317 Zenbakia 2005-10-07 / 2005-10-14

Gaiak

e-learning, una herramienta novedosa para algo tan antiguo como aprender

ZALDUA, Luis María



Son muchos los argumentos que, de un tiempo a esta parte, ilustran las bondades del e-learning o aprendizaje a través de Internet. Por citar algunos, he aquí tres de ellos:

- Realizar cursos por Internet no sólo abarata costes (transporte, estancias), sino que, además, permite que el aprendizaje sea plenamente compatible con el trabajo u otras obligaciones.

- La enseñanza por Internet hace posible la interacción entre diferentes personas con ubicaciones bien distintas, facilitando así que la “comunidad virtual” se enriquezca, más aun, de conocimientos.

- El e-learning ha dejado de ser una herramienta de aprendizaje dirigida y accesible solo para algunos, para convertirse en una herramienta de enseñanza dirigida a toda la ciudadanía. Foto: Darren Hester.

Sin embargo, la formación on line (el e-learning) continúa siendo una de las promesas incumplidas de Internet. Ni empresas ni particulares se han apuntado hasta ahora a este sistema de enseñanza en la dimensión inicialmente prevista: en los países en los que hay datos, apenas un 2% de las empresas han utilizado las posibilidades del e-learning para la Formación Permanente Esa realidad puede resultar un poco más asombrosa, si cabe, si se tienen en cuenta algunos datos sobre el avance de la “Sociedad de la Información” en nuestro entorno más próximo (INE, datos 2004):

- El equipamiento de las tecnologías de la información y la comunicación continúa extendiéndose. Según datos del segundo trimestre de 2004, el 48,1% de las viviendas dispone de algún tipo de ordenador. Destacan Madrid (58,2%), Cataluña (54,7%), País Vasco (52,6%) y Navarra (50,1%) por tener el mayor equipamiento de ordenador en las viviendas.

- Cataluña (40,4%), Madrid y País Vasco (39,4% ambas) son los territorios que tienen una mayor proporción de viviendas con acceso a Internet. La siguiente Comunidad en el ranking es Navarra con 35,9% de viviendas con acceso a Internet. De acuerdo con esos datos, seis de cada diez viviendas con ordenador disponen al mismo tiempo de acceso a Internet. Esa cifra podría seguir aumentando en los próximos años, visto el grupo potencial de viviendas que, teniendo ordenador, no disponen en la actualidad de acceso a Internet.

¿Qué sucede, por lo tanto, para que un binomio tan apetecible como Internet + formación no acabe de cuajar? Estos son, a nuestro modo de entender, algunos de los factores que están provocando esta pequeña “sorpresa”.

La desconfianza sobre Internet en general no acaba de disiparse: circulan todavía un sin fin de “leyendas urbanas” sobre aspectos como la seguridad o la solvencia-confianza en la Red. La realidad del comercio electrónico a día de hoy puede resultar un buen ejemplo acerca de la situación que estamos intentando ilustrar. En el caso de la Formación esa desconfianza se ve acrecentada por algunas preguntas concretas:

- ¿Cómo se puede aprender algo sin ir a clase?

- ¿Quién certifica que el profesorado es de verdad el que se dice que es?

- ¿Cómo sabemos que quien realmente está detrás del ordenador resulta ser quien dice y no es un/a amigo/a que sabe mucho sobre esa materia?

- ¿Por qué fiarse de entidades o empresas con una trayectoria tan breve como la de la propia Internet?

- ¿Cómo sé que quien me habla de las bondades y la proyección del e-learning no es un “gurú” más, de esos que en su día hincharon y se aprovecharon de la famosa “burbuja de Internet? Foto: Darren Hester.

Por lo que al ámbito empresarial se refiere, y por mucho que se diga, salvo algunas grandes corporaciones, la gran mayoría de las empresas no entienden todavía la Formación Permanente como un valor importante de cara al desarrollo de su negocio. Dicho de otra manera: la mayoría de las corporaciones no ven la formación como un elemento que les haga ganar más clientes y más dinero. De hecho, generalmente, ni siquiera Internet es contemplada a día de hoy como un área estratégica, sino, más bien, es contemplada como una especie de amenaza que hay que tener presente y que, a efecto de no correr más riesgos de la cuenta, exige cierto desembolso económico periódicamente (creación y mantenimiento de una web, renovación del parque informático, ...). No es de extrañar, por lo tanto, el dato que hemos incorporado al principio sobre la tasa de utilización del e-learning en la empresas.

Por otro lado, está la labor de las distintas Administraciones públicas. Lejos de ser las grandes consumidoras que la mayoría de las entidades que se dedican a la Formación Permanente sueñan, a día de hoy, las Administraciones públicas son un cliente más, que para nada se acercan a los volúmenes de compra que pueden manejar en otros ámbitos que todos conocemos. Más aun: en numerosas convocatorias de apoyo a la Formación el e-learning ni siquiera se considera como una modalidad de Formación “homologada”. Muchos proyectos quedan fuera de los ámbitos de ayuda pública, simple y llanamente, por desarrollarse a través de Internet. Increíble, pero cierto. A día de hoy, aunque pueden llegar a apoyar determinados proyectos de Formación a través de Internet, la mayoría de las Administraciones públicas carecen de una estrategia para el ámbito del e-learning.

Podríamos aportar un sin fin de factores, más o menos acertados, que están entorpeciendo el despegue del modelo de Formación que nos ocupa. No obstante, más que identificar lagunas o zonas oscuras, problemas cuya resolución exigen, al fin y al cabo, un cambio cultural de una parte importante de la Sociedad, lo que vamos a intentar es apuntar algunas líneas de trabajo que pueden contribuir, siquiera por encima, a que el e-learning se perciba realmente como lo que es: una herramienta novedosa para algo muy antiguo, como es “aprender”.

Sería deseable que el aprendizaje a través de Internet sea utilizado en los colegios desde edades tempranas, como una parte más de los procesos formativos reglados. El principal obstáculo para ello no parece ser el equipamiento informático, ni la generalización de la banda ancha. A nuestro modo de ver, el principal obstáculo para lograr ese fin es básicamente de índole personal: exige un cambio de actitud, una nueva visión por parte de los responsables educativos. De hecho, el alumnado que ha crecido con Internet en sus vidas, para el que los ordenadores y la Red no son “nuevas tecnologías”, ya utiliza Internet como medio para avanzar en el aprendizaje: comparten apuntes, preguntas, respuestas o utilizan Internet como fuente de información. Sin embargo, en muchos casos, son precisamente los responsables educativos quienes les ponen cortapisas, por miedo a que se copien o, simplemente, porque temen que los alumnos accedan en pocos segundos a conocimientos que parecían casi “secretos”, es decir, que solo unas pocas personas podían atesorar.

Otro tanto cabe señalar en el ámbito de los ciclos medios o superiores de la Formación Reglada. Muchas entidades docentes utilizan como argumento para proyectar una imagen de modernidad y de buen equipamiento las medias de “ordenadores por alumno” o la existencia de magníficas aulas informáticas. Pero, ¿para qué se utilizan esos recursos? ¿Para aprender a utilizar Internet? Además, en aquellos casos en los que confluyen responsables educativos por la labor y equipamientos adecuados se pone de manifiesto una de las grandes lagunas, tal vez la principal, que se detecta a día de hoy: la falta de materiales educativos, de repositorios de información adecuados para que sean utilizados como un elemento más en el proceso formativo reglado. ¿Se imagina alguien Institutos o Universidades sin libros o bibliotecas? La pregunta es: ¿quién ha de financiar esos materiales? Si en el mundo presencial esa pregunta es respondida de manera muy distinta en función de la sensibilidad socio-política del interlocutor, ni que decir cuando nos movemos en un entorno tan novedoso como el de Internet. En cualquier caso, creemos que esas preguntas bien merecen una profunda reflexión por parte de los responsables educativos. La revolución ya se ha producido en el uso que de Internet hace el alumnado: falta que el sector educativo haga un esfuerzo para adecuarse a los nuevos tiempos. Entendemos que, entre otras ventajas, la revolución a la que nos referimos traería consigo, en general, un importante abaratamiento de costes.

La Formación, sea reglada o permanente, es en nuestros días un mercado más, difícil donde los haya: debido a la baja natalidad de nuestra sociedad, faltan alumnos y “sobran” profesores. La competencia es muy fuerte, especialmente en ámbito la enseñanza reglada no obligatoria. De la mano del e-learning, tal vez, podrían abordarse de manera colegiada proyectos que de otra manera, individualmente, son imposibles de materializar. Se podrían ofertar actividades y cursos que con alumnado y profesorado proveniente únicamente de una sola universidad son inviables. También podría orientarse el esfuerzo de más profesionales de la enseñanza a diseñar y preparar procesos y materiales avanzados para la Formación Reglada, más actualizados e individualizados que los existentes en la actualidad. Se trata de acercar la realidad multimedia en que vivimos a la enseñanza, y viceversa. Estamos acostumbrados ya a utilizar desde la infancia numerosos dispositivos electrónicos en nuestras vidas cotidianas: ¿por qué no utilizarlos para aprender?

La Administración pública tiene mucho que decir y que aportar en todo este proceso. Entendemos que, una vez superadas las primeras convulsiones, por otra parte lógicas y normales, las Administraciones públicas serían unas de las principales beneficiadas. Seamos sinceros: no es fácil vislumbrar cual es la mejor vía para llevar a buen puerto todos esos anhelos; ahora bien, creemos que la Administración pública ha de ser ejemplar en todas y cada una de las materias en las que interviene, y la formación en general, y el e-learning en particular, no han de ser la excepción. Finalmente, a efecto de sugerir alguna medida concreta, y no plantear solo lagunas, de las que, por cierto, tampoco los agentes de formación a través de Internet están totalmente libres, nos atrevemos a plantear las siguientes:

. Adecuar la normativa vigente en materia de ayudas públicas a los nuevos tiempos, priorizando, como se hace en otros ámbitos, las actividades formativas que impliquen la utilización de las llamadas “nuevas” tecnologías y primando, especialmente, los proyectos donde participa y colabora profesorado de orígenes diversos. Foto: Darren Hester.

. Considerar como un valor positivo más a la hora de apoyar progresivamente proyectos de equipamiento informático su nivel de utilización, a la par que sus potenciales usuarios. Lo mismo respecto a los proyectos de creación de contenidos e impartición de cursos o celebración de actividades formativas a través de Internet. Además de aportar ayudas públicas a la creación de materiales específicos, es necesario considerar a lo largo del tiempo su nivel de utilización por los usuarios.

. Impulsar decididamente la utilización de sistemas basados en código abierto (software libre), de manera que, además de poder destinar recursos a labores de investigación y desarrollo en esa materia, creándose una verdadera industria del sector, los agentes que operan en el mercado del e-learning puedan intercambiar experiencias, conocimientos y recursos en ese apartado, de manera que la capacidad de inversión en el campo de los recursos tecnológicos no sea una barrera insalvable para muchos proyectos de nuevo cuño.

. Apoyar de una manera especial la creación de contenidos y la impartición de cursos en lenguas minorizadas como el euskera. No nos engañemos: no todo son ventajas en Internet. En ese sentido, uno de sus mayores riesgos es, precisamente, que, por razones socio-económicas, las lenguas minorizadas vean reducida su presencia a cotas inferiores a las del mundo no virtual. En definitiva, Internet ha cambiado ya algunos ámbitos de nuestra sociedad, pero, sin embargo, parece que esos cambios no han llegado todavía al mundo de la formación. Estamos seguros de que, tarde o temprano, llegarán. En este caso, creemos, para bien todas y todos.