395 Zenbakia 2007-05-18 / 2007-05-25
Néstor Basterretxea también es una de esas muchas personas que conocieron al músico Aita Madina. Coincidió con él en Argentina, en el espectáculo Saski-Naski, y de esa época de su vida Basterretxea guarda un bonito recuerdo. En este número especial sobre Aita Madina en Euskonews & Media no hemos querido desaprovechar la oportunidad de preguntarle por su amigo Madina. Aita Madina y Saski-Naski
Néstor Basterretxea. Conocí a Madina estando refugiado en Argentina, después de la guerra; éramos los perdedores, marchamos y viví allí durante 11 años.
Me encontré con un grupo, la sociedad “Laurak Bat” de Buenos Aires, que era una entidad antigua donde había gente mayor, de vascos que habían ido a Argentina y mantenían una cierta amistad, un restaurante, el mus... Pero cuando llegamos nosotros, los hijos del éxodo, llegamos con otros ímpetus, otras ideas... y se nos ocurrió organizar una reposición de Saski-Naski, un grupo folklórico notable y muy popular que ya existía en Gipuzkoa.
Luis Mujika, que era el director de todo aquello, nos reunió a muchos jóvenes entusiastas; yo, por ejemplo, era dantzari, decorador...
Pero el Saski-Naski requería de un músico bueno y, la verdad es que no sé cómo, apareció por allí el padre Madina que era de la orden lateranense, con una escuela muy importante en la ciudad de Salta y con convento en Buenos Aires.
Fue un hombre encantador; el hombre más fácil de trato, sin duda de lo más profundo, más imaginativo, más elegante de espíritu, su música es deliciosa... Así, formamos un equipo, un poco gerencial, con Madina, el donostiarra Luis Mujika y yo mismo.
20 chicas y 20 chicos, txistularis... y para superar esa cosa inmediata y espontánea de los bailes, hicimos un guión de un espectáculo montado por partes y con una cierta ligazón entre unas y otras formas. Y aquello fue creciendo en autoridad, en precisión, en mejor cantar y bailar y siempre Madina detrás de todo eso, bueno, mejor dicho, muy delante de todo y dotando al espectáculo en gran parte, de música de él y en otra parte, de música vasca ya conocida. Retrato
La amistad con Madina fue una amista muy intensa, agradable. Recuerdo que en una ocasión le hice un retrato, actualmente está en un caserío de unos parientes suyos en Oñati. Anécdota de los murales de Salta
Francisco de Madina Igarzábal. Tuvimos ocasión de ir al colegio de Salta, era muy importante porque todos los científicos y políticos de la provincia de Salta se habían formado allí y había un gran acercamiento y comprensión hacia lo vasco.
Me invitaron a estar allá en verano y dormía solo en una habitación enorme, para 100 alumnos. Pinté unos murales monocromos en sepias, de la vida de Cristo. Recuerdo de un detalle que tiene cierta gracia:
Como me manchaba las camisas y los pantalones me dejaron una sotana vieja para pintar. Me acostumbré a la sotana y no me daba cuenta de que la llevaba puesta. Para descansar salía a la puerta a ver cómo pasaba la gente, y cuando pasaban las chicas guapas les echaba piropos... ¡y se corrió la voz de que había un cura muy fresco que echaba piropos a las chicas! Se armó un revuelo y el Padre Madina me decía “¡pero quítate la sotana, por lo menos!”.
Una época muy bonita de mi vida. Recuerdo que pasó por allí, por Salta, a dar una conferencia el gran poeta Leon Felipe, y nos reunimos en una amistad grande. Era un poeta fenomenal, muy antifranquista, muy como todos los que estábamos allí. Abandono de Saski-Naski
Hay un momento en el que sí, tras recorrer Argentina, Uruguay... yo abandoné. No sé si porque era muy alto y me decían; “¡en escena apareces enorme!”. Total, que dejé aquello aunque lo seguí de cerca hasta que me volví aquí y me casé con una argentina hija de vascos. Perdí el contacto con ellos. Gran recuerdo de la época de Saski-Naski Un gran recuerdo, muy animado, muy de verdad. Además, Argentina es el país que, curiosamente, mejor guarda la memoria de lo vasco. Entonces creo que había más de 50 centros vascos y hoy hay más de 70. La memoria vasca es Argentina y eso facilitó mucho la acogida de Saski-Naski y nuestra presencia allá. Realmente fueron unos años muy felices, de mucha actividad y Madina estaba siempre allí a la cabeza de lo más importante, que era la música. Las piezas que inventó Madina para el Saski-Naski eran lo más significativo y lo más culto de todo, eso es verdad.