nómina de personalidades lo dice todo donde la Vascología era la esencia global de todo trabajo publicado en la misma, pudiéndose escapar en otras ocasiones el aspecto comparativo de todo estudio científico. Aplicable, por otro lado, a la atmósfera de cada espacio temporal vivido. El Santísimo bajo palio en la Besta Berri (Corpus Christi o Fête-Dieu) en la procesión realizada en la localidad lapurtarra de Kanbo. Fotógrafo/a anónimo/a. Fondo Eusko Ikaskuntza.

Al margen de la citación de personalidades, generalmente provenientes del mundo letrado, desearía reseñar la contribución global, en cuanto a la calidad de los artículos publicados, la entidad de los autores, así como la exclusividad de muchas de las aportaciones, todo lo cual puede ser considerado de incalculable valor cultural. No en vano, las firmas más notables de cada época en cada una de las ramas del saber han tenido su cabida aunque, también es verdad, que para ofrecer el estudio de todo lo relativo al Folklore, la Etnografía, la Etnología o la Antropología, anteriormente ha debido de existir una práctica de tal actividad. Así es, y así ha sido. La palabra que mejor conoce el vulgo, el pueblo, en la gran mayoría de los idiomas occidentales, y en este caso en Euskal Herria (ohitura, tradición o tradition) es la más válida para entendernos entre culturas, a pesar de las diferencias lingüísticas. Sociedad y Cultura o Cultura y Sociedad: en el fondo, el deseo de todo lector, investigador y amante del conocimiento, es que la RIEV continúe su andadura, a pesar de los cambios sociales que puedan surgir, al igual que se ha comprobado con los que nos han sucedido. Por ello y porque en el ánimo de todos los que, de una u otra forma, defendemos la conexión intercultural, la necesidad de existencia de la revista está en que se fundamente en su labor social, cultural, científica y con la aportación de diferentes perspectivas y pensamientos que enriquecen nuestro paisaje humano. 1 Carmelo de Echegaray, Wentworth Webster. RIEV, Tomo II, 1908, p 377. 2 Julio Caro Baroja. Prólogo. RIEV, Tomo XXVIII, año 1983, p 17. 3 José Miguel de Barandiarán. Presentación (p 10), Aurkezpena (p 14). RIEV, Tomo XXVIII.