El euskera a las puertas del siglo XXI El euskera a las puertas del siglo XXI * Traducción al español del original en euskera Xabier Kintana Aseguran los sociolingüistas que la mayor parte de las cerca de tres mil lenguas que actualmente existen en nuestro planeta no verá finalizar este nuevo siglo debido al fenómeno de la globalización, que los conducirá hacia su extinción definitiva, en beneficio de otras lenguas vastamente extendidas. También en el ámbito lingüístico el pez grande acaba por comerse al pequeño, y a la vista está que el euskera, frente a los temibles tiburones que lo rodean, no es más que un chip o un minúsculo piscardo. En lo que a la realidad de nuestra lengua se refiere, conviene señalar varios aspectos: que en tanto que otras lenguas culturales han consolidado hace tiempo su unidad y su modelo literario, el euskera prácticamente acaba de estrenar su unificación; que la mayoría de los adultos vascos son analfabetos en su lengua, debido a que recibieron una educación en castellano; y que, por si todo ello fuera poco, hay muchos adultos que no saben euskera. A todo ello hemos de sumar la fragmentación administrativa y política en la que está sumida nuestra nación, así como las divergentes políticas lingüísticas que de ella derivan: partidaria aunque a buen seguro insuficiente en la Comunidad Autónoma Vasca, brusca y opositora en Navarra, y por el momento completamente opresora en el País Vasco continental. En medio de esta difícil y complicada situación, se nos presenta el dato según el cual la tasa de natalidad de los vascos ha disminuido estrepitosamente, lo que de ningún modo favorece a la demografía vasca y que acontece precisamente en un momento histórico en el que nuestro país cuenta con una administración unificada al menos en cierta medida . No revelamos ningún secreto al afirmar que en la supervivencia de las lenguas participa el concepto de la masa crítica, y que teniendo en cuenta los costes que entrañan la publicación, los mediosde comunicación y la enseñanza especializada, difícilmente podrán mantenerse aquellas lenguas que no cuenten con un mínimo número de hablantes. Esta cifra bien puede ser objeto de discusión, pero, mi opinión, ni tan siquiera euskaldunizando toda la población de Euskal Herria ni llegando a los dos millones y medio de hablantes habría motivos para exhalar un suspiro, y mucho menos hallándonos tan lejos de la deseada cifra, dado que hoy por hoy ni siquiera llegamos a una tercera parte. De modo que, habiendo expuesto las presentes consideraciones, el reto que tiene el euskera ante sí de cara al presente nuevo siglo es, cuanto menos, preocupante. No es mi intención tratar de buscar dóciles excusas que justifiquen la cruel situación actual; sin embargo, y a pesar de despertar sentimientos de culpa en la conciencia del lector vasco, tampoco quisiera alarmarlo con pompas fúnebres. Recordemos que hace doscientos años Wilhelm von Humboldt auguró un negro futuro al euskera, y cien años después Unamuno; no obstante, aun siendo ambos doctos eruditos, es evidente ninguno acertó en sus pronósticos, aun cuando nuestra lengua haya conocido un grave retroceso. A través del planeta hay cientos de lenguas que a pesar de contar con más hablantes y estar más extendidas que el euskera, están heridas de muerte. En todo caso, eso no nos sirve de consuelo, aunque nos puede servir para entender mejor que mientras que unas lenguas minoritarias siguen vivas, hay otras mayores que mueren. La primera y en mi opinión la más importante de las condiciones para que una lengua permanezca viva se basa en la adhesión de sus hablantes hacia la misma; es decir, en una férrea y constante voluntad por utilizarla en las relaciones cotidianas. De faltar este requisito, de nada servirán los restantes. La segunda condición consiste en la idoneidad de la propia lengua, en que esté preparada y amoldada para responder a las necesidades sociales y científicas que se le presentan, para lo cual deberá fundamentarse enla unidad de la lengua escrita, en una culta modalidad literaria que esté por encima de las hablas locales. En tercer lugar se hallaría una correctamente programada y coherente política lingüística, impulsada desde los niveles políticos, que trate de recuperar los ámbitos que han quedado fuera de la lengua y fortalezca aquéllos en que aún tiene poca fuerza. Al analizar las mencionadas condiciones, en un principio se podría decir que la adhesión de los vascos hacia el euskera se encuentra lo suficientemente arraigada; sin embargo, no debemos dejarnos cegar por esa convicción, ya que se trata de un sentimiento que no goza de homogeneidad ni en el tiempo ni en el espacio. En determinadas épocas, como por ejemplo el franquismo, la adhesión ha sido bastante débil, e incluso en la actualidad existen amplios sectores que dudan de la necesidad de preservar el euskera (basta con fijarse en el enorme retroceso que nuestra lengua ha sufrido entre la gente llana de los pueblos del País Vasco peninsular y del continental), visto lo cual deberíamos hacer un esfuerzo por vigorizar la adhesión y fomentar el sentimiento de orgullo hacia la lengua. Durante los últimos treinta años el euskera ha recorrido un largo trayecto hacia la unidad del modelo literario, un campo en el que también hallamos motivos de preocupación. Por una parte, debido a la ausencia de un sistema de control y corrección en la enseñanza, en la administración y, especialmente, en los medios de comunicación, el modelo de euskera batua se asemeja cada vez más al dialecto guipuzcoano, dada la influencia de los locutores y periodistas que osan a presentarnos formas totalmente dialectales ("hemezazpi", "laister", "behatz"...) como modélicas para el conjunto de los vascos. Tal tendencia ha despertado en muchos vascos, sobre todo en los vizcainos, un anárquico sentimiento de rabia que los lleva a aferrarse con vehemencia a su propio dialecto vasco. En determinados casos la situación se ha polarizado en exceso; tanto es asíque el dialecto vizcaino se presenta como si en lugar de un dialecto fuera una lengua que nada tiene que ver con el euskera, con una morfología y grafía propias, erijiéndose como un contrincante que se viene a sumar a la dura pugna que el euskera batua mantiene contra el resto de las lenguas unificadas, en su propio perjuicio. Los dialectos requieren su propio espacio, pero es necesario poner cuanto antes fin a los abusos que no hacen sino llevarnos a la autodestrucción. Por otra parte, la política lingüística que se ha venido desarrollando ha seguido la línea trazada por el antiguo liberalismo político, habiéndose limitado a observar y analizar la realidad, así como a estudiar las tendencias y fenómenos de la sociedad desde un punto de vista aséptico, sin prodigarse demasiado en su orientación y dirección. Ya es hora de dejar de hurgar en el mundo por medio de encuestas y empezar a abordar los cambios, destinando a los hablantes mensajes, consideraciones y actitudes bien claras y programadas con la finalidad de integrar el euskera en el mundo laboral, en el habla coloquial, en las relaciones mercantiles urbanas, etc. De indudable importancia es, asimismo, saber enlazar el euskera con los medios de comunicación que nos brindan la informática y las nuevas tecnologías, para que esta vez no perdamos el tren de alta velocidad concerniente a los avances. Por todo lo que acabamos de exponer, es obvio que en esta lucha por la lengua todavía nos quedan varias metas por alcanzar que requieren nuestra máxima atención. Xabier Kintana Urtiaga, escritor y académico de Euskaltzaindia Fotografías: Página web Bai & By e Ikastola Anaitasuna de Ermua Euskonews & Media 132.zbk (2001 / 7 / 20 27) Eusko Ikaskuntzaren Web Orria
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