398 Zenbakia 2007-06-08 / 2007-06-15

Gaiak

El Gran Hermano y otras estrategias de iniciación en el fútbol

TORAL, Gotzon

Profesor de la Facultad de Ciencias Sociales y de la Comunicación de la UPV-EHU



Imko tenía 11 años y no iba al colegio. Su hermano Néstor le entrenaba día sí y día también. “A una media de 300 entrenamientos individualizados por curso, en seis años mi hermano será una estrella”. Por entonces iba como un cohete en la cantera del Valencia...

Este Gran Hermano se había volcado en el entrenamiento individual. Néstor había elegido un nuevo camino, y su hermano hacía de conejillo de indias. Es harto difícil predecir, sobre todo cuando se trata del futuro, pero ¿qué sucederá con este joven talento si se harta de la dieta, se lesiona, o si su progresión no es la esperada? y ¿qué hay de su derecho más elemental a la educación?

La confusión está clarísima: se crea un sistema de categorías inferiores para que los jugadores alcancen la mayoría de edad en las mejores condiciones, pero la presión de los compromisos más inmediatos creados en torno a estas competiciones menores desvían la atención de los intereses realmente en juego. Es el mundo al revés, ver para creer.

Afortunadamente hay otras vías de iniciación en el fútbol más sensatas. Dicen que no hay mejor práctica que una buena idea. Lo que sigue es un decálogo que conviene tener claro para mejorar la práctica del entrenamiento en las etapas de formación de los futbolistas. I. Entrenador y maestro

Jugar a fútbol, entrenar adultos, y entrenar niños y niñas, son historias distintas. Hasta la adolescencia, los entrenadores son un modelo que admiran los menores. Son también maestros, porque los jugadores están en edad escolar. Es de creer que son muchas tareas para descansar exclusivamente en su buena voluntad. II. Disfrutar del juego

En la élite del fútbol ha fructificado un nuevo discurso: “sin alegría, sin ganas no se puede jugar a tope”. Es un antídoto eficaz para salir del bajón de ánimo al que conduce el exceso de presión.

Paradójicamente, el estrés que quieren evitar los adultos amenaza ahora al fútbol básico. En lugar de que los niños y las niñas jueguen y crezcan a su ritmo, se quiere acelerar su puesta a punto con campos, balones, porterías y una rancia mentalidad de adultos. III. La preparación mental del deportista

A los jugadores se les da por supuesto una capacidad mental extraordinaria para afrontar las pasiones y presiones del entorno. Se les supone, como el valor al soldado.

Una ansiedad limitada activa la atención y prepara para darlo todo. Pero si aumenta en exceso, resulta contraproducente. Hoy no se entiende el déficit de entrenamiento emocional en el deportista, cuando la presión sobre él se incrementa tanto. IV. Fluir en el deporte

Jugar y disfrutar del juego, no sólo es compatible con la alta competición, sino que es la condición necesaria para conseguir el máximo rendimiento. El estado de flujo representa el grado superior de control de las emociones al servicio del rendimiento y el aprendizaje.

Un reto atractivo alimenta la motivación de los deportistas. No puede ser tan repetitivo que resulte aburrido, ni tampoco tan desproporcionado que esté fuera del alcance de los jugadores y genere más frustración. V. Si das confianza, van a más

Menotti cuenta que sólo aprendió de sus entrenadores “lo que no tenía que hacer”. A diferencia de aquellos que centran la atención en los defectos, los mejores entrenadores tienden a ver lo mejor que puede dar de sí cada uno.

Los refuerzos constantes -positivos o negativos- dirigen la atención del deportista, y actúan a modo de profecía autocumplida: las personas a las que se refuerza un comportamiento tienden a repetirlo.

Cuando se les da todo hecho -con gritos o mimos, tanto da- se hacen dependientes del entrenador y no piensan por sí mismos. VI. Orientación a la tarea, no al resultado

Ganar en las etapas de formación consiste en mejorar individual y colectivamente, practicando un juego y un ejercicio saludable.

Los objetivos que tienen como resultado conseguir un ascenso en la clasificación saltan a la vista. Por eso merece la pena insistir más en aquellos objetivos de resultado que persiguen la superación personal y del grupo. VII. Deportividad

Todos los entrenadores forman en valores, pero muchos no se enteran. Esa formación invisible se lleva a cabo a través de mensajes verbales y no verbales, o cuando favorecen determinados comportamientos y actitudes.

El fútbol puede proporcionar a los jugadores experiencias de compañerismo y juego limpio que les ayuden a ser mejores personas. Y al revés... VIII. A jugar al fútbol se aprende jugando

Aprenden lo que hacen, por eso conviene entrenar más parecido a cómo quieres que jueguen. En muchos equipos, los jugadores se limitan a repetir de forma disciplinada gestos técnicos y ejercicios separados del juego. El mensaje que retienen los deportistas es preocupante. Como decía Kant: Lo que los alumnos aprenden en la escuela es a estar sentados. IX. Hablar claro

El líder es capaz de imaginar un futuro nuevo y deseable, pero además señala metas claras a corto plazo que les acercan al objetivo.

El entrenador que hace lo que dice y dice lo que hace, acumula una extraordinaria credibilidad. En lugar de contarles mil cosas, conviene insistir en menos ideas, y dejarlas muy claras. X. Un proyecto de calidad

La gente da por bueno que hacer deporte es un ejercicio saludable, sin embargo, el fútbol, como cualquier deporte, no es bueno en sí mismo, ni tampoco lo contrario. Entre todos hacemos que sea una experiencia mejor o peor.

Es de creer que será una excepción aquel que consiga fama y fortuna en el deporte, sin embargo, está al alcance de todos obtener muy buenas razones para sentirse bien y disfrutar de una buena experiencia deportiva a lo largo de toda su vida. Así todos salimos ganando, de todas todas. Bibliografía:

· BLAZQUEZ, D. “La iniciación deportiva y el deporte escolar” Ed. INDE. Barcelona, 1999.

· CRESPO, M. y BALAGUER, I. “Las relaciones entre el deportista y el entrenador”. En I. Balaguer (coord.), “Entrenamiento psicológico en deporte: Principios y aplicaciones” (pp. 17- 59). Albatros Educación. Valencia, 1994.

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· ROFFÉ, M. “Fútbol de Presión. Psicología Aplicada al Deporte”. Lugar Editorial. Buenos Aires, 2000.

· ROS, C. “Genio a la fuerza” en el País, 20 de abril de 2005, p. 39.

· RUIZ PÉREZ, L.M. y SÁNCHEZ BAÑUELOS, F. “Rendimiento deportivo. Claves para la optimización de los aprendizajes.” Gymnos. Madrid, 1997.

· TASSARA, H. “Guía práctica del entrenador de fútbol” Ed. Pila Teleña . Madrid, 1986. · TORAL, G., GARCÍA, I. y TAPIA, A.V.. “Dejad que los niños y las niñas jueguen. Entrenamiento integral y comunicación positiva.” Ed. Diputación de Bizkaia. Bilbao, 2005.