678 Zenbakia 2013-11-27 / 2013-12-11

KOSMOpolita

Olvidos en el regreso del exilio

ACILLONA, Mercedes

Universidad de Deusto



El retorno en los movimientos migratorios cierra un ciclo temporal y espacial descrito más como un gran giro helicoidal que como el regreso a un punto de partida idéntico al de su pasado. Pese a que el emigrante conserva en su memoria el sueño de lo inmutable, el tiempo transcurrido dentro de sí y por fuera en los espacios físicos y humanos le va a llevar a afrontar sucesivos cambios y múltiples olvidos que confirmarán su condición de peregrino. Si la esperanza durante años ha sido recuperar lo propio, la realidad se impondrá en muchas ocasiones como la pérdida definitiva de aquellas utopías que dieron sentido a la vida. Un duelo entre realidad y memoria desgarra la consistencia unitaria de la identidad a través del tiempo.

De entre todos los posibles regresos a casa, el regreso del exiliado supone además unas condiciones identitarias y políticas que lo hacen diferente a todos los demás. De todas ellas destaca singularmente el carácter involuntario, forzado y traumático que tiene su partida. Su expatriación obedece a causas políticas que casi siempre ponen en peligro su vida. A ello se suma el carácter testimonial que desea darse a este sacrificio personal y que suele ser la voz más audible de esta reprobación ética.

Desde que el exiliado es arrancado de su casa vive con la obsesión del regreso. En ocasiones este sentimiento se alimenta con especial intensidad por circunstancias culturales e históricas. Es el caso del exilio vasco del 37, que sobresale por la prolongación temporal de la ausencia, pero sobre todo por la fusión telúrica, ancestral, con su tierra donde yacen los huesos de sus antepasados, como expresaba Onaindía.

El exilio de los vascos no resulta un paréntesis en el tiempo sino su tiempo mismo. Algo que resulta paradójico o contradictorio en sí, pues toda una vida en el exilio es como todo un tiempo detenido o vivido en dos velocidades o toda una vida convertida en proyecto insatisfecho, en desasosiego no resuelto. El tiempo se bifurca y secciona en dos grandes brazos en desencuentro, el tiempo quieto y roto de las agujas del reloj detenidas en la hora exacta de la partida, y frente a éste, el pulso cansino y automático sentenciado por la obligación biológica de vivir. Dos relojes rigen paralelos en su vida, la diferencia horaria es la medida de su irreparable pérdida existencial.

En el exilio vasco participaron exiliados de diferentes opciones políticas, tanto republicanos como nacionalistas. Sus argumentos políticos y la utopía de sus luchas son diferentes, pero lo que resulta más revelador es la relación espacial con la tierra y con la casa, que se argumenta precisamente como raíz de su identidad, incluso de su ideario político. Esto refracta en mil matices el fenómeno del retorno, pues el regreso guarda en sí una suerte de mística política, lo que confiere mayor complejidad al hecho mismo de la repatriación. Exilio vasco. Expedición a El Havre para embarcar a Venezuela. Año 1939.

Además, si la salida fue un hecho social y colectivo, vivido desde su perspectiva épica e histórica (discursos testimoniales), el regreso se producirá de un modo escalonado y de manera exclusivamente individual o familiar, revestido de una naturaleza puramente íntima y en consecuencia lírica. Los discursos son diferentes, pero en el fondo son la voz de la soledad.

Por otro lado, un alejamiento tan prolongado termina produciendo estados complejos. La condición de exiliado no es cerrada y puede modificarse. Cuando a un exiliado le desaparecen las circunstancias políticas de carácter jurídico de su alejamiento puede convertirse en un exiliado puramente ético o en un emigrante que decide optar por las mejores circunstancias que ofrece una vida ya estabilizada. Esa circunstancia concreta explicó algunos de los regresos y los no regresos de los exiliados de la guerra civil. Pero se convirtió igualmente en uno de los debates más dolorosos en el seno de la comunidad exiliada en el extranjero y que ya ha sido objeto de estudio. El exiliado puede verse acusado por su propio grupo si decide regresar a casa. Y es fácil que la vida y las leyes del corazón sean más fuertes que las utopías que originaron la salida y que ya se dan por perdidas desde el punto de vista histórico. Sin embargo, señala Cordero que la comunidad mejicana del exilio nunca puso en duda el combate antifranquista de los vascos y que su regreso se veía como una resistencia desde el interior.

El momento del retorno para aquellos que se sintieron arrancados de su casa, lejos de significar un reencuentro, significó en muchas ocasiones la consumación de un exilio convertido en esencial. Si la memoria es el soporte de la identidad a lo largo de la vida, el enfrentamiento con el pasado, su distorsión, su olvido y su fijación altera los pilares de la identidad y arroja en ocasiones al exiliado a una nueva deriva. La vuelta deshacía, destejía, el fino trabajo de la memoria.

El olvido, reverso de la memoria, según Augé, se manifiesta bajo diferentes formas. La primera que contemplamos es la historia borrada en el presente. Las diferentes posibilidades legales para regresar fueron abriendo brechas entre quienes se acogían a las condiciones de la reintegración, o simplemente al viaje de visita familiar, y quienes reforzaban la legitimidad de su testimonio, negándose a solicitar ante su enemigo político unos permisos que consideraban inicuos. La puerta entreabierta del regreso radicalizaba posturas: las oficiales, inamovibles, y las individuales, despolitizadas. La tierra, la casa, los suyos se afirmaban como la verdadera añoranza del exiliado. Las fechas de 1961, 1965 y 1969 fueron abriendo esta puerta de par en par. Y no faltaron los múltiples casos de conciliación en una sucesión periódica de estancias a ambos lados de la muga. Cuando la Transición permitió regresar a los últimos resistentes, la historia apenas les tenía reservado el espacio de los homenajes, pero no del activismo. En los caos peores, el exiliado era visto como un creador de fortunas, mientras los radicados aquí habían vivido entre la cárcel y la penuria.

La segunda forma de olvido se produce ante el encuentro con la realidad olvidada. El exiliado llega a puerto y reconstruye los perfiles de la realidad sobre los desvaídos o deformes del recuerdo. El recuerdo les había hecho inventar sobre lo olvidado a través de la memoria colectiva. Pero el regreso enfrentará directamente la realidad y la fidelidad imprecisa de la memoria. También ahora, la memoria se hará una memoria compartida, construida entre todos, quienes quedaban y quienes volvían. El pasado se entregaba a la fe en el recuerdo de los de aquí y a la evidencia que descubrían sus ojos.

La consecuencia será la tercera forma del olvido, el olvido de lo ensoñado en la memoria del exilio. El choque con la realidad devuelve a la nostalgia y hace que la memoria del exilio sea la única controlada desde el ejercicio personal del recuerdo. Asomarse al olvido y apoyarse en el recuerdo de los otros hace que el exiliado huya hacia una nostalgia interior. El regreso confirma el exilio como condición esencial. Elío lo expresó es tres palabras: “regresar es irse”.

En definitiva, el regreso mata el olvido, lo borrado por la ausencia, y mata la memoria, la vida sustentada sobre el recuerdo de lo inexistente. Al emerger las sombras de lo olvidado, los contornos de la realidad son a veces irreconocibles, producen extrañeza. Y al morir los recuerdos ensoñados, se desvanece la memoria, la vida. Como punzaba a Ugalde, el regreso no cura la nostalgia ni el dolor.

Bibliografía

AUGÉ, Marc: Las formas del olvido. Barcelona: Gedisa, 1998.

CORDERO OLIVEROS, Inmaculada : “El retorno del exiliado”, Estudios de Historia Moderna y Contemporánea de México, Álvaro Matute y Martha Beatriz Loyo (editores), México, Universidad Nacional Autónoma de México, Instituto de Investigaciones Históricas, v. 17, 1996, p. 141-162.

ELÍO, María Luisa: Tiempo de llorar y otros relatos. Madrid: Ed. Turner, 2002.

ONAINDIA, Alberto de: Capítulos de mi vida. Experiencias del exilio. Buenos Aires: Editorial Vasca Ekin, 1974.

RICOEUR, Paul: La memoria, la historia, el olvido. Madrid: Ed. Trotta, 2010.

UGALDE, Martín de: “Euzkadi”, en El exilio de las Españas en 1939 en las Américas. J. M. Naharro Calderón (coord.). Barcelona: Ed. Anthropos, 1991.