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Deportados
Entre 1783 y 1815 llegaron a Estados Unidos unos 250.000 emigrantes europeos. En 1819 el Congreso de Estados Unidos, tras el estallido de una crisis económica en Gran Bretaña, impuso restricciones a la inmigración, fundamentalmente, en el número de pasajeros que podía transportar cada barco y, además, debía proporcionar a los oficiales de aduanas un manifiesto de pasajeros. A lo largo de los años fueron perfeccionándose las leyes y el tipo de “exclusiones”.
Es difícil precisar el número de vascos que fueron deportados a Estados Unidos a lo largo de la historia. Las primeras deportaciones de las que se tienen noticias a se remontan a los últimos momentos de la guerra de Cuba (que se convirtió en guerra hispanoamericana entre abril a agosto de 1898) a pesar de que, formalmente, no se había cerrado las fronteras. Algunos de los deportados trataban precisamente de evitar ser reclutados para ir a la guerra de Cuba (o de Filipinas). Los que llegaban solo hablaban euskera y muchos no tenían una referencia clara en el país. Aquello no era bueno para agentes de emigración como Prudencio Clemençot lo que le obligó a perfeccionar un sistema de asistencia que, luego, fue aplicado por otros, como Valentín Aguirre.

El 5 de noviembre de 1906, llegaron a la isla de Ellis un grupo de vascos, en su mayoría navarros del valle de Aezkoa, muchos de Garralda. Entre ellos, dos adolescentes, Antonio y Juan Loperena, de 14 y 12 años, que viajaba acompañados por Josefa Iturria, de 19 años. Viajaban patrocinados por el hermano de los muchachos, Demetrio. El pequeño no pasó la revisión médica. Así que fueron deportados él y sus acompañantes.
En los días de la primera guerra mundial, las entradas comenzaron a restringirse y los requisitos cada vez más exigentes. Especialmente, tras la entrada en vigor de la Immigration Act of 1917.
El 6 de abril de 1920 llegó a Nueva York el vapor Lafayette. En el viajaban unos veinte vascos, en su mayoría vizcaínos. Entre estos, había cuatro jóvenes de Lekeitio de entre 16 y 23 años: Domingo Legarza (16), Dionisio Plaza (20), Luis Bengoechea (17)[1] y Antonio Aspiri (17). Los cuatro fueron llevados ante el Board of Special Inquiry y, tras el interrogatorio, fueron deportados. ¿La razón? Los inmigrantes que llegaban a Estados Unidos solían necesitar una cantidad de dinero para demostrar que podían mantenerse por sí mismos en sus primeros días en el país y “no se convertirían en una carga para la sociedad”. Las cantidades declaradas rondaban entre los 30 y 50 dólares. Los cuatro jóvenes se gastaron el dinero en “juergas” tanto en Francia como en el barco. En Ellis, ni Domingo Legarza, ni Luis Bengoechea tenían un centavo. Plaza y Aspiri tenían algo más, pero, entre los cuatro, no alcanzaban lo suficiente para llegar a Mountain Home donde les esperaba José Bengoechea, el famoso ganadero que era, además, tío de Luis. Así que los cuatro fueron deportados.

Luis Bengoetxea y Anna Yturri.
Luis Bengoechea regresó a Estados Unidos un año más tarde. Llegó a Nueva York el 21 de mayo de 1921. Pero, esta vez, su madre había tomado medidas para evitar que se repitiese el incidente. Viajó acompañado de su primo mayor Gabriel Correa que regresaba a Montain Home donde había vivido entre 1909 y 1918. Llegó con 40 dólares y Gabriel con 120. Por si acaso, la madre había consignado una cantidad en la agencia de Valentín Aguirre en Nueva York. No volvió a ver a su madre y hermanas. El 11 de marzo de 1929, Luis se casó en Mountain Home con Anna Yturri Alzola, una vasca nacida en el condado de Elmore en 1906, prima segunda suya (su padre, Víctor, era originario de Errigoiti y su madre, Cristina, de Ispaster). Falleció en Mountain Home en octubre de 1957.

Tras su regreso a Lekeitio, Domingo Legarza trabajó un tiempo como albañil y, luego, embarcó en un mercante como marinero. Nacido en Lekeitio, Bizkaia, el 12 de mayo de 1903. Hijo de Domingo y de Melchora. Llegó a Port Arthur, Texas, a bordo del Mar Negro procedente de Cuba el 9 de febrero de 1924. Desertó dirigiéndose a Idaho. En 1945, era pastor en Boise. Ese año, inició los trámites para su naturalización. En 1956, regentaba el X Bar en Arcadia Avenue de Boise. Estuvo al frente de otros bares hasta su jubilación en 1968 (debido a problemas de salud). El 1 de mayo de 1954, se casó en Winnemucca con Pauline Chase. Padre de Gale. Falleció en Lekeitio donde se encontraba de visita el 10 marzo de 1973.

Board of Special Inquiry.
En 1921 se aprobó la llamada “ley de cuotas de emergencia” (reforzada por otra de 1924) que cortó en seco la emigración de ciudadanos “españoles”, produciéndose algunos episodios dramáticos.
El 14 de julio de 1922 llegaron a Nueva York a bordo del SS Chicago trece vascos de los que nueve (todos navarros y una vizcaina) fueron deportados. Los viajeros aceptados ya tenían su residencia previa en el país. Entre los deportados estaba Martin Uriz, de Bizkarreta-Gerendiain, que, en aquel momento, tenía diecinueve años. Martin no renunció a su objetivo y, en 1928, cruzó la frontera mexicana. En 1942 estaba trabajando como pastor para Frank Zubeldia (n. Aldatz) en Huron, condado de Fresno. Regresó a Navarra donde falleció en 1969.
Algunos cruzaron clandestinamente la frontera, en muchos casos, con ayuda de otros vascos. De vez en cuando, la prensa local daba información sobre incidentes de este tipo. Así, en 1924, Teodoro Sansinena, de Urdax, Nafarroa, fue encarcelado, junto a otro vasco, Peter Anchordoqui, por hacer cruzar la frontera clandestinamente a un español procedente de México (Evening Tribune, 1925-05-12).
En 1924, Urbano Obieta pasó “de contrabando” la frontera desde México junto a otros cuatro vascos. El responsable fue Gabino Saval, ranchero del condado de Lander, que les había hecho un contrato por 60 dólares al mes. Saval fue condenado a 1000 dólares de multa por un juez federal por importar ilegalmente mano de obra (Nevada State Journal, 1932-06-30).
[1] Para Luis Bengoechea se acercaba el momento de ser llamado a filas. Su madre se entrevistó con el alcalde de Lekeitio para saber qué ocurriría si su hijo era reclutado. Generalmente, los hijos de viuda no ingresaban en el ejército. Pero, Flora era considerada como una “amerikana” rica, sus hijas recibían educación en un internado de Durango, Bizkaia, y era notorio que Luis no hacía nada para ayudar a la economía familiar, así que debería incorporarse al Ejército. La madre tomó la decisión de muchos “amerikanos” que habían vuelto al viejo país: enviar a su hijo (a quien ya no volvería a ver) a Estados Unidos. Bengoechea era el único hermano varón de mi abuela paterna. Su historia, hoy documentada, formaba parte de la leyenda familiar.