440 Zenbakia 2008-05-16 / 2008-05-23

KOSMOpolita

Familia, inmigración y sociedad (II/III)

LÓPEZ LIZUNDIA , María Cristina

:: Familia, inmigración y sociedad (I/III) La llegada y los lugares de destino “La Provincia de Buenos Aires, una pradera espectacular”

Nuestros abuelos inmigrantes vascos pudieron disfrutar, por así decirlo, de un placentero viaje, por lo menos en los comienzos de la centuria estudiada. Efectivamente, en 1860 se pasó de un viaje que duraba en algunos casos mas de 60 días a una travesía de alrededor de 20 días cuando comenzó la era a vapor, de todas maneras, ya sea por el costo del pasaje o por el temor al comportamiento de las nuevas maquinarias, se siguió durante algún tiempo viajando en barcos de los denominados a vela.

¿Cómo pagaban estos viajes personas que emigraban justamente por situaciones económicas muy dificultosas? generalmente lo hacían a través de una contraprestación a favor del armador del barco que se realizaba al llegar a los puertos de destino. Así se creaba una relación de casi servidumbre, que duraba algunos meses. Algunos otros vendían o hipotecaban sus bienes en el País Vasco u otros lograban garantías de fiadores. Una vez en puertos argentinos, los vascos en un 70 por ciento solteros, se encontraban con un ambiente bastante familiar. Estos rudos trabajadores que arribaron a partir de 1860 no eran los de la primera gran inmigración, por lo tanto les precedían otros vascos que en comercios de baratijas, fondas o lecherías creaban un paisaje característico de puerto. Así sucedía en Buenos Aires, La Plata y Bahía Blanca, puertos de la Provincia de Buenos Aires, aún hoy operando, también arribaban en menor escala a Rosario, Provincia de Santa Fe.

A partir de 1888 se puso en funcionamiento el denominado Hotel de Inmigrantes, hoy remodelado y puesto en valor como museo. Allí los vascos y todos los que llegaban del otro lado del mar eran recibidos por una comisión que tras una evaluación sanitaria, les daban hospedaje además de controlar todo lo atinente al visado de la documentación.

Ocho días tenían como límite para hospedarse en ese hotel u otro que se había puesto en funcionamiento en los principales puertos. Casi nunca ese tiempo era utilizado tratándose de los aguerridos vascos. Ellos habían venido a trabajar, muchos habían sido llamados desde acá y de lo contrario se marchaban tierra adentro. Por tierra habían venido, su lugar familiar era el campo y de eso sabían mucho.

Adentro, en la provincia de Buenos Aires, había mucha tierra, todavía la hay, y hacia allí se dirigían las carretas hasta fines del siglo XIX. Era un viaje tan o más duro que el que habían emprendido atravesando el Atlántico. Si era invierno o comienzos de la primavera había que detenerse pues las lluvias anegaban la zona del Salado o del Samborombon, dos ríos que surcan en sentido transversal, y hacia el Atlántico, la Provincia de Buenos Aires.

¿Encontrarían estos personajes lugares parecidos a los caseríos, de donde provenían?

En verdad fuera de las carretas no se podía estar mucho tiempo, la llanura era inmensa y las pocas casas que se encontraban se reducían a desvencijadas cabañas con paredes de barro y una abertura por puerta. Si se continuaba hacia el sur esas casas ni siquiera se divisaban, pero aquellos que se atrevieron... Por fin un paisaje amado. Las sierras los acantilados un poco más el mar, también el Atlántico, entonces si a la vez que se organizaba el trabajo mayoritariamente en el campo, se pensaba en formar una familia, o en asentarse con la que se había llegado, o en traer al resto desde Guipúzcoa, Álava, en fin, desde muy lejos.

Murmullo de cascada, aire de sierra, Tapalquen, Chapaleofu, Tandileufu, más adelante Bahía Blanca, Ventania, Tres Arroyos. Es aquí. Este es el lugar.

Sentimiento de libertad, quizás de soledad, constituían datos a favor del vasco, la adaptación era rápida. Los primeros criadores de ovejas, a comienzos del siglo XX, los primeros alambradores y también los dueños de los puestos lecheros, adentrándose en la Pampa en carreta y luego qué maravilla... en tren. Cómo se fueron conformando las familias

En las grandes ciudades, como Buenos Aires, Santa Fe, Córdoba, Bahía Blanca... donde desde comienzos de la década de 1920, se había iniciado una fuerte inmigración interna, las relaciones de género, analizando tanto la vertiente de inserción laboral como la de educación, muestran un derrotero hacia la igualdad, lo que por supuesto no sucedía con las familias que se iban conformando en el interior.

Pasando a considerar la formación y disolución de uniones interesa sobre todo, lo que lleva a buscar datos de por qué un sujeto elige a otro, o si esa elección se da dentro de un grupo determinado. A pesar de que metodológicamente es necesario actuar por análisis biográfico, esto fue dificultoso en los periodos de 1870 a 1920, aunque sin embargo se pudieron distinguir importantes tendencias.

Durante el periodo de 1870 a 1930 de vigencia del modelo agro exportador la relación de predominio masculino signo el mercado matrimonial. Dada la composición por sexo y edad de los saldos inmigratorios de ese periodo, a medida que aumentaba el número de extranjeros residentes se fue ampliando la desigualdad numérica entre varones y mujeres, sobre todo en el tramo de edades matrimoniales. Esta pauta es notable en la población total, pero es mucho más evidente en la población extranjera, en la cual difería según las nacionalidades. Esos desequilibrios se acentuaron en las zonas de incidencia de radicación de inmigrantes que en ese lapso provenían de Europa. En cambio, en lugares más pequeños se mantuvieron los equilibrios tradicionales.

Con respecto a la edad del primer matrimonio en Buenos Aires, durante las dos últimas décadas del siglo XIX, venía aumentando de 20 a 21 años. Entre 1900 y 1950 el calendario marcó un aumento hacia los 25 o 26 años, en la mujer, la edad promedio en el varón aumento de 28 a 29 años. La diferencia de edad entre cónyuges varió de 6 a 3 años, al menos en la ciudad de Buenos Aires.

Con respecto a las uniones de hecho, no hay valores firmes para la última mitad del siglo XIX, si se supone que para la primera mitad del siglo XX, permaneció en valores constantes, alrededor de un 8% del total de matrimonios en el país, manteniéndose como tendencia más firme esa modalidad, en la población de antigua raigambre criolla, de regiones mas desfavorables del interior.

Pasando a tratar la endogamia y exogamia como un aspecto muy importante de la dinámica del mercado matrimonial, y particularmente, a los fines de este trabajo, dos concepciones teóricas se disputaron la interpretación de lo acontecido en este dominio. Ellas son la tesis del Crisol de Razas y la del Pluralismo Cultural. Se puede completar lo anterior diciendo que ambas teorías no son incompatibles. Para aquilatar la importancia de la endogamia se puede aclarar que el grueso de la inmigración de ultramar se asentó en la ciudad capital y en las grandes aglomeraciones de la región pampeana y que de 1880 a 1930 entre el 70% y el 90% de los habitantes era extranjero o de ascendencia extranjera. Con esa composición étnica queda claro que los porteños de ese entonces tenían pocas posibilidades de concretar matrimonios interétnicos según el origen o la ascendencia nativa, simplemente, en el mercado matrimonial había extranjeros o hijos de extranjeros.

Se podría resumir, entonces, que la población llegada de ultramar mostró un comportamiento matrimonial fuertemente endógamo según la nacionalidad (variable que muchas veces encubre el mismo origen étnico micro regional) en la primera y aún en la segunda generación, lo que abona la tesis del pluralismo cultural como vía de integración a la sociedad receptora. Recién en la tercera generación se encuentran evidencias que sostiene la teoría del Crisol de Razas.

La endogamia por nacionalidad fue grandemente favorecida por tres circunstancias. En primer lugar, la proximidad residencial en las ciudades del asentamiento de extranjeros de igual origen. En segundo lugar, todas las colectividades mostraron una fuerte propensión a favorecer la sociabilidad entre connacionales, desarrollando instituciones y actividades que propiciaron el encuentro de los inmigrantes, sus hijos y sus nietos. En muchas colectividades, y a partir de 1920, se fundaron escuelas que respondían a pautas educativas provenientes de patrones nacionales de cada grupo étnico. La tercera circunstancia fue favorecer la endogamia entre connacionales (por lo menos no fue obstaculizada) ya que al mismo tiempo comportaba homogamia, o sea, mismo origen o pertenencia social de los cónyuges.

Según han podido acotar algunos observadores entrevistados, autorizados de la época, los matrimonios mixtos entre hombre extranjero y mujer argentina no indujeron la naturalización del hombre. Por el contrario, el hombre conservó sus ideas foráneas y las extendió a la mujer, por lo tanto, no fue el hombre el que se asimilo sino la mujer.

Dado que la población criolla (la que tiene por lo menos tres generaciones de argentinos) quedó en inferioridad numérica respecto de extranjeros, donde ellos se asentaron, el panorama de parejas, por lo tanto de familias, que aparece tan segmentado según la nacionalidad, podría dar como una primera conclusión que la integración social fue débil en la sociedad que emerge de la Organización del Estado Nacional. Los inmigrantes no se asimilaron a la población receptora ya que esta fue literalmente centrifugada por ellos. Tampoco saltaron el límite de la nacionalidad para unirse a extranjeros de otro origen.

Al mismo tiempo es importante destacar que en Argentina no hubo problemas de integración étnica. La confluencia hacia patrones comunes de comportamiento social y familiar, se realizó con relativa rapidez a través de mecanismos distintos al matrimonio. Así jugó un rol crucial, la “Escuela primaria, obligatoria. Gratuita y laica”, que aseguró con rapidez una aculturación básica común.

La crisis de 1930 pone fin al modelo agro exportador, a la recepción masiva de inmigración de ultramar, al desbalance de los sexos y a la primacía de la endogamia dentro de la primera y segunda generación de inmigrantes como rasgo determinante del mercado matrimonial. A partir de ahí, lentamente, la exogamia facilitó la fusión de los descendientes de extranjeros (tercera generación), así se dio un segmento poblacional de ascendencia étnica distinta a la de la antigua población criolla. Comportamiento reproductivo

Durante el surgimiento y vigencia del modelo agro exportador, la Argentina cambió vertiginosamente, tanto en la dimensión política, económica, demográfica, social y cultural. También aquí juega un rol preponderante la masiva inmigración europea, que no sólo aportaban las pautas de comportamiento de sus países de origen, sino que experimentaron en el curso de su propia vida, una notable secularización de comportamientos asociados al cambio de hábitat y a la movilidad social ascendente. Por este lado la transición de la fecundidad matrimonial, entre 1860 y 1920 involucra casi exclusivamente a extranjeros de primera o segunda generación.

Tal es así que algunos sociólogos hablan de un reemplazo de la población receptora o una dualidad de población que se diferenciaba tanto en su conformación étnica, como en sus comportamientos demográficos fundamentales.

A partir de 1930 la tendencia se marca de manera casi interrumpida y sin grandes fluctuaciones hacia la conformación de un modelo de familia más reducido. Pero este carácter se da de manera más o menos intensa tanto en la población de extranjeros como en la población nativa, y en toda la nación.

Ese ideal de familia acotada tuvo que prevalecer, a pesar de múltiples fuerzas sociales y políticas que lucharon para hacer valer el “gobernar es poblar”, o emerger de una oposición como la eclesiástica que con tal de mantener una imagen de “familia cristiana”, se opuso a la educación sexual o a toda difusión de una planificación familiar. Los mecanismos para llevar esto adelante fueron más efectivos cuanto más pobre fue la condición social. Glosario

Endogamia: Variable que considera la unión entre individuos del mismo sector social.

Exogamia: Variable que considera la unión entre individuos de dist. sector social.

Conventillo: Residencia precaria que se constituyo en vivienda en las ciudades a principios del siglo XX. Lo habitaban numerosas familias.

Casa Chorizo: Vivienda que surgió a partir de la época del 30 que en los suburbios de las ciudades importantes.

Puesto: Lugar de la estancia donde se construía viviendas precarias que eran ocupadas por las familias que trabajaban y cuidaban los campos más grandes de 200 hectáreas. En los latifundios había numerosos de estos.

Puestero: El habitante del puesto.

Trabajador golondrina: Obrero del campo que concurría de manera alternativa a las distintas cosechas sin asentarse en forma permanente en ningún lugar.

Aparcero: El cuidador del ganado. También el que lo trasladaba de un lugar a otro. El que separa el ganado. Bibliografía

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Avellaneda. Buenos Aires, Republica Argentina 2008 :: Familia, inmigración y sociedad (I/III)