Como director general, defina, lo más coloquial, lo más claramente posible, qué es el CIMA, para que lo pueda entender cualquier ciudadano, independientemente de su cultura, de su formación.
El CIMA, como su nombre indica, es un centro de investigación que trata de buscar resultados aplicables a los pacientes. Es decir, es un centro donde fundamentalmente trabajan científicos para buscar resultados en cuatro grandes áreas de investigación: fisiopatología cardiovascular, oncología, terapia génica y hepatología, y neurociencias. Estas enfermedades provocan el 90% de las muertes en occidente. Vista exterior nocturna del CIMA. Foto: Universidad de Navarra
¿Qué factores distinguen al CIMA de otros centros de investigación?
Insisto de nuevo en lo de aplicación clínica para beneficio general, por esa vocación de hacer llegar los resultados del laboratorio al paciente. Además, cuenta con un equipo multidisciplinar, de enorme calidad, y con la experiencia de varios centros de la Universidad de Navarra, como las facultades de Medicina, Farmacia y Ciencias, la Clínica Universitaria y el Centro de Investigación de Farmacobiología Aplicada. A todo esto se suma la ventaja de abarcar el ciclo completo de investigación, desde la investigación básica a los ensayos preclínicos y ensayos clínicos, es decir, su aplicación a los pacientes.
¿Existen otros centros similares en el resto del mundo?
En Estados Unidos se pueden encontrar un buen grupo de centros de esta naturaleza. Y nosotros para construir el CIMA de la Universidad de Navarra hemos seguido estrictamente los estándares de sus laboratorios que gozan, por tanto, de todas las prestaciones y medidas de seguridad. ¿Y por qué ocurre esto en Estados Unidos? No es porque la cabeza española sea menos inteligente que la norteamericana o la inglesa o la alemana, sencillamente porque no destinamos recursos, ni talento ni medios. De hecho, allí hay miles de españoles que están investigando porque aquí no han encontrado esa oportunidad, algunos de los cuales estamos recuperando ahora. Muchos quieren volver si se les da la oportunidad de investigar con medios adecuados. Francisco Errasti. Foto: Koldo Larrea
¿Cuáles son los principales proyectos en los que el CIMA está trabajando?
Como ya he mencionado, nos concentramos en cuatro áreas de investigación. Por un lado, trabajamos en las enfermedades cardiovasculares, las que afectan a los vasos sanguíneos que recorren todo nuestro cuerpo. Sobre todo, estamos implicados en hipertensión, ateroesclerosis y trombosis, y hemostasia. En España hay ocho millones de personas hipertensas, aunque muchos de ellos ni lo saben. Se llama la enfermedad silenciosa, puesto que no siempre da señales. A veces produce un pequeño dolor de cabeza y no se les ocurre atribuirlo a la hipertensión. Sin embargo, su control resulta facilísimo. La segunda área es terapia génica y hepatología, que es como la ingeniería genética aplicada a la curación de enfermedades del hígado y también las enfermedades infecciosas del mismo órgano (diversos tipos de hepatitis). Otra de las áreas es neurociencias, donde hemos elegido dos de las enfermedades más relevantes del cerebro, el Parkinson y el Alzheimer. Por ejemplo, en España hay medio millón de personas censadas con esta última enfermedad. Y la cuarta línea de investigación es oncología, donde trabajamos dentro de un programa muy importante europeo de detección precoz del cáncer de pulmón. Después estamos en cánceres hematológicos, en cáncer de próstata y de colon. En total, estamos hablando de 22 grandes proyectos. Por supuesto, nos gustaría abarcar más, pero no podemos pretender hacer todo. Laboratorio de Bioquímica. Área de Terapia Génica y Hepatológica. Foto: Universidad de Navarra
El CIMA pertenece a la Universidad de Navarra, que es una obra corporativa del Opus Dei. Este hecho, ¿puede condicionar sus investigaciones o, al menos, las relacionadas con temas como el uso de células de embriones o las clonaciones?
Yo le daría la vuelta a la pregunta. Independientemente de lo que pueda pensar un cristiano, hay que ver lo que opinan los científicos. Para no pocos las células embrionarias son seres humanos y aquí no se utilizan los embriones como material experimental. Manipular o destruir estas células no es ético. Pero, además, su utilización como se está demostrando tiene importantes problemas, entre otras razones, porque causan tumores. Un dato: de los 20 proyectos que Europa está financiando en este momento 19 son de células madre adultas, sólo una de células embrionarias.
¿Cuál es la meta del CIMA de la Universidad de Navarra?
Uno de los principales objetivos es investigar para tratar de buscar soluciones diagnósticas y terapéuticas. Por ejemplo, hoy día se sabe por la secuenciación del genoma humano que muchas enfermedades proceden de alteraciones de los genes del organismo. Y si se detectan cuáles son los genes defectuosos que afectan a una determinada enfermedad se puede pronosticar e incluso curar. Además, hay que señalar que las enfermedades pueden tener años de evolución, nunca aparecen de repente. Conocer desde su inicio cuál es la causa de una enfermedad que se va a producir a los 10, 20 ó 30 años es un gran paso para poder remediarla. Francisco Errasti. Foto: Universidad de Navarra
¿Con qué medios de financiación cuenta?
El CIMA de la Universidad de Navarra se financia a través de una pionera fórmula que permite canalizar el compromiso social de diversas entidades que han apostado por apoyar la investigación biomédica. En concreto, quince empresas y entidades financieras constituidas en una UTE (Unión Temporal de Empresas) firmaron en 2003 un contrato de investigación y transferencia de tecnología por el que, a cambio de contribuir económicamente, perciben los resultados obtenidos. Entre los firmantes se encontraban -bien directamente o a través de sus filiales- el BBVA, El Corte Inglés, Pontegadea (Sociedad de Amancio Ortega), Omega Capital (de Alicia Koplowitz), Grupo Masaveu, Corporación Caja Navarra, Sodena, Caja Rural de Navarra, Unicaja, Ungria Patentes, Grupo Fuertes (El Pozo), Caixa Galicia y Fundación IEISA.
¿A cambio de qué han colaborado estas entidades?
Por contribuir con 152 millones de euros en diez años, hemos ofrecido a este grupo de empresas el 80 por ciento de los resultados. Con este acuerdo, se cubre aproximadamente el 70% del coste real del centro y sus gastos de funcionamiento. Para el resto hay que recurrir a los fondos conseguidos por los investigadores en forma de becas y ayudas públicas. A medio-largo plazo, se espera también que el CIMA de la Universidad de Navarra se financie con los ingresos que puedan obtenerse con la comercialización de las patentes, de las que ya tenemos siete. Para su desarrollo y explotación, se ha constituido una sociedad, DIGNA Biotech, en la que participa la Fundación para la Investigación Médica Aplicada (FIMA), que promueve y gestiona este centro de investigación. Laboratorio del área de Oncología. Foto: Universidad de Navarra
Siempre se ha dicho que la investigación no es nada rentable económicamente. De hecho, España arrastra la fama de ser un país que invierte poco en este terreno. ¿Qué aportará el CIMA a Navarra?
Por un lado, esperamos que contribuya a reforzar el prestigio y el renombre que ya tiene. Por otro, independientemente de la creación de puestos de trabajo, la generación de pequeñas empresas de fármacos y laboratorios supondrá una fuente de creación de riqueza muy importante. Por poner un ejemplo, las inversiones previstas por DIGNA Biotech este año, en 2005, en Navarra superan ya el medio millón de euros.
¿Y de qué manera se pueden beneficiar de este centro los navarros?
De muchos modos, por la aplicación social y asistencial que tendrán los logros descubiertos en los laboratorios, por los medicamentos que se patenten y comercialicen... Al mismo tiempo el CIMA de la Universidad de Navarra colaborará en que el sistema sanitario del que gozan los navarros siga siendo puntero y continúe a la cabeza de otros lugares.
Por último, como director general del CIMA, ¿qué hecho, qué avance, qué noticia le gustaría poder adelantar, ofrecer a la sociedad? Me gustaría dar la noticia de que ya contamos con un medicamento que combata la Hepatitis C o cualquier otra enfermedad de gran impacto social. De hecho, ya estamos trabajando en ello y disponemos de un interferón nuevo que puede ser de utilidad en el tratamiento de esta enfermedad. Otro avance importante, por supuesto, sería un medicamento que erradique el cáncer, un tipo de cáncer. Francisco Errasti (Oñate, 1946) Guipuzcoano de Oñate (1946), licenciado en Ciencias Económicas, posee amplia experiencia en la gestión hospitalaria. Ha sido profesor de Economía Política en Bilbao, director general de la Clínica Universitaria de Navarra durante 13 años y asesor de la Universidad Panamericana de México, la Universidad Austral de Buenos Aires y el Centro Biomédico de Roma, en la puesta en marcha y funcionamiento de sus respectivos hospitales universitarios. Ha publicado los siguientes libros: “Introducción a la Economía”, “Geografía Económica”, “Retos actuales de la revolución industrial” y “Principios de gestión sanitaria”.