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Félix Olazabal, de Ipar Euskal Herria a la Patagonia
En un posterior trabajo nos detendremos en los colonos vascos que tuvieron rol preponderante en el poblamiento ovino de todo el noreste de la Patagonia. Los vascos no entraron directamente a la Patagonia, sino que pasaron previamente un período en la Pampa trabajando con bovinos u ovinos, a menudo por una generación.
Uno de esos pioneros fue Félix de Olazabal nacido en Biriatu (Lapurdi, Ipar Euskal Herria) ciudad de los Bajos Pirineos a la vera del río Bidasoa. Biriatu limita al sur con Hego Euskal Herria, cuya frontera natural la forma dicho río. El pueblo está en la ladera de la montaña y se encuentra cerca del mar. Allí transcurrió su niñez y adolescencia, hasta que se fue precisamente a Biarritz sobre el Océano Atlántico. A los 15 años fue uno de los primeros en hacer el Curso de Guardavidas. Biarritz en la Edad Media fue uno de los lugares donde comenzó la moda de los baños de mar, recomendados por médicos y especialistas para curar todo tipo de dolencias. Pequeña aldea de pescadores de ballenas que se observaban entre las dunas. Por esa similitud Puerto Pirámide donde se radicó le recordaba el citado balneario.
Los duros tiempos que pasaba Europa lo decidieron a embarcarse hacia la Argentina. Dado que era analfabeto el viaje lo concretó con su huella dactilar. Así llegó a la ciudad bonaerense de Tandil. Su primer trabajo fue pastar ovejas en la estancia Bella Vista de Ramón Santamarina, próspero almacenero y terrateniente. En abril de 1897 llega con un arreo de ganado procedente de Tandil (Buenos Aires) a las costas de lo que luego sería Puerto Pirámide (Península Valdés) Vadeó el Río Negro en un arreo de más de mil kilómetros a través del desierto. El destino final era la Península Valdés en la provincia del Chubut (Patagonia argentina).

Los vascos entraron a la Patagonia pasando previamente un período en la Pampa
trabajando con bovinos u ovinos.
La descubrieron Hernando de Magallanes y Juan Sebastián Elcano, en 1520. La nominación de Península Valdés fue impuesta por el navegante Antonio Malaspina en homenaje al ministro de marina español Don Antonio Valdés, por el apoyo que este brindara a sus viajes en los años 1789 al 1794. Sólo se sabía que era un lugar de 300.000 hectáreas rodeadas de mar y silencio. Allí vivía desde 1882 un tal Gumersindo Paz y algunas vacas cimarronas, animales que habían sido de la estancia del rey, fallido intento colonizador de los españoles que subsistió hasta 1810.
Cuando Félix llegó a esa región apenas había sido explorada por el hombre blanco. Únicamente los indios tehuelches la atravesaban algunas veces. Olazabal eligió una playa del Golfo Nuevo, donde hoy está Puerto Pirámide, y habitó en las cuevas de rocas naturales, al pie de un cerro. Muchos años después un grupo de marinos argentinos bautizaron al lugar como Punta o Cerro Olazábal.
Fueron años de soledad en un clima durísimo y una tierra ingrata y seca, carente de agua y alimentos. Pero el vasco Olazabal luchó para convertir lo inhóspito en un sitio digno.
Sus ovejas se multiplicaron y el hombre, poco a poco, mejoró su vivienda y construyó un ingenioso bañadero para la hacienda, donde curaba la sarna de los animales con el agua marina. Esa vida calmada llegó a su fin cuando una empresa salinera de Buenos Aires se instaló en tierras fiscales, usando el lugar como puerto de embarque para su producción, ya que la sal tenía un valor alto en Europa. En ese tiempo Olazabal vendió parte de sus 14.000 ovejas y compró tierras, pasando de las 12 leguas fiscales en las que había vivido nueve años a 2.450 hectáreas. Y allí levantó en 1906 la estancia Bella Vista, en homenaje a la de Tandil.
De una primera unión tuvo dos hijos, y otros ocho nacieron de su casamiento con Josefa Ignacia Betelu. En total fue padre de seis varones y cuatro mujeres. En ese lugar semidesértico logró tener 20.000 lanares, 500 vacunos y 150 yeguarizos. Fue socio de Betelu Hermanos, el negocio de ramos generales de Puerto Pirámides. Sus grandes amigos fueron Gumersindo Paz, quien ya habitaba en la Península y Juan Tolosa compañero de aquel arreo que lo trajo desde Tandil a Valdés. Las nuevas tierras eran más agrestes que las costeras, un inmenso medanal de arena donde el vasco cavó pozos, extrajo agua con molinos a viento, alambró y abrió canales y represas. También instaló un inmenso estanque habitado por cisnes, que se podía recorrer en un chinchorro.
Bibliografía
Centro de Estudios Históricos de Puerto Madryn(CEH y S).
CORONATO Fernando Raul, “Tesis para obtener el grado de doctor Institut de Sciences et Industries du Vivant et de l'enviroment(Argentech)”El rol de la ganadería ovina en la construcción del territorio de la Patagonia”, 2010.
RAGGIO Francisco, “Primeros pobladores de Península Valdés”, 2017.