3 Zenbakia 1998-09-25 / 1998-10-02

Gaiak

Algunas cuestiones sobre el paisaje

ASKASIBAR, Miren

Algunas cuestiones sobre el paisaje Algunas cuestiones sobre el paisaje *Traducción al español del original en euskera Miren Askasibar Si al dar comienzo a una nueva tarea lo correcto nos parece hacerlo desde el principio, en el caso del paisaje lo lógico sería partir de su definición; pero si es cierto que en cualquier ámbito resulta difícil empezar desde el principio, es decir, desde los conceptos fundamentales, lo es aún más en el ámbito paisajístico, ya que nos encontramos con poca unanimidad en su propia definición. Confiando en que el ahondar en los fundamentos de estas desavenencias resultará más útil que ir mencionando una por una las diferentes definiciones, se ofrecen a continuación algunas reflexiones sobre los componentes más importantes del paisaje. El paisaje consta de elementos que se extienden en diferentes dimensiones. Por un lado, el paisaje tiene una dimensión física objetiva en la que predomina el relieve o geomorfología. El relieve es el soporte del paisaje, es la base de sus elementos y procesos. Los elementos, factores y procesos que aparecen en esta dimensión pueden ser objetivamente analizados: pueden estudiarse las fuerzas creadoras del relieve de un paisaje; la composición del suelo y de las piedras; conocer los ríos que atraviesan el paisaje; examinar la vegetación del paisaje; o analizar los diferentes usos que el ser humano hace de la tierra. Además, muchas veces es posible cuantificar o medir los elementos y factores: el pH del suelo puede especificarse mediante un número; el caudal de los ríos puede calcularse en litros por segundo; pueden contarse las especies que conforman la vegetación y el área que ocupan; ennumerarse los habitantes; contarse los terrenos y tipos de cosechas; o distinguir los colores del paisaje y fijar la longitud de las ondas. Pero, a pesar de que todo lo citado forma parte del paisaje, el paisaje no es mera geomorfología, ni mera hidrología, ni mera edafología, ni mera botánica, ni mera ecología, ni mera demografía,ni la simple suma de todas esas ciencias y la sabiduría de muchos otros, aun siendo ello bastante difícil. El paisaje refleja las interacciones de estos componentes y las acciones de los seres humanos, y la primera interacción que el humano tiene con su entorno es la mirada. Esto nos lleva a la segunda dimensión del paisaje: la dimensión subjetiva y cultural. La percepción, la mirada, es una acción activa, porque el humano interpreta lo que ve ante sus ojos; es decir, que crea en su mente un paisaje que va más allá de la suma de elementos de carácter objetivo como son sus experiencias, reflexiones, estudios, aficiones, oficio, cultura, etc. Partiendo de esta dimensión, los humanos atribuyen a los paisajes valores tanto afectivos, como de identidad, estéticos, simbólicos, espirituales, etc., pudiendo algunos de éstos incluso medirse, como ocurre con el valor económico, pero lo cierto es que la mayoría son incuantificables o difíciles de cuantificar. El proceso de atribuir valores al paisaje se inició en la era prehistórica, al empezar el ser humano a elegir lugares concretos para vivir y enterrar a sus muertos, y actualmente continúa. Evidentemente, esta dimensión no se adecúa bien a las metodologías utilizadas por las ciencias que examinan los componentes físicos del paisaje; no es fácil de cuantificar, las leyes que dirigen las vías de percepción no resultan fáciles de esclarecer. No supone un grave obstáculo mientras se tenga por finalidad el conocimiento del paisaje; sin embargo, al valerse del paisaje para otros propósitos sociales, entonces sí que surgen los problemas. Por ejemplo, el paisaje es un concepto muy útil en la organización territorial o en la política de conservación, pero éstos se basan en cuestiones de carácter objetivo, en factores medibles. Así, al contar con el paisaje para finalidades relacionadas con la planificación, esta dimensión subjetiva suele en general abandonarse. El paisaje tiene asimismo una dimensión temporal. Por un lado, el carácterobjetivo del paisaje varía tanto durante el día como en las estaciones: cambian sus colores, el caudal de los ríos que transcurren por él, la cosecha de cada temporada es diferente, etc. Por otro lado, también la dimensión subjetiva de quien observa el paisaje se transforma con el paso del tiempo, ya que las experiencias de las que una persona se vale para interpretar el paisaje se innovan. Pero lo que otorga una dimensión temporal al paisaje es principalmente su característica acumulación, dado que en el paisaje se puede "leer" la relación existente entre el ser humano y el entorno, tanto la relación del pasado como del presente, así como algunos factores que condicionarán la futura relación. En este sentido, el paisaje es como un libro que ayuda a entender la actitud que el ser humano ha tenido respecto a su entorno. Mientras que el humano ha tenido una reducida capacidad tecnológica y los grupos humanos han sido en el espacio y tiempo unidades más limitadas que en la actualidad, este libro ha ido escribiéndose transformando las primeras "hojas", y ha sido posible distinguir el texto original de las notas escritas en los márgenes; pero en este último siglo cantidad de paisajes han sufrido violentos cambios y han surgido nuevos paisajes. Así, a medida que se ha ido desarrollando la capacidad tecnológica y debilitando la dimensión subjetiva del paisaje, así como estandarizándose, muchas de las hojas de este libro que atesora el paisaje se han perdido, a veces incluso capítulos enteros. Además, el paisaje tiene la peculiaridad de la retroalimentación o feedback; además de reflejar la actitud que el ser humano tiene respecto al entorno, influye en ella, y al mismo tiempo que la dimensión indicadora del paisaje se debilita, lo mismo ocurre con la dimensión subjetiva que le conceden los seres humanos; es decir, que a medida que el paisaje pierde la aptitud de indicar de dónde procede y dónde va el ser humano, también éste último pierde la capacidad de entender el paisaje.Quizás lo más preocupante sea esto último; mientras el humano conserve la capacidad de entender y sentir el paisaje, podrá apropiarse de los nuevos paisajes que surjan, pero de perderse tal capacidad, el ser humano se sentirá extraño en el mundo. Miren Askasibar, ex Basque Fellow en Oxford