128 Zenbakia 2001-06-22 / 2001-06-29

Gaiak

El agroturismo y el paisaje vasco

ASKASIBAR, Miren

El agroturismo y el paisaje vasco El agroturismo y el paisaje vasco * Traducción al español del original en euskera Miren Askasibar Bereziartua Nadie pone en duda que los paisajes de este país juegan un papel decisivo en la oferta del turismo vasco. Es evidente que el paisaje, sumido en un continuo proceso de renovación y cambio pero sin dejar de ser un valor que forma parte de los recursos no renovables, es un factor clave para el desarrollo del agroturismo. Cada vez que damos un nuevo uso a las tierras y a los parajes, surge la duda de si tales actividades irán a producir un deterioro en sus valores, o si, por el contrario, ayudarán en su conservación. En lo que respecta al tema que nos ocupa en este número monográfico, y ante la fagocitadora tendencia del turismo, es lógico que nos veamos asaltados por dudas. En los tiempos actuales, el atractivo de los paisajes agrónomos goza de gran éxito en el turismo mundial. Por una parte, por tratarse de ancestrales paisajes modelados siglo tras siglo por el hombre. En este sentido, no presentan demasiadas diferencias con respecto al resto de los pueblos y ciudades, ya que también éstas han ido transformándose en un mismo enclave para adaptarse a las nuevas necesidades. Los paisajes agrónomos, sin embargo, se caracterizan por haberse basado en los recursos terrenales; al menos hasta hace bien poco, los agricultores han vivido en la tierra y de la tierra, hecho que dota a estos parajes de una sumamente agradable armonía. El hecho de vivir en permanente contacto con la naturaleza ha condicionado considerablemente al ser humano, y, salvo unas raras excepciones, se puede afirmar que los paisajes más naturales de Europa están estrechamente vinculados a la agricultura y a la ganadería. Entre las citadas excepciones cabe citar, por una parte, las tierras cultivadas por el hombre o bien mucho tiempo atrás, o bien con escasa intensidad, hoy declaradas espacios naturales protegidos, y cuya conservación, más que a la intervención humana,se debe a la no utilización de las mismas o a su automantenimiento. Por otra parte, se encuentran la agricultura y ganadería que parecen haberse olvidado de su dependencia de la tierra y que han echado a perder el equilibrio que mantenían con los recursos terrenales y con la naturaleza. En resumen, consideramos que los paisajes agrónomos conservan características naturales que ofrecen cualidades idóneas para practicar el turismo (medios de comunicación, un mínimo confort, seguridad, elementos de consumo, etc.). Tal como acabamos de mencionar, las modificaciones que a lo largo de los siglos el ser humano ha ido introduciendo en los paisajes agrónomos han sido restringidos y pausados. Sólo ha desarrollado las actividades estrictamente necesarias para sacar provecho a la tierra, mientras adaptaba las estructuras y edificios erigidos por sus antecesores a las nuevas necesidades que iban surgiendo. Por todo ello, los paisajes ligados a actividades tan antiguas como la agricultura y la ganadería han sido, hasta mediados del siglo anterior, tremendamente valiosas, dado que reflejaban la relación existente entre el ser humano, la naturaleza y el cultivo de la tierra. En el siglo XX la actividad productora del hombre ha ido alejándose más y más de los límites de la naturaleza. Los habitantes de las ricas y desarrolladas urbes desempeñamos oficios que no guardan directa relación con los recursos naturales, nuestro conocimiento del mundo exterior se canaliza a través de una televisión sin vida propia, y vivimos bajo la ilusión de que la condición más dura a la que la naturaleza nos puede someter es la lluvia que nos obliga a abrir los paraguas. Los problemas que azotan a los consumidores de las ciudades europeas han surgido precisamente al intentar aplicar esta mentalidad, avances y tecnología urbanas en el mundo de la agricultura. Volvamos al turismo que explota la tierra y el paisaje como si de recursos se trataran. El turismo es consecuencia directa del tiempo de ocio que haproporcionado la industrialización, es fruto de la curiosidad humana y del consumismo que la sociedad moderna no cesa de promover. La expansión del turismo permite a buena parte de la población conocer otros pueblos, culturas y paisajes, y considerando que sólo se ama aquello que se conoce, el turismo debería servir para mejorar el mundo, siempre y cuando el mero hecho de pisar una determinada tierra equivalga a adquirir algún conocimiento. Lamentablemente, en lugar de abrir la mente hacia nuevos países y culturas, el turismo pasa por encima de ellos cual un bull dozer, y dado que el agroturismo corre ese mismo peligro, es necesario proceder a adoptar medidas. Pero es que el turismo, además, puede llegar a desvirtuar el producto que se ofrece o vende. Un producto turístico que trata de adaptarse a las leyes de la oferta y demanda puede caer en la tentación de despojarse de los aspectos que conforman su identidad, e incluso llegar a adoptar una actitud mucho más banal: la de cubrirse de adornos con la finalidad de atraer la atención del turista. Una localización turística de poderoso atractivo puede, sin embargo, verse presionada para que fosilice sus paisajes, que no es sino otra forma de debilitarse. No resulta fácil asegurar si los paisajes del agroturismo de Euskal Herria corren o no este riesgo, ni, en caso afirmativo, concretar cuál sería el más relevante, pero en cualquier caso habremos de permanecer alerta para que el agroturismo mantenga a salvo la finalidad de proteger la población rural y mejorar su calidad de vida. Para que el agroturismo pueda resultar beneficioso para los paisajes que el agroturismo emplea para recaudar ingresos complementarios y que toda la sociedad vasca admira, habrá que garantizar la continuidad de las actividades que en ellos se han venido desarrollando a lo largo de los siglos, dejando de lado la intensividad de la agricultura, ganadería y silvicultura. Resulta necesario proteger estas tierras tanto del ansia de los urbanitas porapoderarse de ellas, como de las enormes sumas de dinero que están dispuestos a pagar. Tendremos que fomentar actividades que inculquen el respeto a la naturaleza a través de campañas de sensibilización, de la educación y de las subvenciones, y velar por que el turismo no genere desequilibrios. Miren Askasibar Bereziartua, Paisaia, S.L. Fotografías: De la página web "Hiruak bat" Euskonews & Media 128.zbk (2001 / 6 / 22 29) Eusko Ikaskuntzaren Web Orria