251 Zenbakia 2004-04-23 / 2004-04-30
Ibone Am?zaga, UPV/EHU, Departamento de Biología Vegetal y Ecología
Los humedales han sido definidos como “aquellas extensiones de marismas, pantanos, turberas o aguas de régimen natural o artificial, permanentes o temporales, estancadas o corrientes, dulces, salobres o saladas, incluyendo las extensiones de agua marina cuya profundidad en marea baja no exceda de seis metros. Además podrán comprender zonas de bordes fluviales o de costas adyacentes al humedal, así como las islas o extensiones de agua marina de una profundidad superior a los seis metros en marea baja, cuando se encuentren dentro del humedal” (definición extraída de la Convención Ramsar, 1971). De esta definición se deriva que el término “humedales” engloba un conjunto muy heterogéneo de ecosistemas, caracterizados por la presencia de agua, naturales y artificiales, por lo que, es difícil intentar establecer criterios aplicables a tamaña variabilidad.
Por su ubicación y naturaleza, los humedales pueden clasificarse en tres grandes grupos:
1. marinos-costeros: se incluyen, entre otros hábitats, aguas marinas someras, bahías y estrechos, costas marinas rocosas, islotes rocosos, acantilados, playas de arena y guijarros, islotes de arena, sistemas de dunas, estuarios, lagunas costeras salobres, saladas y de agua dulce, etc.
2. continentales: se consideran los ríos, arroyos, lagos, charcas, pantanos, turberas, y sistemas hídricos subterráneos en karst o en cuevas.
3. artificiales: se incluyen estanques artificiales, canales de riego y arrozales, salinas artificiales, salineras, diques, represas hidroeléctricas, canteras de arena y grava, canales de transporte y de drenaje, zanjas, etc.
Como era previsible, a partir de la heterogeneidad de los sistemas englobados dentro del concepto “humedales” dichos ecosistemas presentan funciones muy diversas, de las que se beneficia ampliamente la sociedad, y entre las que se pueden destacar las siguientes:
· Funciones físicas: regulación del ciclo hídrico superficial y de acuíferos, retención de sedimentos, control de erosión, y estabilización microclimática.
· Funciones químicas: regulación de ciclos de nutrientes (retención, filtración y liberación), y descomposición de biomasa terrestre como base de la productividad de los sistemas acuáticos.
· Funciones bio-ecológicas: productividad biológica, estabilidad e integridad de ecosistemas, y retención de dióxido de carbono.
· Funciones sociales: sistemas productivos y socioculturales (economías extractivas, pesca artesanal, caza, recolección, pastoreo, y agricultura en época de estiaje), recursos hidrobiológicos, y soporte de acuicultura. También proveen servicios de recreación, investigación científica y educación.
En la tabla I, de forma simplificada, se muestra los criterios de valoración de los humedales en relación con sus funciones, productos y, finalmente, atributos. Tabla I
CRITERIOS DE VALORACIÓN DE LOS HUMEDALES CATEGORÍA VALOR DEL HUMEDAL FUNCIONES Recarga de acuíferos
Descarga de acuíferos
Control de flujo
Retención de sedimentos y tóxicos
Retención de nutrientes
Estabilización de la línea costera
Protección contra tormentas
Transporte acuático
Soporte de cadenas tróficas
Hábitat para vida silvestre
Recreación activa PRODUCTOS
Recursos de vida silvestre
Pesquerías
Recursos forrajeros
Recursos agrícolas
Fuentes de agua
Recursos forestales ATRIBUTOS Diversidad biológica
Importancia cultural e histórica
Este tipo de ecosistemas tienen una gran dinamicidad intrínseca sujeta a una amplia gama de factores naturales que determinan su modificación en el tiempo. Ésta puede verse afectada por la intervención humana dependiendo, lógicamente, de la magnitud, intensidad y tasa de recurrencia de la perturbación, así como del estado inicial del sistema y su resiliencia (capacidad de retornar al estado anterior a la intervención).
Los conflictos que surgen entre las actividades humanas y la imperiosa necesidad de conservar los humedales, para entre otras cosas, poder seguir realizando dichas actividades de una forma sostenible, se presentan en varios órdenes de magnitud: transformación total, perturbación severa, y perturbación puntual:
· Transformación total: implica la desaparición o cambio fundamental de las características del humedal, y puede ser debida a muy diversas causas, tales como reclamación de tierras para expansión agrícola o ganadera, modificación completa de regímenes hidráulicos, introducción o transplante de especies invasoras, reclamación del espacio en zonas urbanas para infraestructura de vivienda, transporte, industrial o recreación, etc.
· Perturbaciones severas: aquellas que originan cambios en las funciones ambientales de los ecosistemas. Pueden ser debidas a canalizaciones, vertido de contaminantes, urbanizaciones, sobreexplotación de recursos biológicos, control de inundaciones, represamientos o inundaciones permanentes, remoción de sedimentos o vegetación, etc.
· Perturbaciones puntuales: engloban todas las alteraciones anteriormente descritas, en este caso producidas en un espacio limitado dentro del humedal.
Dentro de este contexto, es importante reseñar el hecho de que el agua fluye de forma natural, estableciendo una estrecha vinculación entre los ecosistemas acuáticos y terrestres adyacentes, lo que determina que los humedales son vulnerables a los impactos negativos de acciones que ocurren fuera de ellos. Por tal motivo, la conservación y el uso sostenible de los humedales debe abordarse contemplando un enfoque integrado que considere los diferentes ecosistemas asociados. (la utilización sostenible otorga beneficios a la humanidad de una manera compatible con el mantenimiento de las propiedades naturales del ecosistema; el uso sostenible en este caso sería aquel que permitiera el uso de un humedal por los seres humanos de modo tal que produzca el mayor beneficio continuo a las generaciones presentes, manteniendo al mismo tiempo su potencial para satisfacer las necesidades y aspiraciones de las generaciones futuras.)
Para poder evaluar el efecto de estas perturbaciones sobre los humedales, es esencial definir variables de estados e indicadores de los ecosistemas en diferentes escalas espacio-temporales, asociadas con el seguimiento general de los humedales y con la aplicación de las políticas de recuperación de los mismos. Aunque es bien cierto que la elección de estas variables e indicadores es compleja, pues son múltiples en su relación con diferentes niveles de afectación humana, últimamente el empleo de indicadores biológicos que reflejan la diversidad biológica de los ecosistemas está siendo ampliamente investigado para poder cuantificar el efecto de las intervenciones humanas sobre estos ecosistemas de tan alto valor ecológico. De esta forma, se podrían definir unos rangos de valores y límites considerados normales, deseables o aceptables por la sociedad en relación con las perturbaciones de origen antropogénico causadas en los humedales.
A lo largo de la historia humana, y en especial en los últimos siglos, muchos humedales han sufrido una considerable degradación, mientras que otros han desaparecido en su totalidad al ser desecados por ser considerados como áreas insalubres e improductivas, o por considerarlas un obstáculo para el desarrollo agrario. Sin embargo, hoy en día los humedales son incluidos entre los ecosistemas más ricos y productivos, y que a su vez aportan numerosos beneficios, directos e indirectos, a las poblaciones humanas. No obstante, la degradación y destrucción de estos ecosistemas ha continuado hasta hoy a pesar de las recomendaciones de la comunidad científica en lo referente a su importancia ecológica y socioeconómica.
Por fortuna, poco a poco, la importancia de estos ecosistemas va calando en la sociedad, de forma que las autoridades responsables de la protección y conservación de la Naturaleza han ido creando figuras y firmando acuerdos para intentar frenar el deterioro que vienen padeciendo, entre los que destaca a nivel internacional el Convenio de Ramsar.
Aún así, todavía existe un abismo entre lo que significa reconocer, de forma teórica, la importancia ecológica y socioeconómica de los humedales y el hecho de dotarlos, en consonancia, de formas de gestión y protección adecuadas. A este respecto, actualmente, parte de la sociedad tiene la convicción de que la falta de conciencia de la propia sociedad, pero sobre todo la desidia oficial, han sido y son las principales causas del deterioro de estos ecosistemas. Existe una extensa legislación relativa a humedales, en forma de decretos, acuerdos y convenios relacionados con su uso y conservación, pero en muchas ocasiones la mala planificación, la visión a corto plazo y los intereses económicos prevalecen sobre la conservación de estos valiosos ecosistemas y sobre las leyes que teóricamente los protegen.
Debido al convencimiento actual de que los humedales constituyen un recurso de incalculable valor ecológico, económico, cultural, científico y recreativo, cuya pérdida sería irreparable, es imperativo establecer medidas pertinentes y estrictas que aseguren su conservación. REFERENCIAS
(1) Biosíntesis. Instituto de Investigación de Recursos Biológicos Alexander Von Humboldt. (1998) Boletín Nº. 9 “Hacia la Conservación de los Humedales de Colombia: Bases Científicas y Técnicas para una Política Nacional de Humedales”, Nov. 1998, ISSN 0123-7896.
(2) Panorama-Actual.es. (2002) “El Gobierno Asegura que el 54% de los Humedales Está en Buen Estado”. Panorama-Actual. http://www.panorama-actual.es/Sociedad/not87855.htm (22/11/2002).
(3) Netherlands Commitee for IUCN - The World Conservation Union.(2002)”Wetlands”. http://www.nciucn.nl/english/funds/wetlands/
spanish/glossary_sp.htm (22/11/2002). (4) Amigos de la Tierra. (2002) “Los Humedales en el Territorio Español”. http://www.tierra.org/agua/conservacionhumedales.htm (22/11/2002). Menu GAIAK Inicio > EM 251 > Gaiak -->
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