624 Zenbakia 2012-05-11 / 2012-05-18
Hierro, ballenas y barcos: factores del poder económico de Bizkaia durante la Edad Media (I/II) Importancia del comercio marítimo
Hay constancia, desde el siglo XI, que los vizcaínos transportaban por mar mineral de hierro a puertos guipuzcoanos y labortanos (Laburu, 2006). Entre los puertos de origen podrían estar, entre otros, el de Forua (Gernika) donde se han encontrado hornos de tratamiento del hierro desde la época de los romanos, probablemente relacionado con un comercio firmemente establecido y el puerto de Uhart en Baracaldo o Trapagarán, donde según un documento de 1040 de donación de arras del rey de Pamplona García el de Nájera a su mujer, la reina Estefanía, había un tenente navarro que probablemente controlaría el comercio de dicho puerto, en relación a la salida del hierro de Triano-Somorrostro. Otra prueba del comercio marítimo, al menos desde el siglo XII, lo tenemos en el Fuero de San Sebastián de 1180, en el que se citan la variedad de productos que llegaban a dicho puerto (Orella, 2003).
Por lo que respecta al comercio marítimo desarrollado por el Señorío desde la Edad Media, señalar que hay documentación, al menos desde el siglo XII, que hace referencia a una exportación regular de hierro, probablemente en forma de lingotes o barras, desde las costas de Bizkaia y alrededores (Sprandel, 1969). Esta exportación llegaba principalmente a Inglaterra, pero también a Brujas, que se había convertido a su vez en un centro de reexportación, lo que demostraba la excelente calidad y aprecio que tenía la mercancía que llegaba desde Bizkaia (Stroobants, 1985; Finot, 1899; Marechal, 1953). Al menos desde comienzos del siglo XIII, las naves vizcaínas ya llegaban a Brujas (Marechal, 1953; Orella, 2003; Priotti, 1996) y según Olaizola (1984) y Priotti (2005) las naves vascas no sólo viajaban a Inglaterra, sino que también lo hacían al Mediterráneo desde finales del siglo XIII por razones militares.
Alrededor de 1270 y posteriormente hasta, como mínimo, 1401, en las ordenanzas municipales de la villa de Saint Omer, cerca de la frontera con Bélgica, se indica que el hierro procedente de nuestras costas estaba exento de impuestos (Giry, 1877). En 1282 se constituyó la Hermandad de las Marismas (una confraternidad de comerciantes que albergaba como miembros de derecho a todas las villas cantábricas situadas entre Santander y Fuenterrabía, en cuya hermandad los vascos eran mayoría), si bien no se consolidó hasta 1296 en tiempos de Sancho IV, de la que formó parte el Señorío y cuya finalidad era organizarse para defender sus intereses comunes y sus derechos frente al rey castellano, para poder así conservar los derechos y exenciones que habían ganado por su participación en la reconquista de Andalucía. Una de sus primeras decisiones fue la de no comerciar con Castilla mientras no respetase sus derechos. Con esta organización se pretendía asegurar las relaciones mercantiles entre los puertos cantábricos y vascos, y las de estos con todos los puertos atlánticos, y a la vez conseguir la fuerza necesaria y las seguridades indispensables para transportar a Inglaterra y Flandes la lana castellana, los vinos de Gascuña y, sobre todo, el hierro vizcaíno (Suárez Fernández, 1959).
Dentro de la política generalizada de arrestos de naos en el comercio marítimo, a comienzos del siglo XIV hubo un intento de obtener una alianza duradera con Inglaterra, mediante el matrimonio entre el hermano del rey inglés y la heredera de los señores de Bizkaia, hasta el punto de que se nombraron y enviaron embajadores al Señorío para tratar acerca de dichos esponsales. Pero parece que, finalmente, esta unión no tuvo lugar por problemas de piratería cometidos en La Rochela, en los que habían intervenido vizcaínos de Bermeo (Rymer, 1708). Era tal el número de enfrentamientos entre los vizcaínos e Inglaterra por el control del comercio marítimo, que también a mediados del siglo XIV, Bizkaia firmaba un tratado de paz perpetua con Inglaterra (Fernández Duro, 1894). Según documentos de los archivos notariales de Génova revisados por Heers (1955), cuando las naves italianas llegan por primera vez, a finales del siglo XIII, al mar del Norte y al canal de la Mancha, el comercio atlántico estaba controlado por los vascos.
Sin embargo, los apresamientos de naos realizados por los ingleses continuaron y solamente en 1404 constan numerosas protestas de los bizcaínos al rey de Inglaterra (Aguirre, 1991). Únicamente voy a citar aquellas relacionadas con barcos en los que hay constancia que transportaban hierro:
1.- Ochoa López de Artzamendi y Martín Ruiz de Subizu, mercaderes y procuradores de Bermeo, sobre dos barcos con dos mil treinta y seis y mil trescientas ochenta y dos barras de hierro respectivamente.
2.- El maestre de nao Pérez de Billela, vecino de Bermeo acerca de la restitución de su barco San Bartolomé de Bermeo cargado de hierro.
3.- Pedro Sánchez de Lusaga, vecino de Plencia, maestre del barco San Julián, cargado con mil cuatrocientos quintales de hierro.
4.- Juan Pérez maestre del barco San Pedro de Lekeitio para que le sea devuelto junto con su carga de quinientos veinticinco quintales de hierro.
5.- Ochoa López de Artzamendi, procurador de los mercaderes de Bermeo, pidiendo la restitución de seis mil cuatrocientas barras de hierro, de las cuales mil doscientas veinticuatro las tenía en la villa de Darmouth.
6.- Johan Ochoa, Johan Sarrie, Julián Piers Gorotice, etc., sobre los últimos robos hechos en los meses de mayo y octubre en varios puertos ingleses de diversas mercancías entre las que destaca el hierro.
Casa de Contratación de los vizcaínos en Brujas.
Se cree que a comienzos del siglo XV los vizcaínos ya habían establecido su Casa de Contratación en Brujas cuando las relaciones económicas con Flandes eran muy importantes y donde el transporte de mineral de hierro vizcaíno representaba la mayor parte de ese comercio (Pernoud, 1948). Era tal la actividad comercial de los vascos que consiguen que los franciscanos de Brujas cedieran, en 1.414, una de sus capillas a los mercaderes vizcaínos, donde poder enterrarse (Finot, 1899; Marechal, 1953), para posteriormente crearse, en 1.489, la Casa de Contratación del Señorío de Bizkaia en Brujas. Según algunos autores (se cita a Hoys pero no su trabajo o publicación; González Arce, 2010) ya en 1348 los vascos disponían en Brujas de un hotel o casa consular llamada Mareminne, cedida por la municipalidad, para que residiera el cónsul y pudieran reunirse. En 1492 el magistrado de Brujas concede a los cónsules de la “nación de Vizcaya” una Carta de Privilegio para que vuelvan a la ciudad, ya que, como consecuencia del taponamiento del estuario del Zwin, los vizcaínos habían decidido marcharse a Amberes, donde encontramos instalado, a mediados del siglo XVI, al bilbaíno Diego de Echávarri (Priotti, 1996). Posteriormente, el levantamiento de los flamencos contra las actuaciones del poder español, hizo que los cónsules vascos tuvieran que abandonar Brujas (Gárate, 2005). Según el abate Viaene (1933), los vascos fueron los primeros mercaderes de la Península Ibérica que, como consecuencia de sus relaciones medievales con los flamencos, dispusieron de estancias comerciales fijas y una nación permanente o consulado en Brujas. Según González Arce (2010), en 1480, el prior y cónsules de Burgos solicitan a la reina Isabel que el “consulado vizcaíno de Brujas” no pudiese acoger al comerciante Fernando de Salinas, por haber realizado actividades contrarias al interés de los mercaderes castellanos.
En cualquier caso, es seguro que para el siglo XVI la nación vizcaína ya tenía su Consulado en Brujas, dotado de privilegios especiales garantizados por el conde y la ley urbana, lo que le permitía dirigir sus propios intereses (Mollat, 1977). El fuerte asentamiento vizcaíno a orillas del Atlántico y el intenso comercio marítimo de hierro era contestado por los ingleses, quienes atacaban duramente a las naos vizcaínas en la ruta a Flandes, provocando las quejas del Señorío y obligando a su corregidor a marchar a Londres por tales sucesos, como se puede apreciar en varios documentos. En ellos también se puede comprobar que el artículo del comercio exterior vizcaíno más frecuente e importante hacia Brujas seguía siendo el hierro, que posteriormente era reexportado desde aquel centro internacional hacia el norte de Europa (Suárez, 1959). En relación a una armada que estaba preparando el rey de Portugal en 1415, de la que formaban parte gran cantidad de naos bizcaínas y gipuzcoanas, escribía por entonces un cronista portugués, que los vizcaínos estaban considerados, en cuanto a la navegación, como superiores a todas las demás naciones (Monumenta, 1962). Por otra parte, como consecuencia de las buenas relaciones que mantenía Bizkaia con la poderosa Liga Hanseática alemana, en 1428 dicha liga marítima contrató en Bilbao la construcción de naves para su flota en el mar Báltico, índice del prestigio internacional de los astilleros vizcaínos (Strindberg, 1890).
Como respuesta a los continuos asaltos de naves, de una y otra nación, en 1443 se firma un mutuo tratado de paz en Brujas con los de la Hansa, en el que destacaban como puntos interesantes la reducción de los navíos hanseáticos al papel de meros aprovisionadores de vituallas para los vizcaínos, mientras que estos se quedaban con el monopolio exclusivo de la exportación, en lo que respecta al puerto distribuidor de La Rochela (Finot, 1899). Este acuerdo fue firmado por los cónsules, mercaderes y numerosos maestres de naos.
Pero los vizcaínos no solo se movían por el Atlántico y Mar del Norte, ya que según consta en documentación de mediados del siglo XV, numerosas naos vizcaínas hacían transporte marítimo dentro del Mediterráneo, con los puertos de Sicilia, Cerdeña, Barcelona, Génova, etc. (Orella, 2003) y desde este mar hasta Flandes, al servicio, principalmente, de los genoveses. También consta, como los expertos pilotos vizcaínos se dedicaban a guiar las naves italianas, a cambio de salario, desde Cádiz hasta Flandes, a lo largo de la fachada atlántica (Gilliodts van Severen, 1901). Según Fernández Duro (1894), a los marineros que llevaban los barcos desde el Golfo de Bizkaia a los puertos del norte, se les conocía como “marineros de costa y derrota”. Eran barcos que desde Bizkaia se dirigían a Francia, Inglaterra y Flandes, pero también hacia Andalucía y el Levante.
Rutas comerciales marítimas de los genoveses durante la baja edad media.
El comercio entre la Vasconia atlántica y las Islas Británicas era tan importante, que nuevamente en Agosto de 1474, en las Juntas Generales de Bizkaia reunidas bajo el Árbol de Gernika, con representación de las villas y tierra llana, se autoriza a una delegación formada por cinco procuradores a reunirse con los embajadores del señor rey de Inglaterra, del mismo modo que los procuradores y diputados de la provincia de Gipuzkoa, con el fin de firmar un tratado de paz y seguridad entre los súbditos y naturales de dicho señor, y los vecinos y habitantes de las provincias de Bizkaia y Gipuzkoa (Aguirre, 1989).
Dentro de las relaciones comerciales al final de la Edad Media entre Normandía y el País Vasco, se envíaban carne y aceite de ballena, hierro y lana, y llegaban telas y trigo. Pues bien según Mollat (1952), entre 1476 y 1483 no hay ningún cargamento que no contenga hierro. Como un detalle de la importancia del hierro vasco en la Edad Media, hay que decir que a finales del siglo XV, de todas las mercancías transportadas por los vascos a Inglaterra, el hierro es el producto más importante, ya que representa el 76% del total (Childs, 1991) y que por lo que respecta al hierro que llega a Inglaterra en dicho siglo, se puede considerar que el País Vasco es prácticamente el único suministrador (Childs, 1981). Es en esta misma época cuando se proporciona a la “nación” de Bizkaia en Brujas las mismas prerrogativas que las obtenidas por la de Castilla (Gilliodts Van Severen, 1901).
A finales del siglo XV y principios del XVI, el puerto de Amberes cobra cada vez más importancia y según la documentación de esta ciudad en relación al comercio entre Amberes y España, ya a principios del siglo XVI el 40% de los mercaderes de la Península Ibérica es originario del País Vasco (Doehaerd, 1963).
Según Orella (2005), por lo que respecta a las relaciones comerciales entre la Costa Vasca e Inglaterra, el principal producto de exportación fue el hierro y las diversas manufacturas realizadas con dicha materia prima, como espadas, ballestas, anclas, clavazón, etc. También Aguirre (1991) afirma que lo que más destaca en la Bizkaia medieval es la exportación principal de su hierro elaborado, para cuyo transporte se originó una potente flota, fácilmente convertible en armada. Probablemente, todo ello quedaba en manos de los linajes, que eran a la vez dueños de las ferrerías, mercaderes y maestres de naos.
En los siglos XIV, XV y XVI nuestra zona fue una auténtica potencia económica, debido a sus dos fuentes principales de riqueza: el hierro con sus minas, ferrerías y armerías, y la pesca y aprovechamiento de las ballenas, de la grasa y especialmente de su aceite o sain, que, a partir del siglo XVI se traía desde Terranova. Desde mediados del siglo XV y a lo largo del XVI, la villa de Bilbao fue uno de los mercados internacionales más importantes de los reinos del imperio español, ejerciendo el dominio comercial sobre toda la fachada del norte peninsular. A dicho mercado acudían comerciantes de toda la península así como de Inglaterra, Francia, Flandes, Alemania, Bohemia, Portugal y Milán, entre otros, que no solo venían a despachar sus productos sino también a abastecerse. Además, ligado al anterior existía otro comercio que era el de la redistribución marítima a través del cabotaje a lo largo de la costa occidental de la Península Ibérica, siendo sus principales centros Galicia, Portugal y Andalucía. En el viaje de ida se lleva el hierro autóctono y los productos llegados o traídos del norte, transportando de retorno productos locales o mercancías exóticas Priotti (2003b). También llegaban a Bilbao mercancías que procedían de las colonias portuguesas de África, de la India y de América, productos que previamente llegaban a Lisboa y Sevilla. A todo ello, hay que añadir los ricos cargamentos de grasa de ballena y también de bacalao, que procedían de Terranova, del Báltico y del mar del Norte. En muchas ocasiones esta grasa se vendía en puertos de fuera del País Vasco, donde con su importe podían adquirir géneros que escasearan en su lugar de origen. Asimismo, los puertos vascos ocupan un lugar de primer orden en las exportaciones de la lana de España, siendo Bilbao uno de los principales abastecedores de los dos grandes polos de comercio que son Italia y Flandes.
Bilbao y su puerto en el siglo XVI.
Wikipedia. “Segundo Tomo del Atlas Civitates Orbis Terrarum”.
Según Priotti (2003b), todo lo anterior está claramente apoyado en la documentación, ya que si se investiga en los archivos del noroeste europeo, bien sea en Francia, en Bélgica o en Inglaterra se puede comprobar que entre los personajes más relevantes instalados en las plazas de Brujas, Amberes o Nantes, existe una primacía del tejido social vizcaíno.
Si a pesar de la menor población de los territorios vascos atlánticos, en época medieval, en relación a las de otras naciones europeas, tenemos en cuenta, entre otras, varias de las cuestiones planteadas en este capítulo, como la importancia del comercio marítimo vasco, al menos desde el siglo XI; la gran variedad de barcos para alcanzar los mercados medievales mas importantes y los lugares mas alejados; el control del comercio atlántico según los genoveses; la consideración de excelentes navegantes por los portugueses y la aparente facilidad con la que los vascos vendían sus barcos en otros puertos una vez amortizado su coste, por lo que cabe pensar que no eran frecuentes barcos semejantes en otros lugares, nos podemos plantear si Leizaola (1984) tenía razón cuando se preguntaba “fueron los vascos los inventores de la navegación oceánica en cada vez más grandes veleros puros, renunciando por tanto al uso de los remos como medio de propulsión forzosa y llegando a atravesar los grandes océanos? Consideraciones finales
Para disponer de más información acerca de la relación de los vascos con la construcción naval, la pesca de la ballena y el bacalao, y el comercio marítimo, se puede acudir a los interesantes trabajos de Leizaola (1984), Aguirre (1991), Laburu (1991; 2006), Priotti (1996; 2003b; 2005), (Ciriquiain (2005), Orella (2003; 2005), así como a los diferentes números de la Revista de Estudios Marítimos del País Vasco “Itsas Memoria” dedicados a estas materias. Por otra parte, es muy probable que en archivos franceses, ingleses, belgas e italianos quede aún por rescatar muchísima información acerca de estos y otros temas relacionados, así como en otros archivos propios, principalmente, en el Archivo General de Navarra. Por último, agradecer al Dr. H. Astibia de la UPV/EHU la revisión y mejora del texto.
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Hierro, ballenas y barcos: factores del poder económico de Bizkaia durante la Edad Media (I/II)