
Gaiak
La alimentación eibarresa en 1912
Presentamos algunos aspectos del consumo alimentario en Eibar hace 112 años para compararlos con los actuales y valorar el progreso y la mejora de calidad de vida en este apartado.
Según el padrón municipal de 1912 existente en el Archivo municipal de Eibar había 10.733 habitantes empadronados. Cada vivienda tenía de media 3,65 habitantes oficiales a los que había que alimentar.
La base de la alimentación estaba constituida por el pan (el consumo de pan anual por habitante era de 131,3 Kilogramos, en la actualidad en el País Vasco es de 34,71 kilogramos), la carne (287.054 kg. de vacuno, 43.707 de cerdo y 20.480 kg. de cordero, o sea, 96,34 gramos por habitante y día) y la leche. Le siguen por orden de importancia los feculentos, legumbres, pescado y vino.
Según el informe de la Junta local de Sanidad y en función del poder adquisitivo de la familia, el desayuno se componía de café con leche y pan, la comida del mediodía de feculentos o legumbres (habas, alubias…) con un pequeño trozo de carne y tocino de cerdo, de cena, plato de verduras o sopas y algo de carne o pescado o leche.
Conocemos por la estancia del sociólogo Jaques Valdour en Eibar como pupilo, lo que comía y que normalmente era lo que comían los miembros de la familia pupilera: para el almuerzo café con leche; en la comida, sopa grasienta, una mezcla de garbanzos, alubias, berza, buey cocido en salsa de tomate, una fruta un vaso de vino y pan a voluntad; para la cena, patatas fritas, carne asada y fruta. Y pagaba por alojamiento y comida 1,31pesetas si compartía la cama y 1,8 si ocupaba una cama en un cuarto. El jornal medio era de 6,5 pesetas por 10,5 horas.
Para el abastecimiento de alimentación había en Eibar según el listado de la Contribución Industrial de 1912 disponible en el archivo municipal: 8 tiendas de ultramarinos (establecimiento comercial que vende principalmente productos alimenticios, tanto frescos que se despachaban generalmente a «granel», al peso, como comida envasada en lata, escabeches, etc.) ; 16 abacerías (locales de venta de aceite, vinagre, aguardiente, bacalao, legumbres secas, etc.); 9 tablajeros (vendedores de diversos artículos alimenticios que lo hacían en tablas: carne, pescado, tocino…) ; 5 fruterías; 12 panaderías; 11 confiterías, una cooperativa socialista eibarresa con un establecimiento central, dos sucursales y una carbonería (sueldo de los dependientes 5 pesetas diarias más el 8% de los beneficios) y el mercado municipal al que acudían las caseras de los alrededores con leche, productos de la huerta, verduras, huevos…tenía también 12 puestos de pescadería.
Por el padrón municipal identificamos 200 caseríos que suponemos que en parte se autoabastecerían.
Había control por parte de la administración tanto en calidad como en cantidad, ya que en la prensa de la época aparecen casos de decomiso de partidas de pan o sacos de carbón faltos de peso, vino por hallarse adulterado, leche “redimida del pecado original mediante el bautizo” … Se hacía público el nombre de los infractores.
De media, el 64 % del gasto familiar era en alimentación. En la actualidad es el 17 %.
Años después vinieron la amplitud y variedad de productos más o menos preparados por medio de los nuevos formatos comerciales como autoservicios, supermercados, Híper, platos preparados y comida a domicilio (pizzas…).
Para el consumo externo del hogar existían en 1912 según la matrícula de contribuyentes industriales: 36 tabernas y 11 cafés que para los habitantes existentes era una cifra importante. Muchas de las llamadas tabernas y el hotel también eran restaurantes o fondas ya que cuatro de ellas suministraron la comida en el homenaje a Zuloaga.
Aunque en las casas se consumía poco vino, la Junta local de Sanidad consideraba que las grandes cantidades consumidas en las tabernas durante el último quinquenio 3.548.463 litros de vino, 95.436 litros de alcohol, 264. 261 litros de cerveza y una pequeña cantidad de chacolí disminuían la resistencia orgánica del cuerpo humano y ocasionaba excesiva mortalidad por tuberculosis (17,12% por cada 100 defunciones) y llevaban un gran contingente al Manicomio de Santa Agueda donde ya estaban 8 hombres y 5 mujeres de Eibar.
Los menús de los banquetes eran abundantes como el homenaje a Ignacio Zuloaga (costaba 3 pesetas) o el de la Jira que organizaron los republicanos y socialistas con motivo de la colocación de la primera piedra de la nueva Casa del pueblo. Por prohibición gobernativa no se pudo celebrar en la plaza Alfonso XIII y se repartieron los asistentes: en el frontón Astelena 800 cubiertos, otros 800 en el Salón Teatro y 400 en los soportales de la plaza. El menú que costaba 4 pesetas fue el siguiente: entremeses variados-dos sopas-menestra de pollo-merluza a la vinagreta-cordero o lomo asado-postres, frutas y helados-Vinos-café. Y fue servido por 8 fondas.
Cualquier excusa era válida para organizar un evento gastronómico, en la prensa local se convocaba a una cena para separados y divorciados de sus mujeres. Era obligatorio para todos dar su descarga de los motivos de la separación. Asistieron 25.
Tal como recoge Arantza Lasa en su “Historia de las mujeres de Eibar” el médico Muguruza que analizó los hábitos de alimentación e higiene opinaba que “…la alimentación del obrero de esta villa no deja nada que desear…”.