239 Zenbakia 2004-01-23 / 2004-01-30
2004/01/23-30 Pioneros vascos del periodismo en el continente americano Gorka Rosain
Fotograf?as: Seis Siglos de Historia Gr?fica de M?xico por Gustavo Casasola. Cuarta edici?n 1968 y Diccionario Porr?a 2?. Edici?n ? Editorial Porr?a, S.A., 1965 Juan Ignacio Castorena Ursua y Goyeneche
Primer periodista de la Nueva España y se dice que del continente americano, Juan Ignacio Castorena Ursua y Goyeneche, nacido en Zacatecas de padre vasco el 31 de julio de 1688 fue también precursor de la libertad de prensa en América pues publicó un proyecto para la ley de Libertad de Imprenta que contiene las bases de los textos constitucionales actuales sobre la materia. Además fue gran benefactor de los pobres e impulsor de la educación.
Por 20 años fue catedrático de Sagrada Escritura, canónigo, chantre, inquisidor ordinario, abad de San Pedro, capellán y predicador del Rey, rector de la Real y Pontificia Universidad de México, colegial del Real Colegio de San Ildefonso y doctor jurista; en España recibió el grado de doctor teólogo en la Universidad de Avila y a su regreso a México fue designado obispo de Yucatán, dignidad con la que murió en Mérida, capital de su diócesis, el 13 de julio de 1733 y en donde está sepultado. Castorena cultivó durante mucho tiempo gran amistad con la Décima Musa de América, Sor Juana Inés de la Cruz.
Hizo muchas obras piadosas y en su tierra natal fundó el colegio para niñas de Los Mil Angeles Custodios de María, para lo cual donó su casa familiar, que antes había sido el convento de San Juan de Dios. Este colegio fue considerado una de las mejores instituciones del país pues incluso aplicaba sistemas pedagógicos adelantados a su tiempo. La Gaceta de México.
El primero de enero de 1722 fundó y editó La Gaceta de México (en diferentes épocas escribían Gaceta o Gazeta), que fue la primera publicación periódica dividida en secciones de noticias oficiales, religiosas, comerciales, sociales y marítimas, además de una sección sobre los libros nuevos publicados en España y en la Nueva España, que inauguró con un comentario a las Orientaciones Evangélicas de Fray Juan Maldonado. También traía secciones de información divididas por ciudades: México, Campeche, Acapulco, Zacatecas, Guadalajara, Veracruz, Puebla, Valladolid y sobre sucesos acaecidos en La Habana, Guatemala, Manila y Cebú; y desde el número 3 un resumen de noticias de Madrid, París y Roma. Desdichadamente, por escasez de papel y algunas intrigas provocadas por envidias, el periódico tuvo que suspender su edición en junio del mismo año de 1722.
Cabe decir que antes de que se publicara la Gaceta se publicaban sin regularidad hojas volantes, a las que se llamaba precisamente gazetas y que daban cuenta de los sucesos más relevantes del virreinato. La Gazeta de México.
Seis años más tarde, en 1728, volvió a publicarse La Gaceta de México bajo la dirección de don Juan Francisco Sahagún Arévalo Ladrón de Guevara; esta vez fueron 37 números que constaban de cuatro páginas cada uno y se suspendió en 1739.
De ahí en adelante fueron apareciendo otros periódicos, principalmente literarios y culturales y así hicieron su aparición el Mercurio de México (1740 a 1742); la Gaceta de Literatura de México, de don Antonio Alzate y el Mercurio Volante de don José Ignacio Bartolache.
El 3 de noviembre de 1784 resucitó la Gaceta de México a manos de don Manuel Antonio Valdez quien lo imprimió en los talleres de Zúñiga Ontiveros como periódico oficial. Se dejó de publicar en 1810.
Ya con más recursos y de manera más formal se publicó en 1805 el Diario de México, primer periódico cotidiano y que contó con la colaboración de Carlos María Bustamante, Jacobo Villaurrutia y otros periodistas y escritores notables. Antonio Alzate y Ramírez, periodista y científico Antonio Alzate.
Con gran vocación por la literatura y el periodismo, comenzó en 1768 a publicar un semanario sobre novedades científicas y literarias que llevaba por nombre Diario Literario de México, que más tarde se llamó Asuntos varios sobre Ciencias y Artes y se publicó durante cuatro años. Más tarde, en 1787, fundó otra revista científica que llevó por nombre Observaciones sobre la Física, Historia Natural y Artes Útiles.
Nació en la población de Ozumba, hoy en el Estado de México, cerca de la entonces hacienda de Chalco, en 1737, y por su línea materna tenía parentesco colateral con Sor Juana Inés de la Cruz.
Estudió en el Colegio de San Ildefonso, se graduó bachiller en Teología en 1756 y recibió las órdenes sagradas en ese mismo año. Las matemáticas, las ciencias naturales y la medicina fueron siempre sus especialidades, emprendió muchas investigaciones en los campos de estas materias y empleó gran parte de su hacienda en adquirir libros e instrumentos para sus investigaciones y estudios.
En 1788 comenzó la edición de sus Gazetas de Literatura, en las que daba cuenta de todo el movimiento científico de la época, con artículos sobre variados aspectos incluidos más de 50 trabajos sobre medicina. Los temas sobre astronomía y meteorología también eran ampliamente tratados por él y en 1771 la Academia de Ciencias de París publicó sus Observaciones del Planeta Venus por el disco del Sol. Otros temas favoritos que Alzate trató en estas publicaciones se referían a química, física e historia natural. Por su carácter satírico y en ocasiones violento quedaron en las páginas de sus Gazetas muchas polémicas que sostuvo con sus contemporáneos.
Fue tan versátil que practicaba frecuentemente el alpinismo con fines científicos y en una de sus ascensiones al Iztaccíhuatl, la elevada montaña compañera del volcán Popocatépetl relativamente cercano a la ciudad de México recabó datos que le sirvieron para documentar importantes observaciones.
Fue miembro de la Academia de Ciencias de París, de la Sociedad Económica Vascongada y del Jardín Botánico de Madrid.
Murió en 1799 y su memoria ha sido objeto de muchos homenajes, desde bibliotecas, escuelas y estatuas y la fundación en 1884 de la Sociedad Científica Antonio Alzate, convertida actualmente en la Academia Nacional de Ciencias de México. Luis Gonzaga Urbina, escritor, poeta y periodista
De padre vizcaíno, Luis G. Urbina nació en la ciudad de México en 1864. Fue uno de los escritores más prolíficos y activos de su época y también de los más reconocidos. Desde muy joven, luego de haber terminado sus estudios de bachiller en la Escuela Nacional Preparatoria, ingresó muy joven a la redacción de El Siglo XIX para iniciarse en la carrera de periodista. Fue muy amigo de Manuel Gutiérrez Nájera, otro gran exponente de las letras mexicanas en aquella misma época, y el maestro Justo Sierra, quien entre otros cargos ocupó la cartera de Instrucción Pública, fue un padre y maestro para Urbina, quien le sirvió durante mucho tiempo como secretario particular. Ocupó en la Preparatoria una cátedra de Literatura Española y en 1913 el puesto de director de la Biblioteca Nacional. Fue cronista y crítico teatral en diversos periódicos y revistas como El Mundo Ilustrado y El Imparcial y perteneció al grupo de la Revista Azul.
A causa de la revolución en México se expatrió voluntariamente a Cuba, en donde continuó con sus actividades periodísticas y docentes, hasta que en 1916 se fue a radicar a Madrid, en donde fungió como corresponsal de El Heraldo de Cuba. Estuvo algunos meses en Buenos Aires, en 1917, en cuya universidad dictó un ciclo de conferencias sobre la Literatura Mexicana. Regresó a España y fue designado primer secretario de la Legación, de 1918 a 1920. Luego hizo un viaje a Italia y retornó a México para volver a España después de la muerte del presidente Venustiano Carranza para hacerse cargo de otra importante comisión.
Murió en Madrid en 1934. Sus restos fueron conducidos a México y reposan en la Rotonda de los Hombres Ilustres en la capital del país.
Por lo que se refiere a su personalidad literaria como poeta, como crítico y como cronista, cierra un periodo de su labor poética su obra Lámparas en agonía (1914); su tendencia descriptiva culmina con El poema del lago y El poema del Mariel y por lo que se refiere a su nutrida producción periodística, en su mayoría ha quedado inédita, aunque existen muestras de sus crónicas como Cuentos vívidos y crónicas soñadas (1915), Bajo el sol y frente al mar (1916), Estampas de viaje (1919), la crónica realista Psiquis enferma (1922) y en Hombres y libros (1923) artículos sobre temas literarios en El Siglo XIX y El Universal. Además han quedado trabajos de investigación literaria de importancia como punto de partida para obras posteriores.
Bajo la dirección de Justo Sierra y con la cooperación de Henríquez Ureña y de Nicolás Rangel, Urbina realizó dos volúmenes de la Antología del Centenario (1910) y con las conferencias que dictó en la Universidad de Buenos Aires integró la obra La vida literaria de México (1917), que presenta el desarrollo de las letras mexicanas desde el siglo XVI hasta el escritor y poeta jalisciense Enrique González Martínez (1871-1952). Juan de la Granja, introductor del telégrafo en México
El telégrafo, medio de comunicación indispensable en la vida moderna especialmente para el mundo de la información, fue introducido en México en 1849 por el periodista bizkaitarra Juan de la Granja, oriundo de Valmaseda, en donde nació en 1785.
Luego de haber pasado su niñez y parte de su juventud en su solar natal, se fue a radicar a Madrid, en donde se dedicó al comercio y pasado un tiempo decidió trasladarse a la Nueva España, a donde llegó en 1814, en plena efervescencia de la revolución de Independencia y en este lugar se dedicó a lo mismo que hacía en Madrid: al comercio, en la capital del virreinato. Se marchó a Estados Unidos y regresó a México en 1820. En 1827 fue a radicarse a Nueva York en donde fundó la revista El Noticioso de Ambos Mundos. En mayo de 1838 fue nombrado Vicecónsul de México en Washington, como reconocimiento a su defensa de los intereses mexicanos. En octubre de 1842 fue declarado ciudadano mexicano y nombrado Cónsul en Estados Unidos. Regresó a México en 1846 al iniciar las dificultades entre ambos países. Es electo Diputado por Jalisco en 1848 y el 10 de mayo de 1849 obtiene la concesión para introducir el telégrafo eléctrico en el país, empresa en la que, por cierto, perdió la mayor parte de su capital. Por fin, el 5 de noviembre de 1851 fue inaugurado el primer tramo del servicio, con extensión de 45 leguas, entre la ciudad de México y la población de Nopalucan.
Fue nombrado primer Director General de Telégrafos y en mayo de 1852 se concluyó la línea entre México y el puerto de Veracruz. Juan de la Granja murió en la ciudad de México en 1853 en donde permanecen sus restos como los de un buen vasco mexicano o mexicano vasco, que ambas cosas se funden en una sola y constituyen una sola entidad, que hizo mucho por su país anfitrión.