442 Zenbakia 2008-05-30 / 2008-06-06
Soy Jose F. Loroño Dudagoitia, vivo en Zornotza, tengo 47 años, autodidacta en fotografía e informática, y compré mi primera cámara con el dinero que ahorré haciendo autostop para ir a la Universidad de Leioa durante el primer año de la carrera de Publicidad que estudié.
Era marzo de 1983 y compré una Canon A-1, la primera cámara digital de la historia, pero digital porque utilizaba dígitos alfanuméricos y no el anterior sistema de agujas indicadoras. También instalé mi pequeño laboratorio en blanco y negro y allí fui aprendiendo a base de ensayos y errores, sobre todo sacando fotos a mi cuadrilla en las cenas, despedidas y fiestas del pueblo.
Al comenzar a trabajar y con poco tiempo para pasar en el laboratorio, la fotografía “por vicio” fue quedando apartada poco a poco.
Y después de veinte años de casi total abandono, en 2007 decidí volver al vicio de sacar fotografías porque sí, ahora que es mucho más barato con las cámaras digitales y los ordenadores.
Prefiero las fotografías sin utilizar Photoshop para manipularlas, pero está visto que si no retocas un poco, estás en clara desventaja con el resto del mundo. Lo que no me gusta nada es inventar con el Photoshop colores y efectos que no están en la escena fotografiada. Por eso me gusta participar en rallys fotográficos, en los que te dan unos temas sobre los que sacar fotos a lo largo de una mañana y hay menos posibilidades de manipular las fotografías. Distingo entre las fotos-postales y las fotos que cuentan una historia y prefiero éstas últimas, en las que, por lo general, intervienen personas y hay que pillarlas en ese momento clave que resume esa historia. Por lo tanto, me gusta mezclarme con la gente o realizar reportajes fotográficos en los que intervengan personas y pasar desapercibido todo lo posible para que no “posen” o “se corten” al verte con la cámara en mano y poder robarles ese momento y esa historia.
Este fotógrafo residente en Zornotza, publicista de formación, gusta de recoger con sus fotografías momentos de distensión tanto unipersonales, familiares y colectivos.
Viva muestra de los momentos colectivos son la foto de los jugadores de fútbol en pleno conciliábulo, los bailarines de danza tradicional vasca en plena actuación un día de Corpus Christi, una foto de una procesión pasionaria en que unas ancianas sentadas aparecen enmarcadas por el propio objeto de su culto, la retaguardia de aguadores de un Alarde, unos niños descansando, y un par más parloteando como cotorras de sus congéneres.
Entre los momentos familiares encontramos las 2 fotos que recogen sendos momentos en que una misma familia fotografía el Peine del Vientos, y en otra son fotografiados ya posando.
Entre los momentos más unipersonales tenemos a dos hombres que observan con parsimonia el mar, sólo que uno en un paseo marítimo mientras contempla el horizonte marino sentado en un banco, y el otro mientras pesca sentado en el muelle de un puerto industrial. En el primero hay un marcado contraste blanco-azul celeste del mar, y en el otro el óxido de las grúas, y la ropa vieja para no mancharse. Pero no por ello se puede deducir quién tiene mayor calma interior.
Otra foto es la de un hombre paseando con su bicicleta por un paseo marítimo.
Y la última, en un ejercicio de voyeur, el fotógrafo retrata a una chica hermosa en su balcón.
Ramuntcho Robles Quevedo