173 Zenbakia 2002-06-28 / 2002-07-05

Gaiak

La pasión que monta en bicicleta

MUJIKA, Iñaki

La pasión que monta en bicicleta La pasión que monta en bicicleta Iñaki de Mújika El ciclismo es un deporte al alcance de grandes espíritus. Espíritus de combate, amantes del sacrificio, gregarios del esfuerzo, a veces, de la nada. Sólo para hombres y algunas mujeres curtidos. Moldeados a semejanza de los héroes de la antigüedad, aunque sin la bendición de los dioses que tutelaban y protegían sus hazañas. Miguel Indurain, ganador de la Euskal Bizikleta, ascendiendo el puerto de Arrate junto a Peter Luttenberger (Carrera) y Alex Zulle (Once) en la edición de 1996. Foto: Ego Ibarra. http:// Estas premisas han sintonizado claramente con lo vasco. Aquí se ha valorado siempre la capacidad de entregarse, la pasión por sacar adelante la obra en la que se confía. Y el ciclismo convive mucho con la disciplina, con la defensa apasionada de lo que tiene que ver con la vida de uno mismo, con una parte importante de su razón de ser, con la leyenda de quienes han escrito páginas brillantes en la historia de este deporte. Los aficionados vascos se han apoderado del ciclismo como de algo que les pertenece. Sólo, de este modo, es comprensible la movilización de cientos o miles de ellos que reaccionan ante las grandes citas del calendario. ITALIA, LA PUERTA DE LA PRIMAVERA El primer punto de encuentro es el Giro. Menguado por el dopaje, asediado por jueces, fiscales y policías, la carrera italiana ha perdido parte de su encanto. De espaldas a la ética, adulterando los aspectos naturales de su cuerpo, los principales exponentes de la bicicleta trasalpina han ocupado los titulares de la prensa, no por sus logros, sino por sus ilegalidades, poniendo en duda la legitimidad de sus éxitos y la credibilidad en su maltrecho deporte. En tiempos cercanos, Pantani, Simoni, Garzelli.....han decepcionado. En otros momentos Indurain, Olano, Unai Osa, recientemente Juanma Gárate, junto al notable esfuerzo de Joane Somarriba , han sabido destacar en territorios incomparables en los que se diseñauna prueba singular que va desde las cálidas aguas del sur hasta las cumbres nevadas del Gabia o del Stelvio o de la dolomítica Marmolada. Joane Somarriba. Foto: Iñigo Azkona El Giro es de los y para los italianos. Lo defienden, a pesar de los achaques. Una sólida organización, un historial irrepetible, pesan más que los vaivenes comerciales de los equipos que necesitan congraciarse para hacer buena la inversión publicitaria y la rentabilidad, aunque sea a costa de flagrantes decepciones que todavía comprenden los "tifossi", la pléyade de aficionados garantes del futuro. Italia además ha sido paraíso para corredores vascos que a lo largo de los años han defendido maillots lejanos a su tierra, abriendo sendas y mercados a las nuevas generaciones, obligadas a emigrar ante la imposibilidad de ser profesionales en su tierra. Horrillo (Mapei), Gárate (Lampre), Astarloa (Saeco), Chaurreau (Pólit), Odriozola (Gewiss, Batik), Lejarreta (Alfa Lum)... , entre otros, son algunos ejemplos de evidencia. LA GRANDEUR DE LA FRANCE El Tour es la prueba por antonomasia. No cabe otro calificativo. Muchos decenios, muchas pedaladas, muchos ciclistas, muchos nombres que pasan a la lista de las grandes actuaciones. Correr el Tour es para los corredores la confirmación de su profesionalismo. Ganarlo, la consagración. El deporte en julio se monta en bicicleta y recorre Francia, subiendo, llaneando, bajando. Allí los nuestros han escritos gestas. Han subido al podio y se han sentido reconocidos por el gran público. Es la trascendencia que propone la mejor prueba del mundo. Indurain subió allí los escalones más generosos de su irreprochable carrera. Joseba Beloki ha compartido en los Campos Elíseos un podio que Lance Amstrong pisaba en lo alto. Olano hizo explotar sus virtudes en los momentos de máximo carisma entre su fiel feligresía. Y en la historia los nombres impresos de Jose Mari Errandonea, Miguel Mari Lasa, José Nazábal que pisaron la línea de meta alguna vez antes que sus oponentes.Y otros nombres de una relación de cientos de miles, porque es aquí donde se manifiesta la mayor afinidad de los vascos a este deporte. Los Pirineos son una conquista. Las carreteras se jalonan de entusiasmo, con jirones de combate, con respeto a todos los que compiten, dictando la lección de deportividad que siempre correspondió a nuestro pueblo. Ondean las ikurriñas. Se balancean las pancartas. Se arraciman las voluntades hasta configurar un todo unitario, en la voz, en el ánimo, en el deseo y en apoyo a los esforzados de la ruta. Mientras ellos vivan seguirá viviendo este deporte. LA VUELTA EN SEPTIEMBRE Llegará septiembre y el calendario nos pondrá la Vuelta a España en el horizonte inmediato. Ahora cierra la temporada. Antes la abría. Sin terminar de encontrar su definitivo acomodo, la organización abandonó los fríos y las lluvias de primavera para desembocar en los últimos calores del verano. Prefirió corredores cansados, o ciclistas necesitados de triunfos de última hora, a convertirse en un banco de pruebas para deportistas que tenían por delante todo un ejercicio de esfuerzos. La Vuelta a España está plagada de apuntes vascos. Aquí han corrido cientos de ciclistas. Con más o menos éxito, esta vuelta ha estado a la alcance de la mayoría de nuestros profesionales. Dalmacio Langarica, Loroño, Gabica, Marino Lejarreta, el propio Olano, insigne campeón del mundo, alimentaron con sus doradas preseas el botín de sus carreras. EMPRENDEDORES Esta realidad de nuestro tejido socio industrial tiene su vertiente en el ciclismo. Grupos de entusiastas aficionados han sido capaces de crear enormes pruebas que tienen el reconocimiento internacional por su capacidad de gestión y por lo atractivo de recorridos y premios. La Vuelta al País Vasco, la Euskal Bizikleta, la Clásica de San Sebastián, la Subida a Urkiola, las citas de Ordizia, Llodio o Amorebieta, la Bira, la Vuelta al Bidasoa, las carreras de los fines de semana y aún más... conforman una declaración irrepetible desentimientos y una demostración de apoyo a este deporte inmenso. Organizaciones amateurs se esmeran en crear escuela, en fomentar la ilusión entre los jóvenes, en abrir puertas a la práctica deportiva, pedaleando cualquier mañana de domingo, sin importar ni la edad, ni la condición. El ciclismo tiene muchos practicantes anónimos, algunos arrastrados a una cuneta desgraciada por la irresponsabilidad de quienes, conduciendo vehículos más poderosos, sesgan vidas. Eso también nos corresponde y forma parte del heroísmo aunque en este caso sin la protección de las antiguas deidades que, por serlo, no conocieron la pasión de montar en bicicleta. Fotografías: Olano, Marino Lejarreta, Joseba Beloki, http:// Euskonews & Media 173.zbk (2002 / 6 28 / 7 5) Euskomedia: Euskal Kultur Informazio Zerbitzua Eusko Ikaskuntzaren Web Orria