166 Zenbakia 2002-05-10 / 2002-05-17

Gaiak

Piratas a la puerta de casa

RILOVA JERICO, Carlos

Piratas a la puerta de casa Piratas a la puerta de casa Carlos Rilova Jericó Sabemos gracias a excelentes trabajos como los de María Teresa Ferrer Mallol, Michel Iriart, Edouard Ducere, Pierre Rectoran, Enrique Otero Lana o, más recientemente, los de José Ramón Guevara o José Ignacio Tellechea Idigoras, por no citar algunas alusiones en determinados clásicos llamémoslos así como "Noticia de las cosas memorables de Guipúzcoa" de Gorosabel que el corsarismo nunca demasiado bien separado de la piratería , esto es, el asalto contra mercantes enemigos del estado que extiende la patente durante un periodo de guerra abierta, no era en absoluto desconocido para los vascos de Gipuzkoa, Bizkaia y Laburdi. Ataque de un Corsario Vasco a un barco inglés. (Ref. J. Nogaret: "Petit histoire du pays Basque Français"). Enciclopedia Auñamendi. La piratería, de la que muchas veces no distaban siquiera un paso el barco, capitán y tripulación que disfrutaba de una de esas patentes de corso, según parece, tampoco les fue desconocida. No al menos en mares difíciles de controlar como era el caso del Caribe, donde se desarrolló con extraordinaria fuerza ese fenómeno desde, poco más o menos, la llegada de Colón a América hasta comienzos del siglo XVIII, tal y como nos los contaron en su día Alexander Exquemelin o Daniel Defoe y últimamente Rafael Abella, Carlos Cidoncha o Cruz Apestegui. Sin embargo, ¿llegó a desarrollarse este fenómeno en aguas cercanas al litoral vasco e involucró a los vascos como responsables o como víctimas?. Algunos episodios muy bien documentados gracias a los fondos del Archivo Histórico de la Diputación de Bizkaia apuntan hacía un "sí" bastante rotundo. Don Vicente de Uribarri, vízcaino destacado a Flandes en misión diplomática del rey de España ante el Archiduque que regía esa dependencia de su imperio, por ejemplo, contaba en el año 1648 en carta escrita desde "Bruxas" a Pedro de Arteche el agitado incidente que habían sufrido a comienzos de ese año él, sus criadosy el capitán Eston y toda la tripulación del Mercader de Madrid pocos días después de salir a mar abierto dejando atrás la barra de Portugalete. Dos veces al menos combatieron contra corsarios irlandeses de la Confederación de Kilkenny alzada en armas contra el Parlamento inglés. Durante el segundo encuentro, que se prolongó en un combate de tres horas, los ojos del caballero vieron algunos hechos bastante equívocos que hubieran merecido entrar en las páginas de libros como los escritos por el doctor Exquemelin o Defoe. Ése podría ser también el caso de varios armadores de Hondarribia y San Sebastián en el año 1658, cuando una de sus fragatas asaltó al mercante holandés Esperanza, aprovechando la patente de corso que se les había extendido para combatir a la dictadura militar de Oliver Cromwell con la que en esos momentos estaba en guerra abierta su rey y señor natural. Durante la llamada Guerra de Holanda, iniciada en el año de 1672, las aguas del Golfo se convirtieron en uno de los principales frentes de la guerra de corso como no podía ser menos teniendo en cuenta que envolvía a una alianza de España y Holanda contra Francia. En medio de aquella confusión de asaltos y apresamientos perpetrados por numerosos corsarios con patente de los Estados Generales de la República holandesa o de su majestad católica aparece inevitablemente destacada la figura de Adrian Adriansen, capitán de la fragata Fuente Dorada, que por razones que muy bien podrían haber inspirado desde la musa Walter Scott por no hablar de la de Stevenson hasta la de Emilio Salgari, pasando, naturalmente, por la de Espronceda, decidió incumplir con su patente de corso y entrar de modo bastante decidido en lo que sólo merece el nombre de piratería. Carlos Rilova Jericó, historiador Euskonews & Media 166.zbk (2002 / 5 / 10 17) Eusko Ikaskuntzaren Web Orria