¿Cómo conoció al Padre Madina?
Debo decir que ambos pertenecemos a la misma orden religiosa. Estoy seguro de que lo conocí cuando era niño, ya que por aquel entonces solía venir aquí de vacaciones. Recuerdo que en el año 1950 se estrenó en Oñati su rapsodia “Oñati”, que él mismo digirió. Sobre 1957 se estrenó el poema sinfónico coral “Arantzazu” y yo ya estaba en el coro. Dimos tres conciertos en Oñati, Donostia y Bilbo.
¿Asistió a sus clases ya de mayor?
Sí, claro. Recuerdo que cuando tenía unos veinte años empecé a asistir a sus clases de música. Eran cursillos donde nos enseñaba qué eran las sonatas, etc. Recuerdo aquellas clases como algo muy agradable. Además, yo era por entonces responsable del coro y a menudo recurría a él cuando necesitábamos alguna canción. Él la solía componer inmediatamente, en una noche.
¿Cuál era su fuente de inspiración artística?
Yo creo que era intrínseca. Tenía alma de artista puesto que, además de músico, también era escritor y dibujante.
¿No le venía de familia?
Que yo sepa no había nadie en su familia con ese mismo don. A los once años entró en el seminario, como yo, empezó sus estudios y contó con Fernando Urkia como primer profesor de música. Luego continuó sus estudios en Burgos (y en Burdeos), con el organista Beobide y... el resultado es conocido por todos.
¿Qué nos ha dejado el Padre Madina como escritor?
Escribió mucho sobre música. Por una parte “De Música Vasca” es un libro muy interesante donde nos muestra su gran nivel de conocimiento musical. Por otra parte, realizó numerosas colaboraciones en varias revistas como “El Pueblo”, de Buenos Aires, “Oñate”, “Nación Vasca”, “Eusko Deya”, “Gernika”, “Euskalduna” o “Boletín de Estudios Vascos”. Andrés Irujo describió muy bien su faceta de escritor en la revista “Estudios Vascos Americanos”.
¿Y qué decía?
(Consultando sus notas, responde de forma textual). “El Padre Madina, hombre excepcional, puso al servicio de su pueblo su valor artístico, religioso y literario (...). Siempre fue colaborador de esta revista”. Uno de sus últimos trabajos publicados fue “Raíz Vasca en Mauricio Ravel Delouart”.
¿Y su faceta como dibujante?
Si echas un vistazo a sus partituras verás los maravillosos dibujos que realizó en los márgenes.
Queda claro que fue un verdadero artista, pero su forma de trabajar...
Era muy trabajador, pero para que compusiera música alguien debía incitarle. Por las noches, después de cumplir su trabajo (como párroco, como profesor, etc.) se tomaba una copita, se fumaba un puro y empezaba a componer música, pero no cualquier cosa (lo primero que se le pasase por la cabeza), sino obras por encargo y con muchas condiciones.
¿Qué destacaría de él como persona?
Podría decir muchas cosas: humilde, trabajador, artista, pero subrayaré que era un gran amigo. Las amistades que hizo en su época de Buenos Aires o de Nueva York fueron para siempre. Néstor Basterretxea pasó meses en las escuelas juveniles. Visitó más de una vez a Luis Mújica en Nueva York. Éste afirmó al fallecer Madina que “con el Padre Francisco Madina se va el 50% de la gracia y el ingenio de aquel grupo humano que hermanaba el Saski-Naski”.
¿Es cierto que también tenía su parte orgullosa?
Sí y no. Se dice que estando en Nueva York lo ingresaron en el hospital y que se quejaba porque le trataban como a cualquier otro enfermo, pero en realidad era un hombre muy humilde. Cuando se iba a publicar su libro “De música Vasca”, querían poner su retrato en portada, pero él no quiso. Cuando le preguntaron por qué, respondió: “vivo en una comunidad y eso podría crear situaciones molestas y ridículas. Perdería toda la autoridad frente a los cristianos. Además, eso sería más propio de un artista de Hollywood que de un religioso. Yo primero soy canónigo Lateranense y luego músico”.
Para finalizar, ¿cuál es la pieza musical del Padre Madina que más le gusta? No las conozco todas a fondo, pero me gustan mucho sus obras sinfónicas “Concierto Vasco para orquesta y cuatro guitarras” y “Orreaga”. Entre las sinfónico-corales prefiero “Arantzazu”. De cualquier modo, por encima de todas ellas situaría sus obras corales “Agur Maria” y “Aita Gurea”. Imanol Murua (Oñati, 1936) Entró con once años al seminario, como el Padre Madina, y allí ha pasado toda su vida rodeada de arte religioso. Su recorrido religioso: con 15 años fue novicio, con 16 hizo sus primeros votos y con 21 la profesión solemne. Celebró su primera misa con 23-24 años. Cuando le preguntamos cómo es su vida diaria como canónico Lateranense afirma “como la vuestra, quizá un poco más ordenada. Me levanto a las seis y media, voy a misa, catequesis, trabajo, etc.”. Ha cursado estudios de teología, pero también es licenciado en físicas. Lleva años dando clases de ciencias. “Aita Gurea” del Padre Madina Néstor Basterretxea: “El padre Madina era un hombre excepcional, fino, inteligente de gran sentido del humor. Tuve mucha relación con él, cuando estuve en Argentina y por eso escogí su música (“Aita Gurea”) para Amalur: sin dudarlo, con toda la naturalidad y como un acto de justicia hacia uno de los más grandes músicos que tenemos”. Regalo de bodas: cuando Iñaki Urdangarin y Cristina de Borbón contrajeron matrimonio, el regalo de bodas del Gobierno Vasco fue enviar al Orfeón Donostiarra a cantar en misa el “Aita Gurea” del Padre Madina, entre otras obras.