769 Zenbakia 2022-02-16 / 2022-03-16

Gaiak

¿“Bardulia galante”? La influencia de la Francia de Luis XV sobre un territorio vasco ocupado (1721-1722)

RILOVA JERICO, Carlos

Pese a que el tricentenario de la Guerra de la Cuádruple Alianza (1717-1720) no se dejó de conmemorar, al menos en San Sebastián -una de las plazas fuertes más afectadas por esos acontecimientos- sabemos poco, aún, de las consecuencias de la misma en territorio vasco. Unas que, además, pueden resultar sorprendentes para quienes limitan sus conocimientos de la Historia vasca del siglo XVIII a las Machinadas de 1718 y 1766, la Zamacolada, la Fundación de la Real Sociedad Bascongada de los Amigos del País y poco más…

En efecto, y es que esa guerra que se combate en varios escenarios europeos (desde Sicilia hasta Escocia) tendrá, también, uno de sus principales frentes en territorio vasco. Y más concretamente guipuzcoano.

Fue aquella una guerra a la ilustrada (tal y como la titulamos en su día algunos historiadores). O galante. Como la definió José Ignacio Tellechea Idígoras que publicó valiosos documentos sobre ella. Es decir, fue una guerra dieciochesca donde se observaban toda clase de cortesías con el enemigo vencido y se limitaban las operaciones bélicas al máximo, para evitar debacles asesinas como las de la terrible Guerra de los Treinta Años iniciada un siglo antes, en 1618…

Fue así como la antigua Bardulia, el territorio guipuzcoano, convertido en escenario de numerosos enfrentamientos entre tropas regulares francesas contra tropas regulares españolas -y milicia levada entre los guipuzcoanos según el uso foral- fue tomada por el duque de Berwick, comandante en jefe de las fuerzas francesas, en bien de su señor, el todavía adolescente rey Luis XV. Eso implicó, en la práctica, que el territorio guipuzcoano fue durante dos años -de 1719 a 1721- una provincia francesa…

¿Qué efecto causó en ella tan prolongado período de tiempo bajo estrecha vigilancia y contacto con aquella Francia que ya empezaba a ser la Francia galante -famosas eran las fiestas privadas del regente Felipe de Orleans-, la Francia de Voltaire, la Francia del Siglo de las Luces que cuatro décadas después, en 1765, lleva a su más alta cumbre peninsular el guipuzcoano conde de Peñaflorida?

En un artículo como éste, limitado en su extensión y en su alcance, se puede llegar a pocas conclusiones definitivas al respecto, pero espigando en las fuentes de archivo disponibles, creo podemos sacar al menos una primera impresión sobre si esa ocupación francesa cambió algo o dejó todo como estaba en territorio guipuzcoano, a la espera de un impulso histórico más electrizante. Como el de la revolución francesa de 1789, del que ya hay pocas dudas por lo expuesto en trabajos como los de Alfonso de Otazu o Antonio Elorza.

Empecemos por observar a la élite política que gobierna esa provincia en el año 1722, cuando se ha consumado, a finales del año anterior, 1721, la devolución de la provincia a la corte de Madrid.

Si consultamos los registros impresos de las Juntas Generales de la Provincia del año 1722, a través de las copias que conserva la Biblioteca Koldo Mitxelena de San Sebastián, descubrimos, en la segunda de 1722, que los próceres que gobiernan ese territorio ya de vuelta bajo el dominio de Felipe V, aún recuerdan desagradables desencuentros con las tropas ocupantes. Como el que tiene la ciudad de Fuenterrabía (hoy Hondarribia) con el coronel del regimiento Languedoc por el robo que sufrió su asistente en el Alto de Gainchurizqueta y que ese oficial francés quiso hacer pagar a esa ciudad… Lo cual, sin embargo, no impide recordar en esa segunda junta y en la cuarta, los fastos que se hicieron por el intercambio de princesas entre ambas coronas y el montante que alcanzaron esos festejos de reconciliación tras la guerra y ocupación.  Eso sin olvidar, en la quinta junta, los gastos hechos en esa misma ciudad y en Irún para mantener a las tropas que sostenían el cordón sanitario que debía impedir la entrada de la temida Peste de Marsella, que tuvo un último estertor ese año de 1722…

Otros documentos de la época, como el CO LEJ 1498 del Archivo General guipuzcoano, dan cuenta menos ponderada de otros aspectos de lo que implica esa guerra y ocupación posterior a manos de tropas de Luis XV hasta el año 1722.  Data ese proceso de finales del año 1721, concretamente del mes de octubre. Y en él se recuerda, muy bien, la guerra que se ha sostenido contra ese rey merced a cargos del Ayuntamiento de la villa de Hernani como don Theodoro de Zuaznavar, Antonio de Ansa, Miguel de Arrascue y Esteuan de Echeberria, que protestaban por una sentencia dada contra ellos a causa de asuntos relacionados con esa guerra y ocupación. Como bien lo recuerda el nuevo Ayuntamiento, presidido por el sargento mayor don Pedro Ygnacio de Atorrasagasti, y que señala que los acusados debían haber dado buena cuenta de las armas y pertrechos usados por la milicia hernaniarra para combatir en aquella Guerra de la Cuádruple Alianza que acabó en ocupación militar de la provincia.

Los encausados, a folio 26 recto y vuelto, daban una réplica a esa acusación que nos muestra el recuerdo vivo de ese choque militar. Así decían estar prestos a entregar el inventario de esas armas y pertrechos del arsenal propio de la villa que habían dejado al cuidado de don Miguel Antonio de Ayerdi, para así salvar en lo posible esos implementos militares de “los accidentes de la guerra”.

A partir del folio 33 vuelto de ese documento otros acusados como Esteuan de Echeberria, alegaban gastos hechos de su bolsillo para dar de comer y beber al brigadier don Fermín de Beroiz y al batallón del regimiento de línea Cantabria que estuvo en Hernani en esos “accidentes de la guerra”… Y don Theodoro de Zuaznavar alegaba igualmente haber hecho gastos importantes para dar de comer al capitán general que mandaba a esas tropas que trataron de detener la invasión francesa en 1719.

Lo más significativo de este documento es que tanto acusados como acusadores veían, a finales de 1721, la ocupación francesa como una situación indeseable. Así a folio 114 recto, con fecha de 10 de agosto de 1721, llegaba a Hernani la noticia de la “restituzion” de la provincia “â su Lexitimo dueño”, (no otro que “el señor Rey Don Phelipe V”). Algo que esos capitulares allí reunidos para elucidar el pleito, acuerdan “regozijar (sic)” para manifestar la alegría “universal” que les producía el fin de esa ocupación francesa.   

El regente Felipe de Orleans y Luis XV (1715-1720). Autor desconocido. Colección del Castillo de Versalles.

En el ámbito político guipuzcoano parece, pues, claro, por documentos como estos, que la impronta de la Francia de la Regencia, del joven Luis XV, no es precisamente asimilada con mucho entusiasmo, pero, a nivel de vida cotidiana… ¿han cambiado en esos años de ocupación las costumbres de quienes viven en ese territorio sujeto a la influencia francesa, a una de las cortes más avanzadas en la Ilustración, donde impera una moral laxa, que pide cuestionarlo todo como bien se ve reflejado en el propio regente? Veamos, en otros documentos del Archivo General guipuzcoano, qué sucede a ese respecto.

Ciertamente la moral pública guipuzcoana de en torno a 1720-1722, parecía estar relajada. Al menos es lo que se deduce del proceso de oficio CO CRI 135, 7 que se abre nada menos que contra un criado del almirante Gaztañeta. Fue por haber guiado una danza pública a son de tamboril en parajes donde al alcalde de la villa de Motrico (hoy Mutriku) le parecía que se podían cometer pecados y escándalos. Según sus propias palabras… Es éste pleito de incierto final pero que, sin embargo, muestra que, si los dos años de ocupación y el contacto con las nuevas tendencias a la moda de la corte del regente habían calado en territorio guipuzcoano, los guardianes civiles y religiosos de la moral tradicional, barroca, contrarreformista, no habían relajado la vigilancia ni lo más mínimo. Ni siquiera ante subalternos bien relacionados con altas personalidades de la corte de Madrid como Antonio de Gaztañeta e Iturribalzaga.

¿Ocurre otro tanto con personas, digamos, más comunes y, además, de nacionalidad francesa que viven en la provincia en esos años de 1719 a 1722?

A ese respecto sería interesante sondear el caso (que da para tres procesos) de Juana de Yriarte, de nación francesa (según estos documentos) pero residente en una ciudad de San Sebastián que ha dejado de ser plaza ocupada hace apenas un año.

El proceso CO CRI 139, 8 nos dice que se querella contra ella, el 9 de septiembre de 1723, el procurador del número de San Sebastián Antonio de Echuerria, porque -decía ese acusador- Juana de Yriarte había dicho que Antonia de Echalecu (la mujer de Echeuerria) estaba deshonrada y por tanto debía callar en público…

El proceso desvela, además de más insultos -puerca, sucia…-, que Juana de Yriarte era “hija” de la casa de Elizalde de la localidad labortana de Ustariz, que se dedicaba al cambio de moneda y que había llegado a San Sebastián a finales de 1722.

Otro proceso (el CO CRI 139, 7), iniciado de oficio en 7 de septiembre de 1723 por Hernando de Arozena y Falcorena, alcalde de San Sebastián, la acusaba de ser de “Reyno extraño” y de causar notable escandalo con ilícita conversación y comunicaciones de mal vivir… dando así mal ejemplo a los naturales de la provincia.

Un proceso éste relacionado con el anterior, pues, según los testimonios de Agustina de Garay, la mujer del procurador Echeuerria había estado hablando de ese licencioso comportamiento (muy al gusto de la corte del regente francés por otra parte) de aquella Juana de Yriarte que vivía -desde la víspera del Corpus- en la bastarda (sic) y tienda de la misma casa, frente a la iglesia de los jesuitas, en la que habitaban el procurador y su mujer. Razón esa por la que habían hablado de echarla de esa vivienda… Los detalles del caso eran concluyentes: en esas conversaciones se decía que Juana de Yriarte había sido vista abrazada a un hombre gordo… Un escándalo que aquellas mismas vecinas, y hasta sus criadas, habían decidido denunciar, de motu proprio, al alcalde donostiarra. 

Finalmente un tercer proceso (el CO CRI 139, 11), nos acaba de ilustrar sobre estas cuestiones de la moralidad -y sexualidad- de aquella ciudad de San Sebastián del 1723. Según él Juana de Yriarte, súbdita vasca de Luis XV sin necesidad de ocupación militar alguna, tampoco quería ser identificada con tan licenciosos comportamientos y por ello demandaba a Antonio de Echeuerria por esas dos cuestiones en 27 de octubre de 1723…

En espera de investigaciones más detalladas, parece ser que esto es todo lo que habían dado de sí, en términos políticos y morales, aquellos años en los que la Fidelísima Bardulia había sido una provincia de la Francia de Luis XV y del despreocupado (en los aspectos morales) regente Felipe de Orleans…


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