342 Zenbakia 2006-04-07 / 2006-04-14
El importante incremento del colectivo de las personas mayores (44% desde 1950 a 2020), principal cambio sociodemográfico en la actualidad, con una cada vez mayor esperanza de (en 1980 72,5 años en Varones y 78,61 en Mujeres y en 2002, 76,6 y 83,36 y en 2020 de 79,8-86,04) está provocando un rápido incremento de las situaciones de dependencia, esto es, situaciones en las que la persona necesita de ayuda de una tercera persona para desenvolverse en la vida diaria, y por tanto de necesidades de apoyo social.
Sin embargo, esto ocurre en paralelo a los cambios en los patrones familiares y culturales con la incorporación de la mujer al mercado laboral, el cambio en los patrones familiares con un claro dominio de la familia nuclear frente a la familia extensa de hace unos años y la tendencia clara y progresiva a la disminución del apoyo social natural o informal. La intersección entre ambas tendencias está provocando una necesidad de replanteamiento de las políticas sociales de los países de la Unión Europea. Foto: Daniel Bayona (chilombiano@gmail.com).
Los países nórdicos y centroeuropeos ya hace unos años que han comenzado a establecer Sistemas de Atención a la Dependencia mientras que los países del sur y mediterráneos recientemente se lo están planteando, como en el caso del estado español donde se sigue con sistemas asistencialistas y subsidiarios al sistema sanitario.
En definitiva, estos sistemas pretenden establecer en el marco del denominado estado de bienestar sistemas de aseguramiento, financiación, planificación y cobertura de la atención socio sanitaria a esta nueva contingencia que supone la dependencia y necesidad de ayuda.
El desarrollo de este sistema en España que se esta gestando en la actualidad exigirá la creación de diferentes recursos y sobre todo el incremento de la cobertura e intensidad en la atención tanto en la comunidad y a domicilio (Servicio de ayuda a domicilio, tele asistencia etc.) , recursos intermedios (como apartamentos tutelados, centros de día y de noche, etc.) y especializados (como residencias, centros socio sanitarios, etc.), la adecuación de los existentes, así como la preparación de diferentes profesionales de atención directa, atención e intervención social, psicosocial, y sanitaria especializados en estos campos de la discapacidad y dependencia, (Según estimaciones del libro blanco para el 2010 se quiere atender con recursos formales al 71,1% de las PPMM dependientes en sus distintos grados. El apoyo informal se ocuparía del 28,9).
Gran parte de los recursos sociales existentes actualmente deberán ser reconvertidos hacia la dependencia y hacia los cuidadores para que puedan seguir ejerciendo esta función así como en relación a la atención a las personas mayores autónomas hacia la prevención de la discapacidad y dependencia y hacia un envejecimiento exitoso y competente más allá de la mera salud y habilidad.
Mientras tanto los profesionales de los servicios sociales se debaten en el dilema de hacer frente y dar respuesta al modelo asistencialista actual de respuesta a la demanda especialmente en los servicios de base lo que en muchas ocasiones imposibilita una actuación profesional adecuada por la importante presión que esta demanda ejerce sobre equipos profesionales en ocasiones escasos e insuficientes y en un marco de política social corto placista.
Desde un modelo de atención e intervención psicosocial se debe poner el foco de la atención e intervención en el núcleo familiar, a partir de lo que conocemos de los modelos sistémicos y estructuralistas de intervención con familias, sobre el sujeto a partir de los modelos de calidad de vida orientando nuestras actuaciones a mejorar la autodeterminación de las personas (a través de la mejora o mantenimiento de sus competencias vía entrenamiento, ayudas técnicas, servicios personales) , su seguridad y sus derechos, y sobre la comunidad (no lo olvidemos) creando estructuras, equipamientos y redes de apoyo social que permitan la mayor competencia de la misma para generar calidad de vida, riqueza, y afrontar sus problemas de la mejor manera. Foto: Daniel Bayona (chilombiano@gmail.com).
Para lograrlo los profesionales de este sector y el propio sector necesitan de una actualización de los curriculums educativos y profesionales una revisión del papel de los mismos en los equipos profesionales e interdisciplinares en que se insertan desde un modelo de gestión por competencias que permita consensuar desde las competencias esenciales y genéricas de este ámbito, así como las competencias técnicas y habilidades emocionales y relacionales necesarias para el mejor desempeño de estos puestos.
Un análisis profundo de las necesidades de estos profesionales y de los equipos de atención e intervención con personas mayores seguramente revelará las necesidades no cubiertas todavía de cada uno de los niveles asistenciales desde los servicios sociales de base, los ayuntamientos, los centros sociales, los servicios de ayuda a domicilio y de atención en la comunidad, así como en los centros más especializados como centros de día, centros residenciales, socio sanitarios y hospitalarios. Se necesitan más recursos en los servicios sociales de base, se necesitan técnicos específicamente dedicados y o orientados a la atención a las personas mayores en los ayuntamientos (al igual que existen para otras circunstancias y contingencias), se necesita un plan de formación específico de estos profesionales de todos y cada uno de los niveles asistenciales pues cada vez van a interactuar y tener que dar respuesta a más problemas relacionados con la edad y en general ni los profesionales de servicios sociales ni los de otros ámbitos están preparados para las especificidades que se presentan en estos casos.
Sería importante analizar y darles el papel central que deben tener estos profesionales con un mayor reconocimiento y valoración de su cometido, dejando de lado los modelos caritativos, asistencialistas, hosteleros, clínico asistenciales... anteriores, que aunque han podido cumplir su papel en este momento están claramente desfasados y la adopción de un modelo psicosocial que demuestra su eficacia y eficiencia desde hace año en otros países y en determinados casos y experiencias en nuestro país. Desde el reconocimiento y la puesta en valor de este sector debe iniciarse una política decidida de potenciación del mismo y de los profesionales que actúan en un sector estratégico en nuestra sociedad en un momento de envejecimiento sociodemográfico radical en el que el compromiso intergeneracional, la incorporación de la protección a la discapacidad y dependencia y el apoyo a los sistemas familiares cuidadores van a ser decisivos para lograr y mantener la cohesión social y los recursos necesarios para garantizar una calidad de vida en lo personal, social y comunitario.