El pasado mes de diciembre se celebró en la Escuela de Ingeniería de Eibar una jornada de reflexión y debate organizada por la Fundación Basoa bajo el título "Nuestra Gestión Forestal a debate"; como es sabido, la Fundación Basoa tiene por objeto la protección y promoción de la silvicultura en la Comunidad Autónoma del País Vasco.
Impulsado por el espíritu fundacional de la Fundación Basoa y por la situación particular actual, la Fundación Basoa ve la necesidad de organizar foros de reflexión, una reflexión abierta en torno a la gestión de nuestros bosques, la función que se quiere dar a los bosques y las vías para llevarlo a cabo.
Los organizadores han tratado de reunir a agentes, profesionales, organizaciones populares, academias, etc. de diferentes ámbitos y sensibilidades para desarrollar y crear una visión más rica, evitando actitudes rígidas y simplistas.
La primera vez que los humanos vimos la Tierra desde el espacio el 7 de diciembre de 1972, gracias al Apolo 17, nos dimos cuenta de que la Tierra es finita!. Tiene sus límites biofísicos y tenemos que aprender a vivir dentro de los mismos, sin embargo, la situación actual principalmente con el Cambio Climático pero que a la vez es parte de un Cambio Global (que incluye la problemática del cambio de los usos del suelo, la sobreexplotación de recursos, la contaminación, el incremento de la concentración de CO2 en la atmósfera y las especies invasoras) nos muestra que no estamos haciéndolo muy bien.
La Biosfera, que es la capa de la Tierra en la que habitan los organismos vivos, unos 20 km de grosor en relación a los 6000 km de radio que tiene la Tierra, es el hábitat de los humanos junto con el resto de las especies. De la superficie de la Tierra solamente 1/3 no está cubierta por océanos pero es la superficie que produce alrededor de los 2/3 de la producción primaria. Esto que quiere decir, que todo aquellos que hagamos en esa superficie puede tener un efecto muy importante sobre la capacidad de, utilizando la energía solar, los organismos fotosintéticos puedan producir la materia orgánica de la que nos alimentamos el resto de los organismos. Por lo tanto, todo lo que hagamos en los ecosistemas terrestres, es decir, de la gestión del territorio, afecta no solamente a su capacidad de producción sino que también tiene un efecto sobre los ecosistemas acuáticos ya sean de agua dulce como de agua salada.
Por otro lado, en la Biosfera hay una diversidad de organismos que ha ido moldeando y evolucionando a la vez que lo ha ido haciendo la Biosfera. Sin embargo, hoy en día los cambios que se están produciendo debido a las actividades humanas están haciendo que las especies se extingan a una velocidad nunca antes medida en la Biosfera, y no está dando tiempo a que aparezcan nuevas especies mejor adaptadas a las condiciones actuales. Se está perdiendo la capacidad de la Biosfera para ser resiliente, es decir, que ante los cambios que están ocurriendo tenga la capacidad de que, por ejemplo, no se vea afectada la estructura y funcionamiento de los ecosistemas, y si lo son, nuestro bienestar y salud también lo serán.
De este modo, la humanidad está ante el reto de tener que hacer una reflexión profunda sobre el cambio que debemos hacer en nuestro modo de vida si queremos no seguir modificando del modo que estamos haciendo la Biosfera. Aunque es un problema global los cambios tienen que venir a nivel local, así cambiando el modo de realizar nuestras actividades podemos disminuir el efecto negativo sobre la estructura y funcionamiento de los ecosistemas, es decir, la unidad más pequeña que es capaz de auto-mantenerse. Esta estructura (composición y diversidad de especies) funciona (producción primaria, descomposición, evapotranspiración, polinización etc.) y a través de ello los humanos nos beneficiamos ya que disponemos de agua limpia, se controlan las inundaciones, disponemos de oxígeno, disfrutamos en ellos, mejora nuestra salud, etc. Al conjunto de los beneficios que obtenemos los humanos de los ecosistemas se les llama Servicios de los Ecosistemas. Por lo tanto son vitales para nuestro bienestar pero dependen de los ecosistemas en los que habitamos.
La humanidad está ante el reto de tener que hacer una reflexión profunda sobre el cambio que debemos hacer
en nuestro modo de vida si queremos no seguir modificando del modo que estamos haciendo la Biosfera.
En Euskadi la mayor parte de la superficie estaría cubierta de arbolado caducifolio debido, sobre todo, a la latitud en la que está y a su orografía montañosa. Sin embargo, por diferentes razones, en especial en Bizkaia y en Gipuzkoa, esta superficie, se encuentra cubierta por monocultivos de especies exóticas (sobre todo Pinus radiata y Eucaliptus globulus). Estos monocultivos debido a su gestión, y por otro lado, al ser especies perennifolias y foráneas, cambian las condiciones ambientales y hacen que en ellas no puedan habitar las mismas especies que estarían en el bosque potencial caducifolio. Por otro lado, al ser perennifolias cambian el ciclo de nutrientes y el del agua, además de los procesos de descomposición. Todo ello lleva a que cambien tanto la estructura como el funcionamiento de los ecosistemas con respecto a los ecosistemas potenciales de la zona. Así, por ejemplo estas plantaciones producen sobre todo madera que es necesaria fijando carbono, sin embargo, el tiempo de fijación no es muy largo ya que los turnos de corta son entre 12-15 años en los eucaliptos y hasta 40 años en los pinares, y los productos que se obtienen de los mismos no duran mucho tiempo (papel, cartón principalmente).
Esta actividad forestal está teniendo un gran impacto en nuestro territorio y creo que entre todos los agentes implicados deberíamos de hacer una reflexión e intentar solucionar esta problemática forestal que lleva arraigada desde el siglo pasado, pero que está llevando a una degradación no solamente del suelo sino también del paisaje y todo lo que esto incluye. Hay que recordar que de las 391.799 ha forestales de Euskadi 190.000 ha son de bosque natural, estando el 60% en Araba y el resto entre Bizkaia y Gipuzkoa. En estas dos últimas, el bosque natural está muy fragmentado y las superficies son muy pequeñas. Sin embargo, con cambios pequeños como el recuperar en zonas de más del 30% de pendiente cubiertas de plantaciones el bosque natural (actualmente el 66% de las plantaciones de coníferas y eucaliptos, 122.923 ha, se localizan en pendientes acentuadas, mayores del 30%; y el 48% de dichas plantaciones, 89.314 ha, en pendientes mayores del 38%) o con la reconversión de plantaciones de producción de más de 40 años en bosques de conservación (8.959 ha, que suponen el 2,28% de la superficie arbolada y el 5,3% de las plantaciones de coníferas) se podría ir avanzando hacia un territorio más sostenible donde mejoraría la mitigación y adaptación al Cambio Climático además de favorecer el mantenimiento de la biodiversidad (necesaria para hacer frente a los cambios que están ocurriendo en la Biosfera), en definitiva los servicios de los ecosistemas que nos proveen y la resiliencia del territorio.
Tenemos que ser capaces de entre la investigación, la gestión y la sociedad de conseguir el mayor bienestar para la población, pero trabajando con la naturaleza ya que es nuestro hábitat.
En la Cátedra UNESCO sobre Desarrollo Sostenible y Educación Ambiental de la UPV/EHU llevamos trabajando en el proyecto Evaluación de los Servicios de los Ecosistemas en Euskadi con políticos, técnicos de la administración, agentes locales y la población en general con objeto de mejorar la gestión del territorio. El trabajo está siendo muy interesante y creo que este modelo se debería de poder poner en práctica en la problemática forestal. Tenemos que intentar llegar a un escenario de win-win, es decir, una situación en la que todos los agentes implicados participen y contribuyan a llegar a ese escenario futuro que ayude a que mejore el bienestar y la salud de todos los habitantes de Euskadi, y de ese modo poder contribuir a la mitigación y adaptación al Cambio Climático y por ende a la ralentización del Cambio Global y al mantenimiento de la biodiversidad.