574 Zenbakia 2011-04-08 / 2011-04-15
Hacia 1850 la vida económica de Plentzia, vinculada tradicionalmente a la navegación bajo diversas fórmulas (pesca, comercio de cabotaje y construcción naval principalmente), sufrió un colapso casi total, producto de una profunda crisis que se arrastraba desde final del siglo XVIII. Los distintos intentos planteados desde la iniciativa local para el relanzamiento económico de la Villa no dieron el fruto esperado. En consecuencia, Plentzia quedó marginada de las potentes corrientes de desarrollo económico que se abrieron en Bizkaia a partir de las décadas centrales del siglo XIX. Los habitantes de la villa debieron volver hacia sectores tradicionales como la agricultura, las conservas alimenticias, y sobre todo, la adecuación de la cualificación profesional a las nuevas necesidades de la navegación de altura, centrada progresivamente en las empresas y compañías del puerto de Bilbao, que permitió aprovechar y dotar de nueva cualificación a la tradición marítima de buena parte de sus habitantes1.
Uno de los resultados más inmediatos de toda esta serie de circunstancias fue que el espacio tradicional del puerto, como centro de actividad económica, perdió rápidamente gran parte de su valor. Su uso fue quedando postergado, limitándose cada vez más a funciones secundarias y luego recreativas. Ese cambio de consideración del antiguo frente meridional hacia la ría se vio acelerado por las necesidades financieras del municipio, que encontró en la venta de parcelas en esa zona una fuente complementaria de ingresos para hacer frente a la crisis fiscal que comenzó con la guerra de convención, se fue incrementando durante el primer tercio del siglo XIX, y se agudizó tras la primera guerra carlista, en la que Plentzia abrazó el bando liberal.
Así, durante la década de 1820 el ayuntamiento realizó la obra inicial de relleno y saneamiento de una primera franja de marisma ribereñas, entre el puente y el eje de Udaletxe Aldapa. El resultado fue la consolidación de una nueva franja de solares que dio lugar a la edificación de la primera fila de casas, entre Erribera y la nueva orilla de la ría. Se trataba de edificios de vivienda muy sencillos y sin ningún tipo de ornamentación, compuestos de planta baja, piso principal y alto, y que formaron una hilera uniforme2.
Este primer proceso de avance del espacio construido sobre terrenos de la ría en el muelle se consolidó y amplió poco después del final de la primera guerra carlista. Pero se trató ahora de una iniciativa más compleja y planeada. En noviembre de 1840, el ayuntamiento de Plentzia encargó la formación de un pequeño plano de solares que continuara hacia el oeste la línea de la manzana previa. Tras diversos problemas, el plano fue reformulado en 1842 por el maestro obra Juan Antonio Menchaca, dando lugar a la formación de seis nuevos solares, agrupados en dos nuevas manzanas separadas por una pequeña calle transversal de cuatro metros. Durante los años siguientes se fueron levantando la casas de las dos nuevas manzanas, divididas finalmente en cuatro solares la segunda (Erribera 11 a 17), y en un gran solar doble la tercera (Olaguibelena, Erribera 19).
Poco después, en 1849, el Ayuntamiento levantó en el solar sobrante (número 21) las nuevas escuelas de primaria. El proyecto fue diseñado por el arquitecto Atanasio Anduiza, y consistía en un pabellón alargado sobre el eje de la ría. Más adelante, el edificio fue reformado para alojar la Escuela Náutica.
De esta forma, alrededor de la década de 1850 Plentzia había completado su nuevo frente a la ría. Estaba compuesto por cuatro manzanas de edificios, la mayoría dedicados a viviendas, levantados en varios impulsos durante un periodo de treinta años, pero que mantenían un alto grado de uniformidad estilística. También compartían un programa urbanístico, que si bien no era totalmente uniforme, sí que se guiaba por un criterio común. Un rasgo importante que no hay que obviar respecto a estas construcciones es que aunque sin duda miraban hacia la ría, su sentido urbano y funcional no dependía de ella, sino del eje de Erribera. Así, sus portales de acceso estaban en esa fachada, mientras a la contraria se abría sólo con una estrecha franja o acera, inmediata al muelle (ver figura 1).
Figura 1: Vista de Plentzia desde Txipio hacia la década de 1880.
Foto: Colección Museo Plasentia de Butron Museoa.
La nueva realidad de Plentzia: veraneo y ocio durante el último cuarto del siglo XIX
A partir de las décadas de 1860 y 1870, y de forma acelerada desde el final de la última guerra carlista, toda la zona en torno a la ría de Bilbao sufrió un profundo y rápido cambio de sus fundamentos económicos, pero también una radical transformación social, derivada de la nueva realidad producto de la inmigración y la urbanización, y que impulsó la aparición de una nueva realidad política y social de creciente complejidad.
Una de sus manifestaciones fue la extensión de los hábitos de ocio, y entre ellos, la difusión creciente de las estancias de baños, y el comienzo del turismo aún solo burgués. La difusión de estos fenómenos provocó la creación de estaciones veraniegas en la zona del Abra, como Portugalete, Santurtzi, Algorta y, la más importante, Las Arenas.
Este desarrollo turístico centrado alrededor de las playas del Abra convivió con otra serie de pequeñas estaciones a lo largo de la costa de Bizkaia, de desigual tamaño y evolución. En Plentzia, a pesar de las virtudes recreativas y el pintoresquismo de su paisaje, su ría, y especialmente la playa que comparte con Gorliz, su estructuración como estación de veraneo fue muy tardía. La Reseña de 1876 ni siquiera la mencionaba3, y su verdadera eclosión sólo tuvo lugar durante la década de 1890. Para entender este hecho hay que considerar tres razones fundamentales:
La primera fue la caída de los centros de referencia del Abra. El turismo en esta zona sufrió un rudo golpe con el inicio de la construcción del puerto exterior. Las obras del rompeolas y muelles de Santurtzi provocaron un desplazamiento de las corrientes y del oleaje que durante los primeros años de la década de 1890 socavaron las playas de Las Arenas y Portugalete. A esto se unieron los cambios sociales y demográficos vinculados a la nueva fase del desarrollo económico de Bilbao. El resultado fue la rápida degradación de Portugalete como destino de veraneo. Casi a la vez, Las Arenas dejaba de considerarse un destino de temporada para pasar a albergar las viviendas de todo el año de una parte de la burguesía bilbaína. El turismo del Abra paso a concentrarse en Algorta. Quedaba por tanto una demanda recreativa de esparcimiento veraniego sin cubrir, y ahí fue donde Plentzia pudo hacerse con una clientela.
La segunda razón fue el enlace ferroviario entre Plentzia y Las Arenas. Inaugurado precisamente en 1893, funcionaba como una continuación natural al trazado previo entre Bilbao y Las Arenas, con el que pronto se unificaría. La conexión ferroviaria con Bilbao fue factor absolutamente determinante. El ferrocarril garantizaba la movilidad y un servicio calidad completado en un plazo razonable. Aunque empresarialmente su trazado vino determinado por razones diversas, fue el transporte de pasajeros a y desde Bilbao, especialmente durante la estación veraniega, lo que terminó justificando el servicio.
Finalmente, el tercer argumento es ya de índole local. Plentzia tenía una cierta ventaja inicial respecto a otras localidades que también estaban cercanas a una estación de tren a Bilbao, y que disponían de playas, como Sopelana, Gorliz, o Zierbena. Esta era la presencia en Plentzia de un núcleo urbano estructurado, que había conseguido mantener una serie de servicios y dotaciones básicas (comercios, profesionales, algunos equipamientos) y una cierta complejidad en su articulación social. Para la concepción entonces imperante en el disfrute de las estancias veraniegas, de raíz aún exclusivamente burguesa, se trataba de un aspecto fundamental, sin el que resultaba muy difícil un disfrute del resto de los atractivos naturales.
Por ello, alrededor de la década de 1890 en Plentzia se pusieron en marcha diversas iniciativas empresariales y de mejora urbana, que buscaban precisamente incidir en esa cualificación de la localidad para acoger estancias veraniegas y de ocio organizado. Es en ese contexto en el que se debe entender la definitiva urbanización del espacio del antiguo muelle y su conversión formal en los Paseos, completada en esa misma época. Los Paseos del muelle (1890-1905)
La formación propiamente dicha del paseo y la prolongación de la fila de casas, llevándolas hasta el Astillero, se materializó entre 1890 y 1905. Su realización se puede dividir en dos fases diferenciadas, que tuvieron continuidad inmediatamente en los espacios colindantes.
La primera consistió en el relleno y saneamiento de un nuevo tramo de la ría, prolongando el muelle hasta el Astillero. En este caso, se trató de concesiones gubernamentales para saneamiento de la marismas ganadas en 1891 por dos particulares: Francisco Olano y Antonio Zalvidea. Realizaron el relleno, y un nuevo muro de defensa unos veinticinco metros delante de Erribera. El concesionario debía ceder los primeros diez metros, para servidumbre pública y paseo, quedando propietario del solar edificable restante. Los solares resultantes se ocuparon inmediatamente de nuevos edificios de viviendas de calidad, y en el último se levantó al año siguiente la Sociedad de Recreo o Casino de Plencia.
La segunda fase fue casi simultánea, y se originó por la iniciativa municipal, por medio de un plan diseñado por el maestro de obra José Bilbao Lopategui en 1892. Sobre esta base, se redactó un proyecto que consiguió el respaldo ministerial en 1900. Consistía en avanzar el terreno ganado a la ría en una nueva franja de unos quince metros, levantando un nuevo muro de defensa entre el puente y Udaletxe aldapa, es decir, hasta hacerlo coincidir con la nueva línea de la concesión. Las obras fueron entregadas en 1903.
El resultado era una ganancia de poco más de dos mil metros cuadrados, de los que la mayoría deberían quedar como servidumbre pública, formando una primera franja de diez metros desde el muro. Este terreno es el que va a formar la superficie de la calle o paseo propiamente dicho, que nació en ese momento, y que se agregó al tramo nuevo hasta el Astillero. El resto del terreno ganado, unido a el antiguo muelle, permitieron formar una nueva franja de algo más de mil quinientos metros cuadrados que quedaba en poder del municipio.
Figura 2: Plano final de las obras de saneamiento de los antiguos muelles y del Paseo (1904).
Foto: Colección Museo Plasentia de Butron Museoa.
Para este terreno, el Ayuntamiento diseñó en 1899 por medio del mismo Bilbao Lopategui un plan, basado en ofrecerlo en venta a los propietarios de los edificios colindantes que, de esta forma, verían ampliadas sus fincas, a la vez que se les abría un nuevo acceso. Sin embargo, la oferta implicaba la aceptación de que el terreno resultante no podría ser construido, si no que quedaría como jardín delantero. Sólo se les permitía levantar galerías acristaladas bajo estrictas condiciones, y además, debían correr con el coste de levantar el nuevo cierre de las fincas hacia el paseo, que sería un zócalo con enverjado.
Figura 3: Vista de los Paseos del muelle en las primeras décadas del siglo XX.
Foto: Colección Museo Plasentia de Butron Museoa.
La idea de girar las fachadas principales de las casas de Erribera, haciéndolas mirar al muelle, y colocar en ese lado una nueva delantera ajardinada acompañada de un cierre uniforme y de gran calidad, fue bien acompañada por los propietarios. Rápidamente las casas se fueron reformando y adornando con balcones, miradores y otros símbolos prestigiosos, liquidando la uniformidad arquitectónica original. Todo ello representa el afán por trasladar a Plentzia la imagen de residencia elitista asociada a las poblaciones veraniegas que estaba implícita en el diseño general del proyecto.
En este sentido, la definición ordenada, planificada y de calidad planteada en la formación de los Paseos del muelle, inaugura una nueva época para Plentzia. A partir de ahora, todas las nuevas iniciativas (no sólo las de urbanización) pasaron a fijarse prioritariamente sobre los espacios ribereños de la ría, que hasta ese momento habían tenido un papel bastante marginal. Los Paseos se convirtieron en la primera de una serie de operaciones de cierre, saneamiento y ocupación de distintas porciones del curso antiguo de la ría, creando toda una nueva orilla entre el Astillero y la playa.
En definitiva, este primer ensanche de Plentzia hacia los Paseos supuso una radical ruptura de las tradiciones urbanas de la Villa. Sin embargo, resultaba completamente natural en su contexto, y especialmente al realizarla bajo el impulso de la demanda veraniega de vivienda y servicios. De esta forma, Plentzia se pudo dotar de una primera oferta de vivienda de calidad, a la vez que se generaba una nueva fachada pintoresca y atractiva, un nuevo espacio de sociabilidad (el rito del pase). Finalmente, en su extremo se levantó el Casino Aurrera, sin duda, el edificio icónico y la institución emblemática de lo que los pudientes de Plentzia ambicionaban para su pueblo alrededor del año 1900.
1En este sentido, la iniciativa fundamental fue la fundación de la “Escuela Náutica de Enseñanza de Plentzia” en 1863, que con diversos cortes, permaneció abierta hasta 1932.
2Esto se puede apreciar en el conocido grabado de Delmas de 1846, y se mantuvo muchos años, siendo recogida así en imágenes posteriores (por ejemplo la figura 1).
3Reseña de los establecimientos balnearios y baños de mar situados en las provincias del norte de España y Mediodía de Francia, Imp. Aribau, Madrid, 1876 (2ª edición).