291 Zenbakia 2005-03-04 / 2005-03-11
Hace pocos meses tuve una experiencia fabulosa. Por primera vez, un grupo de música de Huarte, Navarra, llegó a nuestro país y durante dos semanas viajó por los Centros Vascos, dejando un mensaje de alegría y optimismo en todos los lugares donde actuaron.
Tomé contacto con ellos hace poco mas de un año. Buscando por mail distintos grupos de música que tuvieran grabaciones, llegué a la página de la Fanfarre. Le escribí al director Jokin Azparren pidiéndole si era posible que me enviaran un CD para el Grupo de Danzas de mi Centro. La contestación fue “... por correo te haremos llegar nuestra música. Si además quieres que os visitemos, solo tendrías que fijar unas fechas y garantizarnos el transporte, la comida y un sitio donde dormir...”.
Me pregunté por qué no hacer lo posible porque vinieran y empecé a organizar éste proyecto que comenzó como una broma. El 20 de Agosto del 2003 mandé mi primer correo y poco después ya tenía en mente la forma de realizar toda esta tarea de armado de una gira que nunca supuse que se haría.
En un viaje al Centro Vasco del Chaco, en donde realicé un taller de danzas, hablé con el secretario Fabio Echarri de mi proyecto, y me dio un sí rotundo. Luego hablé con Elvira Guruceaga del Centro Vasco de Chacabuco, con Federico Borrás de Urrundik en Paraná. Nekane Olazar del Centro Vasco de General Villegas. Y así se fueron sumando las respuestas positivas de Mónica Azpiazu y María Ester Arrondo del Centro Vasco de Laprida, Darío Artiguenave del Centro Vasco de Rauch e Ignacio Sagastume del Centro Vasco de Suipacha.
Quedaba por solucionar una actuación en la Capital Federal, lamentablemente mi Institución (Centro Vasco Francés) carecía de un lugar adecuado para una actuación.
Así fue como tomamos contacto con gente de Cultura de la Ciudad de Buenos Aires, que se mostraron interesados en este proyecto. Y de esa manera lograr una actuación en la Sala de Representantes, en la Manzana de las Luces, pleno corazón de la Ciudad de Buenos Aires. A esas alturas era como un sueño que se estaba realizando, sin haber pensado demasiado en los pros y en los contras, fue algo que se dio, desde el primer momento.
Con Jokin solíamos escribirnos todas las semanas dándonos las noticias de cómo iba el viaje. Creo que ambos estábamos, contentos, ansiosos y todavía sin creer que todo se estuviera dando sin esfuerzo.
Fue Jokin quien medio en broma, medio en serio, me nombró su representante dejando en mis manos toda la preparación del viaje.
Dice su mail, “Hemos bautizado nuestro viaje como ETXEZ-ETXE y nos gustaría que, si pudieras, fueras tú, nuestra acompañante y guía en los días que dure nuestra estancia”.
Recuerdo que cuando leí esa frase, sentí una emoción inmensa dentro de mí, junto con una alegría muy difícil de explicar. Sentí un peso muy grande de responsabilidad y, también los miedos, que siempre se encuentran como agazapados, esperando apoderarse de nosotros.
Durante los diez meses en que nos intercambiamos correspondencia logramos hacernos buenos amigos. La última carta de Jokin antes de su venida fue el 23 de Junio, con los pequeños detalles finales y la mía, el día siguiente dándoles la bienvenida a mi país.
A partir de ahí comienza una historia, para mí, muy querida, increíble y que jamás olvidaré.
Había llegado el día tan esperado, era el viernes 25 de Junio y me encontraba en el Aeropuerto de Ezeiza. Muchas cosas pasaban por mi cabeza, recordaba todo los mails que nos habíamos mandado, la cantidad de preguntas y respuestas que habíamos intercambiado, mis comunicaciones con los Centros y los nervios del encuentro. Nos vimos, nos saludamos y entre ellos tuve la alegría de encontrar a Terentxo Arana, al cual había conocido hacia unos nueve años antes, cuando en un viaje al Centro Navarro de Buenos Aires junto a otros músicos y profesores del Grupo Kirikoketan había venido a dar un taller de danzas, me alegré mucho de encontrarlo nuevamente dado que ignoraba que venía en éste viaje. Marchamos en un minibus rumbo a Chacabuco, eran las 21 hs., y en el Centro Vasco nos esperaban alrededor de las 23.30 hs. La ruta estaba poco transitada, pero la neblina era espesa, había tramos en que apenas se veía el camino. Llegamos un poco tarde, pero sin embargo ahí estaban, la gente de Comisión Directiva y los chicos del grupo de danzas esperándonos con toda la cena preparada. Ese primer encuentro de la Fanfarre con la gente de la euskal etxea, fue muy especial.
Terminada la comida, prepararon los instrumentos, hubo un clima distinto de gran expectativa, pues en realidad nunca los habíamos escuchado en vivo, sólo en los CDs que nos habían mandado anteriormente. Afortunadamente las expectativas fueron plenamente satisfechas y la gente del Centro Vasco, y yo misma, quedamos encantados.
Al día siguiente, se efectuó la salida de la fanfarre desde la euskal etxea hasta la plaza tocando mientras el grupo de dantzaris, iban en kalejira. Fue un hecho muy especial caminar junto a ellos al son de la música. Por la noche era el aniversario del Centro Vasco, que lo celebraba con una gran cena en donde la fanfarre, Ardanbera, fue el actor principal.
Al día siguiente después del desayuno se partió a General Villegas, a 350 km., llegando al mediodía. Nos esperaban para comer no sólo la gente del Centro Vasco sino el grupo de danzas de Bahía Blanca que iba a compartir la actuación con ellos. En la noche la actuación fue magnífica, pues se creó una auténtica simbiosis entre el Grupo de Danzas de Bahía Blanca y la fanfarre, que con muy poco ensayo, ensamblaron perfectamente sobre el escenario, dando un auténtico espectáculo vasco de categoría.
Luego hubo actuaciones en Laprida, Rauch, Suipacha, éstas en la provincia de Buenos Aires, Rosario provincia de Santa Fe, Paraná provincia de Entre Ríos, y Resistencia provincia del Chaco.
En trece días realizaron una gira por 8 Centros Vascos, recorriendo aproximadamente 3000 km., más dos actuaciones en la ciudad de Buenos Aires. Durante estos días compartieron vivencias con los habitantes de los distintos pueblos, viendo paisajes tan diversos desde la llanura pampeana, hasta la selva misionera, dado que también conocieron, ésta vez turísticamente, nuestras Cataratas del Iguazú.
Lo importante es que llevaron su música por todos los Centros Vascos, dejando en cada lugar alegría y emoción, haciendo que en cada corazón vibrara ese sentimiento vasco que cada uno lleva muy profundamente. Instalaron en cada una de las personas que los vio y los escuchó el agradecimiento de haber vivido junto a ellos una sensación difícil de expresar. Como así en el corazón del grupo un sentimiento de felicidad y cariño por la forma en que fueron recibidos y agasajados. Jokin, me ha dicho del sentimiento que ha quedado en él, de sentir cada día que se despierta que aún sigue viajando por nuestra tierra y como continúa pensando en ella.
Asimismo nosotros continuamos recordando con emoción esos 13 días plenos de satisfacción y con la esperanza de volver a vernos nuevamente. Cada vez que me encuentro con compañeros de esos Centros Vascos rememoramos qué importante fue para todos esta experiencia, el poder tener un contacto directo con un grupo de música de Euskalerria, de vivir su calidez y hacernos sentir que estabamos un poco ahí.
Ardanbera me dejó además de su calidad musical, su calidez humana, el sentir su sencillez, su forma tan directa de expresarse, haber compartido sus alegrías y emociones, y que me hayan tratado como una integrante mas del grupo, ha sido para mí, vuelvo a decirlo, una experiencia invalorable. Quiero expresar mi más sincero cariño a cada integrante de la fanfarre por todo lo que me dieron en esos maravillosos días y a Jokin, que en uno de sus mails me hizo emocionar con la siguiente frase refiriéndose a Euskalerria, “esta tierra que como bien sabes, también es tuya”.