614 Zenbakia 2012-02-24 / 2012-03-02
María Luisa Larrañaga, cien años de historia (I/II)
María Luis Larrañaga falleció después de la publicación de este artículo en Guregandik N°7La tragedia de un pueblo
Es claro que la guerra tuvo para la población civil consecuencias devastadoras y desde sus comienzos quedó claro el camino por donde iban a transitar los acontecimientos. Las palabras de uno de los cabecillas de la sublevación militar dirigida contra el gobierno de la Segunda República, el general Mola, son elocuentes al decir en los inicios mismos del conflicto lo siguiente: “Ha de advertirse a los tímidos y vacilantes que el que no esté con nosotros, está contra nosotros y que como enemigo será tratado”.1
Duras palabras que fueron acompañadas de una represión feroz.
Eibar, y por lo tanto el País Vasco fueron el escenario de esa realidad, a punto tal que los acontecimientos marcaron la vida del pueblo vasco dejando hasta el día de hoy una huella indeleble en la memoria colectiva, sobre todo en las personas de mayor edad. En esa guerra participaron activamente todas las corrientes democráticas que constituían el abanico político de Euskadi. Hermanos en la lucha, los diferentes partidos políticos que participaron en el combate, sin duda, y los hechos así lo testifican, divergieron en más de un punto, no solo en lo referente a la dirección de la guerra, sino en torno a los fundamentos políticos de la misma, como se señala en el párrafo de introducción del libro La Guerra en Euskadi. Un panorama complejo opuesta a las fuerzas franquistas encabezadas por el Partido Nacionalista Vasco y los partidos no nacionalistas encuadrados todos ellos en la izquierda.
Lo cierto que inmediatamente de producirse el alzamiento militar entre el 17 y 18 de junio de 1936, la villa de Eibar, adicta a la República, juega un papel destacado en los sucesos venideros. Sus fábricas proveyeron a las milicias del Gobierno vasco de su primer armamento. Al tenerse noticias del alzamiento y como acto reflejo, se formó grupos de voluntarios de Eibar y de poblaciones vecinas, fuerzas que estaban por la inmediatez de los sucesos precariamente armadas. Inconveniente, junto a la escasez de armamento, que constituyó una grave falencia a lo largo de la guerra para el Ejército Vasco. No obstante, en Eibar se constituyó una Junta de Defensa presidida por el socialista Juan de los Toyos, la cual, actuando con gran autonomía, controló una amplia zona de Guipúzcoa.
Como la rebelión tuvo una gran aceptación en las esferas militares, eclesiásticas y políticas en Navarra, rápidamente desde ése territorios avanzan columnas hacia Guipúzcoa, dejando a sus espaldas una estela de miles de republicanos navarros asesinados, columnas que en pocos meses, pese a la férrea resistencia de las fuerzas republicanas, toman Irún y San Sebastián.
La guerra va llegando a las cercanías de Eibar ya que el mes de septiembre de 1936, las tropas del general Mola convergieron sobre la villa armera.2
Proclamación de la II República en Eibar (Gipuzkoa). La plaza de Unzaga el 14 de abril de 1931.
Elocuente son las palabras de Joseba Elosegi, gudari y hombre de acción del nacionalismo vasco, describiendo esa fase de la guerra en tierras guipuzcoanas.
Luego que el mando franquista logra cortar las comunicaciones con el otro lado del Bidasoa3 puesto que desde allí, desde Francia, podían llegar importantes suministros, avanzan hacia Bilbao. Se puede decir, que la defensa de Guipúzcoa, fue en realidad una retirada hasta los límites con la provincia de Vizcaya, salvo sólo dos enclaves guipuzcoanos; Eibar y Elgueta.4
Y detalla Elosegui.
En Eibar y Elgueta se luchó fuertemente, de un modo especial en la primera. Todo el pueblo de Eibar se movilizó, y hasta las mujeres subían al monte a construir trincheras y defensas para mantener y defender Eibar de los franquistas. Además, Eibar era un punto muy importante, no sólo desde el punto de vista estratégico, sino también desde el político. Se luchó cuerpo a cuerpo y allí se estabilizó el frente. Hubo muchas bajas, pero se consiguió parar al enemigo, que estuvo inmovilizado hasta que se inició la última ofensiva franquista contra Bilbao.
Un frente de batalla que trajo como consecuencia constantes bombardeos, tanto terrestres como aéreos sobre las trincheras y las localidades cercanas. Ofensiva favorecida al contar los sublevados con mejores armamentos y con el eficaz apoyo de aviones alemanes e italianos que actuaban sin piedad al no existir defensa antiaéreas alguna. Terrible situación que se prolongó por espacio de seis tormentosos meses hasta la embestida final, concretada cuando los sitiadores recibieron nuevos contingentes y renovados pertrechos. Las líneas vascas son quebradas y la suerte de Eibar queda sentenciada aunque para entonces gran parte de la población civil fue evacuada a Vizcaya y algunas de las factorías desmontadas y trasladada a la zona de Bilbao.
El 31 de marzo los franquistas bombardean la localidad de Durango donde hay 336 muertos y empiezan la gran ofensiva.
El 24 de abril de 1937, tras tomar Elgueta, poblado a corta distancia de Eibar, un fuerte bombardeo sobre la villa armera causa más de 70 muertos y números heridos. Al día siguiente, un nuevo bombardeo, ésta vez con la utilización de bombas incendiarias acaba por destruir lo poco que aún quedaba en pie. Finalmente, en la mañana del 26 de abril, con los barrios en llamas entran las tropas nacionales.
Dramática situación que es narrada con dolor por María Luisa.
Las bombas caían sin parar, era terrible, nos escondimos en el cementerio desde las ocho de la mañana hasta la noche. Se escuchaba cómo caían las bombas, ¡Qué explosión hacían!... ése ruido. Nosotros estábamos quietitos en el cementerio, con mucho miedo. Cuando llegó la noche volvimos a casa... no había nada... todo derrumbado, grandes charcos de sangre... muertos, muchos muertos entre los escombros. Nosotros vivíamos en el piso segundo de una casa y no quedó nada... nos quedamos en la calle.
Presumiblemente, María Luisa al decir “nosotros”, se esté refiriendo a sus hermanos ya que sus padres habían fallecido tiempo atrás. Momentos angustiantes de esta eibarresa en medio de escenas de ruinas, temores e incertidumbres. Hay unas imágenes de corta duración, no más de unos minutos, tomadas a los pocos minutos de las últimas bombas caídas sobre Eibar, que demuestra con nitidez la devastación de la ciudad y el espanto de los sobrevivientes. Las imágenes a que hacemos referencias están tomadas desde un vehículo en el trayecto desde la entrada de Eibar hasta la parroquia de San Andrés y que registra en la inmediatez los efectos directos de la guerra. Imágenes comentada por el periodista Alberto Echaluce en su artículo “La destrucción de Eibar en 1937”, publicado en el Diario Vasco.
Escribe Echaluce sobre su impresión al ver la filmación.
El panorama es de talleres en ruinas, todo destruido... únicamente, unas pocas casas se mantienen en pie... En cuestión de un breve minuto, se da un recorrido por un silencio que abate a la ciudad, pero que demuestra hasta qué punto había cambiado la realidad. Incredulidad, prosigue Echaluce, que surge de las caras de los pocos eibarreses que están en la calle. Estos están junto a la acera mirando con miedo incluso a la cámara que pasa por delante de sus ojos. La mayoría de ellos llevan txapela (boina). Sólo se puede ver a una mujer vestida de un luto anunciador de la debacle.
Una ciudad casi en su totalidad arrasada. A la destrucción provocada por el ataque aéreo, se le suma el incendio que se propagó en el casco urbano de la villa, favorecido por el viento. Las pérdidas humanas son difíciles de valorar. Con aquel panorama, muchos eibarreses abandonaron el pueblo aunque gran parte de la población ya había marchado con anterioridad a otros lugares. La huida es hacia poblaciones de la vecina Vizcaya, entre ellas Guernica, pero los que eligieron ese destino fueron victimas del otro terrible bombardeo. Suceso que como sabemos, tomó relevancia internacional por los reportajes de un periodista inglés y por el famoso cuadro de Pablo Picasso.5
Bombardeos urbanos, matanzas atroces como las de Durango, Eibar y Gernika que llegaron a impresionar la conciencia mundial, sobre todo al ser involucrados mujeres, ancianos y niños. Sobre todo, éstos últimos.
Eibar. Calle María Ángela (Errebal-kalia). Año 1914.
Relata el historiador Martín Ugalde: “La Gran Bretaña, Francia, Bélgica y también Rusia, fueron los países que más temprano y más hicieron para ayudar a resolver al Gobierno de Euskadi la alta preocupación que tenían por la suerte de tantos niños que iban agolpándose con sus padres y abuelos en torno a Bilbao, o en Bilbao mismo.”
Ejemplar testimonio de esa situación es el telegrama del lehendakari (presidente) del Gobierno vasco, D. José Antonio de Aguirre dirigió al presidente español Prieto después del bombardeo de Gernika ocurrido el 26 de abril de 1937 y que desnuda su preocupación: “Diez mil mujeres, niños, huyen carretera temiendo ser ametrallados por aviación... Ante esta catástrofe, con la amenaza hecha de destrozar e incendiar Bilbao, háganse cargo situación angustiosa”.
Comienza así lo que en ése contexto se llegó en llamar: “la más gigantesca evacuación de una población civil llevada a cabo en las historias de las guerras modernas”. Francia, Inglaterra, Rusia, Holanda, Bélgica y Checoslovaquia se ofrecieron a aceptar cuantos niños se lograse transportar por vía marítima. Miles y miles de niños vascos salieron durante en el año 1947 hacia el exilio, y al final, lo que se preveía como una ausencia de unas semanas, se convertiría en un largo éxodo.6
Retomemos la narración de María Luisa en el mismo día que su pueblo cae en manos franquistas:
Nos quedamos sin casa y sin nada de nada. Al día siguiente nos dijeron los negros que fuéramos a comer al Ayuntamiento, y allí fuimos. Una señora mayor estaba sentada al lado mío y me dijo en euskera: qué triste es llegar a mi edad y tener que vivir todo esto. Entonces un moro se acercó y preguntó qué había dicho, yo le contesté que la señora no sabía hablar castellano. Bueno, tradúzcame usted, me dijo el moro. Pero yo le mentí, no le dije la verdad, mis palabras fueron: pues mira, la señora dice que tiene hambre, que hace mucho que no come. Y el moro se quedo conforme y respondió que ahora iban a repartir la comida. ¡Qué miseria, qué triste es la guerra!
Desgarrador testimonio. El miedo al moro queda en evidencia y sumado a ello, la cruel realidad. De un relativo bienestar, aún reconociendo las privacidades propias de una ciudad sitiada por meses, a la nada más absoluta. Los hermanos Mardaras al igual que muchos de sus vecinos habían perdido sus viviendas arrasadas por las bombas y el fuego e incluso, hasta el trabajo, ya que muchos de los talleres y comercios habían sido destruidos. Presos del miedo intentaron sobrevivir de la mejor manera sumergidos en la desgracia.7
Las calles de Eibar se colmaron de rostros desconocidos y amenazantes, en ellas pululaban las tropas franquistas junto soldados y oficiales italianos y marroquíes. Estos últimos con la cruel fama que los presidían e instalada en el subconsciente colectivo. Lo explica con certeza el escritor Juan Goytisolo: “El miedo al moro se remonta mucho más allá de la Guerra Civil, bien podemos decir en las confrontaciones que durante siglos hubo entre Al Andalus y las naciones cristianas emergentes. Se forjó una imagen terrible del moro y la Iglesia fue la gran responsable de todo eso”.
Bien podemos decir que los vencedores no hicieron alarde de piedad. Comenzaba una etapa de sufrimiento sin límite para los vascos, muchos de ellos, ocupada Euskadi por los franquistas, tomaron el camino del exilio. Se estiman en más de 150.000 las personas que buscaron refugio en el vecino territorio del Estado francés. Otros muchos optaron por el camino hacia países americanos. Cifra elevadísima si tenemos en cuenta que la población de los cuatros territorios vascos del Estado español no pasaba en 1936 de 1.300.000, y Guipúzcoa y Vizcaya, puntualmente, alrededor de 850.000 habitantes. A esta cifra de exiliados hay que sumarle los encarcelados y los que fueron fusilados. Solo en Navarra, el número de asesinados alcanzan los cuatro mil. Hay localidades al sur de este territorio que la represión alcanzó cotas de exterminios. En concreto, por ejemplo, la localidad de Sartaguda, en la orilla izquierda del río Ebro carga con el apelativo de “pueblo de las viudas”, por la cantidad de varones fusilados por los franquistas.
Durísimo tributo vasco a la libertad y en este caso Eibar pagó con creces su posición republicana y democrática frente al Alzamiento.
Nos cuenta María Luisa.
Nos quedamos en la miseria. Yo fui a vivir con una familia al pueblo de Elgueta. Mi patrona era prima de mi cuñada. El patrón y los hijos tuvieron que escaparse y esconderse en la zona de Bilbao porque eran nacionalistas vascos. Mientras duró la guerra venían todos los días dos policías a revisar el caserío donde vivíamos. Mientras duraba esta revisión, a nosotras, las mujeres nos obligaban a esperar afuera. Me acuerdo que en casa había libros de Sabino Arana, y una tarde subí la escalera despacito sin que nadie se enterara y los escondí entre las tejas. Fueron tiempos de mucho miedo.8
A partir de este momento, comienza unos años en la vida de María Luisa, no exenta de penurias. Además de quedarse sin hogar, pasa a ser, como cientos de eibarreses, una más en la extensa lista de desplazados por causa de la guerra. Si bien logra salvar la vida y salir indemne de los acontecimientos su situación es dentro de un contexto de miseria y privaciones y con el agravante de tener que soportar, como la mayoría de los habitantes del País Vasco, el hostigamiento de las fuerzas represivas.
Comienza la dictadura franquista y lo hace bajo un lema que para los vencedores alcanza tintes sagrados: “España una, grande y libre”. El franquismo, enemigo feroz del marxismo y el anarquismo, lo fue también del liberalismo político y la democracia, pero especialmente, de los nacionalismos periférico prohibiendo hasta la mínima expresión sus manifestaciones lingüísticas y culturales. En este caso, para el pueblo vasco se iniciaba un calvario de cuarenta años a partir de la caída de Bilbao en junio de 1937.
Privaciones, censuras, miedo, represión, hambre, persecución al euskera, cartilla de racionamiento, todo eso y algo más es la carga de aquella siniestra época sobre la espalda de los vascos.9
Relata María Luisa.
En los primeros años de la dictadura franquista teníamos una cartilla para ir al almacén y nos daba todo medido, azúcar, aceite, jabón, sal, arroz. Hambre no pasé porque en el caserío de Elgueta teníamos huerta, además se mataba un cerdo que tenía que durar todo el año. Fueron años muy duros, hacía todos los trabajos de la casa, lavaba la ropa en el río. Mucha miseria y mucha tristura.
Eibar. Ibarrecruz y calle de la Estación. A la izquierda, en primer término, la vieja alhóndiga y al fondo, la estación del ferrocarril. Año 1914. Adiós a la tierra vasca y nuevo destino
Es sabido que numerosos vascos y vascas partieron desde algún punto de la geografía de Euskal Herria hacia América, dispersión de un pueblo a lo largo de su extensa historia y siendo Argentina, uno de los países receptor de esta intensa corriente inmigratoria, sobre todo durante los siglos XIX y primeras décadas del siguiente. Entre las motivaciones para abandonar el solar vasco existen una gama diversa de factores, tanto de índoles económica, social como políticos que no entraremos a detallar en estas páginas. Pero ante esto, no es extraño que nuestra protagonista tome la decisión de partir hacia el Río de la Plata que en definitiva es también una determinación asumida en esos penosos años por muchos vascos. Lo asegura Ugalde: “Uruguay, Argentina, viejo camino de la emigración vasca en todas las guerras, posguerras y también de la emigración económica”. María Luisa no fue la excepción y ante la pregunta de ¿Cómo decide venir a vivir a Argentina?, nos contesta y además detalla el viaje hacia ése nuevo destino.
El motivo fue hermana mía, Julia, que se casó con Eguren y vinieron a vivir a Elordi. A ella le llegaron noticias de que yo no estaba bien, y decidió traerme. Me acuerdo que mi hermana me había mandado una bolsa llena de ropa a Eibar, con algunas me quedé y otras las regalé, y con esa misma ropa vine a Argentina. Me acuerdo que tomé el barco en Bilbao junto a la familia Macazaga.10 Viaje que duró 18 días, estábamos ocho mujeres en un camarote y salíamos solamente para comer ya que nos mareábamos y nos pasamos el viaje encerradas, pero muy bien atendidas, no pasamos hambre y al final llegué a Argentina, de esto hace 52 años. En Buenos Aires me esperaban parientes, a algunos de ellos no los conocía. Tomamos el tren hasta Elordi donde vivía mi hermana y allí me quedé.
De este modo, esta breve historia llega a su final. Nuestra protagonista al abandonar Eibar tiene por delante una nuevo porvenir. El destino es un remoto punto geográfico de la República Argentina llamado Elordi11 un paraje a 10 kilómetros de la ciudad bonaerense de General Villegas, en la actualidad prácticamente abandonado y en donde pasará el resto de su vida. Muy atrás en el tiempo, perdido entre las brumas de los recuerdos, queda el momento aquel cuando el Monte Udala, atracaba en los muelles de Buenos Aires una fría mañana de junio del año 1950 y por los muelles caminaba María Luisa con una pequeña valija en sus manos y dando la espalda a un pasado de sufrimientos. Es de suponer sus nervios y el asombro por ese mundo nuevo que estaba descubriendo.
Encontré a llegar a Argentina gente distintas y aunque hablaran castellano lo hacía de una manera distinta. Gente muy buena y que se han portado muy bien conmigo. Lo que me asombró desde el primer día fue la abundancia, aquí había de todo, sobre todo, mucha comida. ¡No haber tenido nosotros los vascos esa abundancia! Comprendí que ya no quería regresar a Eibar, acababa de dejar atrás mucha miseria, y eso no se olvida fácilmente.
Sesenta años lleva con nosotros la eibarresa María Luisa Mardaras. Ella, como muchos, formó parte de aquel gran contingente humano de exiliados vascos. Es cierto que no tuvo que abandonar su patria por motivos ideológicos ni por una oposición abierta contra el régimen franquista, pero es indiscutible, que su alejamiento lo fue, básicamente, por una situación penosa en lo económico. Habiendo perdido su vivienda a causa del bombardeo franquista, desperdigados los hermanos y encontrándose ubicada como criada en un caserío que a duras penas producía la manutención de sus moradores, pocas opciones le quedaba por optar.
Una penosa circunstancia, fruto de una guerra y de las consecuencias posteriores, que si bien fue padecida por los pueblos del Estado español, lo fue mucho más insoportable para los vascos. No olvidemos, como así lo especifica José Ángel Ascuence, “los separatismos nacionalistas —para el nacional-catolicismo— es desde un primer momento más peligrosos que el mismo comunismo, ya que la razón de independencia implicaba la “desvertebración” de la unidad nacional española”. Y esas consideraciones gravitaron de una manera terrible.
María Luisa emprende una nueva vida en Argentina sin olvidar las raíces y propios sentimientos euskaldunes. En definitiva, de atenuar en cierta media el dramatismo del desarraigo. Trata, en un entorno favorable rodeada de familiares y de numerosos compatriotas suyos, no romper con su cultura, teniendo la posibilidad, incluso, de hablar en euskera con algunos vascos que conservaban el idioma natal.
María Luisa portando la ikurriña en el centro vasco Villegasko euskaldunak.
Es visitante asidua en las reuniones del centro vasco Eusko Etxea de Buenos Aires, sobre todo, en las celebraciones que esa institución (ya desaparecida) organizaba en honor a San Juan, fiestas tradicionales de la villa de Eibar. Una vez que se funda el centro vasco de General Villegas María Luisa acompaña en los primeros pasos, siendo integrante de la lista de los primeros socios fundadores, además, abanderada de la casa de los vascos, llevando con solemnidad y conmovedor porte la ikurriña en el acto de bendición de la Bandera de Ceremonia Argentina, frente a la asistencia de numerosos socios, autoridades municipales y representantes de instituciones intermedias locales. Como también en las diferentes cenas y encuentros sociales y recreativos a lo largo de algunos años, hasta que por su avanzada edad y por su delicado estado de salud se ve impedida de continuar concurriendo.
No obstante, y a pesar de esta situación, es homenajeada al cumplirse el 70º aniversario del bombardeo a la villa vasca de Gernika, acontecimiento que fue especialmente recordado mediante un acto público en la Plaza Principal de General Villegas. Una vez concluido el mismo, directivos del centro vasco, acompañado del intendente municipal, señor Gilberto Alegre se trasladaron a la residencia de ancianos donde se hospeda María Luisa, para de este modo, rendirle un cálido y afectuoso reconocimiento a su persona, por ser ella una sobreviviente del ataque y destrucción de Eibar, de similares características a la padecida por la villa de Gernika. Conclusión
Con esta corta y sencilla historia se pretendió rescatar del silencio y probablemente del olvido a una eibarresa, una mujer que en un punto determinado su vida es sacudida por las dolorosas y terribles consecuencias de una guerra que destruyó su pueblo, su casa y sus ilusiones. Sabemos, que al día de hoy y a pesar del tiempo transcurrido, evocar esos años tienen impactos negativos en su estado emocional. A lo largo de la entrevista, y en reiteradas ocasiones, ella nos transmitía el dolor de los recuerdos y como consecuencia de ello, el trauma de esa experiencia se reflejaba en su rostro.
María Luisa Larrañaga, antigua vecina del pueblo de Eibar, con más de medio siglo de vida en Argentina es parte de una historia del pueblo vasco y lo es también, con más de cincuenta años en Argentina parte integrante de la diáspora. La vida de María Luisa ha tenido como es habitual, alegrías y sinsabores, pero indudablemente el drama soportado a causa de lo ya narrado le marcó para siempre. Fueron sus palabras como despedida: “que todo lo vivido le producía al evocarlo un dolor muy grande”, pero sobre todo, “mucha tristura”. Y sensibilizarnos por ello es en cierta manera reforzar los lazos de solidaridad ante cualquier tragedia humana, pero sobre todo, con la sufrida por el pueblo vasco a causa de su lucha por la libertad y por sus derechos soberanos.
FIN Bibliografía y fuentes
- Auñamendi Entziklopedia.
- “Eibar”, revista, año 1971, junio/julio.
- “Eibar”, revista, año 1977 Nº 195.
- Deia, diario, “El exilio más doloroso”. 9/5/2010
- Diario Vasco, “La destrucción de Eibar en 1937”, 8/11/2009.
- Gutiérrez, Jesús, “La Guerra Civil en Eibar y Elgeta”, comisión Egoibarra del Ayuntamiento de Eibar y Elgeta.
- El País, diario, “Los moros de la cruzada de Franco”, 1/3/2008.
- Azcuence Arrieta, José Ángel, “Cultura del exilio vasco”, Fundación Asmoz.
- Beti Aurrera, boletín del centro vasco Villegas’ko Euskadunak, Nº 98, año 2009.
- Apalategi, Jokin, “Los vascos, de la nación al Estado”, Herritar Berri S.L.U. País Vasco 2001.
- Ugalde, Martín, “Nueva síntesis de la historia del País Vasco”, Vol II Ttartalo.
- Beti Aurrera, boletín del centro vasco Villegas’ko Euskaldunak, Nº14 año 2004.
- Jiménez de Aberásturi, Luis María y Juan Carlos, “La guerra en Euskadi”, Plaza&Jane, 1978.
1 Tras el fracaso por pretender tomar Madrid, la prioridad de las fuerzas sublevadas pasó al Ejército del Norte al mando del general Mola (1887-1937), que junto con Sanjurjo y Franco, fueron los líderes indiscutible de los militares golpistas. Mola, hasta su muerte en accidente de aviación, tuvo a cargo las operaciones militares sobre Guipúzcoa y Vizcaya.
2 Desde el 13 de agosto al 3 de septiembre Mola hace tomar la ciudad de Irún después de una batalla feroz. El 13 del mismo mes se apodera de San Sebastián y después casi toda Guipúzcoa. A causa de ese avance, 100.000 personas se refugian en la vecina Vizcaya. El Ejército invasor se detiene en el cinturón industrial de Deva, especialmente en Eibar y en Elgueta.
3 Río de 69 Km de longitud que nace en el Pirineo Navarro, precisamente en el valle de Baztan, cuyo nombre recibe. A su paso por la localidad de Santesteban pasa a llamarse río Bidasoa. Desemboca en la bahía de Txingudi, en el mar Cantábrico, entre los pueblos de Hendaya (Estado francés) y Fuenterrabía (Estado español).
4Elgueta; pequeña población a 8 kilómetros de Eibar. En la Guerra Civil sufrió los continuos ataques desde el valle del Deba y los bombardeos de la aviación enemiga. Posteriormente, algunos de sus vecinos fueron fusilados por los franquistas.
5 En un principio, los sublevados atribuyeron la destrucción de Guernica, (como la de Durango y Eibar), a los republicanos, pero Goerge Steer, periodista inglés destinado a Bilbao reveló al mundo la realidad de los hechos. Pablo Picasso, desde la capital francesa, y enterado del bombardeo, pinta su famoso cuadro, expuesto por primera vez en la Exposición Internacional de París.
6 13449 niños fueron evacuados desde Bilbao. A Francia 5.305; a Bélgica 3.128; a Suiza 245; a Inglaterra 3.822 y a Rusia 1.489. No obstante, hay quienes elevan muy por arriba estas cifras, calculando que al menos 32.000 niños salieron hacia el exilio sin sus progenitores.
7 Prueba de esta devastadora situación son los datos demográficos de ese año y los posteriores que muestra el estancamiento de Eibar. Año 1934: 13.431; 1937 con 9.126; 1938 con 9.837; 1939 con 9881 y 1940 con 11.772 habitantes.
8 Sabino Policarpo Arana y Goiri (1865-1903) es considera el fundador del nacionalismo vasco. Sus enfrentamientos con el gobierno español lo llevaron a la cárcel. Político, además de escritor y ensayista. Publicó obras sobre distintos aspectos de su pueblo. En 1893 fundó la revista Bizkaitarra, desde cuyas páginas desarrolló su ideología nacionalista, siendo clausurado ese medio por orden gubernamental en 1895. Algunas de sus obras son: Etnología euskéricas (1887), Pliegues euskeráfilos (1888), Pliegues históricos-políticos (1889). Origen de la raza vasca (1888-1889), entre otras.
9Durante su más de cuarenta años como caudillo, el Generalísimo Francisco Franco mantuvo una supresión severa de las lenguas nacionales; catalana, gallega y vasca con la finalidad de unir a la población bajo un idioma común: el castellano. En el caso del euskera, mediante la persecución oficial de la representación tanto escrita como oral, Franco quiso erradicar por completo la identidad diferencial de los vascos, relegando al idioma de este pueblo como reliquia folklórica
10 La familia Macazaga, hasta el momento de partir hacia Argentina, vivían en Bilbao aunque eran oriundo de Zornotza —Amorebieta—. Familia, que como otras muchas tomaron la decisión de abandonar su patria vasca a causa de las miserias de la posguerra.
11Luis Elordi (1819-1895), ingeniero militar. Fie el primer administrador de la Empresa Camino de Hierro que operaría el Ferrocarril del Oeste, siendo el que adquirió en Inglaterra las dos primeras locomotoras del país; La Porteña y La Argentina. En su honor, la estación del pueblo Massey lleva su nombre.
María Luisa Larrañaga, cien años de historia (I/II)