378 Zenbakia 2007-01-19 / 2007-01-26
Tolosan 1955an jaio zen, eta bertan bizi izan zen 2 urtetaraino, orduz geroztik Zumarragan bizi da.
Bere jaiotzaren urte berean bere aitak Vielux argazkilaritza denda ireki zuen Zumarragan eta bertan hasi zen lanean 17 urte zituelarik. 5 anai-arrebatatik 3 aritu ziren lanean aitarekin, bakoitzak bere estiloa eta teknika jorratu zuen eta horren eredu da Pakoren lana.
Ogibidea izateaz gain, argazkilaritza bere zaletasun handienetako bat da naturarekin batera, eta askotan bi hauen arteko nahasketatik sortzen dira bere lanak.
Hainbat erakusketatan eta liburutan parte hartu du, batez ere familiak urteetan osatu duen artxibo historikoarekin, kontuan hartu behar da bere aitona ere argazkilaria izan zela.
Sariak ere eskuratu ditu, adibidez “Foto novias” txapelketako bigarren saria 2004 urtean eta Natura aldizkariak 1985ean emandakoa.
Gaur egun denda berdinean egiten du lan eta familiaren tradizioarekin dirau.
Es notable la influencia que la naturaleza ejerce sobre la obra de este fotógrafo. Digo naturaleza ya que está presente tanto en las imágenes en movimiento como en las de mayor calma; y es que la naturaleza no tiene termino medio, tanto en ella misma (siempre hay un cazador, y uno que huye) como en el hombre que está con ella (observando sus dones, bien en forma de crepúsculo como paseando por bosques de hayas de rica gleba).
Aunque seguramente no procedan de la misma secuencia (dado las especies) es gracioso ver cómo siempre que ruge un tigre una cabra salga huyendo. Luego, la misma cabra, de no ser por árboles de zonas donde no viven los tigres (salvo quizás Cabárceno o alguna otra reserva), llega a un remanso de paz, sin tigres y con agua para restañar las heridas debidas a la veloz carrera. El tigre ya no está, empero sí su recuerdo ya que este crepúsculo tan rojizo da como zarpazos a nuestras pupilas, con la siempre enternecedora esperanza de ver el rayo verde (sí, como en la película de Rohmer) conforme el sol se bañe.
Otros que huyen. Los caballos son los animales que más gusta reflejar en la naturaleza, bien en reposo (como a Leonardo) bien en desbandada (como a Degas); parecen cimarrones como los que de la verde Polonia acaban en las cocinas francesas por millones. Nada hay más bello en la naturaleza como ver a un caballo correr.
Y un pato con agua verde (debe de ser un antiguo estanque lleno de verdín) y signos caligráficos chinos; la elegancia estética, y el reposo animal.
Y las neblinas y los ocasos terminan de adormecer la jornada. Y al mismo tiempo que adormecen al ser humano le recuerdan que los humanos somos más humanos en la medida en que aprendemos, apreciamos, y por ende no destrozamos, y nos ensimismamos gracias a los dones otorgados por la Madre Naturaleza.
Ramuntcho Robles Quevedo