266 Zenbakia 2004-07-03 / 2004-09-10
Asus 26 años, Iraia Saenz de Biteri, por primera vez hizo sus maletas y cruzó el Atlántico. Dejó atrás la casa de sus padres en Basauri para partir rumbo a Santiago de Chile; ¿a qué?, nada más y nada menos que a dar clases de euskera y cultura vasca, en tres de las universidades más importantes del país. Esta sicóloga de profesión se aventuró a vivir en un país lejano, donde se siente más cerca que nunca de su pueblo y su cultura.
El 2 de marzo de 2004, fecha que jamás olvidará, Iraia Saenz de Biteri llegó a Chile sin conocer mucho el suelo que pisaba, para enfrentarse a un nuevo proyecto laboral y, más que todo, a una enriquecedora experiencia de vida. Iraia Saenz de Biteri Ugarriza.
Esta psicóloga de la Universidad de Deusto - licenciada en 1999- desilusionada un poco de su carrera y de las escasas oportunidades de trabajo, durante 2002 decidió aceptar el ofrecimiento del Instituto de Alfabetización y Reeuskaldunización de Adultos, HABE, para dar clases en el Euskaltegi Municipal de Basauri. A poco andar, el mismo Instituto le ofreció la posibilidad de partir rumbo a Santiago para dictar el curso: “Lengua y Cultura Vasca: los más antiguos de Europa”, en tres de las casas de estudios superiores más importantes del país. Esto gracias a un acuerdo previamente firmado entre la Consejera Vasca de Cultura, Miren Azcarate y el Decano de la Facultad de Letras de la Universidad Católica de Chile, José Luis Samaniego Aldazábal; y además, con la Universidad Católica de Valparaíso y la Universidad de Chile, en el marco de otro acuerdo establecido entre el Gobierno Vasco y ambas universidades.
“La verdad es que ha sido espectacular. Me quedé sorprendida por el número de alumnos, que suman entre las tres instituciones: 130, y la infraestructura que encontré, sobre todo en la Universidad de Chile, para dictar mi clase. Creo que la aceptación que ha tenido el curso tiene que ver un poco con el romanticismo de muchos alumnos que tienen un apellido de origen vasco, y también lo atractivo que resulta en este país, tan fuertemente influenciado por Euskal Herria, un curso con este nombre y estas características”. Una semilla, una esperanza
Este proyecto de HABE, que tiene en principio una duración de dos años, consiste en ofrecer como ramo electivo a los estudiantes chilenos Lengua y Cultura Vasca I y II. “El curso está dividido en un 50% de lengua vasca y un 50% de cultura, sin embargo la clase te va llevando un poco hacia otro enfoque, según su interés, y lo cierto es que en principio la gramática logró mayor atención, por parte de los alumnos. Pero trato de ir mezclando y relacionando ambas cosas”. Iraia Saenz de Biteri Ugarriza.
Si bien tiene conciencia de que en un semestre nadie saldrá por la puerta del aula hablando euskera, las proyecciones del curso son sumamente interesantes. “Alumnos chilenos que jamás se habían planteado estudiar en Euskal Herria hoy están solicitando becas para hacer sus post grados allí. Eso me parece genial”. “Por otra parte estoy tratando de crear o mantener un triángulo, compuesto por la Delegación del Gobierno Vasco, Euzko Etxea de Santiago y las Universidades. Por ejemplo, que mis alumnos asistan a las actividades que se llevan a cabo en la Euzko Etxea. Cuento con un grupo limitado de personas, pero ellos tienen un círculo social donde expandir todo lo que ven y oyen; además de poder hacer partícipe a sus grupos de referencia en las distintas iniciativas”. Un reto personal
“Si me hubieras dicho cuando egresé de mi carrera que en el 2004 estaría en Santiago y Valparaíso dando clases a universitarios sobre lengua y cultura vasca, hubiera dicho que te has vuelto loca”.
Esta nueva aventura significó para ella varios desafíos. Llevar a cabo un proyecto que fuera atractivo para los estudiantes universitarios chilenos, desconocedores de la lengua vasca y, en muchos casos, de su cultura e historia. Y por otra parte, dejar atrás la casa de sus padres y su pueblo, del cual no había salido nunca, para enfrentar un entorno desconocido y quizás también a una nueva Iraia.
“La verdad es que en un principio me sentí un poco agobiada. Me encontré en una ciudad gigante, con 5 millones de habitantes, en comparación a los 51.800 de Basauri; no conocía nada y a nadie y me vi en un departamento vacío y silencioso. El primer mes fue un poco caótico”. Iraia Saenz de Biteri Ugarriza.
Como para tantos otros jóvenes vascos, la Euzko Etxea de Santiago fue el lugar donde encontró el primer refugio o referente para dar con mayor fuerza y seguridad el puntapié inicial a esta nueva etapa.
“Se ve a simple vista en los nombres de las calles, en las paradas del metro, en el listín telefónico. La presencia de los vascos en Chile es realmente algo fuerte. Yo tenía más referencias del tema en Argentina, por amigos y así… pero desconocía totalmente el caso de la diáspora en Chile”. Cuando se acercó por primera vez a la Euzko Etxea, reconoce que le pareció una casona llena de gente muy mayor, sin embargo a poco andar cambió su percepción. “Me encontré después con gente joven que es de aquí y de allí al mismo tiempo y creo que eso es lo que mueve a la casa vasca, donde se realizan obras de teatro, conciertos, fiestas típicas, entre otras actividades, las que son verdaderos actos sociales. Te sientes rápidamente muy acogida y empiezas a formar parte de una red social; comienzan las típicas preguntas ¿de dónde eres?, ¿cómo te apellidas?... creo que por el hecho de ser vasca tienes un carné de entrada. En definitiva, ésta es una verdadera casa”. Menua KOSMOPOLITA Aurreko Aleetan Inicio > EM 266 > Kosmopolita -->
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