763 Zenbakia 2021-07-28 / 2021-09-22

Gaiak

Orígenes de la música de jazz en San Sebastián (1919-1936)

GOIALDE PALACIOS, Patricio

La música de jazz surgió en los EE.UU. a comienzos del siglo XX, de manera más concreta en la segunda mitad de la década de 1910, cuando por primera vez una agrupación realizó unas grabaciones en las que se utilizó expresamente el término “jazz” (Original Dixieland Jazz Band, 1917). Ahora bien, una de las características de este género fue su rápida difusión internacional, debido sobre todo a que durante la I Guerra Mundial algunas orquestas americanas se establecieron en Europa, con el fin de proporcionar momentos de ocio a las tropas desplazadas en el continente. Pronto esta música comenzó a ser popular y se extendió, a partir de París, a diversos países, de tal manera que en los años finales de la década mencionada se publicitaron numerosas formaciones de jazz-band en las principales ciudades europeas.

La llegada del jazz a Euskadi se produjo también de manera temprana, en 1919, cuando en el Teatro Victoria Eugenia de Donostia actuó la Marcel’s American Jazz-Band, iniciándose así una moda que tendría su auge durante la década de los años veinte, muy ligada a la actividad turística, por lo que se extendió sobre todo por las ciudades costeras, de manera especial en Donostia y en Biarritz.

La introducción de este nuevo género musical fue bastante polémica, por diversas razones: por un lado, se consideraba que el jazz era una moda extranjerizante que diluía las señas de identidad propias de la cultura local y que introducía unas formas de baile (como el charlestón) que se consideraban criticables desde el punto de vista de la moralidad de las costumbres; por otro lado, se identificaba la nueva música con el estruendo, el ruido y el alboroto, contraponiéndola a la belleza y a la serenidad de la música clásica. En la prensa de la época son numerosos los artículos que identifican el jazz con el estruendo de las formas de la vida moderna y urbana, en contraposición con la tranquilidad de la vida rural y de las costumbres ancestrales.

Durante la primera mitad de la década de los veinte, la música de jazz aparece ligada a la actividad de los casinos y de los clubs, de tal manera que el Gran Casino y el Casino Kursaal donostiarras (o el bilbaíno Club Marítimo del Abra) programaron diversas orquestas de jazz, denominadas jazz-bands, algunas de ellas de renombre internacional, como Sherbo American Band, Billy Arnold’s Jazz-Band o Jazz-Band Herné, que actuaron en Donostia en 1922 y 1923. La contratación de este tipo de grupos dependía en gran medida de los ingresos obtenidos a través de la actividad del juego. En 1924, la dictadura de Primo de Rivera decretó la prohibición de la misma, lo que motivó el cierre de los casinos y un cambio importante en la programación cultural de la ciudad, que se vio limitada por un presupuesto más discreto y por la competencia de otros espectáculos, como el cine.

Fotografía de la jazz-band Herné en el Gran Casino (Ricardo Martín, 1923, Kutxa Fototeka).

A pesar de este hándicap, se siguieron programando actuaciones de música de jazz de cierto relieve internacional: así, la revista Black Follies, que estuvo en el teatro Victoria Eugenia en diciembre de 1927, y que presentaba en su plantilla a interesantes músicos como el clarinetista y saxofonista Sidney Bechet; el espectáculo Hello Jazz, liderado por Harry Flemming, o la orquesta de Sam Wooding, que actuaron en Donostia en el verano de 1929; la presencia de Josephine Baker en 1930, acompañada de una orquesta de jazz, en el Teatro Príncipe de Donostia y también en Iruña, ciudades en las que provocó la indignación de los sectores más conservadores, que intentaron prohibir su espectáculo, consiguiendo el efecto contrario de suscitar aun más la curiosidad del público, etc.

Fotografía de Josephine Baker, realizada en un café donostiarra (Ricardo Martín, 1930, Kutxa Fototeka).

La primera mitad de la década de los treinta fue un periodo de acusado descenso del turismo, debido a la tensión política de la época y a la crisis económica, lo que tuvo un efecto determinante sobre la programación cultural y lógicamente sobre la presencia del jazz en la misma. En todo caso, en Donostia se programaron algunos grupos extranjeros, como el alemán Jazz Diamonds (1933), la orquesta femenina Blue Jazz Ladies (1933) o el grupo francés Gregor et ses Grégoriens (1934), así como también comenzaron a surgir formaciones locales, encabezadas por nombres como Joaquín Dorronsoro, Carmelo P. Betoré o Perico Salinas, que lideraron diversas agrupaciones, que realizaron incluso algunos registros discográficos.

Además de las actuaciones de los grupos mencionados, las nuevas tecnologías relacionadas con el ocio que se popularizaron en las décadas de los veinte y los treinta —el cine, la radio y las grabaciones discográficas— contribuyeron a la difusión del jazz. En la cartelera cinematográfica de nuestra ciudad se programaron títulos como El delirio del jazz-band (1923), El jazz-band del Follies (1923) o El rey del jazz (1930); en la programación radiofónica se emitió música de baile relacionada con el jazz, y la industria discográfica experimentó un importante auge, hasta el punto de que en 1923 se estableció en Donostia la Columbia Graphophone Company, una sucursal de la Columbia inglesa que se convirtió en la casa discográfica más importante de Euskadi durante el primer tercio del siglo XX, con un extensísimo catálogo, en el que también se encuentra la música de jazz.

Durante el periodo de la Guerra Civil, el Gobierno General de las provincias de Gipuzkoa y Bizkaia prohibió en 1937 la celebración de los bailes en las zonas controladas por los sublevados, por lo que inevitablemente la presencia de la música de jazz se redujo a una expresión mínima, que además fue combatida por diversos artículos de prensa, en los que se proponía eliminar de la programación radiofónica “esos discos de música caníbal, traducida del inglés”, en referencia a lo que se denominó “estúpida música de jazz-band” (Diario Vasco, 20 de septiembre de 1936). Una vez finalizada la guerra se reanudaron los bailes con una programación regular en diferentes locales de ocio de la geografía vasca, por lo que las diferentes agrupaciones volvieron a introducir música de jazz en la variada propuesta de sus orquestas, y además pronto se programaron formaciones que incluían los términos “jazz” o “swing” en su nombre artístico, como las orquestas Demon’s Jazz y 8 Ibéricos Jazz o Swing Quinteto.

La ciudad de Donostia ocupó un papel relevante en la difusión de la música de jazz en el Estado Español en el periodo anterior a la Guerra Civil, ya que en ella se programaron diferentes agrupaciones de jazz-band, que contribuyeron a introducir la nueva moda de los “bailes modernos” (shimmy, black bottom, charlestón…), cuyo origen foráneo y carácter poco recatado suscitaron encendidas polémicas en la prensa de la ciudad.


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