751 Zenbakia 2020-06-18 / 2020-07-15

Gaiak

María de Maeztu y Ernestina de Champourcin: del exilio a su muerte

AGUINAGA ALFONSO, Maialen


Otra coincidencia de ambas alavesas es que comparten su estatus de exiliadas: una en Argentina y otra en México por razones ideológicas opuestas.

Tres motivos propician la marcha al exilio de María de Maeztu en Buenos Aires: su dimisión del Instituto Escuela en 1934, la destitución de su cargo de directora de la Residencia de Señoritas por Orden Ministerial del 21 de septiembre de 1936 y el fusilamiento de su hermano Ramiro en Aravaca el 29 de octubre de 1936, tras ser sacado de la cárcel de Las Ventas. Esto provocó un cambio en el ideario político de María. Sale de España por Biarritz y se dirige, en primer lugar, a Nueva York, donde desempeña la cátedra en la universidad de Columbia. Invitada por la revista Sur de Buenos Aires, dirigida por su amiga Victoria Ocampo, asiste a congresos e imparte conferencias. De Argentina viaja a Chile. Tras años de ausencia, vuelve en dos ocasiones a España por el fallecimiento de su madre en 1945 y en 1947 para impartir la lección inaugural de la Cátedra Ramiro de Maeztu en la Universidad de Madrid: “La vida y la obra de Ramiro de Maeztu” (Cuadernos Hispanoamericanos 1952: 270). En Argentina, donde trabaja en su cátedra de Historia de la Educación, dice: “Este prolongado destierro me produce una melancolía infinita” (Fructuoso, 1998: 106). Nostalgia de España y soledad se desprenden de su carta a Ortega en el otoño de 1937: “estoy muy triste, con una nostalgia infinita de España” y en 1941: “su estado espiritual es de terrible abandono y espantosa soledad” (Pérez-Villanueva, 1989: 129). Muere  súbitamente en Buenos Aires el 7 de enero de 1948, a los 66 años.

María de Maeztu.

Muy distinto fue el destierro de Ernestina en México D.F., adonde llegó en 1936. En La ardilla y la rosa (1981: 47-48) hace referencia a su salida de Madrid hacia Valencia, luego Barcelona y Francia con su marido Juan José Domenchina, que había sido secretario de Azaña. En su poema autobiográfico “Un ligero vaivén” publicado en Primer exilio (1978) escrito desde el recuerdo, queda bien plasmado este largo viaje:

Un ligero vaivén
mece la pasarela
y desfilamos mudos
y lentos hacia arriba.

Hay interrogaciones
en todos los semblantes
pero algunos sonríen
como recién nacidos.

Tras un miedo otro miedo
y también la belleza
de ese mar que muy pronto
perderá sus orillas.

La muchacha azul
se acomoda en el puente
con las manos dispuestas
a agitarse en pañuelo.

Adiós a lo que fuimos.
Aunque tú me acompañas
sé que roza mi hombro
otro tú diferente.

Su exilio, frente al vivido por María de Maeztu, fue feliz. Dice Luzmaría Jiménez Faro, directora de la editorial Torremozas: “para ella, México le había dado todo: trabajo, cariño, amigos españoles poetas también en el exilio y había sido muy feliz” (Mabrey, 2007: 391).

También se refiere a él en su carta a Carmen Conde el 7/5/48 en la que le dice que lo llevan bien, porque está con su marido Juan José Domenchina y “yo personalmente no tengo derecho a quejarme, aunque haya tenido que venir tan lejos para encontrar una casi felicidad” (…) “Yo he guardado un silencio casi completo estos diez años, pero ahora me ha salido una voz nueva, clásica y mística que canta a pesar mío y a la que no puedo resistir”. Se integró muy bien en la ciudad azteca y allí desarrolló una nueva faceta para la supervivencia, su trabajo como traductora (La ardilla y la rosa, 1981: 54-55), gracias a su dominio del inglés y francés, de unos cincuenta libros para el Fondo de Cultura Económica de temas variados y como intérprete en congresos en Estados Unidos. Así se lo comenta a Carmen Conde: “Con traducir aprisa y mal pagado todo lo que me viene a mano ya tengo bastante. Casi no respiro para más” (carta del 13/10/52: 392).

Ernestina de Champourcin.

Semejanzas y diferencias

Ambas alavesas gozaron de un gran reconocimiento en sus respectivas áreas de influencia, especialmente en épocas tempranas de su actividad y, posteriormente, quedaron relegadas al olvido en sus últimos años. Fueron independientes, seguras de sí mismas, altruistas, con gran conciencia de su valía y de sus aportaciones, en respuesta a sus propios talentos educativo o poético. Coinciden también en su faceta de traductoras, gracias a su dominio de lenguas y prolíficas en publicaciones. Fueron exiliadas y marginadas por motivos ajenos a sus aportaciones.

A modo de conclusión, en que hemos dejado constancia de sus frecuentes encuentros en las fundaciones de María de Maeztu, como pionera en la pedagogía y educación de la mujer, añadiremos que ambas grandes alavesas se han esquivado, quizá por los giros vitales e ideológicos que algunos no se los perdonaron. María de Maeztu, quien había destacado por su gran capacidad de trabajo, enérgica voluntad y clara vocación de educadora, sufrió las consecuencias de su cambio ideológico, influida por su hermano Ramiro. Aquel había abandonado su colaboración en El Sol para hacerlo con La Nación, periódico próximo a Primo de Rivera y había ingresado en Unión Patriótica en 1927. María, por influencia de su hermano, se unió a la Asamblea Nacional compuesta por trece mujeres y promovida el 11 de noviembre de 1927 por Primo de Rivera (Fructuoso, 1998: 89). Pero el asesinato de Ramiro en 1936 la apartó de todo interés político. Así lo dice en su testamento fechado el 2 de diciembre de 1947: “Deseo morir en la religión católica en la que he nacido y por la que mi hermano Ramiro dio la vida. Deseo que mi cuerpo si muero lejos de mi Patria, sea envuelto en la bandera española con las insignias de la Monarquía, que es a mi leal entender, el régimen de gobierno mejor para el pueblo español” (…). “No considero como enemigos míos más que a los que me impidieron y estorbaron que yo volviese a ocupar mi puesto en España. Que hacen a España fomentando la incultura, el mal irreparable que a mí me hicieron, impidiendo la prosecución de mi obra educativa” (Fructuoso, 1998: 114).

La olvidaron sus compañeros de viaje en las diversas fundaciones a favor de la educación de las mujeres y de las niñas. Así lo expresa en una carta del 17 de marzo de 1927 (Lastagaray, 2015: 202):

Ahora más que nunca con el paso que ha dado Ramiro de aproximación al Gobierno, las gentes de la Junta, que están enfrente del Gobierno, van a hacerme la vida imposible pues como no pueden vengarse con él, lo harán conmigo, como si yo tuviese la culpa.

María de Maeztu tuvo muy claro que la dignificación de la mujer solo podía venir de la educación, similar a la de los hombres. Se declaró feminista, en el sentido de que consideraba que la mujer debía colaborar como persona en la obra total de la cultura humana. De ahí que promoviera tantas instituciones, participara en tantos congresos y diese cientos de conferencias, además de su impagable labor como traductora y divulgadora de obras de pedagogía y filosofía extranjeras.

En el caso de Ernestina no sabemos de su giro ideológico político manifiesto, aunque, tras el exilio, no volvió a hablar de política, pero sí experimentó una conversión religiosa en torno a 1948, que se manifestó en un cambio en su escritura hacia una poesía orientada al amor divino, en un peculiar misticismo. Fue una mujer de contrastes, un ars oppositorum: republicana de familia monárquica opuesta a su matrimonio; mirada con recelo por algunos republicanos por su origen aristocrático; exiliada por motivos políticos pero no alardea de su republicanismo a su regreso; relegada por su peculiar poesía mística en un ambiente laicista, en que no se estilaba el verso religioso; acusa el contraste y decepción entre el ambiente cultural de Madrid que dejó y el que encontró a su regreso del exilio; promotora de la literatura de mujeres y de sus derechos sin declararse feminista; culta y elegante sin aislarse de cuantos la requerían para entrevistarla, hablar de poesía o recibir su ayuda material o su consejo. Ernestina rompe moldes establecidos: de ahí su difícil clasificación.

Falleció en Madrid el 27 de marzo de 1999, a punto de cumplir los noventa y cuatro años de edad con una vida intensa en, antes y después del exilio de treinta y tres años en México. Y una amplia producción poética. Críticos de renombre e interesados en su poesía lamentaron la pérdida de esta excelente poeta que cubre casi todo el arco del siglo XX. Anualmente la Diputación Foral de Álava convoca desde 1990 el premio de poesía Ernestina de Champourcin.

Ambas alavesas supieron reconciliar, dentro de sus respectivas áreas de influencia, las dos Españas enfrentadas en la guerra civil.

Bibliografía sobre María de Maeztu

CUADERNOS HISPANOAMERICANOS (1952) (Homenaje a Don Ramiro de Maeztu), 33-34, septiembre-octubre.

FRUCTUOSO RUIZ DE ERENCHUN, Mª Cristina (1998). María de Maeztu Whitney. Una vitoriana ilustre. Real Sociedad Bascongada de los Amigos del País. Colección Egintzar, nº 4.

J.A.E. http://www.jae2010.csic.es/centros13.php. Consultado el 26/6/2017.

LASTAGARAY ROSALES, María Josefa (2015). María de Maeztu Whitney. Una vida entre la pedagogía y el feminismo. Madrid: La Ergástula.

OCAMPO, Victoria (1948). “Notas. María de Maeztu”, Sur. Buenos Aires: febrero.

PÉREZ-VILLANUEVA TOVAR, Isabel (1989). María de Maeztu. Una mujer en el reformismo educativo español. Madrid: Universidad Nacional de Educación a Distancia.

RESIDENCIA DE SEÑORITAS. http://www.residencia.csic.es/expomujeres/video.htm. Consultado el 22/VI/2017.

-----------------------------------------------. http://www.abc.es/cultura/abci-residencia-senoritas-pioneras-igualdad-201511280044_noticia.html. Consultado 30/6/2017.

Bibliografía sobre Ernestina de Champourcin

AGUINAGA ALFONSO, Magdalena (2009). “Una poeta del 27 olvidada: Ernestina de Champourcin” en Donne, identitá e progresso nelle cultura mediterranee. Edición a cargo de María Mercedes González de Sande. Ariccia (Roma). Aracne Editrice.

---------------------------------------------  (2015). “Una voz silenciada de la generación del 27: Ernestina de Champourcin”, Cálamo, Faspe, nº 64, enero-diciembre, págs. 49-55.

ASCUNCE ARRIETA, José Ángel (1991). Ernestina de Champourcin. Poesía a través del tiempo. Edición y Prólogo. Barcelona. Anthropos.

CHAMPOURCIN, Ernestina de (1996). La ardilla y la rosa (Juan Ramón en la memoria). Huelva. Fundación Juan Ramón Jiménez. (1ª ed.1981).

---------------------------------- (2015). María de Magdala. Ariccia (Roma). Aracne editrice. 2ª edición. Edición, introducción y notas de Magdalena Aguinaga Alfonso (1ª ed. 1943).

--------------------------------- y CARMEN CONDE: EPISTOLARIO 1927-1995 (2007). Edición, introducción y notas de Rosa Fernández Urtasun. Madrid. Castalia.

MABREY, María Cristina C. (2007). Ernestina de Champourcin, poeta de la Generación del 27 en la oculta senda de la tradición poética femenina. Madrid. Ediciones Torremozas. 


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