45 Zenbakia 1999-09-08 / 1999-09-17

Gaiak

Segalaris, bolos...

AGUIRRE FRANCO, Rafael

Segalaris, bolos... Segalaris, bolos... Rafael Aguirre Franco Sega apustua El corte de hierba en las empinadas praderas del País es trabajo forzado para el casero, pues el ganado estabulado espera su diaria ración de pienso. El corte debe hacerse rápidamente, y también la recogida, para evitar se estropee con la lluvia repentina. De este trabajo surgió uno de los más característicos deportes vascos: "sega apustua". Las profundidades pendientes en que se encuentran la mayor parte de los prados en el País Vasco han hecho difícil la puesta en práctica de guadañadoras mecánicas, tan extendidas en otros países. De ahí que la guadaña manual (sega) sea hoy de uso habitual en nuestra tierra. La cuchilla mide de 0,90 metros a 0,95 metros de ancho en las guadañas normales y de 1,18 metros a 1,24 metros en la competición. El corte de hierba en los caseríos ocupa gran parte de la larguísima jornada laboral de nuestros baserritarras porque las cabezas de ganado constituyen la verdadera riqueza del caserío. La vaca proporciona la leche y crías; el buey sirve de tracción en la labor de roturación para el cultivo de tierras; el ternero proporciona ingresos inmediatos, vendido para carne al tratante o en el mercado próximo. Un buen segador de nuestro País puede hacer más de 50 áreas de trabajo en un día. La campa de competición La campa o prado, donde vaya a celebrarse la competición, se elige con especial cuidado teniendo en cuenta diversas circunstancias. En primer lugar debe estar situado en zona donde existe afición y cercana a ser posible a las localidades de donde procedan los segalaris. Esto se tiene especialmente en cuenta en los últimos años, ya que es habitual ahora poner una entrada de pago al recinto de competición e interesa, por lo tanto, contar con el mayor número de espectadores. Y en función de ello se buscan campos de acceso fácil y cómodo con aparcamiento para vehículos. Y dentro del recinto, que exista buena visibilidad para los espectadores y sea fácil de acotar.En cuanto al terreno en sí debe ser totalmente desprovisto de piedras, sin demasiada pendiente y de hierba abundante y crecida. La prueba La prueba de corte de hierba es muy dura para los participantes. El cuerpo del atleta, durante la prueba, está doblado por la cintura. La inspiración se hace con el torso inclinado y los pulmones comprimidos. El aizkolari tras el golpe en el tronco, con el hacha, levanta el cuerpo e inspira profundamente. El corredor marcha erguido, con los brazos sueltos, acomodando la respiración al ritmo de su andar. En el levantamiento de piedra hay un instante de respiro entre alzada y alzada. Pero el segalari debe avanzar inclinado, los ojos fijos en el suelo, mientras cae implacable sobre su nuca el sol. De siempre, las pruebas de segalaris tienen lugar en el inicio del otoño, época en que la hierba ha alcanzado su máximo crecimiento y momento, además, en que los jóvenes tienen mayor trabajo en el caserío y se encuentran perfectamente entrenados. Hasta hace pocos años, la única forma de competición, como ha sucedido en las restantes especialidades del deporte rural, era la apuesta. El primer concurso, con premios en metálico, en lugar de cantidades atravesadas y varios participantes, tuvo lugar en Gipuzkoa el 11 de julio de 1954. El tiempo dado para la prueba suele fijarse en nuestros días en una hora. A principios de siglo eran frecuentes las apuestas de dos horas de duración. Sea cual fuere el tiempo límite, a su término entran en movimiento un extenso equipo de hombres rastrilleros, pesadores, atadores y ayudantes que bajo la mirada vigilante de uno de los jueces de la prueba darán el resultado con el peso de la hierba cortada por cada contendiente. Tradicionalmente se utiliza el peso romano. En cualquier forma que se estipule la prueba es muy difícil hablar de "records". Depende el peso y la superficie de hierba cortada, de la calidad del terreno, del grado de humedad de la hierba, de su crecimiento, etc, factores todos ellos extrañosal puro esfuerzo físico. Algunos nombres Las primeras noticias de segalaris nos la da el bersolarismo. Pello Errota cantaba una puesta de 1880, en Iturrioz, que ganó un tal Izulea. Pedro María Otaño Eceiza, el gran "Santa Agueda", de Beizama, aizkolari mítico, fue también un gran campeón segalari, sin rival en su época. Sus portentosas facultades físicas le destacaron en el corte de hierba, especialidad en la que compitió frecuentemente entre 1905 y 1915. La prueba cumbre de las competiciones segalaris de todos los tiempos fue celebrada en la campa de Iturrioz el lunes 28 de septiembre de 1925. Seis mil personas acudieron a presenciarla y, se dice, que las traviesas superaron las 150.000 pesetas de aquella época. Eran protagonistas Pedro Mendizabal, "Lokate", de Aia, y José Arrieta "Pantxesa", de Urnieta. Ganó Mendizabal, que en dos horas de competición, cortó 4.294 kilos de hierba frente a los 3.957 de su contrincante. Otros segalaris famosos, antes de la guerra civil, fueron "Amexketa", Florentino Mayoz, "Ondartza", Olazábal, etc. Y tras la guerra citaremos a "Chiquito de Aya", Egiguren, "Lizume", "Ibiya", "Irurzu", "Polipaso", Eleuterio Tapia, "Pascualsoro", Otegui, Bernardo Irastorza. Actualmente han desaparecido prácticamente los desafíos y los segalaris practican su deporte en competiciones oficiales organizadas por la Federación. Korrikalaris Dentro de la raza vasca y en atención a la configuración del tejido muscular, hay dos tipos característicos: el de "fuerza", al que pertenecen los individuos con masas musculares más desarrolladas y tejido muscular medianamente duro o muy duro; en el de "velocidad", de carnes blandas al tacto, en situación de reposo, pero capaces de una extensión de gran rapidez y violencia. La mayoría de los juegos y deportes rurales practicados por los vascos desde tiempo inmemorial requieren individuos del primer tipo. Son ejercicios de destreza, pero conjugada ésta a la fuerza física. Así sucede con el aizkolari, con el levantador depiedra o con el remero de una trainera. Pero el segundo "tipo humano"" muy común entre los pelotaris, ha encontrado una manifestación de energía en competiciones donde puede desarrollar a plena capacidad sus aptitudes: es la carrera. En las carreras vascas no existe más variedad que el fondo. Las distancias a recorrer casi nunca bajan de los 10 kilómetros y, en otros tiempos, se hacían normalmente sobre más de 20 kilómetros, llegándose en ocasiones a recorridos de 100 kilómetros. Casi nunca se celebran es pista, sino por caminos y carreteras. Por último, se trata de contiendas con dos únicos participantes que, por supuesto, han cruzado una cantidad por medio. Salvo el trasfondo de ser competición en carrera, nuestros "korrikalaris" poco tienen que ver con los corredores del atletismo olímpico. Trayectos, plazas y recorridos En los antiguos desafíos, al lado de las resistencia jugaba otra cualidad: la orientación y el conocimiento del recorrido para elegir los trayectos más cortos. No se fijaba el itinerario exacto. Se daban solamente los puntos de salida y llegada y el andarín era libre para elegir atajos o cortar monte abajo. Ya no se estilan este tipo de desafíos o, más exactamente, no trascienden al gran público. Cuando los desafíos trascienden públicamente, cada pueblo pone un poco de su orgullo en el korrikalari. Se tiende a evitar entonces que la suerte pueda influir en el resultado, buscándose trayectos fijos. Esto permite confrontaciones, no sólo con el oponente de turno, sino también con todos los que antes precedieron en el mismo itinerario, pues las marcas anteriores quedaron recogidas. Surge entonces la ilusión de batir los "records", nuevo aliciente en las apuestas. Se buscan, pues, recorrido y distancias tradicionales. Quizás el más conocido sea el trayecto Zarautz Aia, escenario de muchísimas apuestas, que culminaron en el trágico 21 de mayo de 1922. El desafío era entre el belga De Nys y Etxenagusia. Salió el vasco, con ventaja, a las 11,30 de la mañana,bajo un sol implacable. El belga lo hizo a las 11 horas 33 minutos y 45 segundos. De Nys tardó en recorrer los 13 kilómetros, que separan ambas poblaciones, 54 minutos y 5 segundos. Etxenagusia cayó asfixiado en la cuneta, muriendo en la mañana del día 23, tras dos días de grandes sufrimientos. A finales del siglo pasado acostumbraban a disputarse sobre distancias más largas, siendo tradicional el recorrido de Aia a Getaria y vuelta. Dentro de las pruebas de larga distancia que corresponden a los andarines decimonónicos de la blusa, abarca, pantalón largo y faja a la cintura, citaremos el trayecto Tolosa Iruñea Tolosa, con 124 kilómetros de recorrido, sobre el que intentaron probar sus fuerzas muchos atletas vascos y en el que "Narparzar" culminó su vida deportiva, el año 1908, venciendo a los "Juanagorri", padre e hijo que se turnaban a relevos. En Bizkaia en el siglo pasado, era tradicional el trayecto Durango Bilbao, en ocasiones con vuelta. Fue famoso trayecto la llamada "legua de Lecumberri" (6.040 metros), para cuyo recorrido solía considerarse, como límite insuperable de rebajar, los 20 minutos. Era carrera difícil, toda ella en cuesta, desde Lekunberri al Alto de Azpiroz. Los 17 kilómetros que separan Billabona y Aia fueron escenario de numerosas pruebas. Ofrecía el recorrido todas las variantes posibles, desde el trayecto llano ( de Billabona a Asteasu), la cuesta arriba pronunciada (de Asteasu a Andazarrate) y la cuesta abajo (de Andazarrate a Aya). Sobre este trayecto recordaremos el desafío entre Miguel Aldaz, de Oria y Francisco Aldaregia, de Aldaz (Navarra). Miguel Aldaz empleó en el recorrido 57 minutos, 27 segundos, no sacando a Aldareia (59 minutos, 5s) los dos minutos necesarios para resultar vencedor. Cuando la carrera es más espectáculo que desafío procuran los organizadores llevarlo a un recinto cerrado. 1903 es el año en que se construyen las plazas de toros de Donostia, Tolosa, Azpeitia y Eibar. Comienzan, a partir de esta fecha, a prodigarselas carreras en los ruedos de estas plazas. El korrikalari, es decir, el corredor de fondo que practica su deporte en competición con otro atleta mediando una apuesta, ha desaparecido de las plazas y carreteras. Su ocaso coincide con la práctica creciente del atletismo entre la juventud, sobre todo, con la aparición de las "carreras populares" en la década de 1970. Muchos clubs deportivos y comisiones de fiestas programan sus particulares carreras que cuentan con cientos de inscripciones. Comienzan a verse por calles y paseos grupos nutridos entrenando asiduamente. Es un deporte económico y de fácil práctica, lo que explica su popularidad. No es posible ya mantener el secreto, consustancial a todo desafío y van desapareciendo las confrontaciones de korrikalaris. Idi Dema Llegamos aquí al más popular de los juegos rurales. Los concursos o pruebas de arrastre de piedra por bueyes, frecuentísimos en otras épocas, lo son también en nuestros días. Antes surgían como desafíos individuales entre propietarios de yuntas; hoy es más usual el concurso, como número fuerte de fiestas patronales, pero conservando su gran sabor y entronque popular. Es opinión frecuente buscar el origen de las pruebas de arrastre en el trabajo de las canteras. La piedra, desprendida por la explosión del barreno, era pulimentada "in situ" y luego, arrastrada por los bueyes, se llevaba hasta la maciza carretera que le había de transportar. Este origen, posiblemente cierto, no supone que todos los bueyes participantes en apuestas trabajan en canteras sino que la experiencia demostró que un objeto pesado, como la piedra, era el ideal para probar la velocidad máxima del paso del buey en arrastre. El buey Hasta hace muy pocos años era el ganado vacuno la única fuerza de tracción en la agricultura. Sólo en muy contadas excepciones eran empleados caballos, mulas o asnos. Recientemente se han introducido los monocultores, de aplicación múltiple, especialmente diseñados para el trabajo en las empinadas laderasque constituyen la orografía vasca. Los toros son capados antes del año de edad. En la inmensa mayoría de los casos, los caseros vascos los adquieren ya inutilizados para la procreación. El pero del buey utilizado en las pruebas de arrastre varía entre 500 y 650 kilos para los concursos. Un buey de Iturrino, pesó 1.450 kilos en vivo y 79 en canal. Un buey de "Korta", 1.380 kilos. En general se utiliza en Bizkaia ganado más pequeño de alzada y de menor peso. Junto a los trabajos del caserío, al buey de competición se le hace andar por el monte, diariamente, unos 5 kilómetros. En el establo tiene reservado el mejor lugar. De vez en cuando se hace una prueba con la piedra de una plaza cercana para que el buey no pierda el hábito del arrastre. La piedra Existe aún en muchos pueblos vascos la piedra (probarri) en la que los caseros del contorno probaban la fuerza de sus yuntas. Hoy en día, como ha sucedido en la mayoría de nuestros deportes rurales, los desafíos van dando paso a los concursos y campeonatos. Ya no son dos yuntas las que compiten. Para dar mayor espectacularidad optan a los premios, en ocasiones, hasta 35 parejas. Se requiere entonces lugares especialmente dotados para el acomodo del público. Por ello, hoy se encuentran las piedras en las plazas de toros y en frontones cubiertos. La forma de las piedras es rectangular, ligeramente más estrechas en su cara anterior, en la que se ha labrado un orificio para el enganche de la cadena. Su peso varía mucho, oscilando entre 1.500 y los 4.000 kilos. La piedra de Tolosa pesa 4.000 kilos y las de Gernika y Mungia 4.500 kilos. En el probadero municipal de Berriatua existe una de 5.250 kilos, que no se corre desde 1.950. En los desafíos es más frecuente el empleo de piedras grandes. En los concursos se elige piedra más pequeña ganado el espectáculo en vistosidad al hacerse el recorrido más rápido. La plaza La piedra es arrastrada por un piso formado por cantos redondo. Hay plazas de adoquín, desechadas por los propietarios,pues los bueyes resbalan continuamente sin poder asentar las pezuñas. Es opinión extendida que son mejores los cantos rodados de río que extraídos de las playas. La longitud de las plazas varia según las localidades. Hay, una gran variedad de distancias; las guipuzcoanas oscilan entre 22 y 25 metros; las vizcaínas entre 24 y 28 metros. El límite máximo son estos 28 metros equivalentes a la medida medieval del clavo que tenía cien pies castellanos. La de Tolosa considerada como tipo, tiene un longitud de 22,40 metros y una anchura de 5,95 metros. Los arreadores El buey solitario, o la yunta, es ayudada en su esfuerzo por los arreadores. Su número depende de las condiciones fijadas en la apuesta o, en los concursos, de lo que señale el reglamento. Actualmente y en busca de la máxima eficacia, los arreadores suelen contratarse con mucha frecuencia. El boyero situado al frente de la yunta dirige la maniobra y da las órdenes oportunas. Los arreadores, hombres fuertes y de peso, cooperan al esfuerzo de los bueyes agotando sus energía para conseguir la máxima distancia. La prueba Consiste en hacer más plazas en un tiempo dado. Para la fijación de las condiciones de la apuesta o concurso es detalle importante el peso de los bueyes. Cuando una yunta sobrepasa el peso tope permitido fijado alrededor de los 1.100 kilos la piedra recibe una sobrecarga de kilo y medio por cada kilo de sobrepeso. Una vez en la plaza y llegada la hora, el juez competente procede al sorteo de tandas. Se considera perjudicado quien actúa en los primeros lugares, pues carece de referencias sobre el trabajo de sus contrincantes. Pero no siempre es mejor actuar en último lugar; si los primeros realizan una marca cunde la desmoralización. La orden de salida se da con silbato. El boyero y arreadores procuran dosificar el esfuerzo de los bueyes sin agotarlos desde el comienzo. Procurarán también evitar que la piedra se detenga a media plaza porque el esfuerzo se duplica en la arrancada inicial. Y, sobretodo, han de esforzarse en que la piedra no salga de la raya que señala la anchura de la plaza, pues han de volver la piedra al límite donde fue cometida la falta. El tiempo señalado a cada participante es, por lo general, de 30 minutos. En las apuestas a veces se fija más tiempo. Sea cual sea el plazo de tiempo, terminado éste, los jueces proceden a medir la distancia recorrida que se da en plazas, cintas y centímetros. Las pruebas suelen ser, atendiendo al número de bueyes participantes "en solitario" o "uztarri bakarrean" cuando la piedra es arrastrada por un solo animal, y "por parejas". En "solitario" la prueba es normalmente más difícil y dura. Muy de cuando en cuando se celebran apuestas con mayor número de bueyes. Bolos Este juego deporte, muy extendido internacionalmente, tienen en Euskal Herria una característica peculiar. Para su manejo se precisa de mucha energía física por el peso de la bola y la distancia que debe recorrer. Se desarrolla en tres modalidades distintas: Euskozulo, Iruzulo y Bolo Palma. Eskuzulo es propia de Gipuzkoa. El peso de la bola oscila entre 7 y 9,5 kilos y la distancia a la que se colocan las brillas, 22 metros. Hay 8 brillas colocadas en cuadro, de tres en tres. Iruzulo: Es ésta la modalidad de más amplia difusión geográfica, abarcando el Oeste de Gipuzkoa, la mayoría de Bizkaia y el monte de Araba. La bola es ligeramente ovalada y debe alcanzar y derribar las tres brillas colocadas enfrente. Bolo Palma: Frecuente en Araba y en toda la Rioja, la bola es más ligera que en los casos anteriores. Araba es un territorio que cuenta con otras variedades de bolos, muchas veces diferenciadas entre localidades cercanas. Rafael Aguirre Franco, experto en "Herri Kirolak" Argazkiak: Archivo fotográfico de Eusko Ikaskuntza y Enciclopedia Auñamendi Euskonews & Media 45.zbk (1999 / 9 / 8 17) Eusko Ikaskuntzaren Web Orria