86 Zenbakia 2000-07-07 / 2000-07-14

Gaiak

El sentimiento vasco de Unamuno

OLARRA, Luis

El sentimiento vasco de Unamuno Este artículo lo escribió Luis Olarra, al poco tiempo de morir el filósofo bilbaíno. Fue publicado, sin firma, en la revista "Alderdi" (nº 214 215) en 1965. Hoy lo damos a conocer a los lectores de Euskonews & Media, con la firma del autor El sentimiento vasco de Unamuno Artículo sobre Unamuno de Luis Olarra Harto de leer mentiras, falsedades y estupideces sobre la manera de pensar y sentir de Unamuno en los últimos meses de su vida pues hasta hay cretino que llega, con un cinismo inaudito, a presentarlo como franquista escribo estas líneas que reflejan el recuerdo, siempre vivo en mí, de la tarde que pasé con Don Miguel, en su casa de Salamanca, el día 15 de diciembre de 1936, quince días antes de su muerte; (acaecido esta en la misma habitación, sentado a la misma camilla, donde pasamos los dos la tarde). Yo llevaba ya un mes en Salamanca pero no me decidía a visitarle pues siempre veía guardianes mozalbetes armados .en el portal de su casa. Había quien opinaba que estaban de vigilancia para impedir que se escapara; otros se mostraban convencídos de que eran fieles amigos dispuestos a protegerle en el caso de que alguna cuadrilla de asesinos, que tanto abundaban en la época, intentara atacarle. Estaba muy viva todavía la terrible escena con aquel general energúmeno en la Universidad! Aquel general que paseaba por la ciudad besando a la que se le antojaba moza o casada sola o acompañada antes de que la infeliz pudiera escaparse horrorizada ante aquella piltrafa de antropophitecus erectus, que más que en campos de batalla parecía haber perdido sus trozos en un matadero municipal. Dios lo tenga en su gloria, como pide Peman en uno de sus artículos en el A.B.C. Este Peman que no tuvo el arranque de defender a Don Miguel ni de acercársele siquiera cuando la acometida del loco en la famosa "fista" universitaria de la hispanidad, y que ahora quiere quitar importancia al hecho describiéndolo como si no hubiera ocurrido apenasnada. Y vamos con Don Miguel. Aquella tarde de 15 de diciembre, viendo que el portal aparecía solitario, me decidí a subir al piso. Me abrió la puerta una de sus hijas y me invitó a pasar; a los pocos momentos apareció su padre: Don Miguel de Unamuno. Alto, fuerte, erguido; su caballera y barba blancas, el rostro, de un color rosa dorado como el de la piedra plateresca de la maravillosa ciudad; sus ojos ... no, no tenían esa apariencia de buho que tantas veces hemos visto en caricaturas y dibujos; antes daban la impresión del águila, el águila real, que, en ciertos momentos de su conversación parecía clavar sus garras sobre sus enemigos asesinos y ladrones. Vestía un chaquetón grueso, azul marino. Y Don Miguel, primero de pie y luego sentado a la famosa mesa camilla, habló. Me refirió a grandes rasgos, en son de burla hacia el generalote era un "vasco decidido y valiente" este D. Miguel su pelea universitaria en la que estuvo a punto de ser asesinado (con permiso del Sr. Pemán); no le daba gran importancia a lo ocurrido, y se mostraba satisfecho de su actuación. Luego, más acalorado, me contó lo que yo sabía: que todos los días sacaban dos o tres camiones llenos de gente para asesinarlos en las afueras el famoso "paseo" que tantas veces se atribuye a los rojos esto lo sabía con certeza porque venían a contárselo algunos falangistas disconformes asqueados de tanto crimen. Se exaltaba al referirlo. Ahora comprendía también el odio popular, tan arraigado en el alma del Pueblo, hacia la Guardia Civil, que estaba cometiendo atrocidades terribles, sobre todo por Extremadura, torturando a mujeres y niños. Habló de la bandera roja y gualda, cuyo amarillo representaba el pus y cuyo rojo era sangre. "Pus y sangre" era la bandera que enarbolaban los nuevos salvadores de España. Y D. Miguel gritaba, frenético, que ya no podía aguantar y "un dia saldré y en medio de la Plaza Mayor llamaré asesinos a Franco y sus secuaces". Aquella misma mañana había subido a su casa ungrupo de jóvenes exigiendo algún óbolo para gastos de camaña. "Al oirselo a mi hija, he salido yo mismo a la puerta y lo he echado escaleras abajo llamándoles asesínos." Pregunté: ¿No teme que vengan a buscarle un día ? Si vienen a buscarme me sacarán muerto. Miguel de Unamuno en la playa de Hendaia en 1929. Estaba de pie cuando lo dijo; sus palabras y el tono en que las lanzó me produjeron una sensación de ultratumba. Sentí un escalofrío. No en vano las había pronunciado el mismo que escribiera "Del Sentimiento Trágico de la Vida". En aquella época se encontraba uno a menudo con cadáveres en las cunetas de las carreteras, se oían tiros y gritos en todo momento, uno mismo estaba a punto de ser arrastrado cualquier día, pero nada me había dado tal impresión de acabamiento como esa palabra "muerto" en labios de aquel hombre que tanto habla "agonizado" por creer en una resurección, por tener fe en una supervivencia, fe ansiada pero no lograda pues su clara inteligencia cerraba las puertas a su acceso. Yo le veía, alto, grande, enorme, como un personaje bíblico, abriendo hondura a la muerte. Y siguió. De todos estos crímenes sólo se salvaban los vascos. "Yo que me he pasado la vida combatiendo el nacionalismo"... Se siente Vd. nacionalista fue mi interrupción apresurada y estúpida. "Sí ... casi, casi, puedo decir que me siento nacionalista vasco". Estas fueron sus palabras. Siempre estuve, y estoy, convencido de que mi interrupción , como digo, tan estúpida, fue la que obligó al buen Don Miguel a colocar el "casi, casi". No era amigo de que se le interrumpiera, y menos aún de que se le encasillara. i Quince días antes de su muerte, rodeado de horrores, se sentía nacionalista vasco! Se enorgullecía de la caballerosidad del combatiente vasco, del gudari, en aquella guerra de "pus y sangre". Al despedirme no me atreví a pedir ningún autógrafo ante el temor de una detención que, en aquellos momentos, significaba la muerte. Me dijo que escribía a un inglés no recuerdosu nombre refiriéndole los crímenes que cometían. iPobre Don Miguel que soñaba iban sus cartas camino a Londres! ¡dónde estarán y quién guardará aquellas cartas! A la dimisión de Primo de Rivera (28 I 1930), Miguel de Unamuno recibe desde el balcón de su casa de Salamanca al pueblo que le aclama tras los seis años de extrañamiento en París Hendaia. Febrero 1930. "i Me sacarán muerto !" Fui mi impresión más honda. Y así lo sacaron a los pocos dias. Muerto y tan muerto pues de haber quedado un soplo de vida, se alzara airado a clavar su garra sobre aquellos enterradores sus enemigos que ya comenzaban con sus saludos,uniforme y pamemas a representar la farsa de un Unamuno falangistoide. iY tan muerto como estaba el buen vasco y batallador Tan batallador y tan vasco D. Miguel! Y termino deseándole lo que su gran amigo Antonio, el buen Antonio ¿Falangista también? dice en su "En el entierro de un amigo". Y tú, sin sombra ya, duerme y reposa Larga paz a tus huesos ... Definitivamente Duerme un sueño tranquilo y verdadero. Luis Olarra, periodista Fotografías: Enciclopedia Auñamendi Euskonews & Media 86.zbk (2000 / 7 / 7 14) gratuita | Abonnement gratuit | Free subscription Eusko Ikaskuntzaren Web Orria webmaster@euskonews.com http://ikaskuntza.org/cgiBanner/banner.cgi?datos=denda&link=www.euskoshop.com http://ikaskuntza.org/