500 Zenbakia 2009-09-18 / 2009-09-25
Iosu Zabala Rector de Mondragon Unibertsitatea
Las universidades se enfrentan en los próximos años a varios retos fundamentales que van mucho más allá de los cambios, la mayoría de ellos superficiales, que, por imperativo legal, incorporarán en su proceso de adaptación al Espacio Europeo de Educación Superior. Por concretar, me referiré a dos de ellos y quiero suponer que para el horizonte del 2020 habrán sido capaces de superarlos aunque, aún cuando el horizonte parezca lejano, tampoco cueste demasiado imaginar que más de uno ande por esas fechas con serios problemas de adaptación.
Porque en realidad se trata de un problema de adaptación. Adaptarse y responder, no ya por imperativo legal, a las cambiantes necesidades de la sociedad y a la inmensa brecha digital-cultural que se está abriendo entre las generaciones jóvenes y los docentes menos jóvenes como consecuencia de las nuevas reglas de juego que las nuevas tecnologías y las redes sociales están imponiendo. Me refiero a las nuevas formas de aprender, a las nuevas formas de enseñar, y el rol que en estos procesos van a jugar los que enseñan, los que aprenden y los medios utilizados en ambos procesos.
En lo referente a la brecha cultural, el mayor problema para la educación reside en que los instructores, “inmigrantes digitales”, hablan y enseñan en un lenguaje y métodos anticuados, de la edad pre-digital, y están luchando para enseñar a una población que habla perfectamente una nueva lengua y son, ya hoy, “nativos” de la lengua digital de juegos por ordenador, vídeos e Internet y tienen por supuesto otras expectativas. Los “nativos digitales” están acostumbrados a recibir la información realmente rápida. Les gustan los procesos y multitareas paralelas. Prefieren gráficos antes que texto. Funcionan mejor cuando trabajan en red. Prosperan con satisfacción inmediata y bajo recompensas frecuentes.
Foto: Bombardier.
El año 2020 quiero creer que las universidades habrán incorporado las últimas innovaciones pedagógicas en sus procesos de aprendizaje. Universidades que se configurarán como comunidades de aprendizaje socialmente extendidas, que habrán superado las aulas y el entorno físico y que dispondrán de formas para aprender y tratar de construir el saber de manera abierta, en red y compartida entre tutores-docentes y alumnos-aprendices.
El segundo de los retos que confío que las universidades habrán superado para el 2020 es su tradición ancestral de ser universidades “esencialmente para jóvenes” y transformarse en universidades para “todas las edades y para todo el mundo” en un marco competitivo globalizado donde cada cual tendrá que desarrollar sus propios nichos de especialización.
Las universidades deberán dar una respuesta satisfactoria a las necesidades formativas y de puesta al día de personas particulares y/o profesionales de empresas que deseen ampliar sus estudios, en formación reglada o no reglada, salvando las limitaciones y condicionantes impuestas por las distancias geográficas y una oferta sujeta a calendarios rígidos. Deberían estar para el 2020, en condiciones de responder satisfactoriamente a la creciente necesidad de los ciudadanos de formarse a lo largo de toda la vida.