780 Zenbakia 2023-09-13 / 2023-11-22

Gaiak

“Pedagogía del oprimido” en barbecho

UGARTETXEA ARRIETA, Arantxa

Así finaliza este clásico de la pedagogía del profesor brasileño Paulo Freire:

Si nada queda de estas páginas, esperemos que por lo menos algo permanezca: nuestra confianza en el pueblo. Nuestra fe en la condición humana y en la creación de un mundo en el que sea menos difícil amar.

La radicalidad y la fortaleza que me transmite esta pedagogía, adquiere carta de naturalidad cuando vislumbro el soporte indispensable que la sustenta y es que antes de nada o a la vez diría yo ocurre que, la transformación personal comienza en ese caer en la cuenta, que el profesor llama “concientización”, de que algo me está afectando y ese algo antes vivía en mí de manera desafecta.


 

La conexión personal con el entorno y más allá del contacto directo, es algo que a veces me ocurre y otras no. En esta filosofía pedagógica conectar supone sí o sí estar “con”, no sólo cognitivamente sino afectiva y activamente. Esta es la matriz irrenunciable a la que siempre me siento invitada cuando leo y releo “Pedagogía del oprimido”.

Este proceso de transformación que forma parte de mi desarrollo personal hace que en ocasiones sienta desconfianza del pueblo, de la condición humana y del amor, ocurriendo como consecuencia de ello que la ambigüedad a la hora de actuar en múltiples ocasiones adquiera carta de naturalidad. Siento que mi emocional no está preparado para la fortaleza pedagógica anunciada en “pedagogía del oprimido”. Existe una descompensación que a menudo me lleva al engaño o a la no realidad desde la justificación que nunca falta de una racionalidad más bien aprendida e impuesta que descubierta y que todavía no reposa con personalidad propia como es debido en aquello que realmente debería afectarme.

La trampa emocional que en ocasiones acompaña a la razón es una realidad de la que poco se habla. Pero este texto creo que da en el clavo sin ningún tipo de ambigüedad porque la justificación racional que yo pueda defender si no está acompañada de la afectividad y la actividad correspondiente, da rienda suelta a la normalización de una ambigüedad realmente tóxica en la que se hace muy difícil discernir: el miedo existente en el pueblo por una parte y la necesaria capacidad de arriesgar del mismo; así como también el diálogo necesario que debe anteceder a la toma de una opción personal y grupal, y la decisión de correr el riesgo personal y grupal necesario al hacerlo. Nada es exclusivamente una cosa u otra, ambas se retroalimentan, ambas son parte de la realidad. Lo dialógico, que no es lo mismo que lo ambiguo, forma parte del yo más íntimo de la condición humana a la hora de optar.

Intentar procesar una vez más lo que para Paulo Freire supone el constante diálogo con uno mismo y con los demás mediatizados por el mundo en el que vivimos, no solo en el proceso educativo sino durante toda la vida, es para mí algo que reclama no sólo  un ingenio especial sino un hacer afectiva y efectiva mi propia existencia al estar constantemente, según palabras de Paulo Freire, siendo “más en algo”. Toda una aventura personal en la que el “como” lo hago es lo que llamamos pedagogía.

Mitificar mágicas dependencias desde el momento en el que nacemos como parte del “statu quo” indispensable para una cierta seguridad vital en pro de un desarrollo personal, acaba muchas veces siendo un lastre que poco tiene de liberador y menos de seguridad personal interior. La educación-formación, entendida como una sola palabra, basada exclusivamente en la trasmisión de diversos conocimientos estandarizados es la denuncia más clara de “Pedagogía del oprimido”. La educación-formación “bancaria” es el terreno mejor abonado para la despersonalización, la desafectación, la deshumanización del conocimiento y por supuesto para la segregación pedagógica que padecemos actualmente de manera irremediable en la sociedad actual y consecuentemente en el ámbito de la educación-formación, familiar, social e institucional.

Desde el analfabetismo emocional existente que parece en ocasiones ignorar la establecida educación-formación actual es imposible que el conocimiento nos afecte, nos toque de manera sensible, a favor de la necesaria transformación ante el espectáculo de la verdadera pornografía mundial (así la denomina Freire) de la pobreza y la miseria. A la vista está que la hambruna crece mientras los señores y las señoras de la guerra junto a los otros poderes fácticos permanecen haciendo de las suyas.

Pensar que en las clases menos favorecidas no hay conocimiento y que la ciencia y la investigación sólo están en la academia de alto voltaje, es una aberración más que vivimos con una naturalidad alarmante.


 

El órdago de Paulo Freire, tildado de utópico hasta el día de hoy por muchos y muchas, “con”-lleva un estado de concientización permanente e imparable totalmente necesario si de verdad queremos “que el amar no sea tan difícil”. Yo deseo permanecer al lado de esta sensibilidad pedagógica. En este lado. Quiero seguir aprendiendo.

¡Qué saudade Profesor!


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