De nuevo me lleva a Chile la noticia de que Irina Karamanos ha renunciado a ser la Primera Dama de este país. Esta mujer con ascendencia griega y alemana, es socióloga de profesión y tiene 33 años. Forma parte del Frente Feminista del oficialista partido Convergencia Social y es pareja en la actualidad del Presidente de Chile Gabriel Boric. Esta renuncia supone que deja la presidencia de seis fundaciones como coordinadora sociocultural con estas palabras:
“Es un anuncio que hacemos con mucho orgullo para pasar a una nueva etapa. Ahora con un rol diferente vamos a poder seguir avanzando por el desarrollo personal y de las autonomías de cada uno de nosotros. Voy a seguir apoyando al gobierno, voy a seguir apoyando al Presidente, a mi compañero Gabriel Boric, y por otro lado, voy a intensificar la militancia en mi partido. También me voy a desarrollar profesionalmente en mi área”.
Suena a pregón popular, en este caso con voz femenina y acompañada de un redoble de tambor que me lleva a asomarme a la ventana chilena que habita en mi memoria histórica. Una vez más me siento disfrutando de un país capaz de cuestionarse sus propias instituciones para mejorarlas. Algo parecido o consecuencia más bien de lo vivido personalmente en la población Malaquías Concha de Santiago en el inicio de la década de 1970. En aquél entonces redoblaron tambores y vibraron discursos extraordinariamente vitales que hasta el día de hoy me conmueven porque los he vuelto a leer ahora con la experiencia de los años y son de una actualidad manifiesta. Salvador Allende fue para mí EL PRESIDENTE, como no podía ser de otra manera en aquellos años en que una Euskal Herria (País Vasco) herida de muerte y reprimida por la dictadura franquista después de una guerra fratricida (1936-1939), era mi original y único referente vital.
He vuelto a Chile posteriormente a respirar y experimentar aquella forma de ser y de actuar. He encontrado el hilo conductor de este deseo a través de la pedagogía de Paulo Freire y en este andar y andar con el profesor Sebastián Fuentealba Valenzuela he conocido en su familia, la que él me regaló y de la que me hizo partícipe hasta el día de hoy, a una mujer excepcional que conserva en su ser y hacer el gusto por la militancia social y política, cosa no muy común en la actualidad.
Arantxa: Me gustaría que te presentaras como tú consideres, desde lo esencial de tu manera de ser, es decir desde lo que supone la consecuencia directa de tu pertenencia original chilena, familiar, social y profesional.
Juana: Me presento como una mujer que hace 68 años mis padres, María y Orlando, bautizaron y reconocieron como Juana Magdalena Fuentealba Valenzuela, nací en el centro de la capital en el hospital público, San Borja. Viví hasta los 16 años frente al palacio de la moneda en Santiago de Chile, en un cité del barrio urbano capitalino, donde todo sucedía. Existía una privilegiada vida cultural y social, lo que no ocurría en la periferia de la capital.
Mis padres eran de origen campesino, nacidos en la novena región de Chile, llamada La Araucanía. Personas, que como otras miles, se vinieron a la capital a buscar mejor vida. Estamos hablando del Siglo XIX, de muchas carencias y pocas oportunidades. Desde pequeños nos enseñaron el valor del trabajo, del respeto para ser respetados, de ser humildes pero no serviles, de que la pobreza era un pasar momentáneo, que la educación era lo único que nos legarían para ser más que lo que habían logrado ellos con esfuerzo y trabajo. Enseñanzas que he seguido y seguiré hasta mi último aliento. Crecí siendo una niña observadora, de pocas palabras, silenciosa y apacible, de muy pocos amigos, me hacían ver que era tímida. ¡En esos años!
Arantxa: Me comentas que naciste “donde todo sucedía, en medio de una vida cultural y social privilegiada, de padres de origen campesino”. Este tu origen y geografía local configuran en ti esa sensibilidad que me transmites, consecuencia de una recia, instruida y amigable pertenencia.
Juana: Siempre apegada a mis hermanos a quienes amo sobre todas las cosas. Soy la hija mayor y la responsabilidad familiar es algo connatural en mí, nunca una obligación. Con una familia que aumentó en sobrinos y bis sobrinos con la que he crecido y avanzado en este accidentado pero rico pasar por esta vida. Toda mi educación la realicé en el servicio público, excepto mis dos primeros años de educación básica llevada a cabo en una escuela particular de monjas, allí aprendí lo dulce y agraz de la calidad humana, lo cual marcó mi vida y mi conciencia de clase para siempre. Mis padres eran católicos; crecimos agradeciendo y temiendo a Dios, cosa que cambió en la Educación Básica en la Escuela Pública, lo mejor de mi vida escolar; siempre digo que todo lo que se y desarrollé para la vida lo aprendí de mis padres, compañeros y profesores de esta escuela. Ahora se llama escuela Grumete Arturo Prat Chacón, ubicada en la calle San Ignacio a dos cuadras de mi casa, pleno centro de la capital.
A los 12 años entré en las juventudes socialistas, en la casona ubicada en San Martín cercana a la Alameda. Para los adolescentes pobres de esa época, nuestra única salvación era la educación, “el único legado que nos dejarían” nuestros padres. Mi participación en la política nace de la conciencia social promovida por la formación recibida en el hogar y la escuela pública. Al pasar a la Enseñanza Media, comencé a discernir los matices de las decisiones sociales y políticas con fuerza, eran los años 70, los 1000 días de la Unidad Popular con el Presidente Salvador Allende. Yo estaba llena de sueños de igualdad, participación, oportunidades, justicia social y económica, y lo más importante, comencé a sentirme responsable de mi destino y el de mis compatriotas; compañeros y compañeras de ruta. El trabajo voluntario y la alfabetización fueron parte de las tareas que como joven era un deber y necesidad realizar con alegría pensando en un porvenir mejor.
Arantxa: Sí, la conciencia social nace en tu caso de la sensibilidad social y política experimentada en el hogar y en la escuela pública. Quiero decir con esto que no es una mera formación teórica como si fuera el conocimiento de una corriente filosófica sino una real práctica vivencial integrada en tu cotidianidad como un todo fundamental de tu formación personal.
Juana: Efectivamente, pero además, nace de la lectura que como niños y jóvenes realizamos en casa, éramos asiduos compradores/as de libros, nuestro tesoro. A escondidas, a los 11 años leí “Chicago chico”, del chileno Armando Méndez Carrasco. Libro que me golpeó fuertemente, realista y descriptivo; era la historia de un niño de los bajos fondos capitalinos, que emigra al puerto, vive entre prostitutas, vagabundos y un sórdido ambiente en un puerto de lado oscuro y luminoso, muestra la dura vida de los años 30-40 y de la sobrevivencia humana. Además, tengo que decir que mi madre terminó sus estudios en la UNTAD III, edificio creado en 275 días, orgullo de los miles de trabajadores que dieron miles de horas, día y noche trabajando voluntariamente. Este hecho nos obliga a los hijos e hijas a seguir estudiando con más convicción. Mi padre era funcionario público en un Liceo nocturno, en el día trabajaba de auxiliar y estafeta en un edificio de avda. Bulnes. Ambos personas honradas y trabajadoras. Nuestro hogar fue la cuna en la que iniciaron su vida adulta la mayoría de mis tíos, algunos primos y personas que necesitaban ayuda, mis padres fueron el hogar de todos, solidarios hasta más allá de sus posibilidades; por eso nuestra riqueza nunca fue económica, sino más bien social y cultural, lo que también marca mi vida.
El año 1974, los militares nos desalojaron del centro y nos llevaron a “tiran” a un campamento, a orillas del Cerro Renca, a una mediagua con poso séptico; no alcanzamos a vivir un año, trasladándonos posteriormente al departamento que con sacrificio compraron mis padres, en una población periférica. El paso por el campamento, fue otra gran experiencia de vida, en que siempre, como familia marcamos la diferencia, nuestra casa-ruca era la biblioteca de la población, los niños y niñas iban a hacer sus tareas con nosotros y a pasarla bien en una pequeña “piscina”, hecha por nuestro padre. Hermosos recuerdos de sacrificio pero con la convicción de que todo tendría que cambiar.
En el Departamento iniciamos un nuevo proceso como familia, marcada por la dictadura y la disociación familiar. La Educación Universitaria, con un pasar por la medicina, la realicé en los años de Dictadura cívico -militar. Al segundo año, por necesidad económica comencé a trabajar en docencia de Educación de Adultos. Eran los años de la obligatoriedad de tener Octavo Año Básico para poder trabajar y mis alumnos eran mayores, trabajadores y trabajadoras con más de 45 años mientras yo tenía 19. Me gustó la docencia y lo que había anticipado mi profesor de educación básica en su informe de octavo año,” habilidades para la docencia”, se concretó; sabio mi Profesor Sr. Silva. Esa decisión fue otro de los grandes pasos de mi historia, era lo que quería y en lo que me desarrollé íntegramente. Rendí la prueba de aptitud académica y volví a entrar en la Universidad en la que siempre soñé estar; La Universidad Técnica del Estado, estatal. Estudie Pedagogía Básica, heredera de la Educación normalista. Fue la mejor decisión de vida.
Estos años fueron de una gran oscuridad social, cultural y económica. El miedo era la tónica de nuestras vidas. La juventud, la rebeldía interna y la convicción clandestina de que debíamos luchar contra la tiranía y el exterminio, me dieron las fuerzas necesarias para seguir. Mi padre fue detenido por el gobierno el 12 de septiembre de 1973.
Cámara de Diputados de Chile.
Arantxa: Recuerdo aquella tarde que las dos nos encontramos por casualidad cuando acudimos a una charla sobre Víctor Jara. Nos unía una misma emoción, admiración y definición política. Luego supe que tu padre estuvo cerca de él durante la muy cruel represión, cuando en una tarde de domingo en vuestra casa de Santa Mónica, Recoleta, donde nos juntábamos los domingos, me contó que presenció cómo lo torturaron.
Juana: Mi padre, cuando “volvió” de la detención, estaba avejentado, nos dijo que no nos metiéramos en nada, que lo que estaba pasando no era un juego que era muy peligroso. Solo hace muy pocos años, con sus nietos, comenzó a contar lo vivido y lo que nos remarcó fue que no viviéramos con rencor u odio porque eso atrasaba nuestra evolución y no nos dejaría pensar y avanzar, había que ser inteligentes. Cuanto estuviste con nosotros Arantxa, estaba en proceso de contar su vivencia. El día de la detención, estaba con amigos: uno murió en la comisaria, por los golpes; otro estuvo detenido tres meses en el Estadio Nacional y se volvió loco pocos años después de salir en libertad, por suerte mi padre pudo contar parte de lo vivido aunque estoy segura de que muchas cosas se las guardó. Entre las cosas que supimos fue que el día 12 de septiembre lo llevaron al Estadio Chile, hoy Estadio Víctor Jara; golpeados, sin dormir y con la visión de las torturas para amedrentarles al pasar por las graderías del estadio, les hicieron detenerse y mirar, ¡y claro! allí estaba Víctor Jara, con su rostro golpeado en el suelo y sobre su pecho la bota de un milico, tenía las quemaduras de los cigarros que apagaban en su pecho; torturado. Hace pocos años este relato lo vi en la televisión. A Víctor lo sacaron de la Universidad Técnica de Estado el 11 de septiembre del año 73, donde trabajaba. Yo llegué pocos años después a estudiar allí.
En cuanto a lo relativo a mí, la docencia y los estudios universitarios tengo que decir que fueron al unísono, trabajaba y estudiaba. Los primeros años ejercí en Educación de Adultos y Educación Especial; posteriormente me fui a una Comuna (barrio) periférica, en esos tiempos casi rural, por la lejanía y necesidades sociales; cerca de dos horas de trayecto desde mi casa, para cumplir con la obligatoriedad de ruralidad que imponía el servicio. Estos fueron mis años felices como profesora de Educación General Básica en Puente Alto; por la tarde y noche estudiaba en la Universidad hasta que recibí mi título. En Puente Alto y más concretamente en las colas para el día del pago, se inició mi encuentro con la dirigencia sindical, conversaciones interminables con compañeros/as de trabajo de otros establecimientos educacionales que nos hicieron iniciar acciones comunes de trabajo cultural y deportivo para los estudiantes de la comuna. Comencé a militar en la AGECH (Asociación Gremial de Educadores de Chile, clandestina, parte del SUTE, Sindicato Único de Trabajadores de la Educación, conformada por una organización anterior a la dictadura cívico-militar; posteriormente pasó a ser el COLPROF, Colegio de Profesores, que es como la dictadura decidió llamar a esta organización; aquí se inicia la separación de los trabajadores y trabajadoras de la educación de acuerdo a los estratos definidos como “profesionales”, “técnicos” y “auxiliares”. La intención es dividir para gobernar a la clase trabajadora, obligándolos a competir separados. En estos años divido mi historia personal, entre la vida familiar, laboral y política sindical; lo que hoy llaman 24/7. Los niños, niñas y mis hermanos/a fueron mi gran aliciente para la lucha social en el aula y en la clandestinidad. Me perseguía ese: “ser joven y no ser revolucionaria es una contradicción hasta biológica”, que decía Salvador Allende, en su discurso a los estudiantes.
Arantxa: Entre los mencionados discursos de Salvador Allende, hoy día recopilados en un libro, es un placer leer los dirigidos especialmente a los mineros y a los estudiantes. Ese libro me lo prestó Sebastián y lo disfruté con tranquilidad dándome cuenta de su evidente actualidad e incluso pude interpretar su palabra mucho mejor que en la época dentro ya de su imprescindible presencia en mi memoria histórica y con unos años más para entender mejor la historia de Chile y mi propia vida.
Juana: Mi gran compañero de aventuras pedagógicas fue Pedro Mardones (Hoy, el gran Pedro Lemebel), profesor revolucionario de Artes Plásticas en la actualidad destacado y reconocido escritor-cronista, fallecido muy tempranamente, era mi alma gemela en nuestras locuras pedagógicas que traspasaban la comuna. Nuestros niños/as participaron con orgullo en cuanto concurso nacional o internacional de artes que hubo, se hicieron exposiciones en la plaza de la comuna con las obras de nuestros estudiantes, y cómo no recordar otra prócer, mi gran compañera Dina Mendieta, profesora de Música; traíamos y llevábamos la cultura a la escuela y a toda la comunidad. Nuestra pantalla para la dictadura era “el desarrollo cultural”, para nosotros y nosotras, el desarrollo integral, el espíritu crítico, la argumentación, el diálogo, el derecho de todo ser humano a pensar, ser libre y feliz… La vida en la escuela no estuvo exenta de persecución y hostigamiento procedente de otros docentes y directivos; lo cual me agotaba pero no desistí, allí aprendí a reconocer la fuerza interior que tenía y que me sirvió en toda mi carrera profesional. Las necesidades de los niños y niñas eran tantas que me obligaron a estudiar todo lo que era necesario para su formación integral, mi gran ocupación fue que fueran seres pensantes y críticos y sobre todo con derecho a ser felices; todo ello peligroso para la dictadura ¡claro! Puente Alto fue la comuna que tanto me dio para mi desarrollo social y político: Allí fui dirigente del Colegio de Profesores y el año 1988, parte del grupo de valientes que formó el Sindicato de Trabajadores y Trabajadoras de la Educación, Salud y Atención de menores de Puente Alto, un pequeño SUTE, en dictadura.
Arantxa: Siento la ausencia temprana de Pedro Mardones tu alma gemela. Os veo a los dos preocupados y ocupados en una formación integral infantil, sintiéndoos al mismo tiempo educador/a-educando/a como una sola realidad, en una dinámica pedagógica imparable de realización vocacional con cara de naturalidad. Es un placer para mí reconocerte así.
Pedro Mardones en el extremo derecho y Juana la de la chaqueta clara.
Juana: Pedro fue un visionario, que lucho por el respeto a su ser y al de los demás, se retiró de la enseñanza en plena dictadura y siguió como artista en las artes visuales irrumpiendo en el oscuro ambiente de la época con las “Yeguas del Apocalipsis” y tantas otras intervenciones. El miedo no cabía en su lenguaje. Con él conformamos un grupo de profesores/as rebeldes con una conciencia clara de en lo que estábamos y se necesitaba; esto nos permitió realizar el golpe bajo a la dictadura, a través del arte y la música, de la danza, el deporte, el cine foro, niño ayuda al niño, las comunicaciones, etc. Formábamos cuanto taller se nos ocurría para sacar a los estudiantes del ambiente duro y hostil de sus hogares y entornos, mostrándoles que ellos y solo ellos eran artífices de su destino, si se lo proponían, por eso les dábamos herramientas que no estaban en el currículo escolar. Junto con Pedro estaba mi leal compañera, amiga hermana, Juana Morales, profesora de profesores, mujer alegre y de una inteligencia emocional aguda.
Miles de anécdotas y acciones siguen estando vivos en mi memoria. Además, en esos años fui dirigente del Partido Socialista, “la profe Juana”, siempre con mi delantal azul de cuello blanco. Estuve liderando junto a muchos y muchas, los cambios políticos y sociales desde mi condición de profesora, dirigente sindical y política. Trabajé codo a codo con mis compañeros sindicalistas y políticos.
¡Cómo olvidar las noches de conversaciones con una taza de café o té, porque no teníamos para más! La dictadura había cercenado sueldos de los profesores, siempre he pensado que esa medida fue para acallar al pueblo a través del miedo y la denigración de los docentes: doble mérito para los profesores que hacían la diferencia en sus escuelas. Ganó el NO en la comuna y en nuestras escuelas de lugar de votación, se notó. Nos habíamos salvado del exterminio total, la noche de las elecciones del SI y el NO, fue un calvario para todos y todas los que habíamos trabajado por recuperar la democracia, la que sigue en suspenso hasta nuestros días. Los años de lucha y la desilusión de la politiquería oportunista me hacen replegarme en los años 90, cuando continuamos en una dictadura “blanda” y otros se “hicieron cargo”.
Por enfermedad me acerqué a mi casa, postulando una función de Jefa Técnico Pedagógica de la comuna de Recoleta. Contradicción hasta biológica para mí, porque había luchado contra la Municipalización de la Educación.
Con representantes del partido socialista. Clodomiro Almeyda. Uno de los grandes y respetados socialistas.
Pero seguí trabajando y avancé en el cambio sustantivo hacia una Educación más integral para los niños y niñas y para una docencia responsable a la altura de los desafíos sociales que estaban aún truncados. Fueron años de creatividad y de trabajo en equipo que no olvidaré. Nos posicionamos como la comuna de mayor avance pedagógico, los escasos recursos eran usados para lo pedagógico, las jefaturas al servicio de la docencia, integramos al Ministerio de Educación con la Supervisión Compartida. Un sueño que avanzaba, truncado por la derecha que entra en el poder en la comuna. Perseguida, más que en la dictadura, que es mucho decir, el año 2002 emigro a otra comuna como Directora de educación, a Lo Prado; un reto complejo que duró tres años. Los años iniciales fueron como profesora de Estado del Ministerio de Educación, 1975 al 1981, en que fuimos traspasados al municipio. Ese fue el año en que la dictadura da inicio al desmantelamiento de la Educación Pública, lo que continuó con los “gobiernos democráticos”. El año 2005, vuelvo a trabajar como docente al Ministerio de Educación, en el Centro de Perfeccionamiento, Experimentación e investigaciones Pedagógicas, CPEIP. Una decisión maravillosa, en la que terminó mi carrera.
Esto me lleva a formar equipos directivos y técnicos a través de todo Chile y al lugar en que me reencuentro con mi vocación social y sindical, en una palabra a conocer la realidad nacional in situ. Paulo Freire estuvo presente en la planificación y formación de los equipos, visto con temor por la ignorancia politiquera y desconocimiento no reconocido del falso academicismo, pero como siempre, hice lo que creía que era lo correcto y necesario para el cambio. En el Centro conocí grandes maestros y maestras de los cuales me nutrí y aprendí, reconocí su valor de saber estar en el lugar a pesar del olvido ingrato de los que llegaban con “nuevas ideas”, obviando el aporte real de estos maestros/as que les precedieron.
Arantxa: Es justo en esta tu situación en la que recorrimos ambas y gracias a los contactos que tú tenías varias universidades del Sur hablando de la pedagogía de Paulo Freire mediatizadas por el Centro Clarita de Larminat de la comuna de La Granja. Fueron días inolvidables, encuentros enriquecedores en los que tuve la oportunidad de conocer un poco más la geografía e idiosincrasia chilenas.
Juana: Fue en el primer Gobierno de Sebastian Piñera, cuando miles de trabajadores del Estado fueron despedidos, la derecha arremetió con el desmantelamiento del Estado en los servicios públicos, con el eslogan de que lo privado era más eficiente. Inicié la lucha sindical en defensa del CPEIP como su Presidenta y gracias a mis compañeros/as formamos un gran equipo en ANDIME, Sindicato de Trabajadores del Ministerio de Educación.
Juana arrodillada y con chaqueta marrón.
Lo que aseveras es así, como tú lo vistes, el conocimiento experimental de la realidad de cada rincón de mi país, me hizo revelarme en más de una oportunidad al oportunismo politiquero de “funcionarios”, que solo estaban para que pasaran los 4 años del gobierno, sin un aporte real a los cambios, aunque me encontré en este caminar con muchos y grandes compañeros/as que pensaban, sentían y accionaban con la misma sensibilidad que yo. ¡Había que jugársela por entregar algo distinto porque de la teoría a la práctica hay mucho trecho, es necesario romper con el oscurantismo neoliberal y cómodo para los politiqueros cuyo lema parece ser “que todo cambie para que todo siga igual”! Una gran experiencia terminar mi carrera profesional en el CPEIP del Ministerio de Educación de Chile. Los últimos años fui dirigente Nacional de ANDIME hasta el día de mi jubilación en noviembre del 2020; a los 65 años de edad y 47 años y meses de experiencia, aventuras y amor en y para la educación. Me siento en este momento agradecida por lo obrado y aprendido. Como dijo Allende “la historia la escriben los pueblos” y “más temprano que tarde se abrirán las grandes alamedas por donde pase el hombre libre para construir su libertad”. Creo y seguiré creyendo que el sabio Presidente aún me sigue alentando y haciéndome soñar en un país más solidario, con oportunidades para todos y todas, con justicia social y respetuoso con los derechos humanos.
Arantxa: Muy agradecida y conmovida. Un gran abrazo a la chilena, envolvente y empapado de pertenencia.
Juana: Un gusto estar contigo querida Arantxa aunque sea en la distancia y un sentir muy profundo al reencontrarnos a través de este diálogo-monologo, mujer valerosa y de inteligencia aguda. Te quiero mucho. ¡Infinitas gracias, por hacerme retornar a la génesis de mi vida y abrir esas grandes alamedas internas y externas!