434 Zenbakia 2008-04-04 / 2008-04-11
Quisiera recordar la fecha en que inicié el camino del color pero no utilizo calendario. Mis primeros pasos los inicié de la mano de mi padre, Celedonio Otaño, mi gran maestro y mi ejemplo a seguir. Recuerdo sus palabras: “pinta para ti y expresa sin temor a equivocarte, la pintura es el gran camino para crecer dentro de ti, no imites, interpreta a través de tu instinto, ...”.
Emoción, observación, intuición, interpretación y experimentación, son mis herramientas.
Detallo algunos de los lugares donde he expuesto y expongo:
CAP en Donostia - Atrezzo en Irun - Gerain en Hondarribia - Mamutzar en Hondarribia - Mar de Suelve en Colunga (Asturias) - Kabigorri en Irun - Munto en Donostia - Parador de Hondarribia - Casa Cultura en Bergara - Casa Zuloaga en Hondarribia y Txelines en Hondarribia. Este es un breve resumen de mi C.V. pero como en otras ocasiones diré que quien quiera conocerme solo tiene que observar mis cuadros. PINCELADAS DE CRECIMIENTO INTERIOR
La pintora Sara Otaño presenta, nuevamente en este espacio, una selección de doce cuadros, en los que abunda el paisajismo colorista y ofrece dos muestras de su gusto por los bodegones. La acuarelista bergaresa, actualmente residente en Hondarribia, recrea paisajes cercanos y queridos, en una nueva muestra de su cariño por la tierra vasca. Eso sí, su paleta de colores continúa siendo alegre y vital, con una clara predilección hacia el verde de los montes de Euskal Herria y el azul del Mar Cantábrico.
De los cuatro elementos naturales, Otaño destaca su arraigo a la tierra, construyendo obras con poco espacio para el cielo y un amplísimo porcentaje para el sólido elemento, en una especie de prolongación del cordón umbilical entre el ser humano y el terruño que le acoge, máxime para quien ha sufrido en su propia carne el exilio. Además, el momento temporal seleccionado es el crepúsculo, acaso una metáfora del atardecer de la vida. El punto de fuga de las composiciones de sus cuadros remite al horizonte, siendo frecuente la distribución de elementos en forma piramidal.
El elemento más característico de la creación pictórica de la hija del pintor y caricaturista Celedonio Otaño es la amalgama de colores que emplea, así como el modo de utilización. Tonos primarios –azul o amarillo- y secundarios –verde, suma de los anteriores-, con una tendencia a los coloridos fríos, pese a algunos destellos rojizos. También ese gusto por la tierra madre hace que emplee el marrón. El uso de la paleta de colores evoca a Cézanne y también, a la corriente pictórica fauvista, que destaca por su fiereza cromática. En su camino iniciático por el color, Sara Otaño sigue los consejos de su progenitor: buscar su propia senda de crecimiento, a través de la pintura y del propio instinto. Emoción, observación, intuición, interpretación y experimentación son las herramientas de la pintora bergaresa. Su obra, una oportunidad de conocer su trasunto interior por medio de estampas típicas de la tierra vasca y de sus bodegones.
Ramuntcho Robles Quevedo