557 Zenbakia 2010-12-03 / 2010-12-10
Bueno Ituarte fue un neuropsiquiatra gipuzkoano cuya trayectoria personal y profesional fue eclipsada por acontecimientos de diversa índole que originaron que su figura quedara en el olvido. Diferentes motivos nos han llevado a indagar en el pasado para recuperar su vida como médico y sus aportaciones a la neuropsiquiatría, dotándole hoy en día aún de existencia y rindiéndole así un pequeño homenaje que probablemente no tuvo.
Ricardo Bueno Ituarte.
Bueno Ituarte perteneció a la denominada “Generación de Neuropsiquiatras del 27” debido al año que obtuvieron la licenciatura en la Universidad de San Carlos de Madrid. Como integrantes de esta generación podríamos destacar entre otros a: Luis Valenciano Gayá, Ángel Garma, Mariano Bustamante, Germain... El denominador común de los neuropsiquiatras que pertenecieron a esta generación fue la constante lucha contra diferentes condicionantes de tipo profesional, social y político que dificultaron y limitaron su posible desarrollo personal y profesional.
Condicionantes de tipo profesional ya que fueron los impulsores del cambio en la atención neuropsiquiátrica vigente, en la que el enfermo mental no era más que un problema para la sociedad y en la que la práctica habitual era la abstención terapéutica, el carácter asilar de las instituciones y el pronóstico fatal de los casos. Con la llegada al poder de la 2ª República se aprobó, el 3 de diciembre de 1931, la reforma del decreto de 1885 “Romero Robledo” lo que originó una reorganización de la atención y que se empezara a ver al enfermo mental como un problema médico que requería una valoración y tratamiento. Claro ejemplo de los cambios que supuso esta ley fueron la creación de los “dispensarios de higiene mental” en los que se iniciaba una atención y tratamiento de forma ambulatoria al enfermo mental, rompiendo con la idea del internamiento forzoso en los “manicomios” y el nihilismo terapéutico. Esta reforma de ley supuso además uno de los pilares iniciales para que neurología y psiquiatría dejaran de caminar de la mano para ir separándose progresivamente hasta consolidarse, con el paso de los años, como dos especialidades. Estas no eran ni en el ámbito formativo ni en el profesional independientes, sino que estaban englobadas dentro de la neuropsiquiatría, teniendo una raíz formativa común que era la neurología, evolucionaban hacia una de subespecialización en psiquiatría o neurocirugía. Fueron también factores decisivos en su afianzamiento la comercialización de nuevos fármacos como la penicilina en el año 1946 y psicofármacos como la clorpromazina, la reserpina y la imipramina en el año 1952.
Pero fueron también los condicionantes políticos los que marcaron la proyección de los componentes de la Generación del 27. Estos, eran discípulos de maestros con unos ideales liberales y progresistas que ocupaban jefaturas de departamentos hospitalarios, cátedras e incluso cargos políticos que tuvieron que abandonar con la llegada del dictador Franco. El nuevo régimen apoyado por la clase más pudiente, el poder eclesiástico y el poder militar abrió un periodo en el que el uso de la fuerza militar dio como resultado la imposición de un pensamiento e ideología única que afectó también a los neuropsiquiatras con exilios forzosos, procesos de depuración con imposibilidad de ejercer su profesión, cárcel, desaparición de su asociación y su órgano de expresión (Archivos de Neurobiología), supresión de cátedras universitarias no centralizadas como la de psiquiatría de Barcelona y la desaparición del Consejo Superior Psiquiátrico entre otros.
Los componentes ideológicos del poder obligaban a tener un discurso rupturista con el anterior y más acorde con el nuevo clima de regeneración moral impidiendo el desarrollo de todos aquellos cambios que se habían aprobado durante la 2ª Republica. Además coincidieron, a partir de 1949 en las sucesivas convocatorias de plazas vacantes para la dirección de dispensarios y sanatorios psiquiátricos, profesionales con diferentes perfiles; por un lado los neuropsiquiatras de la “Generación del 27”, como Bueno Ituarte, que ya ejercían antes de la guerra y que tenían una formación tanto en neurología como en psiquiatría y por otro lado los llamados “nuevos psiquiatras” (Félix Letamendia, Luis Martín Santos, Rallo etc.) que iniciaron su formación en el año 1949 y que tenían una formación psiquiátrica muy importante pero con menos conocimientos en el campo de la neurología. La gran mayoría de estos últimos, eran alumnos del Dr. López Ibor que era ya para entonces el patriarca de la psiquiatría de la postguerra al reorganizar la vida corporativa y científica de los neuropsiquiatras en el año 1939 con la nueva “Sociedad Española de Neurología y Psiquiatría”. López Ibor deseaba crear un universo psiquiátrico en su entorno; representaba el cambio en las formas de hacer psiquiatría, convirtiéndose en el padre de los nuevos psiquiatras. Los neuropsiquiatras anteriores a la guerra, vieron cómo perdían sus cátedras, direcciones de dispensarios, direcciones de manicomios, presidencia de asociaciones etc. quedando en un estado de desprotección y vulnerabilidad máxima. 2. La formación
Hijo de Raimundo Bueno Ramírez, médico titular de Motrico y posteriormente director del sanatorio antituberculoso de nuestra Señora de las Mercedes de San Sebastian, inició su formación en medicina en la Universidad Central de Madrid en el curso académico 1920-21. Era una formación en la que predominaba una enseñanza teórica con poca cabida para la práctica clínica y la investigación básica lo que obligaba a los que verdaderamente querían aprender a acudir a los diferentes institutos creados en los hospitales madrileños. Bueno Ituarte destacaba como buenos docentes, según sus familiares, a aquellos que enseñaban a pie de cama como el oñatiarra Dr. Madinabeitia y el Dr. Marañón. Así formó parte del selecto grupo de 25 alumnos que eligió el Dr. Marañón, como profesor agregado de la cátedra de “patología médica”, para recibir formación en diferentes asignaturas médicas en el Instituto de Patologías Médica del Hospital General. La elección de su especialización en neuropsiquiatría puede explicarse por la influencia de Marañón en que sus alumnos tuvieran inquietudes de tipo humanista y que profundizaran en la medicina psicosomática de autores tales como: Freud, Kraeppelin, Bleuer, Blumke etc. además de contar con la presencia constante en el servicio del Dr. Sanchis Banús director del departamento de neuropsiquiatría del Hospital General de Madrid. La formación neuropsiquiátrica de Bueno Ituarte se inició en el año 1924, en el 4º curso de su formación universitaria, con el “maestro” Dr. Sanchis Banús. Éste, junto con Rodríguez Lafora, era uno de los representantes más importantes de la Escuela Madrileña de Neuropsiquiatría que estaba basada en la neuropsiquiatría alemana y que se caracterizaba por una base anatomoclínica e histológica muy importante; así como por tener conocimientos y formación tanto en neurología clínica como en psiquiatría. La influencia de Cajal y Río Hortega era manifiesta de tal forma que se intentaba buscar una correlación entre la clínica y la neurohistopatología. Eran el puente entre la investigación microscópica cerebral realizada por Cajal y los neurólogos y psiquiatras puramente clínicos de nuestros días. Tras su licenciatura en el año 1927, trabajó en el departamento Neuropsiquiátrico del Hospital General de Madrid hasta diciembre de 1928.
Una vez terminada esta primera fase formativa en Madrid, Bueno Ituarte se desplazó al extranjero para ampliar sus conocimientos aconsejado por el Dr. Sanchis Banús y por el Dr. Benigno Oreja, director de la Clínica San Ignacio de San Sebastián. La formación en el extranjero la inició en París trabajando en los reconocidos servicios de neuropsiquiatría del Hospital de la Salpêtriére con el profesor Guillain y el agregado Dr. Alajoujaine. Además, durante su estancia en París, inició con Thierry De Martel su formación en un área de la neuropsiquiatría que no había abarcado hasta la fecha, la neuroquirúrgica. Para completar su formación neuroquirúrgica y psiquiátrica Bueno Ituarte se trasladó a Breslau (antiguamente Alemania) donde bajo la dirección del Dr. Otfried Foerster trabajó como asistente, ayudando a operar y siguiendo el curso operatorio de los enfermos en el Hospital Wenzel –Hancke; asistió también en la Universidad de Breslau a las clases impartidas por el psiquiatra J. Lange (discípulo de Kraeppelin. 3. La profesión
Tras finalizar su periodo formativo en Francia y Alemania, Bueno Ituarte se establece en San Sebastián en noviembre de 1930 iniciando su actividad profesional como Neuropsiquiatra en la Clínica privada de San Ignacio. Esta clínica ofrecía un servicio médico quirúrgico de reputación reconocida basándose en la alta cualificación profesional y científica de los médicos que dirigían los diferentes servicios. Era el momento de la eclosión de las diferentes especialidades médico quirúrgicas y el momento para su director de captar jóvenes talentos con los que cubrir los nuevos servicios creados. Este interés por ofertar una atención neuroquirúrgica para la que no había otra alternativa en la provincia fue probablemente el motivo que llevó a Benigno Oreja a financiar la formación en Francia y Alemania de Bueno Ituarte. Así, con fecha del 6 de diciembre de 1930 en las reuniones mensuales que organizaba la Academia Medico Quirúrgica de Gipuzkoa presentó la sesión “Estado actual de la cirugía de los tumores del cerebro”. En dicha sesión justificaba que el neurólogo completase su formación en su parte quirúrgica, haciendo un repaso a las diferentes escuelas neuroquirúrgicas, a los tipos más frecuentes de tumores cerebrales y a las diferentes técnicas. Era el inicio de la neurocirugía gipuzkoana. A través del testimonio de familiares sabemos que lo que verdaderamente le gustaba a Ricardo era la neuropsiquiatría y que la parte quirúrgica era de menor agrado para él, pero que las circunstancias le obligaron a realizar esa otra faceta. En sus publicaciones de esta primera etapa los artículos tienen un corte neuroquirúrgico con una predilección por patologías del sistema nervioso central (astrocitomas, tumores extramedulares, epilepsia) con una posible solución quirúrgica.
Clínica San Ignacio.
Esta relación con la Clínica San Ignacio la mantuvo durante toda su carrera profesional, compaginándola inicialmente con el Hospital de la Cruz Roja y a partir del año 1939, tras superar el concurso de oposición, con la dirección del Dispensario Psiquiátrico Provincial situado en el barrio de Egia. La atención al enfermo mental no era más que un problema para la sociedad gipuzkoana ya que solo se disponía del manicomio de Santa Águeda y una sala en el Hospital civil de San Antonio Abad de San Sebastián para los casos psiquiátricos agudos. La falta de infraestructura era tal que en los cuarteles de los miqueletes había una habitación en la que se recluían a los enfermos agitados en espera de que se verificaran las tramitaciones legales necesarias para su traslado e ingreso en Santa Águeda. La Diputación Foral de Guipúzcoa entendía que el dispensario de Atocha era un primer paso fundamental e indispensable para que el pabellón psiquiátrico del futuro Hospital de San Sebastián, ya en proyecto de construcción, pudiera empezar a funcionar y estableció de forma taxativa que la existencia del dispensario iba a ser provisional y limitada en tanto se construyera y empezara a andar el nuevo hospital proyectado en el alto de Zorroaga. El dispensario cumplía una misión asistencial que estaba dirigida a pacientes agudos y agitados que requerían un internamiento cerrado temporal y la asistencia ambulatoria, en modo de consultas e incluso visitas de seguimiento a domicilio, de enfermos dados de alta hospitalaria en el propio dispensario o en la Casa de Salud de Santa Águeda. Como ayudantes en el dispensario ejercieron Juan José Lasa Albaitero, Vicente Urcola y José Luis Olaizola.
La construcción del nuevo hospital se inició en 1934 quedando paralizadas las obras por la guerra civil hasta 1944 año que se retomaron. El Sanatorio psiquiátrico fue el primer edificio que se terminó de construir del nuevo hospital general para iniciar su funcionamiento en enero de 1950. A este pabellón debían trasladarse para su puesta en funcionamiento inicial los profesionales del dispensario de Atocha, siendo su primer director interino Bueno Ituarte. La Diputación estimó en cuanto a la composición de la plantilla del nuevo Sanatorio que “... con respecto al personal del dispensario, salvo las plazas de médicos que habrán de ser cubiertas por oposición, no hay inconveniente legal alguno en que puedan incorporarse a la plantilla del Sanatorio”. 4. La oposición y su frustración:
Las oposiciones a jefaturas de servicio y a cátedras universitarias eran todo un espectáculo que eran seguidas con mucho interés y morbo. Las oposiciones abrían la puerta a unos pocos elegidos de antemano y la cerraban para la gran mayoría que no tuvieran influencias y que no fueran afines a los ideales del poder. Atropellos e irregularidades eran la norma; desde la convocatoria, pasando por el desarrollo y terminando por las votaciones realizadas por los miembros del tribunal que emitían sus votos en función de intereses diversos. El desarrollo del concurso de oposición de la plaza de San Sebastián no iba a ser una excepción. Las oposiciones se celebraron el 16 de abril de 1951 en Valladolid con un tribunal presidido por el Dr. López Ibor. Bueno Ituarte, Juan José Lasa, José Luis Ormaechea y Vicente Urcola eran conocedores de lo que se avecinaba con la convocatoria de la plaza y sus sospechas se hicieron realidad al tener conocimiento cual era la composición del tribunal y al saber que uno de los opositores, Luis Martín Santos, fuera hijo de Leandro Martín Santos cirujano con carrera militar destinado en San Sebastián y conocido como “el general”. Este perteneció a los servicios sanitarios del ejército del Norte y una vez finalizada la guerra ostentó diferentes cargos directivos y políticos en Gipuzkoa además de presidir los tribunales que se crearon para llevar a la práctica la ley de “responsabilidades políticas” por la que se sancionaba a todos aquellos que habían actuado contra el movimiento nacional. Sancionó entre otros a varios médicos de San Sebastián y Gipuzkoa por lo que no era precisamente una persona muy bien considerada entre la mayoría de los colegiados y menos aun en el ambiente liberal en el que se movían Bueno Ituarte y sus compañeros.
Estos hechos hicieron que Bueno Ituarte y sus compañeros se movilizaran para que la oposición fuera lo mas justa posible. A pesar de sus intentos la oposición se celebró consiguiendo superar los cinco ejercicios de la prueba Ricardo Bueno Ituarte, Manuel Cabaleiro Goaz y Luis Martín Santos Ribera. El tribunal otorgó la mejor puntuación a Luís Martín Santos por lo que la diputación le nombró director del Sanatorio Psiquiátrico el 20 de abril de 1951.
A pesar de la gran decepción sufrida por no obtener la plaza tras 12 años dedicados a la misma, Bueno Ituarte continuó su trayectoria profesional en la Clínica San Ignacio abarcando los campos de neurología, psiquiatría y de forma más puntual la neurocirugía. En este campo estableció relación profesional con Mariano Arrazola Silió. Neurocirujano de la escuela madrileña de Sixto Obrador que se estableció en San Sebastián en 1953. Fue Arrazola el que impulsó e implantó definitivamente la neurocirugía en Gipuzkoa y quién puso en marcha los actuales servicios de neurocirugía existentes en la provincia.
Inauguración del Sanatorio Psiquiátrico de Gipuzkoa el 18 de diciembre de 1949. Ricardo Bueno Ituarte es el primero por la izquierda. Además, Avelino Elorriaga, Conde de Benasque,Leandro Martin Santos y Miguel Sagardia.
Foto cedida por Fototeka Kutxa.
Bueno Ituarte fue miembro del Colegio de Médicos de Gipuzkoa desde noviembre de 1930 y presidente de la Academia Médico Quirúrgica de Gipuzkoa a partir de 1944. Participó activamente en la transmisión de sus conocimientos neuropsiquiátricos al resto de colegiados de Guipúzcoa a través de los artículos publicados de forma regular en la revista oficial del colegio “Guipúzcoa Médica” y en las sesiones mensuales de la academia.
Perteneció también a la Asociación Española de Neuropsiquiatras hasta su disolución por el inicio de la guerra civil, realizando aportaciones en forma de artículos para su revista “Archivos de Neurología” y comunicaciones y ponencias para los congresos bianuales de la asociación. Durante la guerra y hasta 1945 paso a un segundo plano, como la mayoría de aquellos que habían triunfado durante la 2ª Republica, no formando parte de la nueva Sociedad creada por López Ibor ni publicando ni acudiendo a los congresos organizados por esta, en clara oposición con sus dirigentes. La vuelta del exilio de Marañón en el año 1945 y la publicación de su revista, Boletín de Patología Médica, fueron necesarios para que reanudara sus publicaciones de forma regular. Los exiliados fueron volviendo y las bases destruidas por la guerra fueron reestructurándose dando como resultado la reorganización de este colectivo, en el año 1949, como “Asociación de Neuropsiquiatría” y la creación de la Sociedad Española de Neurología en Barcelona. Fue miembro de ambas y recibió el encargo de preparar la ponencia principal del congreso que se celebró en Santiago de Compostela con el titulo “Distribución geográfica y características de las neuromiopatías heredofamiliares en España”.
Según Bueno Ituarte los verdaderos conocedores de la neuropsiquiatría se encontraban en Francia y Alemania; por este motivo su relación con la Societe Française de Neurologie et Psychiatrie la mantuvo desde su periodo formativo en Paris acudiendo de forma regular a sus reuniones a las que aportaba comunicaciones tales como “Sequelles neuropsychiatriques de la meningite tuberculose traitée” o participando como moderador en mesas con neurólogos de reconocido prestigio internacional como Minkowski y L. Van Bogaert. El 2 de diciembre de 1954 fue nombrado “Miembro de honor a titulo extranjero” de dicha sociedad.
Pero el proyecto profesional de más de 25 años dedicados a la neuropsiquiatría se vio truncado por una oposición que se resolvió por intereses diversos y que activó probablemente esa enfermedad mental encriptada en sus genes que hasta la fecha solo se había manifestado por una forma de ser y que le condujo al suicidio el 20 de abril de 1956.
Pensamos que la figura de Bueno Ituarte puede ser un claro ejemplo de lo acontecido en esa época tan difícil además de ilustrar el inicio de la neurocirugía y neuropsiquiatría guipuzcoana.