144 Zenbakia 2001-11-16 / 2001-11-23

Gaiak

En torno a la figura de Tomas Garbizu

INTXAURRANDIETA, Patxi

En torno a la figura de Tomas Garbizu En torno a la figura de Tomas Garbizu * Traducción al español del original en euskera Patxi Intxaurrandieta Según reza su certificado de nacimiento, Tomas Garbizu Salaberria, quien llegaría a ser uno de los compositores más renombrados de Euskal Herria, vino al mundo el 12 de septiembre de 1901, a las once de la mañana, en la localidad de Lezo. Garbizu contó en su pueblo e incluso en su propia familia con un entorno muy propicio para orientar su futuro hacia la música, ya que los diez hermanos de aquella modesta familia mostraban una clara vocación hacia la música y la literatura. Su hermano Jon, que firmaba sus obras bajo el sobrenombre de Zubigar, obtuvo en 1924 gracias a sus poemas Ostegun Deuna y Euskera arrobitzat el premio honorífico y una mención especial, y en 1928 le fue concedido el primer premio por la traducción al euskera de La Señora Cornelia, de Cervantes. Publicó sus obras en revistas como Zeruko Argia, Euskal Esnalea, Argia y Arantzazu, así como en la publicación argentina La Baskonia. Fue el primer secretario de la sociedad Euskaltzaleak. Falleció en 1930, en el Puerto de Pasajes, cuando a la salida del trabajo fue arrollado por el tren. Tenía 35 años. Daniel, el quinto de los hermanos, era poeta y bertsolari. Antes de la guerra publicó sus trabajos en varios diarios y revistas, bajo el sobrenombre de Iruzubi. Garbizu vivió hasta los quince años en Lezo, rodeado de la protección familiar y de amigos. Su hermano mayor, Jose Millan, dotado de extraordinarias dotes musicales, fue quien le enseñó los principios de la técnica pianística. El 9 de septiembre de 1916, día de Nuestra Señora de Arantzazu, y acompañado de su madre, Garbizu ingresó para cuatro años en el seminario seráfico con la finalidad de progresar en sus estudios. Allí aprendió, además del latín, el griego, la retórica, la aritmética, la gramática vasca y otras asignaturas, solfeo, piano y gregoriano. En la banda que formaban los estudiantes del seminariotocaba la flauta, y también tenía conocimientos de clarinete. Lo cierto es que aun cuando él se empeñara en asegurar lo contrario, los resultados que obtuvo ponen de manifiesto que se trataba de un magnífico estudiante. Tomas Garbizu, director. Garbizu contó con unos excelentes profesores en Arantzazu, pero de entre todos ellos guardaba sus mejores recuerdos para el padre Arregi, un hombre que tuvo una decisiva influencia en su vida, y respecto al cual afirmaba: "creo que fue entonces cuando recibí como una impronta la certidumbre de saber que iba a ser músico". Las inmediaciones y el ambiente que se respiraba en Arantzazu dejaron una imborrable huella en Garbizu, quien en adelante llevaría los nombres de Arantzazu, Aloña, Urbia, Benedicta, Angelus, etc. grabados con letras en oro en su corazón. Dejó Arantzazu el 16 de julio de 1920, con Destino: Noviciado, según rezan los papeles. Se inició en el noviciado el 11 de agosto, en el Convento de Zarautz, aunque, tal y como sucintamente se recoge en los documentos del archivo, "Tomás Garbizu Salaberria tomó el hábito el 11 de agosto de 1920. No profesó". Es decir, que no hizo los votos. Estudió piano y armonía en la Academia de Música de Donostia, de la mano de los profesores Jose Mª Iraola y Beltran Pagola, respectivamente. En lo que respecta al órgano, nunca se adaptó ni al programa oficial ni a la disciplina del conservatorio; de hecho, bien puede afirmarse que aprendió a tocar el instrumento que con tanta maestría llegaría a tocar por su propia cuenta. En gran medida, fue un autodidacta. Cuando en 1925 se hizo cargo del órgano y coro de la iglesia de Pasajes San Pedro, Garbizu era un joven con una sólida base musical. Desde Lezo acudía a las misas y compromisos bien andando, bien el barca, y ya para entonces mostraba una clara vocación por la composición. Entre otros cuantos motetes, y basándose en las misas IX y XI del Kirial romano gregoriano, compuso para Pasajes San Pedro "Orbis factor" y "Cum jubilo", misa estaúltima que fue cantada en la Parroquia de Rentería en honor al escritor renteriano "Jautarkol", el 1er día de la Poesía Vasca, celebrado en 1930, donde se dieron cita, entre otros, escritores y promotores vascos de la talla de Lizardi, Orixe, Lauaxeta y Aitzol. Sin embargo, Garbizu no sólo pensaba en la música. Siguiendo los pasos de su hermano Jon, Zubigar, en 1921 comenzó a editar sus poemas en revistas como Euzkadi, Argia, Arantzazu, Irrintzi y Euskal Esnalea, y de 1924 en adelante publicaría poemas, cuentos, gags humorísticos, chistes, crónicas político teatral musicales, etc. bajo el sobrenombre de Tege en varios diarios y revistas, como por ejemplo Euskal Esnalea, Txistulari, Argia, El Día, El Pueblo Vasco y Argiaren Egutegia. Entre 1931 1936, precisamente durante los años de la República, presentó en la sección dirigida por Joseba Zubimendi Euskal Eresi ta Izkuntzaren alde, del diario El Pueblo Vasco, quince hermosas composiciones para voz y piano: Akerra ikusi degu; Mendi goyetan; Itxarkundia; Nik maite nuen kutuna; Begira nago; Oyes; Guazen mendirik mendi (Mendigoizaliei); Ni Mendexa'ra; Mendiko negarra, Itxasua laño dago; Eguarri abestia; Katalin; Arantzazu'ra y Nere maite polita. Otros célebres músicos publicaron asimismo sus composiciones en esta misma sección: Bruno Imaz, Luis Urteaga, Norberto Almandoz, Jose Olaizola, Jose Mª Gonzalez Bastida, Angel Dadié, Busca de Sagastizabal... En 1927, el donostiarra Antonio de Orueta congregó a una serie de dibujantes, escritores, pintores, dantzaris y músicos para entre todos formar un grupo para interpretar el espectáculo Saski Naski. De este modo, Garbizu se vio rodeado de compositores, directores e intérpretes como Joseba Olaizola, Buenaventura Zapirain, Aita Donostia, Gelasio Aranburu, Juan Gorostidi y Nicanor Zabaleta. Cabe destacar que la música de la representación "Sagardotegian" de la primera actuación era de Garbizu (junto con la de Buenaventura Zapirain). En tiempos de la República, colaboró en la Radiode Donostia, al igual que Aitzol y Lauaxeta. Garbizu estuvo presente en el homenaje que "Euzkadi'ko Txistulari Batza" tributó a Arturo Kanpion en 1933, pero no en calidad de músico, sino en representación de los escritores vascos de la revista Txistulari. Al igual que otros muchos abertzales y republicanos, con la llegada de la Guerra Civil Garbizu se vio obligado a abandonar su país y refugiarse en el País Vasco continental. Durante ese oscuro periodo conoció a dos hombres que tendrían una gran influencia en su vida: el joven escritor Jean Diharce, de San Juan de Luz, que más tarde adoptaría el sobrenombre de Xabier Iratzeder, y el organista y compositor parisino Charles Lebout. Iratzeder y Garbizu, dos personalidades que han realizado una magnífica aportación, compartieron largas horas de paseo junto a la orilla de San Juan de Luz. Las. Así se expresaba Diharce en el libro Biziaren gudaldia, tras haber fallecido Garbizu: ¡Cuántos paseos en la orilla habremos dado juntos durante cuatro años, hablando sobre las canciones vascas. Es él quien ha formado el Iratzeder que llevo dentro. El famoso organista y compositor parisino Charles Lebout, fijada su residencia en San Juan de Luz, pronto reparó en el talento musical de Garbizu. Los consejos que facilitara más la importancia que la tradición organística francesa concedía a la improvisación contribuyeron significativamente a la fama que Garbizu alcanzara en los años posteriores. En una carta remitida a Garbizu a Madrid en la posguerra, el maestro francés le animaba: "trabaja, trabaja, porque tú eres capaz de alcanzar metas que otros artistas jamás conseguirán". El mismo año en que finalizó la guerra, los padres de Garbizu fallecieron, en un periodo de seis meses. Tratando de buscar una luz que lo alumbrara más que siendo organista de Pasajes San Pedro, decidió marcharse a Madrid, donde permaneció durante toda la década de los 40 y parte de los 50. Sin embargo, aquella estancia no resultó nada agradable para el lezotarraque ya contaba con cuarenta años y que sólo aspiraba a hacerse con un nombre en el mundo de la música. Los años madrileños de Garbizu consistieron en tocar el piano o el órgano en las representaciones de los teatros Circo Price, Lope de Vega, Fuencarral y Teatro de la Comedia, en actuar como organista en la parroquia de San Marcos y en la embajada de Francia en Madrid, en dar clases particulares y en escribir composiciones. Una beca del Conde Cartagena le permitió ahondar en sus estudios de composición. Fruto del trabajo realizado en esta época son los lieders basados en los textos de Machado y Tagore, llamados "Cinco melodías vascas" para soprano y orquesta, y especialmente la cantata para coro masculino y orquesta "Danos la paz". Durante aquellos años trazó amistad con artistas de primer orden, como los pintores Elias Salaberria (primo carnal de Garbizu) y Valentin Zubiaurre, los compositores Pablo Sorozabal y Jesus Guridi, el escritor Jesus Mari Arozamena, etc., una compañía que le ayudaba a aliviar la añoranza que sentía por su país. De regreso a casa (de regreso al nido, según sus palabras), el año 1953 se presentó a las oposiciones de solfeo del Conservatorio de San Sebastián, y obtuvo una cátedra que le brindaría una estabilidad profesional de la que hasta entonces careció. Durante el curso 1953 54, y a propuesta del Consejo de Cultura del Ayuntamiento donostiarra, sumó a la anterior la cátedra de órgano, haciéndose cargo en adelante de ambas responsabilidades. Los dieciocho años que dedicó a la enseñanza del órgano le hicieron merecedor de un especial renombre entre los alumnos y músicos. Es indudable que el actual nivel que presenta la música organística de Gipuzkoa debe mucho a Garbizu. Obtuvo la jubilación el mismo día en que cumplía setenta años. Gozando aún de buena salud y viéndose libre de las ataduras de la enseñanza, dedicó los últimos diecisiete años de su vida a la composición. En 1972 fue nombrado Académico de Bellas Artes. Llegado el momento derendir homenajes, los alumnos del Conservatorio, los Txistularis de Euskal Herria, los miembros de la Comisión Litúrgica, así como los habitantes de Pasajes San Pedro y de Lezo quisieron mostrarle su agradecimiento por todo lo que había realizado tanto por ellos como por la música en general. En diciembre de 1982 la localidad de Lezo lo nombró Hijo Predilecto, y Garbizu compuso por requerimiento del Consistorio un himno para el citado municipio. Homenaje a Tomas Garbizu en Lezo, su pueblo natal. El Conservatorio Municipal de Música de Lezo estuvo durante los últimos diez años bajo su dirección. Garbizu bebió de tres fuentes en sus trabajos de creación: 1) Gozaba de una asombrosa capacidad para crear todo tipo de sonidos y adornarlos con bellas composiciones. Garbizu era capaz de escribir casi simultáneamente una canción para Luis Mariano y un motete para la Virgen María, un tango y un canto de ofertoria, una habanera y unas Vísperas de la Santa Cruz. Una de las características más destacables de la personalidad de Garbizu era precisamente la fabulosa flexibilidad que mostraba para amoldarse a las exigencias de cada tipo de música. 2) Música gregoriana. Muchas de las composiciones que escribió para órgano y liturgia están basadas en los kiries, antífonas y secuencias del repertorio de música gregoriana. 3) Música popular vasca. Garbizu conocía a la perfección las canciones y bailes de Aita Donostia, Azkue, Jorge Riezu, Hilario Olazaran, Juan Ignazio Iztueta, etc. Entre su extenso catálogo hemos hallado casi doscientos sonidos vascos inspirados en los mencionados cancioneros. Todas estas referencias musicales adoptaban nuevas formas en manos de Garbizu, en cuyas partituras se podía apreciar su sello personal. Alumnos ante el Conservatorio Municipal de Lezo Tomas Garbizu. Dentro de las obras para orquesta que escribió, merecen especial mención el concierto para violín y orquesta Concierto mágico y las partituras Concertante para trompa y orquesta. Escribió las Cinco melodíasvascas para soprano solista y orquesta en 1942, en Madrid, en plena crisis de añoranza por su país. También en Madrid compuso la cantata Danos la paz (1941), que se estrenó en Donostia de la mano del Coro Easo y de la Orquesta del Conservatorio de San Sebastián, obra que pese a haber sido interpretada en dos o tres ocasiones, Garbizu nunca pudo llegar a escuchar. Para escribir la cantata Babilon Beltza (1967), Garbizu se fundó en un texto de Xabier Iratzeder, basado a su vez en el salmo 136, llamado "Super flumina Babilonis". Entre las obras para voz y piano cabe destacar la famosa colección Donostiko Kantu Zarrak (1970), una magnífica obra que el propio Garbizu catalogaba entre lo más destacable de su obra. El músico vizcaino Anton Larrauri manifestó en torno a la colección para piano de bailes vascos que se trata de una obra avanzada en cuanto a choques de armonías y chispeantes contrapuntos y ritmos, pero donde no se pretende destruir lo popular, sino elevarlo a niveles de concierto rebosante de su sabor más íntimo. Una obra muy digna de este extraordinario compositor. En lo que respecta a las obras para órgano, hay que citar Cantantibus Organis (1937), colección formada por diez breves piezas; Sequentia, basada en la secuencia "Victimae Paschali laudes" (1950); el tríptico Jesús y la samaritana (1953) y el Tríptico sobre un tema gregoriano (1971), merecedor del primer premio en el concurso internacional de Ávila. De entre las veinte misas que forman parte de su extenso catálogo, son quizás tres las más destacables: Benedicta (1956), misa con texto en latín que obtuvo el accésit en el certamen organizado por los franciscanos de Arantzazu; Ecuménica (1962), también conocida como "Papa Juan XXIII", basada en la misa gregoriana "Cunctipotens Genitor Deus"; y la misa vasca Gure Meza, un bello mosaico compuesto por varios bailes y sonidos vascos, que escribió por encargo de la casa discográfica Columbia tras el Concilio Vaticano II. Ni siquiera hemos mencionado las cientosde obras para txistu, trompa, trompeta, voz "a capella", instrumentos y orquestas. Cansado, con el peso de los años encima, tras haber realizado múltiples trabajos a título gratuito, y habiéndosele tributado todo tipo de homenajes, Tomas Garbizu Salaberria falleció en un hospital de San Sebastián el 27 de noviembre, día de la Virgen Milagrosa, a las doce del mediodía. Euskonews & Media 144.zbk (2001/11/16 23) Eusko Ikaskuntzaren Web Orria