La alfarería navarra tradicional La alfarería navarra tradicional Mª Luisa García García I. II. III. IV. V. VI. I. INTRODUCCIÓN En Navarra ha existido una intensa actividad alfarera. Se trata de una tradición heredada muchos siglos atrás, con la aparición de las primeras cerámicas neolíticas en nuestra región y que a medida que pasaba el tiempo se ha ido perfeccionando con nuevas técnicas: torno, distintos tipos de hornos, etc. Los primeros datos proceden de la Edad Media, aunque se refieren más a fuentes documentales, que a restos materiales recuperados. Entre los ss. XVII y XX es cuando se tienen noticias concretas y se pueden identificar abundantes talleres artesanales en los que se fabricó cerámica, repartidos por toda Navarra: Marañón Arguedas, Villava, Santesteban, Estella, Tudela, Tafalla, Lumbier, Pamplona, etc. De todos los lugares mencionados, los centros más productivos, a tenor del número de orzeros que trabajaban en ellos, fueron Estella y Lumbier. En la primera se identifican cinco alfares, correspondientes a las alfarerías de Echeverría, Zalacáin, Ybiricu, Torres y Estrada, con varias generaciones en el oficio. En el segundo hubo hasta veinticuatro ollerías en el s. XIX, para ir decayendo hasta unos doce o catorce en nuestro siglo. Los últimos alfareros fueron Justo de Goyeneche, Gabriel Napal, los hermanos Rebolé, Hilario Pérez y otros cuyos nombres se desconocen. Otros centros menos significativos fueron Tafalla donde trabajaron dos familias, los Ciordia (Félix y Leandro) y los González (Jesús, Pedro y su hijo Marino) y Marañón, donde se conoce el nombre del alfarero Antonio Corres. II. PROCESO DE ELABORACIÓN DE LA CERÁMICA El modo de elaborar las vasijas utilizadas en los alfares navarros, en los siglos XIX y XX, era puramente artesanal. Este proceso se puede resumir en varios puntos: elección de la materia prima, la extracción de la tierra y su transporte, la forma de obtener el barro, el torneado, el secado y decoraciónde las piezas, la cubrición con el vedrío y el horneado. 1. Elección de la materia prima. Las tierras elegidas procedían de yacimientos locales, aunque en ocasiones se traían de fuera de las localidades. En Estella los lugares más apropiados eran Ordoiz (tierra de color rojizo intenso), Capuchinos (tonalidad blanca) y el Robledal de Ayegui (tono rojo vivo fuerte). La primera, mezclada con la segunda, servía para fabricar tiestos y cántaros de agua únicamente, mientras que la segunda, unida a la tercera, se usaba para elaborar cuchareros, jarras, aguabenditeras, etc. En la ciudad de Tudela uno de los sedimentos arcillosos mejores era Monte Canraso. En Lumbier eran especialmente apreciadas las arcillas rojas de Lardin y un desgrasante terroso, blanquecino, llamado tierra de buro, extraído de El Puente de la Arena. 2. La extracción de la tierra. El método para extraer la tierra era excavar pozos y zanjas a cielo abierto con distinto instrumental (picos, palas, azadas, layas y medias lunas y en ocasiones arados). La explotación era continua, durante todo el año , como en Estella y Lumbier, o únicamente en invierno, como en Tafalla. La tierra extraída se dejaba en el mismo lugar a la intemperie para que el viento, la lluvia, etc. la disgregasen y purificasen, o se llevaba a los alfares con carros y no se trabajaba con ella hasta bastante tiempo después. 1. La forma de obtener el barro. Se podía conseguir de dos formas distintas: a) La molienda. Este método consistía en aplastar la tierra con un rodillo de piedra llamado molón, el cual iba encajado en una estructura de madera o metálica que arrastraba una caballería. Tras el molón se ponía un rastrillo que levantaba la tierra y así hacía más efectiva la siguiente pasada con el rodillo. La tierra, una vez molida, se pasaba por un cedazo metálico para eliminar las impurezas o eliminar los pedazos de tierra que no se habían molido. El último paso era mezclar la tierra con agua mediante palas de madera y así obtener el barro.b) El colado. Este sistema, que empezó a utilizarse poco antes de mediados de este siglo, fue sustituyendo poco a poco a la molienda, ya que era más barato y menos trabajoso. Se trataba de dos pozas situadas a diferente altura y unidas entre sí, que se ubicaban cerca de un cauce de agua. En la primera, o batidora, se mezclaba la tierra con agua hasta conseguir una masa homogénea. A través de un cedazo metálico que la limpiaba de impurezas la tierra pasaba a la segunda poza, llamada decantadora. Esta tenía forma rectangular, abundantes perforaciones en la pared lateral y el suelo cubierto de ceniza para evitar que el barro se pegase. Entre 30 y 60 días eran necesarios, según la temperatura ambiental, el espesor de la masa, etc. para la deposición del barro. 2. El torneado. Antes de iniciar el torneado el barro debía desecarse. Para ello, se extraían pequeñas cantidades ("pellas") que se estampaban contra la superficie de una pared rugosa de yeso para lograr una desecación parcial, proceso que se realizaba varias veces. Después era pisado sobre un suelo de cemento y amasado y golpeado contra un tablón llamado sobador, para eliminar las burbujas de aire y darle la finura y el grado de plasticidad adecuado. El torno estaba formado por dos ruedas de madera fijas a un eje de hierro que giraban al ser impulsada la más grande, situada en la parte inferior, con el pie. En la superior, llamada cabeceta, se coloca la pella para ser modelada. Se fijaba una velocidad adecuada, más bien rápida, se humedecían las manos y se comenzaba a tornear para dar forma a la vasija, que según el tipo que fuera, como cántaros de agua, por ejemplo, había que modelarlos dos veces. Algunos de los instrumentos que utilizaba el alfarero eran la tiradera (media luna de madera) para alisar, estirar o dar forma a la masa o la bayeta (pedazo de badana o cuero) que servía para alisar los cuellos y afinar los bordes de los recipientes. Las vasijas pequeñas se separaban del plato del torno mediante un hiloresistente unido a un palo de madera, y si eran grandes por un alambre que tenía dos palitos de madera en los extremos. 3. El secado y decoración de las piezas. El secado se realizaba de forma diferente según los lugares de los que se trate, pero la finalidad del mismo era evitar el agritamiento y la posterior deformación o rotura de los recipientes cerámicos. En Estella se procedía a dejar el material en la puerta del taller o en huertas, que tenían el suelo de piedra o cemento, para evitar que el barro se pegara. Se ponían a la sombra unas 24 horas hasta que tomaban cuerpo (se secaban parcialmente), momento en el que se les colocaban las asas o se les aplicaba la decoración. Posteriormente se dejaban al sol hasta su total desecación (uno o dos días en verano y tres o cuatro en invierno). En Tudela y Lumbier, en cambio, las piezas se llevaban a secaderos situados en el taller alfarero, formados por cobertizos abiertos, muy amplios y bien aireados. Los recipientes se colocaban en estanterías y permanecían allí dos o tres días hasta su secado total. 4. La cubrición con el vedrío. Es necesario el vedrío para evitar el mal sabor y el olor de las materias orgánicas introducidas por los poros de las vasijas. Durante el s. XIX el mineral, en forma de piedra, había que majarlo, primero, en un mortero que podía ser de distintos materiales, mediante una maza de hierro. Después, se molía en un molino compuesto de dos piedras, la superior móvil y la inferior fija. El movimiento lo producía el alfarero por medio de un palo, sujeto al techo, que se introducía en un agujero de la piedra superior. En el s. XX, el mineral venía molido de diferentes fábricas situadas por la geografía española, facilitando así el trabajo del alfarero. Este se mezclaba con agua hasta que se formaba un caldo recio. Después se aplicaba sobre las vasijas mediante un cazo o por inmersión, una vez que aquellas eran frotadas con una esponja húmeda. En Estella, los colores resultantes del vidriado se conseguíanuniendo a la mezcla propia del vedrío distintas tierras o arenas, o añadiendo óxidos metálicos. Por ejemplo, el vidriado rojo se obtenía con mineral de sulfuro de plomo o alcóhol de hoja y tierra roja. El engobe se utilizó principalmente después de la Guerra Civil para sustituir al estaño (vidriado blanco), ya que éste era muy caro y difícil de conseguir. Se trataba de una tierra blanca, que procedía de Bilbao o Logroño. Después de diluirla en agua, se aplicaba sobre las cerámicas y posteriormente se le añadía galena. Tras la cocción el tono final era amarillento. 5. El horneado. Este era el momento más importante dentro del proceso de elaboración de la cerámica, ya que estaba en juego el trabajo de muchas horas. Por eso, los orzeros ejecutaban una serie de ritos durante el tiempo de cocción. D. Martín Echeverría, de Estella, buscaba protección antes de cargar el horno; para ello hacía una cruz en cada una de las cuatro paredes con un pedazo de vasija y, santiguándose a continuación con el cascote, lo depositaba en un rincón. Al encender el fuego con la horquilla usada para empujar el combustible, trazaba una cruz en el aire sobre la boca de la cámara de combustión. Al terminar la cocción solía decir "alabado sea Dios". Dentro de Navarra, sólo en Tafalla, los recipientes cerámicos recibían una preparación previa al horneado, consistente en un lavado a mano con aguas ricas en sedimentos, para quedar brillantes y alisadas. Los hornos empleados en los alfares navarros eran grandes, de tipo árabe, verticales y de planta cuadrada (Estella, Tudela y Lumbier) o circular (Tafalla). Constaban de una parte inferior u hogar, que quedaba a un nivel inferior del suelo y donde se quemaba el combustible, y una parte superior o laboratorio, donde se introducían las vasijas a cocer. Entre ambas zonas se encontraba la solera, cuyas aberturas permitían el paso del calor del hogar al laboratorio. Las gruesas paredes de los hornos se componían de ladrillos sin cocer o adobes, que se forrabanal interior de adobe (Tudela) o de una capa de arcilla refractaria (Estella/Tafalla) respectivamente. En ambos casos se colocaban apretados unos contra otros para evitar agrietamientos y en Estella, además, se aparejaban cruzándolos en las capas alternas. El material de combustión se componía de arbustos que ardían facílmente: boj seco (Lumbier), leña de olivo (Tudela), una mezcla de ambos (Estella), o aliagas, sarmientos, residuos de poda de especies arbóreas y arbusivas, tomillos, cardos, coscojas, etc. (Tafalla). El laboratorio o cámara de cocción generalmente terminaba en una bóveda con un orificio central para el tiro, salvo en Estella que era plano. La solera se apoyaba sobre una bóveda acampanada (Lumbier), y el número de conductos oscilaba entre los 12 de Estella y los 24 de Lumbier. Solía ser frecuente colocar piedras calizas o tejas inclinadas sobre los agujeros de la solera para evitar la acción directa del fuego sobre las vasijas. La superficie quedaba desnivelada, por lo que se añadían cascotes para igualar la zona. El llenado del horno, que duraba entre uno y tres días, y en algunos casos la descarga, se realizaba a través de una puerta lateral que tenía el laboratorio, desde arriba (en Estella), colocando tablones apoyados en agujeros horadados en las paredes del laboratorio, o desde el orificio, de un metro de diámetro, ubicado en la parte superior de la bóveda (en Lumbier). A veces, se sobrepasaba la capacidad del horno, por lo que se cerraba por arriba con cascotes rebozados en barro, que permitían la subida del fuego por el centro y que se mantuviera el calor constante. Para realizar la cocción primero era necesario templar el horno, proceso que comenzaba en el momento del llenado de la carga, introduciendo el combustible en el hogar. Poco a poco, se iba aumentando la potencia del fuego hasta conseguir mantenerlo de forma continua. La cocción propiamente dicha, cuya temperatura no sobrepasaba los 900º , duraba entre diez / doce horas en verano y trece/ quince en invierno. El enfriamiento del horno duraba día y medio. Para evitar la entrada de aire y que se resquebrajaran las vasijas se colocaban planchas metálicas. III. TIPOLOGÍA Las vasijas que se elaboron en las alfarerías navarras tenían una finalidad puramente doméstica. Se utilizaban para la cocción y conservación de alimentos, almacenaje de diferentes líquidos, vajilla de mesa, saneamiento personal, etc. En Pamplona funcionó una fábrica de loza común estannífera fundada en el s. XVIII, aunque trabajó a pleno rendimiento en el s. XIX con el nombre de " Nueva Talavera". Se destacó por la rica decoración polícroma de motivos geométricos y vegetales (hojas y flores estilizadas) que aplicó a jarras, tinteros, fuentes, bandejas, etc. Los alfares de Lumbier elaboraron huchas, cántaros, puchero, tinajas, soperas, lebrillos, macetas, botijos, jarros, orzas, lebrillos, etc., tanto vidriados, como sin vidriar. Los talleres tudelanos confeccionaron especialmente cántaros y jarras carentes de vedrío aunque, en ocasiones, los cubrían sólo hasta la mitad de la pared externa. En Estella, los recipientes más usuales eran medidas de capacidad para el vino o el aceite (cuartillo, litro, medio decálitro, decálitro, pinta, media pinta y docena), cántaros de agua decorados con manganesa, jarras pequeñas de vino o cerveza, tarros de dulce, jícaras de chocolate, caloríferos, ollas para conservar alimentos o líquidos, tiestos, jarras con pico vertedor, barreños para hacer longaniza o morcilla, comederos de gallinas, heladera, protector de chimeneas, paragüeros, ensaladera, herradas, azucareros, aguabenditeras, cajas de galletas, vinateros, y especialmente los cuchareros. También en Estella se han conservado los moldes que se realizaron en el taller de Ybiricu. Eran de arcilla y yeso, siempre sin vidriar, y servían para adornar las vasijas más delicadas: aguabenditeras, determinadas jarras, floreros, etc. El orzero cogía barro y lo introducía en el molde para que adquieriera la figuraen él representada. Tras un tiempo de espera, se sacaba y colocaba en la vasija que iba a decorar, antes de que se secase del todo. Los temas que representan son variados: cabeza de faraón, escudo de Estella, flores, conchas, águila bicéfala, figuras danzantes, etc. IV. LA COMERCIALIZACIÓN De la venta de los productos ejecutados en los alfares se encargaban los mismos alfareros. Acudían con sus puestos a los días de mercado de las diferentes localidades. Hasta los años 30, el medio de transporte eran carros tirados por caballerías, y posteriormente ya en vehículos. Los mercados que abarcaban eran variados, ya que en Estella solían ir a pueblos próximos, mientras que en Lumbier viajaban hasta Aragón y Guipúzcoa, sin olvidar los mejores lugares, que eran Pamplona y Sangüesa. V. LA ALFARERÍA EN LA ACTUALIDAD La alfarería tradicional sucumbió a mediados de siglo incapaz de contener los avances de nuevos materiales, como el acero, el aluminio o el plástico, fabricados en serie y que abarataban su costo. Tras unos años de crisis, este oficio ha vuelto a resurgir de la mano de una serie de jóvenes artistas, que intentan mantener la tradición, pero adaptándose a las novedades que la técnica brinda, que van desde la compra de las tierras a la utilización de hornos eléctricos que superan los 1000º. En este marco se inscriben también las clases prácticas sobre cerámica que se imparten desde las Instituciones Oficiales y Escuelas, en un intento de mantener la tradición alfarera tan arraigada en nuestra región. Las piezas elaboradas por estos ceramistas son variadas, y su uso es más restringido que antaño. En muchos casos su funcionalidad es decorativa, pero en otros son productos que pueden utilizarse cotidianamente: vajillas completas, huchas, jarras, teteras, tiestos, floreros, tazas, etc. En cualquier caso, deben acomodarse a las exigencias del mercado que surten y hacer recipientes que tengan una salida segura, ya que en estos tiempos, priman los altos rendimientosal menor costo posible. VI. BIBLIOGRAFIA GALDOS LOPEZ DE LAÑO, J. (1995): Alfarería alavesa. Tradición y recuperación. Vitoria. GARCIA GARCIA, Mª L. (1984): Alfareros estelleses en los siglos XIX y XX. P.V. nº 44, pp. 139 170. Pamplona. IBABE, E. (1973): Cerámica popular vasca. Bilbao. SILVAN, L. (1973): Cerámica navarra. San Sebastián. ZUBIAUR, F.J. (1980): Ciclo de seis ceramistas navarros. Exposición organizada por la Sala de Cultura de la Caja de Ahorros de Navarra. Burlada. ZUBIAUR, F.J. Y BEUNZA, A. (1983): Exposición de Alfarería popular navarra. Organizada por la Casa de Cultura de la Caja de Ahorros de Navarra. Sangüesa. Mª Luisa García García Euskonews & Media 104.zbk (2000 12 22 / 2001 1 5) Eusko Ikaskuntzaren Web Orria
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