528 Zenbakia 2010-04-16 / 2010-04-23
La revista Gernika y la literatura vasca II: literatura
En este primer artículo realizaremos un repaso a la trayectoria de la revista Gernika, mientras que un segundo artículo se centrará en los artículos literarios en euskara de la misma. La revista puede leerse tanto en red como en la edición facsímil de Ediciones Vascas.
Nuestro objetivo es dar a conocer esta revista humanista y liberal, así como situarla dentro del progreso de la literatura vasca moderna.
Rafael Picavea.
La revista Gernika (1945-1953) surgió en Donibane Lohitzune a iniciativa de Rafael Picavea justo después de la retirada alemana. Por entonces, un grupo de exiliados organizó una serie de conferencias que aparecieron publicadas en el primer número de Gernika.
La elección del nombre de la ciudad foral como nombre de la revista tuvo mucho que ver con el bombardeo inmortalizado por Picasso. Tras la Guerra Civil, uno de los objetivos era recuperar la convivencia y, para lograr el pronto regreso de todos aquellos que “tuvieron que irse de su casa” se elaboraron planes sociales. Nadie imaginaba lo largo que sería el exilio.
Alrededor de la revista se creó la organización “Gernika Laguntartea”, que no podía olvidar la masacre de la villa foral y para la cual el árbol representaba el autogobierno perdido. Además, tenía a la canción de J. M. Iparragirre como un himno de nacionalismo universalista.
A través de la creación de esta revista cultural, Gernika Laguntartea deseaba recuperar una tradición que partía del Renacimiento y que no dejaría caer en el olvido a los pioneros del humanismo en Euskal Herria: el médico de Donibane Joanes Uharte, el jurista dominico defensor de los “recién descubiertos” indios de América Francisco de Vitoria, el teólogo erasmista Bartolomé de Carranza, el teólogo Martín Azpilkueta, Francisco Javier o Juan de Zumarraga...
También reivindicaban a los ilustrados Caballeritos de Azkoitia, que intentaron modernizar su pueblo; Gernika Laguntartea quiere retomar aquella labor.
El equipo de redacción de Gernika tiene voluntad de hacer pedagogía social con la mirada puesta en la juventud; así lo declaran en los editoriales.
Cabe mencionar la simpatía que algunos miembros de la revista tenían por el personalismo francés. El sacerdote irunés Juan Thalamas, segundo director de Gernika, conocía bien el trabajo del pensador católico de izquierdas E. Mounier; J. Thalamas no fue en vano profesor de francés en el seminario de Vitoria-Gasteiz y seguidor de aquella cultura. Posiblemente, la publicación precursora más cercana de la revista Gernika fuera Idearium, revista publicada antes de la guerra en el seminario de Vitoria-Gasteiz que reunió a J. Thalamas y J. M. Barandiaran, entre otros. No debemos olvidar que el personalismo tuvo una fuerte influencia en País Vasco peninsular durante la postguerra, y que el propio Lehendakari J. Aguirre se encontraba muy cercano a esas tesis.
Los miembros de la revista Gernika eligieron el humanismo como alternativa en aquel terrible contexto mundial. En Cataluña, escritores como Joan Sales, autor de la novela Inserta gloria (reeditada en 2005) hicieron lo propio. En aquel texto memorable, el ex-militante del PSUC criticaba los desmanes acontecidos en la guerra y defendía un humanismo pacífico.
Los tiempos de la revista Gernika no fueron precisamente sosegados. Durante la Guerra Civil, unas 150.000 personas tuvieron que huir y muchos exiliados se refugiaron en Francia desde 1937 hasta 1939. Entre 1939 y 1944 se libró la 2ª Guerra Mundial y, tras la victoria aliada comenzó la Guerra Fría que azotó al mundo entre 1945 y 1953. Las esperanzas que la diáspora vasca había depositado en los vencedores aliados se convirtieron en desesperación de 1953 a 1956 debido a la aceptación de Franco por parte de éstos. Un claro reflejo del panorama desolador que se vivió entonces es el poema “Lili bat” de J. Mirande (Gernika 24).
Juan Thalamas.
El exilio francés fue agridulce. Los izquierdistas del Front Populaire recibieron a los republicanos con los brazos abiertos. Los católicos franceses, por su parte, recibieron a los huidos con recelo, incluidos los nacionalistas democristianos, ya que se habían unido a la izquierda en contra de los alzados. El semanario católico Eskualduna dio el beneplácito a la “cruzada” que venía apoyada por la Iglesia española.
No obstante, otros agentes de Iparralde intentaron facilitar la vida de los exiliados. Entre ellos se encontraban P. Lafitte y D. Dufau, este último ex-alcalde de Senpere y colaborador de Gernika.
El Gobierno Vasco trabajó mucho para hacer propaganda y dar a conocer a Europa su especificidad política. Organizó la LIAB (Ligue Internationale des Amis des Basques) que también hizo lo propio, con la colaboración del escritor personalista G. Bernanos, del filósofo embajador J. Maritain, del Nobel F. Mauriac, etc.
En Francia, sin embargo, la amenaza fascista complicó mucho las cosas. El gobierno francés tenía miedo, puesto que lindaba al este con la Alemania nazi y al sur con el régimen de Franco. La situación de los exiliados empeoró notablemente. Muchos de ellos terminaron en campos de concentración. El colaborador de Gernika, Orixe, estuvo en el campo de concentración de Gurs, en las Landas, junto a otros 5.000 presos. En su poesía “Idorreria”, disponible en línea, cuenta con envidiable humor, las dificultades que encontraron allí para alimentarse.
Los exiliados tuvieron que escapar de Francia al estallar la 2ª Guerra Mundial. El Gobierno Vasco anduvo sin rumbo y sin posibilidad de organizarse. Los exiliados vascos apoyaron a los aliados realizando tareas de espionaje y ofreciéndose como gudaris. El escritor vasco colaborador de Gernika A. Ibinagabeitia fue uno de los exiliados que trabajaron como espías.
Posteriormente llegó la Guerra Fría y se generalizó el anticomunismo. Franco recibió el apoyo internacional de Gran Bretaña y de EEUU, entre otros.
Gernika era una plataforma amplia abierta a los republicanos, pero no se encontraba a las órdenes del entonces cambiante PNV, que quiso llegar alternativamente a acuerdos con los republicanos, con los partidarios de restaurar la monarquía española; incluso llevó a cabo una política soberanista en solitario, actuando siempre según el contexto político.
La Guerra Fría explicaría quizás un recorte de financiación para Gernika. La diáspora cerró el grifo y la revista empezó a ahogarse económicamente. No contamos con el testimonio de ninguno de sus protagonistas respecto a esa última etapa, salvo una mención de A. Ibinagabeitia en la que afirma que sus “propios hermanos” habían “destruido” la revista Gernika (Gernika 25).
Pasando del contexto político al cultural, cabe mencionar que por aquel entonces resultaba muy difícil publicar libros, por lo que surgieron varias revistas más o menos ocasionales que cumplieron esta función.
Herria comenzó a publicarse en 1944 en lugar de Eskualduna. Herria combinó el euskera de Behe-Nafarroa y de Lapurdi, dándole un nuevo giro literario al euskera de Lapurdi tradicional bajo la supervisión de P. Lafitte.
José Miguel de Barandiarán.
En 1947 surgió en torno a J. M. Barandiaran Eusko Jakintza, una revista que reunió numerosos trabajos interesantes de expertos en lengua vasca.
J. Zaitegi comenzó a publicar Euzko-Gogoa en Guatemala en 1950 con el objetivo de desarrollar un euskara más elevado y proveer a la universidad vasca de textos, para lo cual tradujeron una serie de textos grecorromanos de la Antigüedad.
Egan, por su parte, fue una revista interna publicada únicamente en euskara a partir de 1945.
Antes de adentrarnos en la literatura vasca, echémosle un vistazo general a Gernika. La presencia del euskara en esta revista era del 30%, por lo que el idioma principal seguía siendo el español. También se publicaban artículos en francés, dado que no todos sus colaboradores eran exiliados. Hagamos breve reseña de algunos artículos publicados en castellano.
En el entorno de Gernika también se produjeron varias polémicas. El colaborador de Gernika F. Krutwig sacó a Euskaltzaindia de su letargo y en la reestructuración posterior surgieron desacuerdos, tal y como puede observarse en la correspondencia mantenida entre Orixe y P. Lafitte.
Asimismo, se produjo una polémica extra literaria en relación al llamado “labortano clásico”. F. Krutwig deseaba que el euskara se convirtiera en vehículo cultura; rechazó el uso de neologismos, y propuso basarse en el mundo grecorromano a la hora de crear nuevos términos, tal y como se había hecho en Europa. Orixe y F. Krutwig no estaban de acuerdo respecto a qué decisiones traductológicas y terminológicas tomar, hasta el punto que Orixe reprochó a F. Krutwig ignorar el trabajo de capacitación de la lengua realizado por la generación anterior.
El nombre de la nación también fue motivo de debate. ¿Debía llamarse Euzkadi, entidad política defendida por los gudaris en el campo de batalla, o se adoptaría el nombre tradicional de Euskal Herria?
En el ámbito musical cabe mencionar las opiniones sobre música popular del famoso compositor Francisco Madina, quien aclaró algunos equívocos existentes sobre folklore, y alabó como modelo a seguir el uso del patrimonio de los compositores rusos.
El publicista “Errea” (Victor Ruiz Añibarro), por su parte, escribió divertidos artículos sobre la gastronomía de la etxekoandre y sobre las personas de letras.
Pasemos ahora a mencionar los sucesivos directores de la revista Gernika.
Su fundador, Rafael Picavea, ya había creado previamente otros semanarios y revistas (El Pueblo Vasco, etc.) y, dado que fue diputado, sabía utilizar sus publicaciones para la defensa de su postura política. También trabajó en el mundo de la gestión empresarial, aunque no siempre cosechara éxitos. Al estallar la guerra era diputado independiente del PNV. Se exilió y se encargó de la sede del Gobierno Vasco en París. En 1936 puso en marcha la publicación Euzko Deya, que sería el portavoz de la delegación vasca en París. Rafael Picavea desapareció poco después de la publicación del primer número de Gernika.
Como ya hemos indicado, el segundo director de la revista fue J. Thalamas, pero el director que más tiempo permaneció en su cargo fue Isidoro Fagoaga. Este tenor wagneriano provenía de Navarra y a lo largo de su carrera había cantado repetidas veces en la Scala de Milán. Al producirse el bombardeo de Gernika, los italianos lo reivindicaron como propio, aunque posteriormente se conoció la autoría nazi. A Fagoaga no le gustó nada la postura italiana, por lo que volvió a Euskal Herria dejando atrás su carrera lírica. No resulta fácil seguirle la pista, ya que siempre exigió a sus compañeros que actuaran con reserva, pero sabemos que publicó la revista en Buenos Aires de 1951 a 1953.
En un segundo artículo, analizaremos la literatura en euskara de la revista Gernika.
La revista Gernika y la literatura vasca II: literatura