
Gaiak
El pupilaje en Eibar (1935-1975)
El pupilaje o acogimiento a un huésped no familiar en la vivienda siempre ha existido en comarcas donde se producía una fuerte inmigración por falta de mano de obra como las zonas mineras o industriales. Para conocer mejor esta actividad, hemos analizado su evolución en Eibar, sobre todo en los momentos de gran crecimiento poblacional debido a auges industriales, principalmente a partir de 1900, fecha en que Eibar contaba con 6.810 habitantes para crecer el 51 % y alcanzar los 10.275 empadronados en 1910, de los cuales nacidos en Eibar eran el 54,9 % y del resto de Gipuzkoa y Vizcaya el 37,5%. A pesar de no aparecer en los padrones de ocupación, hay que contemplar en esta tesitura la función económico-social de las pupileras o mujeres-patrona, compaginando sus numerosas labores, con la atención al inmigrante en una solución -no cómoda- para dar alojamiento y, según acuerdos, servicios de alimentación y limpieza.
El estado de estos hospedajes y la situación un tanto caótica del hacinamiento urbano quedan reflejados en el manual de salud “Higiene del obrero siderúrgico” (1918), un estudio del Dr. Niceto Muguruza: “En Eibar las habitaciones son aceptables por sus condiciones de higiene, aunque no de confort…se alojan cuatro o seis huéspedes…y el 90% de obreros huéspedes duermen por parejas y además dos cada noche y uno durante el día en la misma cama”.
En la Guerra Civil, las viviendas de Eibar fueron muy castigadas, ya que en el largo asedio “se estima que de los 488 edificios que existían 156 quedaron totalmente destrozados y 101 parcialmente afectados”.
En las décadas de los años 50 y 60, se experimentó un fuerte crecimiento económico basado en su actividad industrial, aprovechando la etapa proteccionista que existió en plena autarquía económica y aislamiento casi total del Estado español con respecto al exterior. Hacían falta operarios para la industria, produciéndose una fuerte inmigración. Sin embargo, faltaban viviendas para acoger a tan alto crecimiento de la población que pasó de 11.772 habitantes en 1940 a 16.372 en 1950 y a 31.725, en 1960.
Para atender a la demanda ocupacional de emigrantes llegados de zonas rurales del País Vasco y de lugares más lejanos, vuelve a surgir la figura de la pupilera o patrona. Llegó a convertirse en institución, y con frecuencia aportaba económicamente más que su marido. En pueblos cercanos (como Ermua…) existió también un importante pupilaje de operarios que trabajaban en Eibar.

Eibar. Año 1962.
En esta etapa del franquismo, para tener pupilos había que pedir permiso al Alcalde y éste previo informe del Inspector Jefe decidía su oportunidad. En el archivo municipal tienen actualmente clasificadas 245 solicitudes entre 1939 y 1960. En la petición de 1943 dirigida al Alcalde que hemos analizado, el cabeza de familia manifiesta “que siendo pocos sus medios económicos, desearía hospedar en su domicilio dos o tres personas que le ayudasen a sobrellevar las cargas familiares”. A los seis días, el inspector jefe informa al Alcalde que dicho peticionario “es persona de buena conducta moral, pública y privada, por lo que a su juicio es acreedor a lo que solicita”. Aunque muchas viviendas con pupilos no pedían permiso porque tenían a los pupilos en condiciones precarias: en pasillos, cuartos de baño e incluso durmiendo en las bañeras…
Para el conocimiento del pupilaje eibarrés hemos recogido de los datos de los patrones municipales existentes en el Archivo municipal los referidos a los huéspedes o pupilos que figuraban en ellas, si bien tal como hemos comentado no aparecían todos. Tampoco constaban como tales las personas que aparecían como familiares (cuñados, primos…) y que en muchos casos también eran huéspedes o pupilos. Tampoco aparecen en el padrón los transeúntes que no se empadronaban.
Familias con huéspedes o pupilaje
Durante 1960 se alcanzó la importante cifra de 874 personas empadronadas como pupilas en 519 viviendas, de las cuales el 55,1% tenían un pupilo, el 28,1% tenían dos, el 11,9% tenían tres… Las mujeres pupilas representaban el 12,6% del pupilaje total.
En los patrones municipales de 1935 se observa que muchas patronas pupileras eran viudas. Las edades de las pupileras muestreadas en 1950 eran de: menores de 30 años el 20%; entre 30 y 40 años el 40%; entre 40 y 50 años el 20 % y mayores de 50 años el 20 %. En cuanto a la descendencia de las pupileras sondeadas en 1950, el 43,5 % no tenían hijos; el 17,4 % un hijo; el 26,1 % dos hijos y el 13 % tres o más hijos. La mayoría de las patronas de 1975 no eran nacidas en Eibar.
Por lo que respecta a la procedencia, en 1935, la mayoría de los pupilos procedía de poblaciones próximas: comarca de Debabarrena, resto Gipuzkoa y Bizkaia, y apenas de otras provincias.
En 1960 que fue el año con más pupilos empadronados, cambió la procedencia, bien por lo atractivo de las ofertas de trabajo en comparación con las alternativas que tenían en sus lugares de origen o por el efecto llamada: la mayoría procedían de Orense (15,4%), seguidos de Burgos, Gipuzkoa, Navarra, Salamanca, León, Palencia, Zamora…
Las clasificaciones por edades de los pupilos en 1950 eran de: menores de 20 años el 9,3 %; entre 20 y 30 años el 48,9 %; entre 30 y 40 años el 23,3 %; y mayores de 40 años el 8,5 %. Sus profesiones eran: metalúrgicos, peones, autónomos…
A partir de 1968, el pupilaje fue disminuyendo debido a que las emigraciones empiezan a superar a las inmigraciones por deslocalizaciones y cierres de empresas, reducción de puestos de trabajo y además por adquisición o alquiler de viviendas por los pupilos al casarse o traer a sus familias desde sus pueblos de origen ya que se construyeron más viviendas, así como también había menos pupileras por aumento del trabajo femenino fuera del hogar…
Arantza Lasa en su “Historia de las mujeres de Eibar” concluía que la aportación de las mujeres pupileras fue importante para facilitar que la industria tuviese alojamiento para los trabajadores en la época del desarrollismo industrial y fue una estrategia más de las mujeres para ayudar a la economía familiar, además de compaginar las tareas domésticas con el cuidado de los hijos.