312 Zenbakia 2005-09-02 / 2005-09-09
H Cubierta del número 1 de la revista Hermes. Enero de 1917. ermes era el dios de los viajeros. Era frecuente ver su imagen en los cruces e indicadores de cambios de sentido. Y es que la misión de esta divinidad consistía precisamente en llevar los mensajes de un lado para otro. Pero no es nuestra intención salir de viaje; en estos momentos, no tenemos el propósito de viajar hacia ninguna parte. O puede que sí. No en el espacio, pero sí en el tiempo. Aprovechando la celebración de un aniversario, organizaremos un viaje literario acompañados por Hermes, ya que una especial revista editada hace ochenta y tres años en Bilbao llevaba precisamente el mismo nombre que el dios.
El mensaje de Hermes se basaba en el proyecto cultural de Jesús de Sarría y otros cuantos abertzales heterodoxos (Esteban de Isusi, Ramon de Belausteguigoitia, Alejandro Sota, etc.), que deseaban vencer los prejuicios culturales y políticos que reinaban Euskal Herria y abrir paso a otras influencias, corrientes y opiniones.
El primer Consejo de Dirección de Hermes estaba integrado por Ignacio de Areilza, Jose Félix de Lequerica, Joaquín Zuazagoitia y Jesús de Sarría. La ilustración de la portada corría a cuenta de Aurelio Arteta, autor del Mercurio de Juan de Bolonia; es decir, de la imagen que preside el edificio del Banco de Bilbao-Vizcaya, dando a entender que las alas de Mercurio o del Hermes griego eran el mejor de los medios para transportar ideas. Jesús de Sarría explicaba con estas palabras la razón por la que se decantaron por Hermes: “A la acción se une el pensamiento. Y esa unión feliz, a la que, como ningún otro pueblo, llegó el ateniense, es el sendero por el que sube el carro triunfal de la grandeza. He aquí la causa de que nuestra revista invoque a ‘Hermes’: Hermes –llamado por los romanos Mercurio– que decora y protege las cúpulas de tantas bolsas y centros comerciales y los vestíbulos de los grandes gimnasios, es también mensajero alado de las ideas y patrón de la elocuencia”. El reto del nacionalismo vasco
Portada de la revista Hermes. El mismo año en que la revista nacía, en 1917, tuvieron lugar importantes acontecimientos políticos. En enero, por ejemplo, el líder de la Lliga Regionalista Catalanista, Francesc Cambó, en una sonada visita realizada a Bilbao, lanzó duras críticas al centralismo, al tiempo que ensalzaba las particularidades de Euskal Herria y Cataluña. En abril de ese mismo año, el nacionalismo vasco obtuvo, por mayoría y por vez primera, Diputación Foral de Bizkaia, siendo nombrado presidente de la misma Ramón de la Sota y Aburto, el hijo del naviero.
También el proyecto Hermes va a encarnar y promover un nuevo nacionalismo basado en las innovadoras ideas propugnadas por Eleizalde, dirigente del CNV. Así, el propósito de los impulsores de este proyecto se traduce, desde sus inicios, en “la incorporación al nacionalismo vasco de las ideas democráticas revigorizadas por la Primera Guerra Mundial, a la modernización democrática de la ideología nacionalista”.1
En opinión de Fusi, la labor de los impulsores de esta revista “fue en extremo intensa, y aunque es cierto que sus ideas suscitaron no poca atención dentro y fuera del nacionalismo, ninguno de ellos tenía cargos de responsabilidad estrictamente propagandística e individual, aunque ello no disminuyó el interés que tuvo en el debate sobre y en el nacionalismo”.2
Luis de Eleizalde mantendrá durante estos años una estrecha amistad con Sarría, quien le dedicará su libro Ideologías del Nacionalismo Vasco. En cualquier caso, pese al enorme respeto mutuo, no todos los promotores heterodoxos del proyecto Hermes comulgaban con las propuestas planteadas por Eleizalde, o, al menos, tenían sus dudas con respecto a temas como la cuestión lingüística, el restablecimiento foral o la postura en contra de la independencia.
Jesús de Sarría. Si bien el proyecto de la revista fue concebido y financiado por los nacionalistas, el director Jesús de Sarría afirmaba que “para nosotros no hay más que vascos (...) Hermes es una escuela de civismo y de solidaridad entre los vascos (...) A Hermes lo ha hecho Bilbao. Cada uno de los hijos de la Villa, desde el pensador hasta el joven sportman, lleva en sí ese secreto instinto. Unos lo llaman liberalismo y otros panvasquismo, acullá industrialismo. Todo es semejante, idéntico en la esencia: ambición de predominio y creación perdurable, deseo devorador de grandeza”.3
En este sentido, la revista nunca hizo mención especial al nacionalismo; cuando disertaba sobre esta ideología, lo hacía dentro de la pluralidad, sacando a relucir los debates que se planteaban en su seno.
En los números 51 y 52 dedicados a Sabino Arana, por ejemplo, así como en el artículo que recogía su conferencia de Larrazabal –donde platicaba sobre el lema “Jaungoikua eta Lagi-zarra”– explicando el origen de la palabra “Euzkadi”, se recogen las dispares impresiones de Arturo Campion, Luis de Eleizalde y del propio Sabino sobre el nacionalismo.
Por otro lado, la perspectiva ideológica que Hermes adoptó coincidía, en gran medida, con la de Landeta; es decir, del nacionalista que más crítico se mostraba con Sabino Arana. Hermes: una revista excepcional
Ramón Belausteguigoitia. Sin miedo a equivocaciones, se puede afirmar que Hermes no tenía rival entre las revistas que por aquel entonces se editaban en España. En sus páginas se publicaron artículos de autores como Unamuno, Baroja, Maeztu, Ortega, Juan Ramón Jiménez o Basterra; se presentó por vez primera a Rabindranath Tagore en castellano; y dieron a conocer escritos originales de Ezra Pound.
Hermes dedicó un número entero a Jesús Guridi y a su drama lírico Amaya, y otro al escritor Antonio de Trueba. También publicó números extraordinarios sobre Gipuzkoa, sobre el Congreso de Eusko Ikaskuntza/Sociedad de Estudios Vascos celebrado en Oñati y sobre acontecimientos culturales de relevancia, como la Exposición Artística Internacional de Berastegi.
En los apartados literarios y culturales de Hermes, participaron plumas como la de Salvador de Madariaga, Symons, D’Ors o Chesterton; de hecho, en los años en que la revista era considerada como una de las mejores y más prestigiosas publicaciones del mundo, incluso solía ser traducida en Oxford y Cambridge.
Las publicaciones constaban de unas cien páginas en total. En la sección “Galería de Valores” de cada número, se ensalzaba la figura de un renombrado vasco, como por ejemplo autores de la talla de Ramiro de Maeztu, Pío Baroja o Unamuno, el empresario Víctor Chávarri, el ingeniero Evaristo Churruca, artistas como Zuloaga o los hermanos Zubiaurre, pintores como Darío de Regoyos o Adolfo Guiard, el escultor Nemesio Mogrobejo, el médico Nicolás Achúcarro, o el antropólogo Telesforo de Aranzadi.
Alejandro de la Sota Aburto. En este contexto, cabe destacar la presentación realizada en el tercer número de la revista a la figura de Ramón de la Sota, financiero de Hermes gracias a la publicidad sufragada a través de las empresas “Cía Naviera Sota y Aznar”, “Duro Felguera” o “Euskalduna”, al pie de cuyo retrato Jesús de Sarría suscribía lo siguiente: “El hombre que honra hoy nuestras páginas tiene timbre suficiente para perpetuarse; es el poderoso naviero que construye y rige flotas que hacen rica a Vizcaya, y al hacerla rica dueña de sí, y a cada vizcaíno libre en su hogar.”
Hermes contaba asimismo con un poeta, Ramón Basterra, diplomático que trabajaba en las embajadas españolas del Vaticano y de Bucarest, cuya principal obra poética editó. Más tarde, tras su muerte en 1928 en un sanatorio, fueron Rafael Sánchez Mazas y Pedro Mourlane Michelena quienes dieron a conocer su poesía posmodernista. En cualquier caso, el proyecto Hermes acogió en sus páginas otra serie de corrientes poéticas, como por ejemplo los poemas religiosos del sacerdote Francisco de Iturribarria o de Fernando de la Quadra Salcedo.
También la pintura vasca fue difundida en la revista, en bien de las obras de Zuloaga, Arteta, Regoyos, Echeverría o de los hermanos Zubiaurre.
Puestos a hablar sobre el proyecto Hermes, no debemos olvidar a Alejandro de la Sota, el más joven de los hijos del naviero, graduado en Literatura por la Universidad de Cambridge, y uno de los colaboradores más fieles de la revista. Sus narraciones describen a las mil maravillas la sociedad bilbaína de principios de siglo, reflejando de manera sublime el ambiente que se respiraba, por ejemplo, entre las modistas de Bilbao, el Puente Colgante, las bañistas de Igaretxe, las corridas de toros de Semana Grande o los restaurantes de la capital vizcaína. En memoria de Jesús de Sarría
El cerebro y alma de Hermes, sin embargo, fue Jesús de Sarría. Dicen de él que era un hombre de baja estatura, miope y nervioso, y que le gustaba exhibir chalecos exóticos. Nacido en La Habana, en el seno de una familia euskaldun, era abogado de profesión, aunque no tenía vínculos con la oligarquía financiera. Vivía en Algorta, junto con sus dos hermanas solteras. Era vicesecretario del Ateneo, y participaba en las tertulias de “Lyon D’Or” y “La Bilbaína”.
Los escritos de este nacionalista heterodoxo versan sobre el desasosiego nacional, la lengua, la historia, y el comportamiento y pensamiento humanos. Sostiene que existe una forma de ser vasco, que él define como “genio”, y que nos distingue de las personas de otras zonas. De esta manera, califica como “sustantivamente vascos” a personajes como Loiola, Unamuno, Baroja o Maeztu. En cualquier caso, pese a ser una ferviente defensora del euskara, Hermes apenas publicó artículo alguno en esta lengua.
La revista reflejaba los cambios que se iban produciendo en Bilbao; se convirtió en testigo de las oportunidades que la Primera Guerra Mundial brindaba, de la vida cultural que prosperaba de la mano del progreso económico. En su deseo de conceder más relevancia que nunca a la creación literaria y artística, la revista hizo un lugar entre sus páginas a las corrientes vanguardistas del pensamiento moderno, con la participación de escritores y artistas de excepción.
De este modo, Hermes dejó atrás la imagen folclórica que se asociaba con la condición de vasco, otorgándole una expresión más urbana y, mediante la superación de prejuicios y posturas ofuscadas, quiso dotar a la cultura vasca de una perspectiva más amplia y plural. Tal como Pedro Escalante afirma, podemos decir que Hermes fue “un intento de integrar las diversas formas de entender el hecho vasco, busca lo que denomina la civilidad del País Vasco, la raíz de caracteres que permitan mostrar y afirmar la conciencia específica de los vascos, y se basa en un deseo riguroso de apoyar el reconocimiento de la cultura vasca, comprendida en una concepción más amplia y plural, de entender todas sus manifestaciones, incorporar la tradición lingüística, ideológica e intelectual y debatir las concepciones de la realidad histórica y cultural del pueblo vasco sobre la que se enfrentan posiciones opuestas”.4
Hermes nació en un momento de euforia económica, en la época en que la riqueza alcanzó sus mayores cotas, y así como el inicio de la guerra favoreció su progreso, el término de la misma daría comienzo a su decadencia, ya que todo el mundo que la revista fue construyendo empezaría a derrumbarse justamente al ser declarado el final de la guerra. El primer número de la revista Hermes fue publicado en enero de 1917, y el último en junio de 1922. Se editaron ochenta y ocho números en total. El día 27 de aquel mismo mes, Jesús de Sarría se quitó la vida en la sede de la revista, tirándose desde el tercer piso del portal nº 18 de la calle Correo. Tenía 35 años. 1 Juan Pablo Fusi, “Introducción” a la reedición de Hermes, página XVI. 2 Ibidem. 3 Hermes, Revista del País Vasco, número 11, noviembre de 1917. 4 Pedro Escalante, 1989: HERMES, Revista del País Vasco, Colección “Temas Vizcaínos”, año XV, nº 177, Bizkaiko Aurrezki Kutxa.