Una propuesta de periodificación del proceso de urbanización del País Vasco durante la Edad Media Una propuesta de periodificación del proceso de urbanización del País Vasco durante la Edad Media César González Mínguez Los investigadores, o investigadoras, que han tratado el proceso de urbanización del País Vasco en la Edad Media han hecho, por lo general, propuestas de periodización del mismo, no desde una perspectiva global, sino refiriéndose exclusivamente a cada uno de sus territorios históricos. Por otra parte, ni siquiera ofrecen el mismo número de cortes periodológicos, ni son coincidentes los argumentos justificativos de los mismos. Asumiendo ciertos riesgos, en alguna medida disculpables por el carácter provisional con que la ofrezco, trataré de hacer una propuesta global de periodización del proceso de urbanización del País Vasco. Dicha propuesta va a tener un carácter ternario, es decir, distinguiré tres etapas en tal proceso. La elección de este número es, por supuesto, arbitraria, aunque no es menos cierto que las divisiones ternarias tienen en Occidente un fuerte arraigo en la organización de cualquier conocimiento, en cuyo origen no es difícil encontrar algunos ecos de la primitiva cultura indoeuropea. Laguardia (Araba). La primera etapa se extendería desde principios del siglo XII hasta 1200, coincidiendo con un momento de crecimiento económico continuado y de desarrollo de las fuerzas productivas. En dicho año Guipúzcoa y Alava, con la excepción de Laguardia y su tierra, fueron incorporadas al reino de Castilla por Alfonso VIII. Vizcaya formaba parte del mismo desde algunos años antes, bien que como un señorío, cuyo titular, del linaje de los Haro, formaba parte del más selecto grupo de ricos hombres castellanos. En 1200 concluían de forma favorable para Castilla dos siglos, aproximadamente, de alternancia de la soberanía navarra o castellana sobre el País Vasco. Las iniciativas fundacionales de las villas en esta primera etapa corresponden principalmentea los reyes de Navarra, respondiendo a motivaciones de afianzamiento del realengo, defensa de la frontera y aseguramiento de la salida navarra al Cantábrico. El elenco de villas de fundación navarra, obra de Sancho VI y de Sancho VII, es el siguiente: Laguardia, San Sebastián, Vitoria, Antoñana, Bernedo, La Puebla de Arganzón, Treviño y Labraza. En Vizcaya la primera villa del señorío es Valmaseda, fundada en 1199. Las iniciativas castellanas en esta etapa se reducen a la concesión de un fuero señorial a Villafranca de Estíbaliz, hacia 1100, y de un nuevo fuero a Salinas de Añana por Alfonso VII, en 1140. La segunda etapa comprendería desde 1200 hasta 1295. El panorama general sigue siendo de crecimiento, pero en las dos últimas décadas observamos ya algunos síntomas de la crisis que se avecina en el sistema feudal. En los primeros años del nuevo siglo, Alfonso VIII, interesado en potenciar el desarrollo de la costa guipuzcoana, tanto por razones económicas como estratégicas, otorgó fuero a Fuenterrabía (1203), Guetaria (1209) y Motrico (1209). Pero el interior guipuzcoano y toda Alava vieron interrumpido a partir de 1200 el proceso urbanizador. Semejante paralización habría que ponerla en conexión con los acuerdos que Alfonso VIII establecería en torno a dicho año con la nobleza feudal alavesa y guipuzcoana, que hicieron posible la incorporación a Castilla de dichos territorios, pues los nobles alaveses y guipuzcoanos no sintonizaban para nada con el fortalecimiento del realengo navarro como consecuencia más inmediata del programa urbanizador diseñado por Sancho VI y Sancho VII. Fernando III respetó también tales acuerdos pues sus empresas militares en Andalucía desviaron los recursos humanos y económicos hacia esta zona, dejando prácticamente estancando el desarrollo urbano tanto de la costa como del interior del País Vasco, donde sólo se registran las fundaciones de Zarauz (1237) y Labastida (1242). Labastida (Araba). La situación cambiará radicalmente con AlfonsoX, que impulsará un ambicioso programa de creación de nuevas villas, cuyo objetivo esencial, aparte de los de índole política o estratégica, es asegurar los caminos que unían a Vitoria, que alcanzará en estos años un espectacular desarrollo, con la costa cantábrica. Durante el breve reinado de Sancho IV sólo se fundó Deva (1294). Durante este período en el Señorío de Vizcaya las fundaciones de nuevas villas se producen tanto en el interior como en la costa. Lope Díaz II (1214 1236) fundará Orduña, Bermeo y Plencia; Diego López III (1236 1254) Ochandiano y Lope Díaz III (1254 1288) Lanestosa. La tercera etapa se iniciaría en 1295, a partir del reinado de Fernando IV, viniendo a coincidir con la llamada Baja Edad Media, caracterizada en su primera parte por la grave crisis del sistema feudal, que se manifiesta principalmente a través de la contracción demográfica, las graves alteraciones de precios y salarios, la caída de las rentas señoriales y el incremento de la conflictividad social. Tales circunstancias, en principio, no parecen las más favorables para estimular la fundación de villas, pero en el caso del País Vasco no fueron obstáculo insuperable para que el proceso de urbanización continuara e, incluso, se intensificara, como es particularmente evidente en Vizcaya y en Guipúzcoa. En el primer caso, se fundaron 15 villas entre 1297 y 1376, frente a las seis que fueron fundadas en las dos etapas anteriores. Los cuatro últimos aforamientos vizcaínos Miravalles, Munguía, Larrabezúa y Rigoitia fueron hechos por el infante don Juan, heredero de la corona de Castilla, en quien vino a recaer la titularidad del Señorío de Vizcaya en 1370 , y que desarrolló una eficaz acción de gobierno en dicho territorio durante los años en que fue infante, hasta 1379. En Guipúzcoa se fundaron 15 villas entre 1310 y 1383, mientras que sólo 10 lo fueron en las dos etapas anteriores. El contraste lo ofrece Alava, donde fueron fundadas seis villas entre 1312, en que recibió fuero Berantevilla,y 1338, en que lo recibió Monreal de Zuya (Murguía), mientras que en las dos primeras etapas fueron aforadas 16 villas, a las que se puede añadir otras dos más, Villafranca de Estíbaliz y Portilla de Ibda. Muchas de las villas vascas fundadas en esta última etapa no responden a la iniciativa real sino a la de los propios pobladores, que buscan en el agrupamiento tras los muros de una villa la seguridad y protección que no les brinda el poblamiento disperso. Los criterios defensivos son determinantes en los últimos procesos fundacionales, en unos casos frente a gentes de otros señoríos, como se observa en las villas guipuzcoanas en relación a Vizcaya, Gascuña o Navarra, y en otros, de una manera más generalizada, por la búsqueda de seguridad por parte de los campesinos con el fin de escapar de las agresiones de la nobleza banderiza, cuya presión se agudiza en los momentos de crisis. Concluído el proceso, el País Vasco nos presenta un paisaje intensamente urbanizado, aunque las villas están distribuidas de forma desigual, siendo la zona limítrofe entre Guipúzcoa y Vizcaya donde se da la mayor concentración. Precisamente en dicho espacio es donde se localiza Mondragón y las cuatro villas que recibieron su fuero. Desde un punto de vista jurídico institucional las villas vascas dispusieron de unos ordenamientos inspirados en el llamado «derecho de francos», a través de dos modelos foráneos, el fuero de Estella, de inspiración jaquesa, que es el fuero concedido a San Sebastián, y a partir de este último a las restantes villas costeras guipuzcoanas y a dos del interior Usúrbil y Hernani , y el fuero de Logroño, que bien directamente o través de la versión del fuero de Vitoria se extendió por las restantes villas del País Vasco , lo que suponía un avance muy importante en el proceso de territorialización del derecho local. De este esquema general hay que exceptuar Salinas de Añana, cuyo fuero no se inspira en el de Logroño, y las cuatro últimas fundaciones de Alfonso XI enAlava, es decir, Villarreal, Elburgo, Alegría y Monreal de Zuya, que recibieron directamente el Fuero Real. Este ordenamiento legal, fruto de la ingente obra jurídico legislativa de Alfonso X el Sabio, alcanzó una gran difusión por toda la Corona de Castilla, incluidas las villas vascas, a partir de su redacción a principios del reinado , y sirvió como una suerte de derecho complementario en relación al contenido en cada uno de los respectivos fueros municipales. César González Mínguez, Catedrático de Historia Medieval. Universidad del País Vasco. Vitoria Fotografías: Enciclopedia Auñamendi Euskonews & Media 138.zbk (2001/10/5 11) Eusko Ikaskuntzaren Web Orria
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