525 Zenbakia 2010-03-19 / 2010-03-26
Los escoceses y los godos en Euskal Herria, los suecos en Suiza (I/III)
Los escoceses y los godos en Euskal Herria, los suecos en Suiza (II/III)
“...si es la vida el ensueño de una siesta, si la historia es leyenda o es patraña.” (Unamuno, Soneto LIV, 1.925)
En el caso de las historias de Lope García de Salazar, el proceso es sorprendentemente similar. El recuerdo de la invasión de la Hispania romana o al menos romanizada, por las tribus germanas hasta, finalmente, la instalación de los godos sobre la mayor parte de la Península, configura el material básico al cual se suman luego las historias sin duda bastante presentes en especial entre los vascos, de las incursiones vikingas y normandas sobre la costa del Golfo,1 ya en los tiempos en que aquellos habían sido desplazados por la oleada musulmana. No debemos olvidar además, que para los hombres del tardío siglo XV, la concepción histórica de acontecimientos ocurridos entre siete y once centurias atrás debía necesariamente mezclarse en una indefinición complicada, de la cual abundan ejemplos a lo largo y a lo ancho de toda la cultura medieval. Por otra parte, ¿acaso no ocurre hoy lo mismo pese al fantástico desarrollo de nuestros sistemas para conservar el recuerdo del pasado? Salazar entonces, añade en las “Bienandanzas y Fortunas” otra serie de antepasados fabulosos que ya había señalado para el caso del Señor de Bizkaia en la “Crónica de Siete Casas de Vizcaya y Castilla”. Como decíamos, no se trata de un linaje individual como en aquella ocasión, sino de todo un colectivo de habitantes de una región. Y este es otro punto para nada desdeñable. Al igual que en las historias de Kiburger para los suizos, será Suecia el país de origen de los antepasados de los linajes vizcaínos. Transcribimos el material escrito por Salazar, aún cuando es algo extenso, por resultar muy ilustrativa su lectura:
“Título de cómo arribaron en Santoña de Laredo la flota de los godos, que venieron de las islas d’Escançia en ayuda de sus parientes.
En el año del Nuestro Señor de DCCXL años arribaron en Santoña, que es cavo Laredo, una grande flota de navíos con muchas gentes de godos de las islas d’Escançia, que venían en socorro de los godos d’España, sopiendo el trabaxo en que estavan. E como de luengas tierras venían fatigados de la mar, ovieron mucho plazer quando vieron la tierra e aquel monte de Santoña, dando graçias al Señor e a la Virgen Santa María e rogando a todos los santos, las rodillas fincadas, que rogasen por ellos; e por aquello llamaron e llaman aquel monte Santoña. E posaron allí, ca Laredo no era poblada, sino cavañas de ganados en la sierra e choças de pescadores en la ribera. E dixo el que venía en las varcas ‘lare, lare’, deziendo que veía pueblas de lares de fuego, e respondió el de vaxo ‘ado, ado’ e por esto llamaron Laredo, como llaman agora. E saliendo en tierra dixieron ‘a puerto somos’ e por esto llamaron e llaman Puerto.
E porque allí tomaron tierra primeramente posieron allí una imagen de Santa María que consigo traían con grande proçesión e oro e plata para edificar una iglesia. Dexaron allí a la reina Godina e un obispo con mucho oro e plata para hedificar una iglesia a onor de la Virgen María e d’éstos fue hedificada aquella noble iglesia. E hedificaron estas dos Reina e obispo otras muchas iglesias en Trasmiera e en Bisio, que sellan de la onor de Puerto. E pasados estos godos al sable del salve, dixieron: ‘a salvo somos’. E por eso llamaron e llaman Salve. E salidos ençima de la sierra desenbolvieron su seña e por aquello llamaron e llaman Seña.
Foto: celesteh.
Estendiéronse por la costa conquistando las tierras que eran rebeldes a los godos d’España e, llegando algunas d’estas gentes en Sesto, que es cabo Portogalete, ovieron allí una grande pelea con los pobladores de allí. E morió allí el infante don Falcón, que era grande capitán d’ellos. E sepultáronlo allí e posiéronle a la caveça una grande piedra con letras que dezía e dize agora, que allí está, que dize: ‘Aquí yaze el infante don Falcón de los godos’. Fezieron allí una hermita de Santa María e enterraron allí otros muchos en los canpos, ca estonçes no se enterraban los christianos en las iglesias. E después, ronpiendo aquellos canpos para labranças, fallaron los huesos d’ellos.
E así como iban ganando e sojuzgando las tierras, así poblavan d’ellos en ellas adonde mejor les pareçía, así de los mayores como de los menores. E d’estos godos pobló un cavallero que traía el harón de la flota açerca de Carasa e, faziendo allí su casa, púsole nonbre Velasco, que quiere dezir Velasco el nonbre del harón. E d’este cavallero que allí pobló suçedió de uno en otro el primero de Velasco, que fue poblar a Vijuezes, que es cabe Medina, donde suçeden los de Velasco. Otro cavallero d’estos godos pobló en Rasines de Gebaja, que puso nonbre a su casa Saravia porque la pobló en el camino que le llamavan en su lenguaje Saravia. E d’éste vienen los Saravias de Gebaja. Han por armas hondas de la mar porque venieron por ella. Otro cavallero d’estos godos en Urdiales, cabe la villa de Castro, e fizo allí una casa sobre una peña que tenía una cueva devaxo e fundó allí çerca a Sant Martín de Canpijo e a Santa María Madalena. E d’éste venieron los cavalleros de Ordiales. Otro cavallero d’estos godos pobló en Soleta de Gilus, que es entre Trápaga e Retuerto. E de allí suçedió don Galindo de Retuerto, que pobló allí, donde vienen los de Retuerto. E otrosí de allí, de Gilus, suçedió otro que pobló en Mesperuça de Varacaldo, del qual suçedió don Sancho López de Varacaldo, que pobló en Vizcaya muchos monasterios, donde viene su linaje.
E después que estos godos ovieron cobrado esta marisma, juntados todos salieron a Escrita e fezieron allí su alardo por saber qué gentes eran. E porque se escrevieron allí llamaron e llaman allí Escrita. E pasando por Carrança, aguzaron sus lanças ençima del somo e por esto llamaron e llaman Lanças Agudas. E pobló allí en Aldacueva un cavallero d’estos godos, donde suçedió don Rodrigo Rodríguez de Aldacueva, donde vienen muchos buenos en las Encartaçiones. Otro cavallero d’estos godos pobló en comarca de Arzeniega, que fizo allí su casa. E porque falló allí lobos, que era monte, púsole Villalovos; e de allí suçedió de uno en otro. Fue poblar uno d’ellos a Villalovos de Canpos, que gelo llamaron por el nonbre de acá. E d’éstos suçeden los Osorios de Castilla. Otro cavallero d’estos godos pobló en el valle de Angulo, que es devaxo de la peña que se llama de Angulo. E de aquél suçedieron los cavalleros de Angulo, que poblaron en Oteo, que es salida de la peña, en Losa, donde suçeden todos los del linaje de Angulo. Otro cavallero d’estos godos pobló en La Çerca, que es cave Salinas, e fezieron él e los que d’él suçedieron allí una iglesia e una torre con su çerca e cavas, donde suçedieron e suçeden muchos buenos fijosdalgo en Castilla Vieja. Otro cavallero d’estos godos pobló en Torres, que es cabe Medina, e fezieron él e sus deçendientes una torre e otras cosas, donde suçedieron el linaje de los Torres, donde ha avido e ha muchos buenos fijosdalgo en Castilla Vieja e en otras partes. Otro cavallero destos godos pobló en Salazar, que es en Castilla Vieja, so la Sonsierra, cavo los montes, que poblaron él e sus deçendientes, una iglesia e una torre con sus moradas e çercas, de los quales suçedieron e suçeden muchos buenos fijosdalgo en muchas partidas e reinos. Otro cavallero d’estos godos, que era hermano del cavallero que pobló en Salazar, salió de allí e pobló en Tobar, que es cabe Torquemada, adonde suçedieron e suçeden d’él muchos buenos cavalleros e fijosdalgo que son d’este linaje de Tobar. Otro cavallero d’estos godos pobló en Valdeporres, que es en Castilla Vieja, e fezieron allí él e sus deçendientes sus palaçios, de los quales suçedieron e suçeden muchos buenos fijosdalgo e cavalleros. Otros cavalleros e escuderos e gentes menudas d’estos godos poblaron en estas tierras de que no se dexaron memoria.”2
Tienen muchos rasgos interesantes estos curiosos godos escandinavos que arriban a Laredo como católicos y hablando castellano en el año 7403 para socorrer a sus parientes. Podemos suponer, aceptando la validez del relato, que el socorro debía estar motivado por las constantes revueltas de los vascos contra el señorío godo, en especial en sus últimos tiempos. Por eso las luchas de los recientemente arribados se enderezan contra los habitantes originales de las tierras a las cuales llegan, es decir, siempre siguiendo a Salazar, aún cuando éste no lo declarara explícitamente, los vascos, que nunca habían sido conquistados del todo por los godos españoles, y este es el más destacado punto de contacto con el texto del “Calixtino...” que citábamos antes.
Este es asimismo el punto clave de los argumentos de Salazar que principian a destacarse desde el momento en que indica con extremo detalle las fundaciones de iglesias, ermitas, etc. Tampoco resultan gratuitas las menciones al mucho oro y plata dedicados por estos godos al culto divino según narra Lope en su texto. A medida que iban ganando y sojuzgando la tierra, la poblaban, “mayores y menores” de entre los godos. Nada relata Salazar acerca del destino que les cupiera a los habitantes originales, salvo que sin duda prestaron una gran resistencia a la invasión y por lo tanto, derrotados, no debieron haberla pasado nada bien, como cuenta de hecho para el caso de los pobladores de Portugalete. Como decíamos antes, la expansión de estos supuestos godos no se produce solamente sobre las tierras que tradicionalmente tenemos por vascas, sino que avanza también sobre lo que más adelante sería Castilla, como podemos ver en la lista de localidades, precisamente aquellas vecinas cercanas de la patria original de los de Salazar antes de que bajaran hacia la costa en donde siempre tendrían algo para amortiguar el hambre, como él mismo menciona al hablar de la historia de su familia. Para la mentalidad de Salazar entonces, el factor geográfico de residencia pierde importancia frente al ascendencia del linaje de los godos. En el mismo sentido, se nos hace muy claro que los descendientes de estos godos de “Scançia”, es decir en su exposición los miembros de los linajes más ilustres de la región, son por lo tanto en la visión y la construcción ideológica del célebre banderizo, de un origen distinto que el de aquellos grupos humanos “...que eran rebeldes a los godos d’España”, los pobladores originales de las tierras “favorecidas” por el “socorro” de los godos. Este último concepto es realmente serio y a nuestro juicio debería ser muy tenido en cuenta. Nos enfrentamos a un intento bastante desarrollado de establecer nada menos que una tácita diferencia racial entre los godos de todo orden, mayores y menores, recientes o afincados, como nos parece adecuado reiterar, sus descendientes, y los de los “rebeldes”, esto es los vascos. De manera tal que en los tiempos de Lope García de Salazar existiría otra manera más de justificar la preeminencia de unos sobre otros; entonces, aquel “valer más” al cual hace referencia constante el cronista, no se refiere solamente a la posesión de caudales mayores o menores o a la dignidad heredada, sino que además toma en cuenta el ascendiente de esos supuestos godos. Con el análisis de exposiciones como esta, resulta por lo menos curioso pensar en que algunos consideran todavía a Lope García de Salazar un protonacionalista vasco.4
Lope García de Salazar. Libro de la Cofradía de Santiago de Burgos.
El que la historia de Salazar haga hincapié en la religiosidad de los godos es un punto de contacto con el relato de Kiburger, y en un sentido mucho más que superficial, puesto que la intencionalidad de ambos relatos se asemeja. Para el caso suizo, se trata de señalar, en un período en el cual el problema religioso se hace para ellos acuciante, la calidad de viejos y correctos cristianos de los antepasados de las gentes de Schwyz, mientras que en el de Lope, es el intento de establecer una filiación directa de los Parientes Mayores con los piadosos primeros fundadores de los establecimientos religiosos lo que cuenta. En ambos entonces, el uso de la fe religiosa como instrumento para retener el poder en lo temporal. Pero volvemos a lo que decíamos más arriba, la construcción de la leyenda suiza no plantea en forma directa un problema de diferencias étnicas, porque, en su desarrollo, se cuida de aclarar que sus suecos y frisones se establecen en una tierra deshabitada, mientras que los héroes fundadores de Lope se encargan de dominar manu militari a poblaciones preexistentes. Esto, por supuesto, no es más que otra vuelta de tuerca sobre el eterno problema de las tierras vascas y sus habitantes, expuestos siempre las unas y los otros a la amenaza de todos los pueblos “conquistadores”.
La materia original para la creación histórica del cronista encartado, sabemos de sobra que existió. El asentamiento y la creación del reino de los godos al Sur del Pirineo al fin de las invasiones, en especial la presencia de aquellos sobre los “Campi Gothorum” que serían más adelante la Tierra de Campos y luego las correrías de los piratas escandinavos quienes con diversa fortuna visitaron en numerosas ocasiones las costas del Golfo de Bizkaia y entre otras cosas es de suponer que influyeron con sus conocimientos en el lanzarse a la mar de los vascos poco más avanzados en el tiempo. En esto la leyenda salazariega se encuentra algo más cerca de la realidad que la suiza, o por lo menos más próxima a unas épocas sobre las cuales resulta más fácil indagar que sobre las otras, dado que las primeras apariciones de los piratas del Norte en la costa cantábrica se establecen alrededor de la cuarta década del siglo IX.5
De todas maneras, no hemos buscado más que señalar la llamativa casualidad de que leyendas similares hayan circulado en tierras bastante alejadas como las vascas y las suizas. Es, diríamos, peculiar que la búsqueda del antepasado justificador, muy teñida todavía en aquellas épocas del concepto genésíco típicamente medieval, lleve a esta curiosa coincidencia entre los suizos y los vascos. Sería muy fácil atribuirlo a cierto influjo condicionante del paisaje, en la línea del determinismo geográfico en su más pura versión ratzeliana o en su más moderna y “blanda” acepción à la Braudel; tal vez haya algo de todo éllo, tal vez no, se trata en este caso de temas en los cuales es difícil postular líneas claras. Lo que es cierto es que siempre resultará atractiva la coincidencia y servirá para desatar diversas reflexiones. Hemos intentado señalar algunas de las ideas que contribuyeron al desarrollo de esa falsa genealogía en ambos pueblos, como otro aporte a la comprensión de los complejos mecanismos que surgen a la luz cuando de sostener un determinado estado de cosas se trata.
Y un punto, como cierre, que justifica aún más lo que veníamos sosteniendo a lo largo del artículo. Hemos tenido ocasión de mencionar a la migración de las tribus alamanas hacia lo que es hoy el suroeste de Alemania y gran parte de Suiza como posible base real de la leyenda suiza. Pues bien, en la época de surgimiento del análisis histórico humanista en el siglo XVI, es decir poco después de los tiempos de Kiburger y Lope, los alamanes vuelven a ser traídos bajo las candilejas de la historia por aquellos que con mayor o menor derecho se consideraban sus descendientes. Como lo indica Bruno Boesch:6 “...despreocupado regreso a los sacros orígenes. El así llamado ‘Revolucionario del Alto Rhein’, de la primera década del siglo XVI, presentó la siguiente tesis: ‘Adán fue un hombre alemán’, con lo cual quería significar que: La lengua que aquel (Adán), hablaba, era aquella de ‘todos los hombres’, es decir ‘el alamán o lengua alemana’, y Johann Fischart (1.546-1.590), lo siguió en la valoración del mismo idioma o, con mayor precisión, el dialecto alemán del Alto Rhein. En su “Distorsión de la Historia” lo califica de antiquísimo y ‘existente por sí mismo’, porque ‘como los alemanes no recibieron su lengua de ningún otro pueblo, es que tampoco desean alterarla [...] Antes del Diluvio todos hablaban alemán’ ”. Todos hemos leído u oído este mismo discurso, que en los últimos tiempos se califica como cántabro-tubalista en sus diversas variantes, sólo que aplicado a los euskaldunak. Como vemos, tampoco la paternidad de esta idea puede atribuirse con exclusividad a la intelectualidad vasca del pasado en su esfuerzo por revalidar un determinado estado de cosas recurriendo a la creación imaginaria.
Algunas teorías más modernas suponen que la base real de la leyenda suiza debe buscarse más por el lado de los emigrantes frisios antes que los suecos, y que aún este último nombre puede ser un error de transcripción y que en verdad se estaría hablando de los suevos. En esa misma línea de interpretación, se propone que la creación de la historia obedece a un especial interés de parte de la población suiza en encontrar una justificación que le permitiera escapar de la imposición de los deberes feudales. En todo caso una paradoja más, dado que en el caso de los vascos son por el contrario los señores quienes crean la leyenda para autojustificarse en su predominio.
Esta comparación del recurso a creaciones míticas tan similares entre los vascos y los suizos puede aportarnos además una visión un poco más matizada en cuanto a los papeles de la intelectualidad vasca medieval y moderna, como vemos no tan separada de las líneas generales de la evolución del resto de la sociedad europea como podríamos llegar a pensar o proponer en un principio.
Apéndice:
El origen del pueblo suizo.
En los tiempos antiguos, antes de que la tierra suiza fuera poblada y cultivada, moraba en Suecia y los países de la Frisia occidental y oriental, un pueblo fuerte y numeroso. Una vez llegó sobre él la plaga del hambre y con élla todo tipo de necesidades. Entonces las comunidades tomaron de consuno la decisión de que, puesto que eran demasiados, en cada mes a partir de ese momento una determinada cantidad de entre ellos debería emigrar. A quien le tocara en suertes, debería alejarse bajo pena de severos castigos y aún de perder la vida. Ante los pocos resultados de tan extrema medida, se decidió más tarde que por cada semana uno de cada diez hombres debería dejar el país. Así se hizo en efecto, con lo cual unos seis mil suecos y mil doscientos frisios se marcharon de sus tierras para siempre. Estos emigrantes seleccionaron de entre ellos algunos que deberían conducirlos como jefes, cuyos nombres eran Suiter, Swei y Hasius; más adelante se les sumarían Restius, Rumo y Ladislaus. Subieron con barcos la corriente del Rin desde su desembocadura, debiendo de camino luchar más de una vez para abrirse paso. Finalmente, arribaron a un país de altas cordilleras, en el cual Dios les concedió el descanso y el alimento. Allí se desarrollaron desde ese momento. Una parte de entre ellos marchó a Brünig, otra hacia el Aar. Un grupo de los suecos que provenía de la ciudad de Hasle en Bornholm (perteneciente hoy a Dinamarca), construyó Hasli en Lucerna y vivió allí bajo la conducción de su caudillo, Hasius. Restius construyó el castillo Resty bei Meiringen en Berna y desde entonces permaneció en ese lugar. Swei y Suiter dieron el nombre que hoy identifica al país y a su pueblo, es decir Suiza. Ocuparon también las tierras de Berna y sus cercanías. Fueron siempre un pueblo fiel y obediente, se vestían con ropas de tejidos gruesos y resistentes y se alimentaban de carne, de leche y de queso, ya que por aquellos tiempos no había muchas frutas aclimatadas en el país. Eran todos ellos fuertes como gigantes y el talar los bosques para abrirse paso y radicarse les resultaba tan sencillo como tocar su instrumento al violinista. Algunas viejas canciones nos informan de cómo una parte de estos pobladores, conducida por sus jefes Ladislaus y Suiter, continuó luego camino hacia Roma y allí rindió valiosos servicios al emperador en la lucha contra invasores paganos, y cómo asimismo ambos jefes recibieron de aquel como recompensa sus distintivos marciales, águilas y osos, una cruz roja y una blanca, y cómo llevaron esos signos de regreso a su nueva patria. Todavía hoy se cuentan los pastores alpinos en sus montañas cómo llegaron allí su antepasados, y cómo las montañas se poblaron antes que los valles. Recién otro pueblo, mucho más tarde, se ubicaría en las tierras bajas, como se dice que sucedió asimismo en otros países montañosos.
Bibliografía:
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Larrañaga Elorza, Koldo: “W. von Humboldt y el proceso de definición de Euskal Herria como sujeto del discurso historiográfico”, en: RIEV 41, II, 1.996, pp. 477-510.
Lienert, Meinrad: “Die Herkunft der Schwyzer”, Schweizer Sagen und Heldengeschichten, Stuttgart 1915 (Sagen.at, korrekturgelesen von Stelzhammer, Bettina).
Marchal, Guy P.: “Die frommen Schweden in Schwyz: das ‘Herkommen der Schwyzer und Oberhasler’ als Quelle zum schwyzerischen Selbstverständnis im XV. und XVI. Jahrhundert”. Basel, Helbing & Lichtenhahn, 1976.
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1 Los normandos asoman por vez primera en la región del sur del Golfo de Bizkaia en 843/44, aunque no parecen haber desembarcado en esa oportunidad en tierras vascas, sino en Asturias, Galicia y más allá hasta el mismo corazón de la Andalucía musulmana. Luego, sus incursiones se harían más riesgosas para los vascos, como lo atestigua entre otros el caso de García Iñíguez de Navarra hijo de Iñigo Arista, prisionero de los normandos en Iruña en abril de 858 que debe rescatarse con 90.000 monedas de oro y la entrega temporal de rehenes.
2 Lope García de Salazar: “Bienandanzas e Fortunas”, L. XIII.
3 Cabe preguntarse si en este caso, al hablar Lope del año 740 no estaría utilizando el cómputo de la Era Hispánica que había sido abolido en Castilla a fines del siglo XIV pero, por ejemplo, siguió aplicándose más adelante en el reino de Nafarroa.
4 Algo de esto lo expone desde otro punto de vista Koldo Larrañaga cuando dice en: “W. von Humboldt y el proceso de definición de Euskal Herria como sujeto del discurso historiográfico”, RIEV 41, II, 1.996, p.484, que: “A la búsqueda de rancias prosapias para sus respectivos clanes familiares, los hombres que se agitan en el entorno del célebre banderizo encartado, más que a unos neblinosos orígenes tubalinos, prefieren, según parece, dirigir sus pasos a horizontes históricos más asumibles, contentándose de momento con pasar como los herederos de unos godos llegados el 740 desde Escançia a Santoña -con ‘una grande flota de navíos’, para socorrer a sus hermanos de raza [subrayado nuestro]en apuros. A tal punto le es ajena, por otro lado, la preocupación del vascocantabrismo y de la mitología concomitante, que no tiene el menor empacho en reconocer, con base en los textos, que ‘quedó toda España so el Ynperio Romano’, distinguiendo netamente, sobre eso, entre vizcaínos y cántabros. Ni le tienta más la idea de reclamar para sí o para el grupo humano al que pertenece la gloria de ser el heredero de aquellos indomables vascones que trajeron por la calle de la amargura a los reyes francos y visigodos: de hecho, cuando alude de pasada a los sucesos de marras, los refiere a unos lejanos gascones a los que, por las trazas, no lo ata nada en absoluto y a los que está muy lejos de reconocer como ancestros”. Es justamente así, pero el autor no nota o no se preocupa por destacar lo que es a nuestro juicio el punto fundamental, no es que la idea no le tiente, sino que más allá, Salazar se empeña por establecer una diferencia marcada entre aquellos a quienes “no lo ata nada en absoluto”, los vascos, y él y su grupo, los Haundikiak.
5 Conocemos con bastante precisión la historia del asentamiento nórdico en Baiona y su Hinterland entre los siglos IX y X y su influencia sobre las actividades marítimas de los vascos. Investigaciones de Jon Bilbao agregan además una posible presencia de los mismos navegantes en la costa vizcaína. En efecto, según Bilbao, en su estudio sobre la posible ascendencia escandinava del fabuloso Jaun Zuria, los orígenes reales de dicha leyenda pueden ser puestos en relación con la presencia en la ría de Mundaka de un asentamiento vikingo dependiente de los invasores nórdicos ubicados en Dubh Linn desde mediados del siglo IX e inclusive Jaun Zuria puede ser una construcción conectada con dos de los reyezuelos escandinavos dublinenses. (Bilbao, Jon: “Sobre la leyenda de Jaun Zuria, primer señor de Vizcaya”, Amigos del país hoy, Adiskideen elkartea, gaur. Bilbo, 1982, p. 253).
6 Boesch, Bruno: “Zweimal 850 Jahre Alemannisch”, Badische Heimat Ekkhart-Jahrbuch 1.971, pp. 75/85, citado de Schank, Gerhard, Disertación para el Doctorado en Filosofía: “Etimología y Juegos de palabras en la ‘Geschichtsklitterung’ de Johann Fischart.”
Los escoceses y los godos en Euskal Herria, los suecos en Suiza (I/III)
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