El dilema de Pamplona: reurbanizar el casco urbano o urbanizar su cuenca El dilema de Pamplona: reurbanizar el casco urbano o urbanizar su cuenca Juan Cruz Alli Turrillas Pamplona, como muchas ciudades de su entorno, ha sufrido una importante transformación desde los años 60. En primer lugar, por la llegada de masas poblacionales provenientes del medio rural o de otras provincias españolas: Pamplona y su cuenca pasan en los quince años que van desde 1960 hasta 1975 de 121.000 habitantes a 219.000, para llegar, en la actualidad, alrededor de los 270.000. En segundo, por el fenómeno de crecimiento industrial y de servicios, causal y consecuencialmente unido a lo anterior. En pocos años una humilde ciudad "de provincias" tendrá que acometer un gran reforma para dar cabida a toda esa población. Aunque los ensanches I y II de Pamplona eran anteriores a este fenómeno, será necesario ampliarlos y remodelarlos. Los barrios clásicos del interior de Pamplona y de su zona extramuros sufrirán crecimientos desde dentro. Pero, sobre todo, se dará un fenómeno de marcha hacia poblaciones limítrofes que se convertirán en barrios dormitorio (Barañain, Villava, Burlada) o se pondrán en marcha pequeñas urbanizaciones en pueblos menores de la cuenca. Este proceso continúa porque ahora están llegando al mercado laboral y a la edad de matrimonio unas generaciones muy amplias que, por ello, demandan vivienda. Pero aquí, como en otros lugares de la península, se va ha producido un importante estancamiento que va a generar consecuencias para la vivienda a partir de 2010 15. El problema que aquí se plantea es que esta necesidad masiva de vivienda y de espacio se está haciendo sin demasiadas preocupaciones por la sostenibilidad de Pamplona y, sobre todo, de su cuenca (y comarca circundante). La cuenca constituye un área geográfica de importante riqueza natural y agropecuaria, asimismo la comarca de Pamplona (que abarca la cuenca y se extiende algo más) depende desde muchos puntos de vista deltirón industrial y de servicios de la capital de Navarra. La extensión de la habitabilidad a zonas limítrofes a Pamplona capital y la construcción de enormes complejos dormitorio en zonas adyacentes a la capital está generando una invasión de medios rurales autóctonos y, sobre todo, está suponiendo un excesivo coste en redes de comunicación y de conexión con otras zonas de la ciudad (empezando por el centro de la misma, donde se concentran casi todos los servicios). Además, esta extensión esta siendo discontinúa, irregular y con grandes zonas intermedias que quedan abandonadas, exigiendo un esfuerzo doblemente costoso. Lo mismo ha ocurrido con las zonas industriales y, por ello, con las zonas que las recientemente aprobadas Normas Urbanísticas Comarcales denominan "áreas de empleo" y "áreas de centralidad". En todo caso extensión y dispersión poblacional; amplitud, complejidad y elevado coste de las redes de comunicación son algunas de las consecuencias de este crecimiento. Como ha quedado dicho, las previsiones de demanda de vivienda en los próximos años son importantes, pese al brusco decaimiento que sufrirán luego. Esto exige, dado el algo coste que tiene el suelo y la vivienda resultante, una acción muy seria y eficaz por parte de las Administraciones públicas. Porque aunque está claro que el sistema resultante de la concepción liberal del suelo que se produce desde 1956 es un modelo fracasado y que las fórmulas posteriores son variaciones con repetición de ese improductivo modelo tal y como señala Parada , hay que seguir jugando con él. Pero en Pamplona esto exige el agotamiento de las zonas de crecimiento intraurbano que las hay , el aprovechamiento exhaustivo de todas las zonas intersticiales y una operación de "búsqueda y rescate" de las 15.000 viviendas vacías que, hoy por hoy, se estima hay en Pamplona (y muchas más que habrá, dado el envejecimiento poblacional de ciertos barrios). En este sentido si ahora es el momento de realizar apuestas fuertes pararecuperar el casco antiguo, es muy posible que en los próximos diez años veamos la necesidad de hacerlo con el I y el II ensanche de Pamplona (así como zonas limítrofes de la Pamplona extramuros). Si bien es cierto que la vivienda y los fenómenos poblacionales constituyen el problema más acuciante con el que se encuentra Pamplona y su cuenca, no es menos cierto que la habilitación de nuevas zonas industriales son un problema que mueve al anterior y que genera no pocos roces entre Pamplona capital (que ya no tiene suelo industrial disponible) y los municipios limítrofes de la cuenca y comarca. Ambos problemas, en todo caso, tienen consecuencias importantes en las redes y vías de comunicación. Pero, en otro orden de cosas, no podemos olvidar que junto a estos problemas no demasiado bien resueltos por el PGOU de 1984, el vigente Plan Municipal de Pamplona (abril de 1999) tiene que vigilar, regular y acometer otras acciones que no refieren a la vivienda ni a los grandes espacios habitables, sino al medio ambiente (urbano y natural). Y puesto que el problema ambiental trasciende por ser sistémico a la villa de Pamplona, para ampliarse, cuanto menos, a toda la cuenca, esto debería haber sido mejor resuelto por las NUC de marzo de 1999, que no le han dedicado todo el esfuerzo que merece, aunque apuntan muchas ideas interesantes. En cuanto a Pamplona, es cierto que cuenta con un importante número de parques bien cuidados que embellecen y, sobre todo, constituyen un pulmón (natural y mental) de la ciudad y sus habitantes, pero es necesario mejorar algunos de ellos y, en general, hacer un planteamiento serio en cuanto a las pequeñas medianas de algunos barrios (Iturrama, San Juan). Junto a los parques están las zonas de paseo urbano. En este sentido, se han descuidado paulatinamente algunas zonas que necesitan una urgente reforma. Me refiero, principalmente, a todas las zonas que, sobre todo en torno al I y II ensanche están sin construir y que constituyen espacios idóneospara un crecimiento intraurbano. Pero, sobre todo, al espacio que existe en torno a las viejas murallas, revellines y fuertes del recinto amurallado (Taconera, Palacio de Capitanía, Redín, Ronda del Obispo Barbazana, Media luna). Pamplona no se entiende sin sus murallas: era una ciudad fortaleza de carácter fronterizo; y sus ensanches y zonas extramuros se hacen siempre mirando al recinto amurallado (el casco viejo). La recuperación de este circuito (casi circular) sería necesaria como elemento histórico identificador, como aliciente cultural y turístico y como mera zona de paseo que ayude a la mejora del entorno, al constituirse en un cinturón sano. Pero Pamplona no es sólo el centro urbano. Numerosos barrios no se entienden sin su relación con el Arga y, asimismo, los pueblos y valles de la comarca no se entienden sin su relación con Pamplona capital. Por eso acciones como la recientemente acometida Plan del Arga o las previsiones de las NUC de crear espacios naturales cercanos como áreas de descanso y paseo (San Cristóbal Ezcaba, Perdón) parecen correctas como limitaciones al crecimiento desmesurado en mancha de aceite que invade el territorio natural y rural. La realización de grandes obras infraestructurales (autopista a Estella y Logroño, autopista a Jaca, línea TAV, etc.) han de ser examinadas cuidadosísimamente en dos sentidos: primero, el de su conveniencia (razones de necesidad o mero lujo, frente al necesario principio in dubio, pro natura); segundo, la necesidad, caso de acometerse, de aprovechar las infraestructuras realizadas y optimizar los nudos comunicativos ya existentes, procurando no interesar zonas vírgenes o destinadas a un uso agrícola intensivo de gran productividad. En conclusión, hay que señalar que Pamplona está en un momento muy interesante a la par que problemático. El nivel poblacional alcanza un máximo histórico que la vieja ciudad no puede absorber por lo que se está extendiendo a toda la cuenca, pero, a la vez, en pocos años todo estova a cambiar drásticamente. Situaciones como las que llegarán (llegada de la generación de lo que podríamos denominar el baby crash de los años 80 90, inversión de la pirámide poblacional) y sus consecuencias (disminución de la población universitaria, abandono de pisos en muchas zonas de Pamplona, disminución de la recaudación, necesidad de sostener unas clases pasivas más amplias, etc.) van a plantear problemas para toda la sociedad y, por lo tanto, para el urbanismo. De ahí que sea necesario repensar el modelo de ciudad y acometer, ya desde ahora, acciones concretas: rehabilitación de viviendas, sacar a la luz las inutilizadas, rellenar el centro urbano de todos sus barrios, reducir la extensión por la cuenca, recomponer las vías de comunicación, arreglar las zonas naturales, urbanas o mixtas degradadas, etc. Se trata de tener una ciudad moderna y equilibrada que facilite la eficacia de sus habitantes y, por ende, de toda la sociedad navarra, dado su carácter de capital del viejo reyno , a la par que habitable y respetuosa con el medio ambiente cercano (que es sobre el que se influye en mayor medida) y bien comunicada tanto ad intra como ad extra. Es decir, una Iruña sostenible, ahora y en el futuro. Juan Cruz Alli Turrillas, Doctor en Derecho administrativo y profesor asociado de la Universidad Pública de Navarra Fotografías: Enciclopedia Auñamendi Euskonews & Media 58.zbk (1999 / 12 / 10 17) Eusko Ikaskuntzaren Web Orria
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