266 Zenbakia 2004-07-03 / 2004-09-10

Gaiak

Eduardo Chillida (Premio Eusko Ikaskuntza-Caja Laboral, 1999)

CHILLIDA, Susana

Eduardo Chillida

(Premio Eusko Ikaskuntza-Caja Laboral, 1999) Susana Chillida Belzunce

Coincidiendo con la publicación de mi segundo libro “Chillida, el Arte y los Sueños: Memoria de las Filmaciones con mi padre” (UPV/EHU 2004), me piden que escriba algo como conmemoración del Premio Eusko Ikaskuntza/Caja Laboral de Humanidades, Cultura, Artes y Ciencias Sociales que le fue concedido a Eduardo Chillida en 1999. Eduardo Chillida, Juan José Ibarretxe y Juan Ramón Corpás Mauleón.

(Foto: Rafael Maturana)

Siempre ha sido un honor para mí como hija suya saber que la labor escultórica que realizó durante su vida era valorada y reconocida con los más altos galardones a nivel internacional. Para él también debió de ser un motivo de orgullo y, desde luego, un impulso muy válido a la hora de enfrentarse diariamente a lo desconocido y plantearse continuamente preguntas y cuestiones sobre el mundo y el espacio que trataba de resolver con los medios a su alcance. A pesar de todo, mi padre no fue nunca un hombre soberbio.

Fue un trabajador íntegro e incansable que valoraba la humildad y la fraternidad. De mirada limpia y ánimo valiente, desarrolló una línea de trabajo personal y siempre rompedora. Abrió caminos en la utilización plástica del hierro, el hormigón o la piedra, supo expresarse gráficamente utilizando en exclusiva el blanco y el negro e incluso desveló algunos misterios del papel. Su valor artístico quedó hace tiempo probado y ahora que se ha ido, cada vez más, me enorgullece comprobar que sus méritos trascendieron de alguna manera las barreras del arte.

Cuento en el prólogo de ”Elogio del Horizonte: Conversaciones con Eduardo Chillida” (Destino, 2003), que a su muerte sentí que se nos había ido a todos, me impresionó cómo la gente se condolía conmigo y hasta llegué a sentir en algunos un cierto desamparo. Porque Chillida era un referente importante. Alguien que se hizo de alguna manera necesario. Por su pensamiento claro y sus ideas profundas y sencillas. De ahí que a mí me haya gustado preservarlas y ponerlas a disposición del público a través de mi trabajo. Entre las cosas que yo más valoro está su voluntad de no dejarse llevar nunca por la facilidad. También su atrevimiento de vivir el presente en cada momento y su confianza en el valor de la percepción y la intuición. Son valores que guiaron su vida.

Y puestos ahora a conmemorar a este hombre, qué mejor modo que recreando su presencia a partir de sus propias palabras en algunas de las conversaciones que mantiene con 11 distintas personas en el mencionado libro. Eduardo Chillida y Pilar Belzunce.

SUSANA Si ese ha de ser el final, me gustaría hablar de tus inicios como artista, de tus primeros problemas, de esa aparente facilidad con la que dibujabas y que no te convencía en absoluto.

CHILLIDA Tengo varias anécdotas fundamentales en mi vida relacionadas con el uso de la mano izquierda y la derecha. Es el primer problema importante de mi vida de escultor. Yo dejo la carrera de arquitectura allá por el año 46. Estaba preparándome para arquitectura y no me gustaba cómo se enseñaba, y lo dejé después de muchas dificultades con mi padre, que quería que fuera arquitecto. Lo dejé y fui a dibujar a la academia de Bellas Artes, en Madrid. Yo dibujaba con mucha facilidad y muy rápido. Hacía tres dibujos de poses de desnudos mientras los demás no podían terminar ni uno. Todo el mundo, los primeros días, venía a mí. Tenía un éxito tremendo. Y yo, que era un crío, pues estaba bastante contento. Y nada, seguía dibujando todos los días y me iba llevando los dibujos a mi cuarto. Habrían pasado 14 o 15 días, ni medio mes, y un día, me quedé solo en el cuarto después de cenar, prácticamente toda la noche mirando aquellos dibujos, analizándolos. Y de repente me dije: “Esto no puede ser arte, es demasiado fácil”. Y entonces pensé: “Bueno, ¿y cómo lo arreglas? ¿Por qué es demasiado fácil?” Todo era demasiado fácil para la idea que yo tenía del arte. Se me ocurrió una idea. Ir a la academia, pero en vez de dibujar con la mano derecha, hacerlo con la izquierda. Así mi cabeza y mi sensibilidad o mi emoción podrán ir por delante de mi mano. La mano hará lo que yo le digo pero más despacio, detrás de lo que le manden. Obedeciendo, no mandando. Como la zurda es torpe, te da tiempo de pensar. Creo que es la primera vez en mi vida que tuve una intuición válida para lo que ha sido mi trabajo. Ahora ya no me hace falta dibujar con la izquierda. Sé frenar a la derecha. Le digo: “Tú calma, ¿eh?”. Incluso tengo muchos dibujos en los cuales la línea se convierte en puntos de lo despacio que le hago ir a la mano derecha. La línea se descompone en lo que es, porque una línea es un punto que se mueve. Es decir, que puedo dibujar más despacio con la derecha, porque la derecha es mejor que la izquierda para controlar lo que quieres. Soy derecho de manos y zurdo de pies. En equis.

….

CHILLIDA …Todo eso me ha hecho pensar mucho también en el horizonte. Y hoy soy de los que creo, ingenuamente quizá, que el horizonte es inexistente, inalcanzable, porque no puedes llegar nunca a él, se va separando de ti cada vez. Y eso es verdaderamente impresionante. Creo que el horizonte, visto de la forma que lo veo yo, podría ser la patria de todos los hombres, porque, en cualquier lugar del mundo que estés, tienes el horizonte envolviendo la zona donde tú eres el centro, tú, el que mira, y todos esos centros se juntan, se cortan unos a otros. Es decir, que es el mundo, que el horizonte se convierte en el mundo para la visión de los hombres. Ha sido una de las ideas que me ha movido en el proyecto de la montaña de Tindaya.

….

SUSANA Y en Grecia, ¿qué sucede? Porque yo siempre relaciono tu vuelta de allí con los alabastros.

CHILLIDA Sí, tienes razón. Cuando vuelvo de Grecia, vuelvo como la persona que se ha dado cuenta de que aquello ya no le hace daño. Veo toda Grecia de una manera extraordinaria. Un viaje fantástico. Pero cuando llego aquí pasa un tiempo, cinco o seis meses, y de repente un día siento la necesidad de hacer una cosa en un material distinto, en un material que fuera apto para recoger la luz. Entonces me meto con el alabastro por primera vez en mi vida. (…) Trabajo para hacer una serie de cosas que tenían relación con la luz. Una de ellas es un homenaje a Goethe, que murió diciendo: “Luz, más luz”. Le dedico una escultura en la cual se expresa la emoción ante la luz, la misma que él tuvo.

SUSANA O sea que es un viaje el que… te provoca CHILLIDA Por eso son el ir y el volver. El salir de uno mismo es positivo. Salir muchas veces, las que haga falta, de uno mismo, para ver lo que pasa desde otro sitio y poder juzgar lo que uno es desde fuera. Eso sería buenísimo de hacer también. Hacer trasvases de población, ayudar a la gente a viajar y a poder volver a ver su propia tierra con los ojos que tienen los que vienen de fuera. Sería buenísimo para el mundo. Elkarrizketa. Eduardo Txillida, escultor. (Josemari Velez de Mendizabal). MenuaGAIAK Aurreko Aleetan Inicio > EM 266 > Gaiak -->

2004/09/03-10