Ikazkintza Carbonero Ikazkintza Carbonero José Zufiaurre Goya La elaboración del carbón vegetal, "Egur ikatza", en Euskalerria data de muy antiguo y ha durado hasta nuestros días. En tiempos prehistóricos ya lo utilizaron para la obtención de hierro en las "Aize olak", y su auge va indudablemente unido al de las fererías movidas por agua, "Olak", desde hace más de 500 años. Aquí el consumo era ya muy importante. De hecho, hasta mediado el siglo XX las grandes fundaciones han venido contratando cuadrillas de jóvenes carboneros, "Ikazkiñak", para abastecerse del carbón vegetal necesario en sus hornos altos de fundición de mineral de hierro. En los hayedos de nuestros montes aún se pueden observar las explanaciones, "Txondar zulo", que hacían para la cocción de la pira, "Txondarra". De acuerdo con las existencias de nuestros bosques, la madera más utilizada ha sido la de haya, seguida a gran distancia por el roble y el castaño, y en muy pequeña cantidad por la encina. Los herreros artesanos de los pueblos, "Errementariak", solían preferir para sus fraguas el carbón de castaño, por ser el mejor para dar el temple a las herramientas que fabricaban. No solían querer el carbón de roble ya que el chisporroteo que emite su brasa les quemaba la ropa. En épocas en que los bosques eran comunales los ayuntamientos subastaban anualmente el aprovechamiento de los mismos para la elaboración del carbón vegetal. El adjudicatario de la subasta contrataba grupos de jóvenes, "Baso mutilak", que subían al monte después de la Semana Santa y trabajaban en esta labor hasta el inicio del otoño, bajando al pueblo solamente los domingos para cumplir con el precepto religioso. Una vez marcados los árboles que se podían talar en un determinado bosque, se procedía a su tala y, en el mismo lugar, a la preparación de la madera. La primera operación consistía en cortar las ramas dejando limpio el tronco, "Soildu". Tras apartar los mejores troncos, que no iban a ser reducidos a carbón sino que se ibana aprovechar para madera, se procedía a trocear el resto de troncos y ramas a una longitud entre 1,30 y 1,50 metros, procediendo también a su rajado, "Pitzatu", si eran demasiado gruesos. Según la cantidad de bosque que se iba a talar era preciso acondicionar una, dos o más carboneras, "Txondarra". Solían ser de unos 8 o 10 metros de diámetro. Si no existía alguna carbonera anteriormente utilizada y había que hacerla nueva, se efectuaba sobre tierra negra, no arcillosa, cubriéndola totalmente con una capa de 15 o 20 centímetros de carbonilla residual, "Irurie", que trasportaban de la anterior más cercana. La colocación de esta capa de carbonilla era necesaria ya que, de no ponerla, al calentarse el suelo durante la cocción explosionaban las piedras contenidas en él, produciendo en la pira vías de aire que descontrolaban la uniforme cocción de la misma como veremos después. Aunque en pocas ocasiones, cuando la pendiente del terreno era muy pronunciada, y para no hacer un excesivo talud hacia el interior, se construía un bastidor de troncos verticales y horizontales que completaban la carbonera en voladizo en su mitad exterior, cubriéndolo con ramas delgadas entrelazadas, "Arakie", tierra y carbonilla. Pero este sistema no era muy recomendable pues, además de que se pudría para futuras ocasiones, tenía el peligro de que corriera la tierra entre las ramas y tomara aire la pira, quemándose la madera en lugar de cocerse. A esta carbonera con media parte en voladizo se le llamaba "Tranpal txondarra". Mientras unos habían estado construyendo o adecuando las carboneras, el resto de componentes de la cuadrilla habría transportado a su alrededor la madera troceada. Este transporte se hacía a hombro, directamente uno o dos troncos gruesos, o ayudados del caballete, "Astoa", para llevar las ramas. Era normal que, tanto en las operaciones de tala y troceado con hacha, como en el acarreo, se suscitaran amigables rivalidades entre los jóvenes para demostrar su fuerza y pericia. Apartir de aquí era el carbonero especializado en la cocción, "Ikatz egoslea", quien tomaba la responsabilidad de la construcción de la pira, "Txondarra", y de su correcta y uniforme cocción. La base de la pira consistía en una red circular, "Sarea", compuesta por ramas de unos 15 o 20 centímetros de grueso, tumbadas en el suelo de forma radial, desde el centro hasta el diámetro exterior de la misma, entremezcladas con otras más delgadas, "Arakie", para que quedara más tupida. Desde el centro de esta red, y a medida que se iba construyendo la pira, se hacía una chimenea vertical de unos 40 centímetros de lado, compuesta por tronquillos entrecruzados, "Txantilloiak". Esta chimenea cuadrada se llamaba "Suetxea" y era el hueco por el que periódicamente se alimentaba de leña a la pira para mantenerla encendida, "Betegarria egin". En la base de la chimenea se dejaban desde el principio hojas secas y ramitas delgadas para facilitar el encendido inicial. Alrededor de la chimenea se colocaba, en hileras circulares hasta el diámetro exterior de la pira, la primera fila de troncos y ramas, de pié, ligeramente inclinados hacia el centro. En las hileras centrales se colocaban los troncos más gruesos, "Enborra", de hasta 35 y 40 centímetros de grueso, y en las exteriores los más delgados, rellenando bien los huecos con trozos de ramas más delgadas. Sobre esta primera fila se colocaban la segunda y tercera filas, con el mismo criterio de mayor a menor grosor de sus troncos. A estas tres filas superpuestas se les llamaba "Ondoa", "Kakoa" y "Puntea" respectivamente quedando así el apilamiento de las maderas de la pira completando en forma de cono. Cuando el arbolado que se talaba no era un jaral, "Txara", sino que estaba compuesto por árboles trasmochados de grueso tronco, las cabezas muñonadas de los mismos también se colocaban en la parte central de la pira, pero como su madera era más gruesa y dura el corazón quedaba a menudo sin conocerse bien. A este residuo se llamaba "Llintxea",y se solía meter en otra pira posterior para su completa cocción. Cuando estas cabezas muñonadas eran de superiores proporciones, se ha llegado incluso a barrenarlas y despedazarlas con dinamita. A juicio de varios entrevistados, el hecho de trasmochar los árboles talando los jarales a una altura de unos dos metros y medio, era la de impedir que el ganado que pastaba en el monte pudiera llegar a comer los tiernos rebrotes, "Altzuma", que a partir de los tocones regeneran espontáneamente el bosque. Tengase en cuenta que hasta bien entrado el siglo XX no podían cercarse los montes, ni aún los particulares, debiendo dejar libres el agua y los pastos, "Ur larrek libre", para todo ganado que se echara al monte. Esta forma de talado traía consigo, además, que mientras los nuevos brotes se convirtieran en ramas de cierto grosor, la casi totalidad de la sabia del árbol era aprovechada por el tronco, lo que hacía que éste desarrollara su corpulencia, dando al cortarlo un material más compacto y de mejor calidad que el tronco del jaral. Así, últimamente este tronco se aprovechaba en los aserraderos para material, y la cabeza y ramas para la elaboración del carbón vegetal. Siguiendo pues con la pira, se cubrían bien todos los huecos y rendijas de las hileras exteriores con ramas delgadas, "Arakie", y sobre éstas se ponía una capa de hojarasca, "Orbea", o helecho, "Garoa", en toda la superficie exterior del gran cono. Una vez bien cerrada o tapada esta superficie, para que no pudiera penetrar la tierra por las rendijas, se cubría con una capa de tierra y carbonilla, "Irurie", de unos cinco centímetros de espesor, asentándola contra aquella con una pala de madera que fabricaban en el mismo monte. A esta capa se le llamaba "Estalie". Las dimensiones de la pira solían variar según las cargas de carbón que se deseaban sacar, sobre todo en su diámetro de la base, pero la altura ya vemos que era entre 3 y 4 metros. La unidad de medida de la pira era la carga, "Kargea", compuesta pordos sacos de carbón vegetal de unos 35 kg. cada uno. Solían hacerse piras hasta de 100 cargas y mayores. El número de cargas que dará una pira suele estar en función de la circunferencia de su base: 100 piés de circunferencia dan aproximadamente 100 cargas. Si tiene menos de 100 piés, por cada pié pierde más de una carga, si tiene más de 100 piés, por cada pié aumenta más de una carga. Con 70 piés salen unas 50 cargas, y con 170, unas 200 cargas. Terminada ya la construcción de la pira, y apoyada en ella la escalera, se subía a la punta un trozo de cesped, "Zotala", que cubriera por entero el hueco de la chimenea, "Suetxea", y el carbonero responsable de la cocción, "Ikatz egoslea", procedía a encenderla. Una vez tomaran fuerza las primeras hojas y ramas, iba introduciendo, hasta llenarla, cortos tronquillos, y cubría el agujero superior con el cesped. Esta operación la debería hacer cada 8 o 10 horas a medida que se iba quemando la carga anterior y se le llamaba "Betegarria egin". Para ello los compañeros irían preparando, junto a la pira, montones de tronquillos cortados. A partir de aquí el carbonero responsable iría cuidando la continua y uniforme cocción de la pira. Para ello practicaba en la superficie unos profundos agujeros, a modo de tiro, por el lado al que en cada momento le interesaba dirigir el fuego. Esta operación podía durar hasta doce días, según el tamaño de la pira, sin que pudiera ausentarse de su cercanía de día ni de noche, durmiendo en una rústica choza, sin puerta, de forma que entre sueño y sueño pudiera vigilarla. Las únicas herramientas que utilizaba para controlar la cocción eran un palo grueso, de unos dos metros de largo, con el que hacer los agujeros, "Zatagea", y la pala de madera para taparlos, "Palea". La primera parte de la pira en cocerse era la punta del cono, "Puntea". Una vez cocida se sacaba el carbón de esta parte y se volvía a tapar la pira, que quedaba ya en forma de tronco de cono. A esta operación se llamaba "Puntea jotzea".El resto tardaba en terminar la cocción otros tres o cuatro días. Cuando el carbonero responsable estimaba que el proceso total de cocción había finalizado, empezaban los componentes del equipo a sacar el carbón, empezando de la periferia de la pira hasta llegar al centro de la misma. Esta operación la hacían ayudados de un gancho metálico, "Ikatz kakoa", y a medida que sacaban el carbón lo iban extendiendo en el suelo, en una capa de unos 20 centímetros de espesor, para que se fuera enfriando antes de introducirlo en los sacos. La hora adecuada para sacar el carbón era hacia las dos de la madrugada, para poder ver en la oscuridad las posibles brasas que pudieran avivarse al contacto con el aire, pues si no las apagaban rápidamente podía echarles a perder el trabajo de tantos días, convirtiendo en polvo de ceniza buena parte del carbón vegetal extraído. A este carbón así extendido se le llamaba "Ikatz larrañe", y una vez comprobado que estaba totalmente apagado se procedía al llenado de los sacos. Ayudados de un rastrillo de madera, "Eskuarea", de puas algo separadas y largas, se llenaban los cedazos, "Galbaia". Quienes manejaban estos últimos tenían la pericia para tamizar la carbonilla de una sacudida, echando el carbón al saco con el mismo cedazo. Estos cedazos solían estar hechos totalmente de madera, con un gran fleje circular y la red formada por estrechos flejes entrelazados, "Zumitzek", y tenían un metro de diámetro aproximado. Cuando los trozos de carbón que iban quedando en el suelo eran lo suficientemente pequeños para colocarse entre las púas del rastrillo, se utilizaba una especie de azada ancha de madera, "Pelaikie", para seguir cargando el cedazo. Una vez lleno el saco, lo que se conseguía con unas tres cargas de cedazo, se cerraba la boca del mismo con un panel redondo, de su diámetro, hecho con flejes de madera como si fuera la tapa de un cesto, "Zaku txapea", a la que se ataba el borde del saco en toda la vuelta. Últimamente dejaron de utilizarse estaschapas y se cerraba el saco con un manojo de helechos, arrancados del mismo bosque, sobre el que se ataban al saco. Los encargados de transportar los sacos de carbón a su destino solían ser los arrieros, "Mandazaie", cada uno de cuyos mulos cargaba con cuatro, y si era muy fuerte con cinco. Era más por el bulto que por el peso. José Zufiaurre Goya Fotografías: Publicadas en el artículo de Miguel Polancos Aretxabala "La vida del carbonero y proceso para la obtención de carbón vegetal" Zainak14 Comunidades de Montaña (Eusko Ikaskuntza) Euskonews & Media 104.zbk (2000 12 22 / 2001 1 5) Eusko Ikaskuntzaren Web Orria
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