9 Zenbakia 1998-11-06 / 1998-11-13

Gaiak

Generación, y Vasca

MARAÑA, Félix

Generación, y Vasca Generación, y Vasca Felix Maraña El escultor Jorge Oteiza me decía recientemente que "un País que da tipos como Unamuno y Baroja, ya existe como País, ya es País, sólo es preciso reconocerlo". La consideración que de estos dos grandes escritores vascos del 98 (no me importa en absoluto si debe llamarse o no generación) tiene Oteiza es sin duda la de muchos vascos de hoy, que reconocen cómo estos escritores explicaron el País Vasco mucho mejor que todos los tratados históricos que se quieran citar. De hecho, la historiografía vasca ( que el presente comienza a corregir) del primer medio siglo veinte es mejor guardarla en los anaqueles. Sorprende (y preocupa) por tanto la efímera, casi miserable forma en que la sociedad vasca ( es decir, los poderes culturales, políticos, universitarios lo de la Universidad es imperdonable , institucionales ) han recordado ( no han recordado) el centenario de aquella generación que, si algo fue, fue expresión de la modernidad y, si se apura, con toda propiedad, representa en su conjunto a los primeros vascos modernos de la historia. Sé que al decir esto, enseguida se nos echa encima a los Caballeritos, pero de Peñaflorida ya es hora que se hable de todo, no sólo de sus propuestas progresivas, sino también de las regresivas, incluso de las reaccionarias. Claro está también ha ido por todo lo alto desde la otra orilla, la del Estado, la de las ínfulas imperiales. El gobierno español (ayudado por excelentes profesores, que parece que sólo han leído a los 98 a través de las fichas de sus alumnos) se ha encargado de cargar las tintas sobre la "españolidad" de esa Generación y ha derrochado dinero casi con descaro. Eso no cae bien por estos pagos, con lo que se ha perdido una gran oportunidad para explicar a estos vascos en su tiempo. En primer término, la generación es una expresión de la periferia, es decir, un pronunciamiento de intelectuales que surgen y proceden de espacios culturales hasta entonces marginados.Ahí los vascos, pero también los levantinos (Azorín y Blasco Ibañez, que no sé por qué no se le incluye en ese tiempo), los catalanes (Santiago Rusiñol, el gran olvidado, y Joan Maragall), los gallegos (Valle Inclán), incluso los andaluces (Machado, Ganivet), aunque esté ultimo sea, según se dice, un precursor sólo ideológico. Unamuno, los Baroja, los Maeztu (los tres, y no sólo alguno, como hacen algunos), Manuel Bueno, Francisco Grandmontagne, José María Salaverria, los pintores, los medicos (Achucarro) los críticos e historiadores como Juan de la Encina, y otros muchos personajes, anteriores y posteriores (no olvidemos el papel de la revista "Hermes"), hicieron que se mirara al País Vasco de otra manera y fuera considerado por la singularidad de sus talentos. Unamuno expresa en muchos de sus textos la necesidad de que los vascos se impongan (vasquizar España) de una manera concreta y práctica. Y a todos ellos, léanse sus libros, les importaba Cuba tres cominos. Por otra parte, a uno le cuesta encontrar textos y actitudes de amor profundo al País Vasco en autores que no sean Unamuno o Baroja, Grandmontagne o Salaverría. Incluso, Maeztu, Gustavo, por ejemplo, le dio a Estella todo. ¿Se puede dar más? Sé que alguien me vendrá con los textos de Salaverria que cantan las excelencias más reaccionarias, lo sé. pero, incluso esos textos hay que situarlos en el contexto, ideológico e históricos, en el que se produjeron. Unamuno se jugó el tipo ante un militar furioso (doce de octubre, 1936) por defender a vascos y catalanes("como yo soy vasco", dijo), por defender la razón. Son estas razones suficientes para que se hubiera explicado, desde el País Vasco, hoy, el pensamiento, actitud, obra y proyección de estos vascos singulares. Aunque se han hecho algunas publicaciones desde empresas particulares, una exposición de Ricardo Baroja (San Sebastián), o el congreso sobre Unamuno y el 98 en Bilbao (donde siempre van los mismos), no se ha explicado, desde el País Vasco, a los vascosdel 98. Como quiera que el recordatorio de este centenario ha sido entre nosotros mínimo y pobre la sociedad vasca de hoy, la juventud de hoy, principalmente, apenas si conoce a Unamuno o de Baroja una novela, de obligada lectura en el Instituto o Liceo (¿cómo puede ser obligada la lectura?), y, si han leído algunos de los artículos que han escrito sabihondos catedráticos de todo, se confirmarán en la perversa, por miserable, noción de que Unamuno y Baroja no eran vascos, porque al parecer, ni escribieron en euskera ni cantaron las excelencias del aranismo. Si unos y otros hubieran leído de pe a pa a Unamuno y a Baroja seguro que no decían cosa semejante, porque no hay una sola línea en sus escritos en los que, como se ha dicho, "desprecien" el euskera. Han celebrado algunos, por contra y por abundancias, este centenario publicando el memorial fuera de contexto de las opiniones de Unamuno y Baroja, por ejemplo, sobre el euskera, con lo que parece que nadie quiere entender que a los vascos, en la historia del mundo, se nos conocerá más y mejor por cuanto escribieron Unamuno o Baroja, que por todo cuanto escriben los que pretenden negarles. El publicista y médico José Antonio Ayestarán, que ha leído bien a Unamuno y Baroja, decía hace años en un artículo que esta generación es la primera que planta cara a la idea de Estado y, por demás, es la primera generación intelectual que, sin estar en el poder, decide intervenir en el curso de la propia historia. Pero si estamos como estamos, ¿cómo explicar que nuestros vascos del 98 son en su conjunto la mejor enciclopedia de vida, memoria histórica, poesía, pensamiento y humanidad que el País ha dado nunca a la historia de la cultura? Lo decía Oteiza: están ahí, sólo hace falta darse cuenta de ello: reconocerles en su condición de intelectuales y vascos. FELIX MARAÑA, Premio de Periodismo Miguel de Unamuno y autor del libro Unamuno, a la intemperie. Es a su vez coautor, junto con José María Unsain, del libro Baroja nuestro(Barojagurea), editado por el Ayuntamiento de Bilbao (1998)