La desigualdad de género, un objetivo de la cumbre del milenio La desigualdad de género, un objetivo de la cumbre del milenio Itziar Hernandez Zubizarreta En los tiempos que vivimos es difícil hablar de las relaciones Norte Sur cuando ya no está tan claro quién es el Norte y quién el Sur. Un mundo complicado por las desigualdades entre pobres y ricos, mujeres y hombres, culturas minoritarias, guerras. Pero sí podemos afirmar que en todas las culturas hay gente poderosa y gente desfavorecida. La diferencia es que la poderosa tiene mayor acceso sobre los recursos materiales y la desfavorecida se halla privadas de bienes y servicios a los que los otra gente accede. Esto sin entrar en otros temas más ideológicos en los que los poderosos deciden por los demás sobre sus vidas, derechos, lo que es correcto y lo que no lo es. La realidad es que vivimos en dos mundos: el de las personas y el del mercado. El primero se mide por los parámetros del desarrollo humano y el otro por las leyes del mercado. El paradigma del desarrollo humano propuesto por el Programa de Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD) a finales de los 80, surge como alternativa a la tendencia dominante que propone el crecimiento económico como objetivo del desarrollo. El desarrollo humano se centra más en las capacidades de las personas para que puedan ampliar sus opciones y oportunidades, que en la producción de bienes para el mercado. La cooperación al desarrollo no se escapa a esta dicotomía y cada día más el nuevo contexto mundial marcado por el proceso de globalización y las políticas neoliberales repercute negativamente en temas como la participación de la sociedad civil en el desarrollo, la privatización, la desaparición de ONG pequeñas así como el énfasis en nuevas áreas de trabajo parece que ponen de manifiesto una disminución del interés hacia los temas ligados a la situación y posición de las mujeres. Este modelo, a menudo impone una despolitización de las prácticas e identidades de las ONG quehan surgido y se mueven en los espacios de los movimientos sociales. En particular afecta a las redes del movimiento de mujeres orientadas a un trabajo de incidencia política. A la larga produce un proceso de desmovilización que impacta directamente en la pérdida de poder de las mujeres. POLÍTICAS GLOBALES DESDE LAS MUJERES Sobre el papel central que ha desempeñado el movimiento internacional de mujeres en las conferencias y debates internacionales creo que no hay ninguna duda. La participación en los debates y en la elaboración de políticas ya está teniendo resultados incluso a nivel local aunque no sean siempre los deseados. Han transcurrido tres décadas desde las primeras voces en contra de la marginalidad de las mujeres en los procesos de desarrollo y se han logrado oportunidades para las mujeres (leyes igualitarias, cuotas, institutos de mujeres, reconocimiento internacional de los derechos...). También ha habido una proliferación de ideas feministas (en la cooperación al desarrollo, sindicatos, movimientos indígenas, universidades...). Sin embargo nos tendríamos que preguntar si todo esto ha supuesto un cambio en la vida de las mujeres cuando constatamos que aumentan los índices de pobreza, el fundamentalismo religioso, la guerra y como dice la senegalesa Maréma Touré "En África no hablamos de desarrollo sino de sobrevivencia que es la gran preocupación. La realidad es que las mujeres no pueden demandar nada a sus gobiernos porque tienen que combatir la pobreza". Desde comienzos de los años 70, profesionales feministas de organismos de cooperación al desarrollo constataban que las mujeres no se beneficiaban de igual forma que los hombres de los programas de ayuda implementados después de la Segunda Guerra Mundial. Influenciadas por el estudio de la economista Esther Boserup y otras investigadoras, se marcaron como primer objetivo "hacer visibles a las mujeres como categoría de análisis en los estudios y políticas de desarrollo". Los primeros resultados seplasmaron en la conocida corriente de Mujeres en el Desarrollo (MED). Hacer visible la contribución real de las mujeres a la economía y facilitarles el acceso a los recursos materiales sería suficiente para eliminar su marginación de los procesos de desarrollo, incrementar su eficiencia y romper los estereotipos y prejuicios de los planificadores y alguna planificadora para lograr una cooperación más equitativa. En poco tiempo se constató que el problema era algo más complicado que falta de información. Había una cierta acomodación, un reconocimiento simbólico, carente de presupuesto y compromiso político que generaba marginación en sus vidas y relaciones, en definitiva, les aislaban. En la mayoría de los casos el problema y la solución del mismo concernía única y exclusivamente a las propias mujeres y, a menudo era una sobrecarga para las mujeres implicadas en proyectos o programas que no cuestionaban las relaciones desiguales de género. A mediados de los años 80 surgió, a iniciativa de las mujeres del Sur, la corriente Género en el Desarrollo (GED) como reacción a la marginalización de programas y proyectos dirigidos a las mujeres. Con una clara insistencia en la necesidad de introducir las relaciones de género en la corriente principal del desarrollo, el objetivo GED es empoderar a las mujeres para mejorar su posición social respecto a los hombres y así lograr un cambio que beneficie y transforme la sociedad. A finales de los 90 y analizados los resultados alcanzados, se constató que no era suficiente con declaraciones políticas, acuerdos y compromisos internacionales, y que también era importante cambiar hábitos y actitudes en nuestro entorno. Es fundamental crear una conciencia de género que implique un cambio en la forma de ver la realidad, voluntad política institucional para crear condiciones necesarias para su puesta en marcha y por encima de todo consultar y escuchar a las propias mujeres. POLÍTICAS GLOBALES DESDE LOS ORGANISMOS INTERNACIONALES: ¿CONVENCIMIENTOO MÁS RETÓRICA? La Cumbre del Milenio convocada por la Asamblea General de las Naciones Unidas en el año 2000 estableció los objetivos del desarrollo para las primeras décadas del siglo XXI, que han sido adoptados por agencias y países donantes convirtiéndose en la referencia de lo que se considera posible y deseable del bienestar para los países en desarrollo. Entre los objetivos, el compromiso de superar las desigualdades entre mujeres y hombres constituye una responsabilidad internacional ya adoptada en la Declaración y Plataforma de Beijing en 1995. Como muestra un estudio del Banco Mundial ; por un lado, la pobreza aumenta las desigualdades entre mujeres y hombres y por otro, estas desigualdades distorsionan el desarrollo sostenible y son un obstáculo para la reducción de la pobreza: "Ignorar las desigualdades entre sexos tiene un coste elevado para el bienestar de las personas y para la capacidad de los países de desarrollarse de forma sostenible, gobernar eficazmente y así reducir la pobreza". Priorizar la igualdad entre mujeres y hombres en la cooperación al desarrollo es un principio de justicia social, eliminar las discriminaciones parte de los derechos universales, pero también es una forma de lograr la eficacia y eficiencia de la ayuda. Aparentemente hay consenso en admitir la necesidad de incorporar a las mujeres para una mayor igualdad y eficiencia de las políticas de cooperación pero la práctica nos muestra que hay una tendencia a "evaporarse" a la hora de implementarse. Es evidente que las causas y dificultades son de tipo técnico y político. Junto a una ceguera de género en la formulación de políticas y una cierta resistencia a incluir el género, existen otros factores técnicos como la falta de capacitación de técnicos y técnicas de procedimientos metodológicos adecuados a la planificación y presupuestos Para terminar me gustaría añadir que estos debates y acuerdos internacionales consensuados en base a propuestas del movimiento internacionalde mujeres, han servido para que: el balance sobre la situación y la importancia de las mujeres esté hecho los objetivos para acabar con la discriminación marcados los retos pendientes identificados y las propuestas y recomendaciones planteadas Sin embargo, nos quedan muchas preguntas sin contestar. Por ejemplo, ¿qué entienden los organismos internacionales por la tan cacareada incorporación de las mujeres al desarrollo?, ¿qué entienden por mainstreaming de género? ¿qué política y estrategias de género tienen en sus programas, proyectos y estructura organizacional?, ¿qué presupuesto existe para la institucionalización del género?, ¿tienen un área o departamento de género, número de personas y posición en la estructura de la organización?, ¿cuáles son los indicadores de impacto y qué evaluaciones han resultado?... Movimiento internacional de mujeres en referencia a las mujeres organizadas a nivel global con objetivos comunes y consenso para participar en las conferencias y foros internacionales. World Bank (2001), Engendering development through gender equality rights, resources and voice, The World Bank, Washington. Itziar Hernandez Zubizarreta, Hegoa. Instituto de Estudios sobre Desarrollo y Cooperación Internacional. UPV/EHU Fotografías: Están publicadas en la revista EMAKUNDE Nº28 Euskonews & Media 208. zbk (2003 / 04 25 / 05 09) Euskomedia: Euskal Kultur Informazio Zerbitzua Eusko Ikaskuntzaren Web Orria
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